Estados
Unidos, santuario terrorista
Por
Noam Chomsky (*)
La Jornada, México, 19/04/04
Todo
presidente que se respete cuenta con una doctrina asociada a su
nombre. El principio rector de la doctrina de Bush II es que Estados
Unidos debe "desembarazar del mal al mundo", como expresó
el presidente poco después del 11 de septiembre.
Impulsar
una guerra contra el terrorismo entraña una responsabilidad especial,
y su corolario es que cualquier estado que en su seno acoja
terroristas es terrorista y debe ser tratado como tal.
Formulemos
entonces una simple y llana pregunta: cuáles serían las
consecuencias derivadas de la doctrina Bush si la tomáramos en toda
seriedad y tratáramos a los estados que acogen terroristas como
estados sujetos a bombardeo e invasión.
Hace
muchos años que Estados Unidos es el santuario de una galería de
delincuentes, cuyas acciones los clasifican como terroristas y cuya
presencia compromete y complica los principios proclamados.
Consideremos
el caso de los cinco ciudadanos cubanos convictos en Miami en 2001
como parte de una red de espionaje. La apelación de los cinco cubanos
fue programada para el 10 de marzo en Miami.
Para
entender el caso, que ha provocado protestas internacionales, asomémonos
un momento a la sórdida historia de las relaciones cubano-estadunidenses
(dejando de lado, aquí, por lo menos, el aplastante embargo que data
de hace tantos años).
Desde
1959 Estados Unidos se ha involucrado en ataques terroristas de pequeña
y gran escala contra Cuba, incluida la invasión de Bahía de Cochinos
y los siniestros complots para liquidar a Castro.
Al
menos oficialmente, la participación directa del gobierno en los
ataques terminó a finales de los 70.
En
1989 el presidente Bush concedió el perdón a Orlando Bosch, uno de
los más notorios terroristas anticastristas, acusado de tramar el
bombazo a una aeronave cubana en 1976.
Bush
invalidó al Departamento de Justicia, que había negado a Bosch una
petición de asilo al concluir que "la seguridad de esta nación
se ve afectada por su incapacidad de exigirle con credibilidad a otras
naciones que nieguen auxilio y refugio a terroristas de los cuales
somos blanco muy frecuentemente".
Reconociendo
que Estados Unidos iba a acoger a terroristas anticastristas, los
agentes cubanos se infiltraron en sus redes. En 1988, funcionarios de
alto nivel de la Oficina Federal de Investigaciones (FBI) fueron
enviados a La Habana, donde les dieron miles de páginas de
documentación y cientos de horas de video acerca de las acciones
terroristas organizadas en células desde Florida.
La
FBI reaccionó arrestando a las personas que les proporcionaron la
información, incluido el grupo que hoy conocemos como los Cinco
Cubanos.
A
los arrestos siguió lo que terminó siendo un juicio teatral en
Miami. Los cinco fueron condenados, tres a cadena perpetua (por
espionaje; el líder Gerardo Hernández enfrentó también el cargo de
conspiración para asesinar).
En
tanto, aquellos que consideraron terroristas la FBI y el Departamento
de Justicia viven felizmente en Estados Unidos y continúan tramando y
ejecutando crímenes.
La
lista de terroristas residentes en Estados Unidos incluye también a
Emmanuel Constant, de Haití, conocido como Toto, antiguo líder
paramilitar de la era Duvalier. Constant es el fundador del Fraph
(Frente para el Avance del Progreso en Haití), grupo paramilitar que
perpetró la mayor parte del terrorismo estatal a principios de los
90, a las órdenes de la junta que derrocó al presidente Aristide. En
un informe reciente se afirma que Constant vive en Queens, Nueva York.
Estados
Unidos ha denegado la solicitud de extradición interpuesta por Haití.
La razón, se supone, es que Constant podría revelar los lazos entre
Washington y la junta militar que asesinó a 4 mil o 5 mil haitianos
cuando las fuerzas paramilitares de Constant desempeñaban un papel
protagónico.
Entre
los gángsters que encabezaron el actual golpe de Estado en Haití
figuraban líderes del Fraph.
Cuba
es la principal preocupación de Estados Unidos en el hemisferio. En
un documento del Departamento de Estado, desclasificado en 1964, se
declara que Fidel Castro es una amenaza intolerable porque
"representa un desafío consumado a Estados Unidos, la negación
de toda nuestra política hemisférica de casi siglo y medio",
desde que la doctrina Monroe declaró que no se toleraría desafío
alguno a la dominación estadunidense en el hemisferio.
Ahora
Venezuela presenta un problema semejante. En un artículo reciente en
el Wall Street Journal se dice: "Fidel Castro se encontró a un
benefactor clave, un posible heredero en la causa de descarrilar la
agenda estadunidense en América Latina: el presidente venezolano Hugo
Chávez".
Como
suele ocurrir, el mes pasado Venezuela pidió a Estados Unidos la
extradición de dos antiguos oficiales del ejército que buscan asilo
en Estados Unidos. Ambos participaron en un golpe de Estado con
respaldo del gobierno de Bush, que se apagó por la indignación
generalizada en el hemisferio.
Es
de hacer notar que el gobierno venezolano acató el dictado de la
Suprema Corte de Justicia de Venezuela que impedía el procesamiento
de los líderes del golpe. Tiempo después, los dos oficiales
estuvieron implicados en un bombazo terrorista y huyeron a Miami.
Indignarse
hacia quienes desafían a Estados Unidos está muy incrustado en la
historia del país. Thomas Jefferson condenó acremente a Francia por
"su actitud de desafío" al mantenerse en posesión de Nueva
Orleans, codiciada por él. Jefferson advirtió que el "carácter
de Francia está siempre en un punto de eterna fricción con el
nuestro, que, aunque amante de la paz y en busca de riqueza, tiene
altas miras.
"El
desafío de Francia (nos exige) casarnos con la flota y la nación
británicas", apuntaba Jefferson, revirtiendo actitudes previas
suyas que reconocían la contribución de Francia en libertar a las
colonias estadunidenses del dominio británico".
Gracias
a la lucha de liberación de Haití, sin respaldos y con oposición
casi universal, el desafío francés amainó pronto. Pero entonces,
como ahora, los principios rectores se mantienen, y determinan quién
es amigo y quién es adversario.
(*)
Noam Chomsky es profesor de lingüística en el Instituto Tecnológico
de Massachusetts, en Cambridge, y autor del libro Hegemony or
Survival: America's Quest for Global Dominance (“Hegemonía o
sobrevivencia: la búsqueda estadunidense de dominio global”),
publicado recientemente.
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