El presidente de la guerra se
hunde en el pantano
Por Immanuel Wallerstein,
La
Jornada, 29/02/04
Rebelión
Traducción Ramón Vera Herrera
"Soy
un presidente de guerra", dijo George W. Bush a Tim Russert durante
el programa de televisión Meet the Press, de la cadena NBC, el 8 de
febrero de 2004. La afirmación sólo hace que su caso se debilite. La
actitud de Bush ha Fhecho que su anterior secretario del Tesoro, Paul
O'Neill, testifique que la guerra contra Irak estaba en la agenda del
gabinete desde el día en que el presidente asumió el cargo. Así que no
fue el 11 de septiembre lo que metió a Bush en ese sendero. Y habiéndole
dicho al pueblo estadunidense y al mundo, no una sino vez tras vez, que
las armas de destrucción masiva de Saddam Hussein eran una inminente
amenaza para Estados Unidos y el mundo, Bush se da cuenta de que el jefe
escogido para dirigir el grupo encargado de hallar el famoso armamento,
David Kay, testifica ante el Congreso que no pudieron hallarlas y que
ahora piensa que Hussein se deshizo de ellas desde 1991.
Después de estas declaraciones,
la posición de Bush en las encuestas cayó de inmediato. Inclusive
algunos comentaristas bastante conservadores están molestos por los
hallazgos de Kay y por el hecho de que Estados Unidos fue a la guerra con
suposiciones falsas. Todo mundo quiere saber ahora por qué se
confundieron los servicios de inteligencia estadunidenses, como si ése
fuera el problema. Queda claro que los servicios de inteligencia, aunque
de por sí son deficientes, fueron mal interpretados por el gobierno de
Bush con tal de cumplir sus objetivos preconcebidos. Y no es cierto que
todo mundo estaba equivocado. Después de todo, había voces claras desde
antes -el jefe de la Asociación Internacional de Energía Atómica, Scott
Ritter, y otros- que decían que no había evidencia alguna de que tal
armamento existiera.
Bush está a la defensiva. La
camarilla que lo rodea saca distintas versiones. Ahora Colin Powell ya no
está seguro de que hubiera tales armas, como el mismo Bush. Cheney y
Rumsfeld siguen diciendo que esperan que éstas aparezcan. Pero no
importa. La justificación cambió. Bush nos cuenta que Saddam Hussein tenía
"la capacidad de producir armas". Y además, "es un hombre
peligroso" y "es un mundo peligroso". Saddam Hussein es/era
un "loco", que potencialmente podía hacer un arma y
"permitir que cayera en manos de una tenebrosa red de
terroristas". Además, "cuando Estados Unidos dice que habrá
serias consecuencias, son serias, y si no fueran serias, crean
consecuencias adversas". Eventualmente, quién lo sabe, Saddam bien
podría hacer un arma nuclear y entonces Washington "estaría en
posición de ser chantajeado".
La explicación y argumentos han
llegado a ser tan débiles que Estados Unidos ya perdió toda
credibilidad, es probable que junto con la de Tony Blair que, caramba,
nunca lo va a admitir.
Mientras tanto, las cosas no van
bien en Irak. Entre cinco y 10 estadunidenses mueren cada semana. Y es muy
peligroso tratar de enrolarse en la policía iraquí. Las mujeres tienen
miedo de salir de casa, por las presiones de los fundamentalistas. El código
iraquí que regula la conducta de las mujeres, antes uno de los más
progresistas del mundo árabe, acaba de ser revocado por la autoridad
interina en favor de la sharia. A Estados Unidos le encantaría poder
salir, lo más pronto posible, del pantano en el que dijo nunca caería.
Le gustaría mucho poder entregar la soberanía a un gobierno iraquí
hacia el 30 de junio, le agradaría que Naciones Unidas asumiera después
de junio una supervisión de las negociaciones y le complacería que la
OTAN asumiera el manejo de una fuerza de estabilización. No queda claro
que pueda cumplir sus deseos.
La transición iraquí del 30 de
junio queda en entredicho de inmediato, pues la Shia insiste en que haya
elecciones (democracia, ¿se acuerdan?), las cuales podría ganar. Los
kurdos insisten en un virtual autogobierno. Y los sunitas insisten en no
perderlo todo. Los chiítas y los kurdos cuentan con unidades militares, y
sin duda los sunitas formarán la suya. De la nada, Estados Unidos elaboró
un documento que muestra que el conflicto étnico es una maniobra de Al
Qaeda. La realidad es que sería milagroso que después de junio no se
desatara una horrible guerra civil. Si en Washington piensan que Kofi
Annan y la OTAN quieren quedar atrapados en medio de algo así, se
equivocan. El Neue Zurcher Zeitung, principal periódico suizo, nada
hostil a Estados Unidos, acaba de publicar un cartón político que
muestra una revolvedora de cemento con el letrero "la reconstrucción
de Irak", que expulsa por su servidor a un George Bush en uniforme
militar ya medio cubierto por el cemento derramado. Lo miran algunos
divertidos espectadores con letreros "Europa" y "Naciones
Unidas", a los que Bush dice: "Bueno, si realmente insisten en
echarme una mano..."
El problema es que Bush no tiene
salidas. Le esperan unas elecciones difíciles, mucho qué explicar de sus
antecedentes en la guerra de Vietnam. Puede andar de fanfarrón diciendo
que la proliferación nuclear es tan riesgosa que incluso todos deberíamos
abandonar los combustibles nucleares para usos pacíficos o encarar las
consecuencias. En tanto, propone expandir la capacidad estadunidense para
el bombardeo atómico. Así que podemos esperar sentados a que todos los
demás países cesen su producción de combustible nuclear.
Y luego tenemos otro asuntito: el
agujero económico que Bush ha estado cavando para Estados Unidos. Si uno
reduce la mayoría de los impuestos y expande los gastos de guerra de
manera tan enorme, es claro que el déficit va a dispararse a proporciones
astronómicas. Ya comienza a meterle miedo a los capitalistas serios del
mundo. Aun sus conservadores económicos de ultraderecha en el Congreso
amenazan con abstenerse en las próximas elecciones a causa de un déficit
que crece y crece.
Bush nos dio un último consuelo
en aquella entrevista con Tim Russert de la NBC. Dijo: "Un Irak libre
cambiará el mundo". Espero también que un Irak libre, si es que los
iraquíes lo logran, cambie a Estados Unidos. Quién lo sabe. Tal vez es
el legado de Bush.
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