Declaración
del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT)
El
PRT rechaza la “deportación” del periodista
Joaquín Pérez Becerra
PRT,
Caracas, 2011
Un caso de
extrema preocupación y alerta ha suscitado dentro del medio
revolucionario venezolano e internacional la súbita detención
e inmediata deportación del periodista colombiano
nacionalizado en Suecia, Pérez Becerra.
Detenido en
suelo venezolano y expulsado a Colombia por instancia del
gobierno de Santos, bajo la acusación de ser miembro
difusor de las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional de
Colombia (FARC–EP). La cancillería por voz de su titular
Nicolás Maduro y el propio presidente venezolano Hugo Chávez
se han hecho públicamente responsables de una acción que
contradice no sólo el discurso permanente del gobierno
bolivariano por la revolución y el socialismo, sino también
los derechos humanos, en éste caso del director del medio
informativo web Anncol Joaquín Pérez Becerra, entregándolo
sin garantía alguna, a un gobierno altamente represivo y
corrupto como el de Santos–Uribe, bien sabida la tradición
sangrienta del propio Santos en el pasado gobierno uribista.
Sin ton ni
son, el periodista Becerra es detenido y puesto a las órdenes
de una oligarquía que desde los tiempos del asesinado
revolucionario Jorge Eliécer Gaitán, no ha hecho más que
reprimir las legítimas luchas del pueblo colombiano, violar
sus más elementales derechos humanos a instancias de los
intereses de la godarria colombiana y del imperialismo
norteamericano, verdaderos directores y operativos del
secuestro perpetrado contra el periodista Becerra.
Peligra la
vida y la integridad de éste ciudadano, uno de los pocos
sobrevivientes de la matanza cometida por la oligarquía y
los militares colombianos contra la Unión Patriótica,
movimiento pacífico en el marco institucional–electoral
colombiano, exterminado despiadadamente por los militares y
paramilitares colombianos.
No pueden ser
más pueriles los argumentos oficiales para justificar una
acción a todas luces injustificable desde el punto de vista
ideológico, jurídico e internacionalista, violando
sucesivamente el Código Penal venezolano, el Código Orgánico
Procesal Penal, la Ley de Extranjería y Migración y los
acuerdos sobre la Convención de Refugiados de la ONU .
Alegar como
hace la Cancillería venezolana que dicha acción se ajusta
a los tratados internacionales de extradición es falso,
porque no es una extradición sino una “deportación”
hecha en tiempo record, que además viola los procedimientos
legales de extradición, expulsión y deportación así como
los derechos individuales sancionados por los organismos
internacionales correspondientes, derechos que paradójicamente
han estado presentes, por ejemplo, en el manipulado caso del
narcotraficante Walid Makled, largamente solicitado por el
gobierno venezolano a Colombia, sin que hasta el presente el
gobierno de Santos lo haya entregado argumentando trámites
y cláusulas legales, en espera que Washington sustraiga de
Makled toda la información necesaria a sus intereses y
luego de el permiso formal.
En esa misma
dirección ¿por qué el gobierno de Santos–Uribe no ha
entregado al prófugo golpista, reclamado por la justicia
venezolana, Carmona Estanga, protegido por la oligarquía
colombiana y Estados Unidos?
Tampoco se
sostiene por sí misma, la explicación presidencial y de
algunos diputados del PSUV como Saúl Ortega, que Becerra
estaba vigilado y planificado desde Europa a la espera de su
llegada a Venezuela, “sembrado como papa caliente”. Si
así fuera, es decir, que su arribo al país apuntara el
objetivo de provocar una campaña contra el propio gobierno
bolivariano y entorpecer las relaciones diplomáticas con
Colombia –para lo cual es necesario que tanto el gobierno
de Suecia y Estados Unidos como el gobierno colombiano y
agentes internos en Venezuela estuviesen enganchados en la
jugada– las autoridades venezolanas tenían entonces que
sopesar correctamente la situación (lo cual resultaba
imposible en 48 horas) en el entendido que se trataba de un
ciudadano exilado, perseguido políticamente, además
representante de la izquierda internacional, sin pruebas ni
requisitorias serias en su contra, excepto la “prueba”
prefabricada por la CIA extraída de la famosa
“computadora” del dirigente revolucionario Raúl Reyes,
otro asesinado por Santos y la pandilla capitalista
colombiana.
En tal caso de
no mediar consideración moral e ideológica alguna ¿No era
más digno y humanista, investigar y devolverlo a Suecia
como ciudadano sueco? Lógicamente. Mucho más lógico que
tratar de justificar la condenable acción, descalificando públicamente
a los propios aliados, al marxismo leninismo y a los que
protestaron el innoble procedimiento, del cual es seguro sólo
se beneficia la derecha nacional e internacional, se
desprestigia y desmoraliza el proceso nacional
revolucionario, pero sobre todo se pone en alerta a los auténticos
socialistas y comunistas que nada tienen que ver con ese
tipo de línea política, para nada humanista ni
revolucionaria.
Partido
Revolucionario de los Trabajadores (PRT)
Mayo 2011
partidorevolucionariod@gmail.com
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