Elecciones
en Estados Unidos
Noam
Chomsky y la política del "mal menor"
Por
Phil
Gasper (*)
Counterpunch,
traducción
de Guillermo Crux,
Panorama Internacional, 22/03/04
Un
artículo en el Guardian del sábado informa que el ícono de la
izquierda Noam Chomsky ha dado su "apoyo renuente al candidato
presidencial del Partido Demócrata, John Kerry".
El
apoyo de Chomsky a Kerry está lejos de ser entusiasta. Describe la
opción entre Bush y Kerry como una elección "entre dos
facciones del partido de los negocios" y a Kerry como "Bush-light",
apenas "una fracción" mejor que su rival republicano.
Pero
Chomsky plantea que la actual administración es excepcionalmente
"cruel y salvaje" y "profundamente comprometida con el
desmantelamiento de las conquistas de la lucha popular del último
siglo sin importar los costos para la población en general".
Concluye que "a pesar de lo limitado de las diferencias [entre
Bush y Kerry] tanto a nivel de política interna como internacional,
hay diferencias. En un sistema de inmenso poder, las pequeñas
diferencias pueden traducirse en grandes resultados."
La
aceptación de Chomsky de la lógica del "cualquier cosa antes
que Bush" seguramente será influyente, pero en esta ocasión los
argumentos que esgrime representan tan sólo una expresión de deseos
en lugar del lúcido análisis político que lo hizo famoso. No hay
ninguna duda que las políticas de la administración Bush son
"crueles y salvajes", pero John Kerry (junto con la mayoría
de los demócratas en el Senado) apoyó la mayoría de ellas,
incluyendo la guerra en Afganistán, la "Ley Patriótica",
la guerra en Irak, y la ley educativa "Ningún Niño
Afuera". Como señaló recientemente Marjorie Williams en el
Washington Post, "Kerry votó tantas de las principales
iniciativas de Bush que para repudiarlas ahora sólo puede argumentar
que estuvieron mal o deshonestamente 'implementadas' Esto se suma a
una confesión de que su opositor lo transformó en un zoquete durante
los últimos tres años. De hecho, alguien podría decir que Kerry es
un pobre ingenuo por todas las formas en las que los congresistas demócratas
se han dejado usar por la administración Bush."
La
administración Bush ha empujado la política norteamericana
fuertemente hacia la derecha, pero esto no representa una ruptura
cualitativo con lo que vino antes sino una extensión y una continuación
de las políticas "crueles y salvajes" llevadas a cabo por
otras administraciones durante los últimos 25 años, tanto demócratas
como republicanas. Los ataques de Bush contra laslibertades civiles se
apoyan en los de su anteecesor Bill Clinton, incluyendo la Ley de Pena
de Muerte Efectiva de 1996 y la Ley Anti-terrorista (a propósito,
apoyada por Kerry). Y mientras Bush por cierto se compromete a
"desmantelar las conquistas de la lucha popular del último siglo
sin importar los costos para la población en general", nada de
lo que hizo hasta ahora en términos de política social puede
compararse con la brutalidad con la que Clinton destripó el sistema
de bienestar federal (otra vez apoyado por Kerry).
En
términos de política exterior, las diferencias son aún menores. Las
críticas de Kerry a Bush son completamente tácticas, como queda
claro por demás en una reciente entrevista en la revista Time:
"Mire,
estoy preparado para tomar toda acción que sea necesaria para
proteger el país, y estoy preparado para actuar unilateralmente si
hay que hacerlo," insiste Kerry, haciendo notar que él apoyó el
uso de la fuerza en Granada, Panamá, Kosovo y Afganistán. "Pero
hay una forma de hacerlo que fortalece la mano de Estados Unidos.
George Bush ha debilitado la mano de Estados Unidos."
De
hecho, Kerry quiere enviar 40.000 tropas adicionales a Irak, preconiza
un "internacionalismo muscular" en la tradición de los
presidentes demócratas del siglo XX (cuyo historial de política
exterior fue por lejos mucho más sangriento que el de sus colegas
republicanos) e incluso se niega a descartar las guerras
"preventivas". Chomsky tiene razón al decir que "las
pequeñas diferencias pueden traducirse en grandes resultados",
pero esto opera en ambos sentidos. Kerry, por ejemplo, puede estar en
una mejor posición que Bush para presionar por la reintroducción del
servicio militar, de la misma forma que a un demócrata le fue más fácil
llevar a cabo la "reforma" del sistema de seguridad social
Tomar
decisiones sobre una elección presidencial en base a las diferencias
insignificantes entre los dos candidatos de los grandes partidos
termina siendo cosa de tontos. Quienquiera que gane en noviembre,
necesitaremos a los movimientos sociales más grandes y más
combativos en las calles para luchar contra sus políticas, pero
cuando los activistas terminan siendo cooptados en el apoyo a los demócratas
los movimientos se debilitan y a veces se destruyen. En 1964, cuando
los republicanos nombraron al fanático anticomunista Barry Goldwater
como su candidato, los activistas anti-guerra pensaron que podían
hacer "la mitad del camino con Lyndon B. Johnson". Pero,
como comentó el difunto Hal Draper en un artículo clásico sobre la
política del "mal menor": (...) usted conoce a todos
aquellos que se convencieron de que Lyndon Johnson era el mal menor
frente a Goldwater, que iba a hacer cosas horribles en Vietnam, como
por ejemplo defoliar las selvas. Muchos de ellos han comprendido desde
entonces que la bota militar estaba en el otro pie; y ahora se laceran
pensando que el hombre al cual votaron "en realidad terminó
llevando a cabo la política de Goldwater". (En honor a la
verdad, esto es injusto para con Goldwater: él nunca planteó la
escalada sostenida de la guerra que Johnson sí llevo a cabo; y más
ciertamente, probablemente hubiera sido incapaz de llevarla a cabo con
tan poca oposición como el hombre que podía hipnotizar simultáneamente
a los liberales con la retórica de la "Gran Sociedad".)
¿"Así
que quién fue realmente el mal menor en 1964?" se preguntaba
Draper. "El punto es que lo desastroso es la pregunta, no la
respuesta. En circunstancias donde la opción es entre un político
capitalista y otro, la derrota la conlleva aceptar la limitación a
esta opción". Lo mismo es cierto en 2004. La administración más
liberal de los últimos 35 años fue la del republicano Richard Nixon,
quien se vio obligado a responder a las rebeliones de los ghettos,
huelgas salvajes y movimientos sociales radicales. Pero el papel histórico
de los demócratas ha sido el de amordazar esos movimientos. Si
elegimos a Kerry en vez de Bush, dificultamos más la tarea de hacer
la única cosa que puede representar una diferencia para nuestro lado:
construir un verdadero activismo en las calles.
Piénsalo
de nuevo, Noam.
(*)
Phil Gasper es profesor de filosofía en la Universidad de Notre Dame
de Namur en California. Es miembro del sindicato nacional de
escritores (NWU) y contribuye frecuentemente en el periódico
Socialist Worker y la revista International Socialist Review.
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