Elecciones presidenciales en Estados Unidos
Esta
Declaración de Avocado fue iniciativa de Peter Camejo. Éste fue
miembro destacado del Socialist Workers Party de EEUU y actualmente es uno
de los dirigentes del Green Party of the United States (Partido Verde de
los EEUU). Ha sido candidato a gobernador
de California por los Verdes en las elecciones generales de
2002 y en las extraordinarias de 2003. Esta declaración fue realizada en el marco del Proyecto
de Educación Avocado (AEP - Avocado Education Project). El AEP
trata de "educar acerca de la historia y las luchas por la democracia
en EEUU y sus relaciones con un sistema político multipartidista";
es decir, no bipartidista
como al actual.
La Declaración de Avocado
Por Peter Miguel Camejo
y el Proyecto de Educación Avocado
Enero 2004 - http://gp.org/articles/camejo_01_05_04.html
Introducción
El partido de los
Verdes está en una
encrucijada. Las elecciones de 2004 nos plantean un dilema claro e ineludible
. Por una parte, podemos continuar la trayectoria de independencia
política para construir un partido por y para la gente, y presentar
nuestra propia campaña para la Presidencia de Estados Unidos. Por la
otra, aceptar el bien trillado sendero de la política menos mala,
sacrificando nuestra voz e independencia para apoyar a quienquiera que los
Demócratas designen para –se nos dice– derrotar a Bush.
El problema no es el "derrotar a Bush"
–entendiendo por ello la globalización empresarial, las guerras y la
violación de la Constitución– sino más bien en cómo hacerlo. No
creemos que sea posible derrotar al mal mayor apoyando una versión
vergonzante del mismo mal. Creemos que es precisamente oponiéndose
abierta y claramente a los dos grandes partidos como se puede poner freno
y derrotar a los intereses corporativistas que éstos representan.
La campaña presidencial de Ralph Nader en el año
2000 puso de manifiesto la crisis de confianza en el sistema bipartidista.
Sus 2.700.000 votos indicaban que, por primera vez en la historia moderna,
millones de personas votaron por una alternativa progresista e
independiente. Ahora, tras los tres años de sometimiento del Partido Demócrata
a George Bush, están lanzando un ataque preventivo contra una eventual
campaña de Ralph Nader o cualquier otro intento del Partido de los
Verdes. ¿Hicieron bien los Verdes en presentarse en el 2000? ¿Deberían
hacer lo mismo en 2004? La Declaración de Avocado, basada en el análisis
del duopolio de nuestro sistema bipartidista y de su historia, nos
confirman que estamos en lo cierto y que debemos presentarnos.
Los orígenes del actual sistema bipartidista
La historia nos enseña que Demócratas y Republicanos
no son dos fuerzas contrapuestas, sino más bien dos mitades
complementarias de un único sistema bipartidista: "un animal con dos
cabezas que se alimentan del mismo pesebre", como ha explicado el líder
chicano Rodolfo "Corki" González.
Desde la Guerra Civil, un sistema político peculiar
–el bipartidismo–, ha dominado en los Estados Unidos. Con anterioridad
a la Guerra Civil, el sistema existente de dos partidos reflejaba dos
proyectos económicos diferentes. A partir de entonces, se produjo un
cambio: subsistió el sistema bipartito pero las diferencias de orientación
económica no se mantuvieron mucho tiempo. Desde la Guerra Civil los dos
partidos presentan diferencias de imagen, del papel que desempeñan, de su
base social y de algunas políticas pero, en último término, ambos
apoyan similares programas económicos.
Este proceso puede fijarse claramente en el momento de
la escisión del Partido Republicano en 1872, un ala del cual se fusionó
con los demócratas de la "New Departure" que ya habían girado
hacia el programa republicano, favorecedor del mundo financiero y de las
empresas industriales. Con anterioridad a la Guerra Civil, el Partido Demócrata,
controlado por los partidarios de la esclavitud, favorecía los intereses
de las empresas agrícolas y desarrollaba alianzas con los pequeños
granjeros en conflicto con los intereses industriales y comerciales. Con
la Guerra Civil esa división terminó, ya que ambos partidos apoyaron los
negocios financieros e industriales como el núcleo de su perspectivas
programáticas.
Durante más de 130 años, los dos grandes partidos
han conseguido impedir que emergiera cualquier otra formación política
de masas que pudiera desafiar su monopolio político. La mayoría de los
intentos de crear alternativas políticas han sido esfuerzos para
representar los intereses del ciudadano medio, de los trabajadores, pero
esos esfuerzos han sido imposibles de llevar a término. Los dos grandes
partidos han estado dominados por los intereses de los adinerados y
actualmente son reflejo de la época histórica dominada por las
corporaciones.
En este aspecto, la historia de Estados Unidos ha sido
diferente de la de otros países industriales avanzados. En todos ellos
han surgido sistemas multipartidistas y, en mayor o menor medida, esos países
tienen leyes electorales más democráticas y una mejor representación
política. En la mayoría existen partidos políticos aparentemente
basados en los intereses de sectores no empresariales como la clase
trabajadora o que promueven dichos intereses.
La lucha por la democracia y la justicia social
A pesar de este monopolio político a favor de las
empresas, la luchas de masas por el progreso social y las luchas para
desarrollar la democracia y los derechos civiles han estallado periódicamente
a lo largo de la historia de Estados Unidos.
Cada uno de los progresos importantes en nuestra
historia, incluso las luchas previas a la Guerra Civil –como las
batallas por la Declaración de Derechos (Bill of Rights), para abolir la
esclavitud y para el establecimiento de una educación pública
gratuita– o las posteriores a la Guerra Civil, han sido el resultado de
acciones directas de movimientos independientes de los dos grandes
partidos y en oposición a ellos.
Desde la Guerra Civil, sin excepción, el Partido Demócrata
se ha opuesto a todas las luchas de masas en pro de la democracia y de la
justicia social. Entre ellas, la ofensiva por la reforma del voto; por el
derecho de los estadounidenses africanos a votar y contra el apartheid
americano ("Jim Crow"); por el derecho a crear sindicatos; por
el derecho al voto de las mujeres y contra la guerra de Vietnam; por la
ilegalización del linchamiento y contra la pena de muerte; por la atención
sanitaria universal y a favor de los derechos de gays y lesbianas, y un
sin fin de otras más. Muchas de estas luchas se iniciaron o se
beneficiaron de la existencia de pequeños terceros partidos.
División del trabajo
Cuando los movimientos en pos de la justicia social,
la paz o los derechos civiles llegan a ser masivos y amenazan con
convertirse en incontrolables y empiezan a persuadir a un gran número de
gente, el Partido Demócrata comienza a cambiar y se presenta como
supuesto aliado. Su objetivo, siempre, es absorber el movimiento,
desmovilizar sus fuerzas y desactivarlo como fuerza política alternativa
e independiente.
El Partido Republicano históricamente se ha
comportado como el defensor público de un programa que favorece el
gobierno de los ricos y la dominación de las empresas. Ideológicamente
sostienen políticas que favorecen a los directivos de las corporaciones.
Los republicanos tratan de convencer a las clases medias y obreras para
que apoyen el imperio de los ricos con el argumento de que "Lo que es
bueno para la General Motors es bueno para el país", es decir, que
lo que beneficia a las grandes empresas va a beneficiar también al
ciudadano de a pie.
El Partido Demócrata es diferente: actúa como
"agente de bolsa" que negocia y vende su influencia entre
amplias capas de la población con el fin de apoyar los objetivos de la práctica
empresarial. El núcleo principal de los miembros electos del Partido Demócrata
está enraizado en arribistas que buscan su autopromoción ofreciendo a
los directivos de las empresas su capacidad para controlar y conseguir el
apoyo de las masas, a quienes ofrecen algunas concesiones y modificaciones
del programa del Partido Republicano. Un importante activo del Partido Demócrata
para el mundo de las grandes empresas es que permite que exista el Partido
Republicano ya que contribuye al mantenimiento de la estabilidad que es
esencial para "todo siga igual". Y lo hace al impedir que se
desarrolle una genuina oposición de masas. Los dos partidos unidos
ofrecen el mejor marco posible para dominar a la gente que, de lo
contrario, podría movilizar a la sociedad en pos del gobierno del pueblo,
es decir, la democracia.
Un ejemplo de este proceso son nuestras leyes sobre el
salario mínimo. Reajustado por la inflación, el salario mínimo ha ido
bajando de forma gradual durante años. De vez en cuando los Demócratas
aprueban un pequeño reajuste al alza que permite que continúe la
tendencia a la baja pero que da la apariencia de que ellos están al lado
de los pobres.
Elecciones manipuladas
Los dos partidos conjuntamente han conseguido que el
acceso al voto sea cada vez más difícil. Defendieron elecciones
indirectas como las del Colegio Electoral, insistieron en que el ganador
obtuviera todos los votos para impedir la aparición de voces
alternativas, y se opusieron a la representación proporcional para
impedir el desarrollo de una democracia representativa y el progreso de
otras opciones. Ambos partidos apoyan la estructura anti democrática del
Senado de los Estados Unidos y del Colegio Electoral, que no se basan en
la norma de una persona, un voto, sino que favorece a las regiones más
conservadoras de la nación.
Las elecciones se basan principalmente en el dinero.
Mediante la manipulación y la acumulación de enormes cantidades de
dinero proveniente de donaciones –sobornos para hacer favores a sus
acaudalados amigos– la mayoría de los que desempeñan un cargo político
no se enfrentan a ningún desafío real en las urnas y son reelegidos. En
las carreras electorales en las que existe competencia, el contexto se
reduce, de forma reiterada, a dos personas que buscan apoyo financiero de
las empresas. Quienquiera que gane la batalla de la financiación, gana
las elecciones. Los distritos electorales se han establecido de manera que
resulten "seguros" para uno u otro partido. Esta manipulación
disminuye el interés de la gente y reduce la participación mientras
mantiene la ficción de "democracia" y de "elecciones
libres". Los medios de información lo aceptan, y se centran, como
era de esperar, en la elección presidencial y en un puñado de otras
disputas mientras niegan a la mayoría de los candidatos la oportunidad de
presentar sus mensajes a la gente.
El apoyo de las corporaciones cambia de uno a otro
partido según sus intereses a corto plazo o por factores coyunturales. En
los años noventa, la mayor parte de los respaldos de los grandes
ejecutivos fueron para los Demócratas. En la actualidad, el dinero se ha
vuelto hacia el Partido Republicano, aunque muchas empresas hacen
donaciones a los dos partidos para mantener sus sistemas en pie.
Sin posibilidad de elección no hay esperanza.
El Partido Demócrata sermonea a los más oprimidos y
explotados con el derrotismo. No se puede esperar nada, no es posible otra
situación que la que hay. Justifican ante el pueblo su continuada traición
a la posibilidad de un cambio real con el argumento de que se trata del
mal menor: o los Republicanos o nosotros. No hay otra opción posible.
Democracia versus Cooptación
La Democracia sigue constituyendo un gran peligro para
aquellos que poseen los privilegios y el control. Cuando se forma parte
del 1% más rico de la población que obtiene los mismos ingresos que el
75% más pobre, la democracia es una amenaza constante para sus intereses.
La fuerza potencial de la gente es tanta que podría limitar lo que las
corporaciones pueden hacer. La habilidad del Partido Demócrata para
contener, absorber y desmovilizar los movimientos populares independientes
es un elemento fundamental que permite la destrucción continuada de
nuestro planeta, los abusos, la discriminación y la explotación que se
fundamentan en la raza, en el género, en las preferencias sexuales y en
la clase social, así como la enorme desigualdad en la distribución de la
riqueza.
Al entrar en el siglo XXI no existe asunto más
importante que el salvar el planeta de la destrucción. La economía
mundial está cada vez más globalizada. El poder de las corporaciones es
ahora mundial y conduce a enormes desplazamientos y sufrimientos para la
mayoría de la gente. El planeta está superpoblado y el principio básico
de la vida humana en decadencia. Los mayores sufrimientos y alteraciones
se producen en el Tercer Mundo pero en Estados Unidos se está produciendo
una tendencia a la baja ya que la mundialización conduce a la polarización
de los ingresos y de la riqueza. Este cambio está produciendo que día a
día EE.UU esté más cerca de los países del Tercer Mundo, con una minoría
enormemente rica y una creciente clase baja. Esta polarización incrementa
el miedo de la elite a la democracia.
El creciente cambio contra el estado de derecho.
El alejamiento del estado de derecho se ha acelerado
en los últimos años. Este proceso será un factor esencial en las
elecciones presidenciales de 2004, especialmente si se presenta a las
elecciones un candidato de los Verdes. La reforma de la Constitución se
está llevando a cabo con la complicidad de los dos partidos y de los
tribunales. Los cambios se han realizado de manera ilegal, a través de
leyes en lugar de seguir los procedimientos formales que se exigen para
introducir enmiendas a la Constitución, porque hacerlo hubiera provocado
una resistencia masiva. Un proceso similar se ha puesto en marcha respecto
a la legalidad internacional.
La razón ofrecida para dar esos pasos desde
septiembre de 2001 ha sido el ataque terrorista en el interior de Estados
Unidos. Un atentado realizado por grupos inicialmente formados, armados y
apoyados por el gobierno de Estados Unidos. La llamada "guerra
antiterrorista" no es tal. El gobierno de EE.UU. ha promovido,
tolerado y colaborado con el terrorismo en todo el mundo. Estados Unidos
ha sido, incluso, condenado por terrorismo en el Tribunal Internacional de
Justicia.
Los atentados terroristas contra objetivos
estadounidenses son importantes, pero deben examinarse, ante todo, en términos
políticos y sociales. Lo opuesto de lo que se ha hecho con la USA Patriot
Act, y la ocupación de Afganistán e Irak. Por el contrario, al agravar
la desigualdad y la injusticia, al violar las leyes y al intervenir
militarmente para ocupar otros países, la actual política del gobierno
de EE.UU. se suma a los peligros que los ciudadanos estadounidenses
afrontan en todo el mundo y en el interior del país. Especialmente
peligroso resulta el fomento de las armas nucleares, químicas y bacteriológicas,
y las declaraciones públicas sobre la intención de usar de nuevo armas
nucleares.
Este reciente cambio, aunque proveniente de las políticas
bipartidistas durante las últimas décadas, se ha visto acelerado por la
actual Administración republicana. Pero su facilidad para llevar a efecto
estas actuaciones ha dependido del apoyo del Partido Demócrata y de su
capacidad para contener, desorientar e impedir el desarrollo de una
oposición de masas.
De forma sorprendente, en diciembre de 2003, Tommy
Franks –el recién retirado general jefe del Mando Central de EE.UU.–
fue citado por declarar que pensaba que el pueblo de Estados Unidos podría
preferir –si se produjera otro ataque terrorista– un gobierno militar
que sustituyera a nuestra forma constitucional republicana. Semejante
declaración en estos momentos tiene tan poco fundamento que uno debe
preguntarse por qué se ha hecho. El pueblo estadounidense es claramente
contrario a cualquier insinuación de una dictadura militar en EE.UU. En
efecto, las encuestas han mostrado repetidamente que la gente quiere que
se incrementen nuestros derechos democráticos así como que se limiten
las aportaciones a las campañas y se permitan los debates con más
opciones políticas.
Nunca en nuestra historia los altos mandos militares o
ex-altos mandos han hablado abiertamente de poner fin a nuestra forma
constitucional de gobierno. Ningún líder del Partido Demócrata ha
protestado por los comentarios de Franks. ¿Cuántos oficiales de las
fuerzas armadas comparten la misma opinión? Si hubiera alguno debería
ser expulsado del ejército de forma inmediata.
Los demócratas: la Patriot Act y el rotundo apoyo a
Bush
La dirección del Partido Demócrata votó la aprobación
de la USA Patriot Act. En el Senado sólo un demócrata votó en contra.
Demócratas considerados "liberales" como Paul Wellstone y
Barbara Boxer lo hicieron a favor. Enormes mayorías han aprobado una y
otra vez normas en el Congreso en contra de la Constitución de EE.UU. Sólo
en una ocasión una congresista, Barbara Lee, votó contra la supresión
de la separación de poderes prevista en el artículo 1, sección 8ª de
la Constitución. Cuando se les exige a los políticos del Partido Demócrata,
que apoyen al Partido Republicano y a las corporaciones que lo sustentan,
éstos obedecen repetidamente y votan contra los intereses del pueblo y en
contra de la Constitución que han jurado defender.
La dirección del Partido Demócrata ovacionó
conjunta y repetidamente a George Bush cuando presentó su programa en su
discurso del Estado de la Nación en enero de 2002, un discurso que promovía
la arbitraria decisión de ocupar naciones soberanas por medio de
agresiones militares que violan las leyes internacionales. Las ovaciones
del Partido Demócrata al Partido Republicano fueron transmitidas por la
televisión nacional para que la gente viera que había una fuerza política
unida. El efecto que produce es que la gente que cree en la paz, que apoya
la Carta de Naciones Unidas, el Tribunal Penal Internacional y el imperio
de la ley, se sienta aislada, impotente e irrelevante.
En marzo de 2003, se aprobó una resolución
solicitando el "apoyo incondicional" a "George Bush"
en la guerra de Irak, que obtuvo el apoyo total de la dirección del
Partido Demócrata. Incluso "palomas" demócratas como Dennis
Kucinich votaron a favor de la resolución. Sólo un puñado (once) de
diputados lo hicieron contra la moción de "apoyo incondicional"
de George Bush.
El papel del Partido Demócrata
El Partido Demócrata con su abierta defensa del
programa republicano y de sus ataques contra nuestra Constitución y
contra el respeto de las leyes internacionales importaría poco para
quienes son partidarios de las políticas actuales si permitiera el
desarrollo de una oposición independiente de masas. El fracaso de esas
fuerzas para existir con entidad suficiente permite a los demócratas
presentar abiertamente su apoyo a las políticas antidemocráticas.
No obstante, comienzan a escucharse algunas voces
ajenas a los partidos Demócrata y Republicano. Las manifestaciones
masivas contra la guerra, y la voz de un nuevo y pequeño partido, el
Partido de los Verdes, han conseguido alguna atención y respeto. En ningún
caso, el Partido Demócrata de forma institucional ha apoyado, convocado o
ayudado a la movilización de las fuerzas populares a favor de la paz y
del respeto de la legalidad internacional, si bien un buen número de sus
militantes de base y muchos de sus representantes electos de bajo rango
participaron en contra de su partido y promovieron protestas contra la
guerra.
Entre los demócratas, muchos cargos electos de los
niveles más bajos e incluso algunos republicanos que defienden la
Constitución de Estados Unidos están votando en contra de la USA Patriot
Act en ámbitos locales. Muchos demócratas de nivel medio han mantenido
opiniones conflictivas y, en algún caso, posturas progresistas
coincidentes con el programa del Partido Verde. Esas personas viven en
contradicción con el partido al que pertenecen. Mientras que nosotros
podemos y deberíamos unirnos a ellos en asuntos concretos, no compartimos
su error de pertenecer a un partido que está en contra de los intereses
de la gente, y que está a favor de las corporaciones y se opone al
imperio de la ley.
El ataque de los demócratas contra el Partido de los
Verdes
El Partido Demócrata permite a sus representantes de
puestos bajos que se presenten como opositores a la guerra. Alguno de sus
líderes han empezado a dar la apariencia de no estar de acuerdo en
"cómo" se están poniendo en práctica las políticas de Bush,
al mismo tiempo que han desencadenado una campaña para dividir y captar a
los que se oponen a las políticas bélicas. Por una parte, intentan
aparecer como comprensivos con el sentimiento de los que se oponen a la
política belicista mientras que por otra tratan de silenciar las voces
que se oponen a la política de Bush.
Poco después de las elecciones presidenciales del
2000, los Demócratas iniciaron un ataque contra el Partido Verde sobre la
base de que al no existir segunda vuelta –es decir, que como los demócratas,
de acuerdo con los republicanos, no permiten elecciones libres–, la
existencia del Partido Verde y su candidato a presidente en el año 2000,
Ralph Nader, eran los responsables de que George Bush se hubiera
convertido en Presidente.
Los demócratas progresistas se unen al ataque
La campaña contra los Verdes ha sido ampliamente
fomentada por los medios de comunicación de las grandes corporaciones, y
ha logrado el éxito, en parte por el apoyo recibido del ala más liberal
del Partido Demócrata y de algunas de las revistas
"progresistas" que controlan los demócratas liberales como The
Nation y Mother Jones.
Su mensaje político es sencillo y claro: "no se
puede permitir ninguna voz verdaderamente crítica con los Republicanos; sólo
los Demócratas pueden mostrarse como la 'oposición' a los
republicanos". No ponen objeciones a que candidatos de un tercer
partido derechista pro-guerra entren en la competición y promuevan sus
opiniones. Únicamente se oponen a las voces a favor de la paz y del
imperio de la ley como la de Ralph Nader en 2000.
Jamás en la historia de Estados Unidos una revista
que se proclama defensora de la democracia había publicado en portada un
artículo exigiendo a una persona que no se presentara a presidente hasta
que lo ha hecho The Nation contra Ralph Nader y su candidatura para
la presidencia en 2004. El hecho de que las encuestas indicaran que un 23
% de la gente era partidaria de que Nader se presentase ( lo que
extrapolado de la población total con derecho a voto representaría unos
40 millones de personas) y el 65 por cien aprobara su inclusión en los
debates no importa a The Nation mientras que intenta silenciar al
único candidato que en 2000 se enfrentó a las propuestas del programa de
Bush.
La conspiración contra los electores
El consejo editorial de The Nation es libre
para hacer campaña a favor del Partido Demócrata y para recomendar a la
gente que vote a los Demócratas a pesar de su apoyo a la USA Patriot Act,
de sus votos al "rotundo apoyo a George Bush", etc. Están en su
derecho. Pero no se contentan con eso: pretenden además que los Verdes se
les unan en la conspiración para negar a los electores la posibilidad de
elegir.
Todos los votantes son conscientes de que no hay una
segunda vuelta en la carrera presidencial. Muchos de los que apoyan el
programa de los Verdes votarán en contra de sus propios principios al
hacerlo al Partido Demócrata. Cada elector habrá de tomar esa decisión.
Pero The Nation, junto a muchos otros, está haciendo un
llamamiento a los Verdes para privar del derecho al voto a los electores
que no comparten la preferencia de The Nation por el Partido Demócrata.
Quiere que esos votantes no puedan elegir y sean incapaces de expresar sus
deseos electorales. The Nation, y a quienes representa, desean
acallar las voces de esos votantes, impedir que se contabilicen como una
forma de intentar forzarlos a votar a su partido, los Demócratas.
La aprobación de la USA Patriot Act, las leyes
electorales antidemocráticas, la manipulación de las campañas
electorales por los grandes medios de comunicación y los intentos para
silenciar a los Verdes forman parte de la misma campaña contra la
democracia. Constituyen, precisamente, un ejemplo más de cómo el sistema
bipartidista está preparado para reprimir y silenciar a aquellos que
quieren favorecer la democracia.
El mal menor conduce al mal mayor
La efectividad de la campaña del "mal
menor" ha penetrado en el Partido de los Verdes, donde una minoría
apoya la idea de que los verdes no se presenten en 2004. Detrás de ese
punto de vista se encuentra la idea de que la política puede medirse en
grados, como la temperatura, y que los demócratas ofrecen una alternativa
más moderada y por ello menos mala que la del programa republicano. Esta
opinión se sustenta en la idea de que apoyar el "mal menor"
debilita al mal mayor.
Tal opinión fracasa en aprehender la esencia de la
cuestión. Las dinámicas políticas funcionan exactamente en sentido
contrario. Acallar la voz del Partido de los Verdes y apoyar a los demócratas
fortalece a George Bush y al Partido Republicano porque sólo la aparición
de fuerzas opuestas a las políticas actuales, fuerzas que son claramente
independientes de la dominación de las grandes empresas, pueden empezar a
cambiar la relación de fuerzas y el centro del debate político. A pesar
de la intención de algunos de sus promotores, la campaña antiverdes
ayuda a las políticas que persigue Bush y, asimismo, a sus posibilidades
de reelección.
Aunque algunos proclaman que las políticas de Bush
representan sólo a una pequeña camarilla de extremistas
neoconservadores, la realidad es otra. Bush y sus amigos están al
servicio de los directivos de las grandes empresas. Su reputación entre
el pueblo americano puede ser aplastada en un instante si así lo deciden,
gracias al poder de sus medios de comunicación, que están concentrados
hoy en manos de una media docena de gigantescos conglomerados.
Entre los intereses de las corporaciones y sus
esfuerzos para el establecimiento de un nuevo colonialismo, se encuentra
el que Bush sea reelegido en 2004, para así legitimar su gobierno ante el
mundo. Para conseguirlo sin problemas, las voces de los que realmente se
oponen a la política de Bush deben ser acalladas.
La oposición crece
La oposición a Bush está creciendo; la abrumadora
mayoría del mundo está en contra de la política de Bush. La resistencia
a la ocupación de Irak y Afganistán, y la incapacidad de los medios de
comunicación y del gobierno de Estados Unidos para impedir que el mundo
conozca la verdad sobre esos sucesos, está debilitando la posición de
Bush. Los intereses de las grandes empresas y sus medios de comunicación,
por lo visto, van a hacer una gran esfuerzo para que Bush salga elegido,
pero si el empeño llegara a resultar demasiado difícil, el Partido Demócrata
estará preparado para presentarse como una "oposición" que
continuará con lo esencial de la política de Bush, recurriendo a nuevas
justificaciones, modificaciones y apariencias de moderación.
La única fuerza que podría dar al traste con la
dirección tradicional de la política bipartidista que se ha desarrollado
en los últimos años sería el desarrollo de un movimiento
desestabilizador en el interior de EE.UU. junto con la opinión pública
mundial. Es lo que sucedió durante la guerra de Vietnam y obligó a un
cambio de la política estadounidense.
En el caso de Vietnam, los republicanos, bajo la
presidencia de Eisenhower iniciaron la intervención directa de Estados
Unidos al apadrinar al régimen de Diem en Vietnam del Sur, cuando los
franceses lo abandonaron a mediados de los años cincuenta. Con el estímulo
de EE.UU., su régimen se negó a respetar los acuerdos de paz y puso en
marcha negociaciones y elecciones para la reunificación del país. Los
demócratas, con Kennedy, enviaron tropas de tierra a principios de los
sesenta. Las fuerzas estadounidenses aumentaron enormemente, desde los
16.300 hombres en la época de Kennedy hasta más de medio millón con
Lyndon B. Johnson, su vicepresidente, que ganó la reelección en 1964
presentándose como el candidato para la "paz".
El crecimiento de una masiva e incontrolable oposición
en EE.UU., y en todo el mundo, supuso un freno para la política bélica.
Una generación completa comenzaba a hacerse preguntas en profundidad
sobre la orientación de Estados Unidos en los asuntos internacionales.
Demócratas y republicanos, reflejando la opinión de los líderes y
estrategas de las mayores empresas, decidieron que no existía otra
posibilidad que dar marcha atrás y aceptar la derrota militar en Vietnam,
dado que la división en la sociedad americana amenazaba con dar lugar al
surgimiento de una fuerza política masiva e independiente. Este cambio de
política se realizó bajo la presidencia del republicano Richard Nixon.
Ahora, se trata de salvar a Bush de una reacción en
contra y las posiciones del Partido Demócrata le ayudan en muchos
aspectos.
Primero, tratan de impedir incluso el desarrollo de
una pequeña pero independiente tendencia política crítica –eso es lo
que se intenta al silenciar al Partido Verde–, y emplazan a quienes se
oponen al nuevo colonialismo a acabar con las manifestaciones para
concentrarse, en su lugar, en la campaña electoral de su partido.
Segundo, tratan de convencer a la gente de que lo que
se ha hecho mal en la invasión de Irak ha sido, precisamente, que la ONU
–es decir, el antidemocrático Consejo de Seguridad dominado por los países
más ricos– no le concedió su cobertura política; o que la OTAN no fue
el instrumento militar utilizado; o que EE.UU. no incluyó a Francia y
Alemania en el saqueo de los recursos de Irak; o que no se han enviado
suficientes tropas, u otras cuestiones relativas a cómo se han hecho las
cosas en lugar de preguntarse qué se ha hecho.
Ellos prometen que todo irá bien si los Demócratas
consiguen asumir la responsabilidad y enfocar los asuntos mejor. Con esta
disposición, los Demócratas dejan las manos libres a las grandes
empresas de América para realizar sus donaciones y apoyar a Bush. Con
excepción de unas relativamente pocas y aisladas voces, no presentan una
oposición real sino sólo matices. Y esas voces aisladas que se oponen
dentro del Partido Demócrata (Kucinich, el Rev. Al Sharpton y Carol
Moseley-Braun), no importa cuán bienintencionadas sean, tienen un efecto
negativo: legitiman a los demócratas como "oposición" a los
republicanos.
Esas excepciones a la regla general son permitidas con
la condición de que después de las primarias todos ellos pidan el voto
para el candidato demócrata. Y lo deberán hacer con independencia de cuáles
fueran las diferencias entre la posición del candidato y las que se
expusieron durante las primarias. La cobertura para su traición política
es el sistema de que el ganador lo gana todo, que les permite presentarse
como "oposición" a Bush mientras sostienen al auténtico
partido que le ha apoyado.
Ese es el precio que hay que pagar para
"participar" en el juego; en caso contrario, serían eliminados
y expulsados de la Cámara de Representantes, del Senado o de la oficina
del gobernador.
Para el Partido Verde no hay nada más importante o
efectivo para detener a Bush, a largo y corto plazo, que explicar cómo
los intereses de las grandes empresas usan su sistema bipartito, y
denunciar el papel que los demócratas desempeñan en el sistema. Nosotros
debemos poner en evidencia la hipocresía del Partido Demócrata y la
manera en que ha apoyado la guerra y la USA Patriot Act ante todos los
estadounidenses que no están de acuerdo con la política de Bush, ante
aquellos que apoyan el imperio de la ley y de la paz, que respetan nuestra
Constitución y la Declaración de Derechos.
Los demócratas colaboran en la institucionalización
del programa de Bush
El objetivo de los demócratas está claro: ayudar a
institucionalizar la USA Patriot Act y sus violaciones de nuestra
Constitución y Declaración de Derechos. Y lo hacen mediante la
presentación de enmiendas y ajustes de la ley que desorientarán, dividirán
y debilitarán a los que se oponen a la USA Patriot Act, y dará la
sensación de que las preocupaciones de la gente han sido tenidas en
cuenta.
Los demócratas proponen sugerencias interesantes
sobre cómo continuar el esfuerzo de la guerra. Algunos reclaman un mayor
compromiso y el envío de más tropas para acabar con la resistencia a la
dominación de Estados Unidos en Irak y Afganistán. Otros sugieren una
mayor flexibilidad en la formación de alianzas con los países europeos
que habían llevado a cabo inversiones de capital para la explotación del
petróleo iraquí durante la dictadura de Saddam Hussein. Esas propuestas
tienen como fin el continuar negando la autodeterminación del pueblo
iraquí, es decir, continuar la guerra y seguir con las violaciones de la
legislación internacional.
Tanto los demócratas como los republicanos apoyaron a
Saddam Hussein y al partido Baaz en Irak hasta 1990 mientras eran útiles
para sus intereses. Ahora discuten unos con otros sobre la mejor manera de
someter a los iraquíes mientras engañan al pueblo estadounidense para
que crea que, en realidad, intentan llevar a los iraquíes la democracia y
la libertad.
Los mecanismos autocorrectores
El papel que juegan los dos partidos no es una
conspiración: Boxer, Wellstone y muchos otros Demócratas no votaron
deliberadamente a favor de la USA Patriot Act para ayudar a Bush. Como
miembros del Partido Demócrata, forman parte de un sistema que les
expulsaría si no siguieran las reglas del juego cuando las grandes
empresas presionan. Para ascender en el Partido Demócrata hay que seguir
un proceso que, como consecuencia, produce la existencia de gente
complaciente e incapaz de preguntar; que permanece silenciosa ante
traiciones o actos criminales. Cynthia McKinney es un ejemplo de demócrata
que rehusó estar de acuerdo, que cruzó la línea establecida dentro del
Partido Demócrata y que fue expulsada de su cargo gracias a los esfuerzos
conjuntos de demócratas y republicanos y de los grandes medios de
comunicación.
La Cuarta Enmienda de la Constitución prohíbe las
investigaciones sin razones verosímiles y sin orden judicial. Votar a
favor de una ley que anula esta enmienda, tal como lo hace la USA Patriot
Act de forma directa, es ilegal. Los demócratas y republicanos que lo
hicieron eran totalmente conscientes de lo que estaban aprobando. Resulta
un insulto para la inteligencia de gente como Wellstone y Boxer afirmar
que no habían comprendido en su totalidad la opción que tomaron. El
Partido Verde no está de acuerdo; defiende la Cuarta Enmienda y trata de
defender la Constitución y el respeto de la ley, que prevé como único método
para reformarla el requerir la consideración y el voto de todos los
estados.
Hay que decir que en muchos asuntos los Verdes estamos
de acuerdo con Demócratas como Boxer y Wellstone, y que incluso admiramos
las posturas que han tomado y los esfuerzos realizados. Pero cuando se
trata de negar y de rehusar reconocer lo que es obvio –que los demócratas
se han unido para aprobar y promover la USA Patriot Act que va en contra
de la Constitución con el apoyo de gente como Boxer– es negar la
verdadera situación a la que nos enfrentamos políticamente en nuestra
nación.
El proceso de autodepuración del Partido Demócrata
presenta un equilibrio entre las voces de oposición permitidas, e incluso
bienvenidas, para la cooptación y la proscripción de aquellos que
aspiran a constituir una formación política que no esté dominada por el
dinero de las grandes corporaciones.
El éxito del Partido Demócrata
El Partido Demócrata debería ser considerado históricamente
como el que ha obtenido más éxito en la historia del mundo en el
mantenimiento de la estabilidad para el dominio de unos pocos
privilegiados. No existe otro ejemplo que se acerque a lo que el Partido
Demócrata ha conseguido para defender el predominio del dinero sobre la
gente.
Mediante el engaño, el Partido Demócrata se apropió
el poderoso y enorme ascenso del movimiento populista a finales del siglo
XIX, recurriendo al mismo argumento del "mal menor" que ahora
presenta contra el Partido Verde. Bloquearon la formación de un partido
de masas, Partido del Trabajo (Labor Party) cuando el movimiento de los
sindicatos eclosionó en los años 30. Hizo descarrilar, absorbió y
desmanteló los poderosos movimientos de derechos civiles, los movimientos
contra la guerra de Vietnam y los de liberación de la mujer. Incluso han
tenido éxito en propagar los mitos populares de que en algún momento
fueron adalides de los trabajadores, de los derechos civiles y de la paz.
Nada más lejos de la verdad.
Un mito muy popular es el de que Frank Delano
Roosevelt fue defensor de los obreros. La Administración de FDR,
continuando la política de Woodrow Wilson, que estableció el reino del
terror entre los sindicatos, que incluía listas negras y la deportación
de los cabecillas de los obreros inmigrantes, saboteó en todo momento a
los sindicatos. Cuando los trabajadores vencieron la resistencia de sus
patronos y comenzaron a ganar las huelgas, FDR se volvió contra ellos y
dio luz verde a la represión después de que la policía asesinase a diez
huelguistas de la siderúrgica en 1937. Tal como FDR decía de sí mismo:
"Soy el mejor amigo que nunca ha tenido el sistema capitalista".
Tras la II Guerra Mundial, Truman aprovechó la nueva ley Taft-Hartley
contra los obreros para romper huelgas nacionales en más de una docena de
ocasiones.
Los demócratas no han abandonado las posiciones
"progresistas" que mantuvieron en algún momento, como algunos
demócratas repetidamente proclaman, sino que han girado hacia la derecha
al tiempo que la mundialización ha ido ocasionando la reducción de los
derechos democráticos y el crecimiento de la concentración de la riqueza
en el interior de Estados Unidos.
Si se desarrolla una oposición masiva, si los Verdes
comienzan a ganar elecciones y crecen sus partidarios, las corporaciones
invertirán más dinero en los demócratas; los medios de comunicación se
volverán más comprensivos hacia los demócratas y promoverán a sus
voces más "progresistas". Los medios de comunicación podrían,
incluso, llegar a ser más críticos con la falta de sensibilidad
republicana, todo ello para intentar mantener el sistema bipartidista. En
resumen, que se producirá un giro hacia los demócratas si éstos no
consiguen controlar a la gente.
El sistema bipartidista funciona como un sistema de
autocorrección que bascula entre los dos partidos, y en el interior de
sus diversas tendencias, para que las corporaciones mantengan el control
político. La lealtad al sistema bipartidista se inculca desde el sistema
educativo, y nuestras leyes electorales se han manipulado para que
resulten discriminatorias con terceros partidos.
La voz de los Verdes debe ser escuchada
Aquellos que recomiendan un "mal menor"
–que es lo mismo que recomendar el mal–, por desgracia lo conseguirán.
Recomendar un "mal menor" es lo que hace posible el peor de los
males. Los que dicen que Ralph Nader no debería presentarse; que los
Verdes deberían considerar su retirada; que los Verdes no deberían hacer
campaña en aquellos estados donde la diferencia de voto es muy pequeña,
están, de forma inconsciente, posibilitando la reelección de Bush al
debilitar el desarrollo de un movimiento político de oposición que podría
cambiar el equilibrio de fuerzas. Nada es más importante que la aparición
de candidatos y de movimientos de masas que proclamen la verdad completa,
que exijan el imperio de la ley, el respeto a la Declaración de Derechos
y defiendan la paz y la justicia social.
Y nada resulta más amenazador para el dominio de las
corporaciones que la consolidación de un partido de centenares de miles
de ciudadanos, jóvenes especialmente, que con valentía le diga la verdad
al pueblo estadounidense. Sólo un movimiento semejante puede conseguir,
con el paso del tiempo, millones, decenas de millones de partidarios para,
eventualmente, ganar. Pero también resulta la mejor estrategia a corto
plazo para forzar un cambio que se aleje de la dirección que se está
siguiendo ahora.
Corto plazo versus largo plazo
La idea de que existe un conflicto entre el corto
plazo y el largo plazo es una coartada para la rendición. Ha sido el
eterno argumento de los demócratas contra los desafíos a sus políticas.
Cuando surgen movimientos independientes le piden a la gente que se
incorporen al Partido Demócrata y trabajen desde dentro. Argumentan que
no hay tiempo para escapar del marco bipartidista. Es un argumento que
utilizaron hace 100 años, hace 50, hace 25 y, por supuesto, que nos
persigue hoy. Millones de gentes han coincidido en que no hay tiempo para
hacer las cosas bien. Grupos muy poderosos como el AFL-CIO, han seguido el
consejo. Como consecuencia, el número de trabajadores afiliados a los
sindicatos ha bajado del 37 % al 12 %, ya que políticamente se han
subordinado al Partido Demócrata que favorece a las corporaciones.
En lugar de éxito, esos movimientos han encontrado en
el Partido Demócrata el cementerio de los movimientos de masas y de los
esfuerzos de terceros partidos para defender los intereses de la gente a
lo largo de la historia de EE.UU.
Si nosotros seguimos el consejo de los demócratas de
"izquierda" que piden que volvamos al redil del Partido Demócrata,
el Partido Verde se desmoronará, como le ocurrió al New Party por miedo
a enfrentarse a los demócratas.
Se necesita exactamente lo contrario. Necesitamos
animar a aquellos demócratas que se oponen a la política de su partido
para que sigan el ejemplo del congresista Dan Hamburg y rompan con ellos y
se unan a nosotros para desarrollar una fuerza alternativa, que luche por
la democracia, la justicia social y la paz.
Todos los que creen en la democracia tienen que exigir
a The Nation –y a
otros– que detengan su campaña contra los verdes, una campaña que está
al servicio de las grandes empresas de EE.UU. Más aún, deberían unirse
a los verdes en una batalla por la democracia, de la misma forma en la que
muchos demócratas progresistas de San Francisco han rechazado la
candidatura de su partido para la alcaldía y se han unido a los verdes
para crear una alternativa progresista. Debemos sugerir a los demócratas
"progresistas" que concentren sus ataques en los líderes de su
partido y en el apoyo que han prestado a la política de Bush, en lugar de
atacar a los verdes por proclamar la verdad y por luchar de veras por los
ideales que esos demócratas proclaman defender.
El año 2004
El año 2004 va a ser crítico para los verdes. La
campaña de los demócratas será poderosa y, hasta cierto punto,
efectiva. Algunos nos abandonarán pero otros se sentirán atraídos por
nuestra valentía y por nuestra postura basada en principios. En
California, la afiliación de los verdes crece, incluso mientras aumenta
la campaña contra nosotros. Es probable que recibamos un menor número de
votos que en 2000, pero si no resistimos a esta presión y no mantenemos
alzada nuestra bandera; si no nos enfrentamos a ellos para defender
nuestro derecho a existir, a hacer oír nuestra voz, a presentar
candidatos que desenmascaren el sistema bipartidista y la hipocresía del
Partido Demócrata y su complicidad con los republicanos, sufriríamos la
mayor de las derrotas.
El Partido Verde
El Partido de los Verdes puede ganar y ganará los
corazones y los espíritus de la gente cuando nos vea dignos de confianza
e inquebrantables; si nos mantenemos firmes. Con el tiempo ello conducirá
al respeto y después al apoyo. Aquellos verdes que están de acuerdo con
las Diez Propuestas Clave (Ten Key Values)
pero tienen reparos con esta Declaración tienen que ser respetados.
Debemos facilitar que exista un debate público y sincero como parte
esencial de nuestra cultura.
La verdad sólo puede establecerse mediante el
contraste de ideas. En este sentido, la democracia es esencial para la
sociedad pero también para nuestro proceso interno. El debate actual
sobre las elecciones de 2004 no tendrá fin sino que permanecerá entre
nosotros durante mucho tiempo. Puede expresarse de muchas maneras ya que
se trata de la cuestión fundamental de la política estadounidense
en nuestra época. ¿Estamos dispuestos a enfrentarnos a las reglas del
dominio de las empresas y a su principal agente político, el Partido Demócrata,
que ha engañado y traicionado a nuestro pueblo?
El Partido Verde debe ser una organización plural
El Partido Verde intenta integrar a quienes aceptan
sus Ten Key Values en un partido político unificado. Da la bienvenida a
la diversidad, al debate y a la discusión sobre asuntos de estrategia, tácticas
y métodos de funcionamiento. Por su naturaleza, una organización sana
que lucha por los intereses del pueblo siempre tendrá conflictos
internos, diferencias ásperas, dificultades personales y otros problemas
humanos, pero eso no es sólo normal, es saludable.
Los verdes no se consideran sustitutos de otros
movimientos u organizaciones, como las organizaciones pacifistas u otros
grupos específicos que intentan unir a la gente de todas las ideologías
políticas en torno a un programa específico. Damos la bienvenida a la
diversidad de otros grupos que intentan moverse en nuestra misma dirección,
pero que no están de acuerdo en unirse a nosotros. Intentaremos trabajar
con esas organizaciones con las que compartimos puntos en común. Por
ello, la Declaración Avocado incluye la apelación a que los Verdes
acepten la diversidad y mantengan la unidad con el fin de construir una
organización de masas eficaz.
Permitamos a aquellos que estén de acuerdo con la
Declaración Avocado que ayuden a proteger y construir el Partido Verde
como instrumento para la democracia, la libertad y la justicia para todos.
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