Petróleo
y megaproyectos en la agenda del
nuevo gobierno
Por
Mario Melo
La Haine, 29/01/07
Si
estos proyectos hubieran sido anunciados por un presidente electo
abiertamente neoliberal, todos los sectores "progresistas"
estaríamos poniendo el grito en el cielo...
La
visita del Presidente electo a Brasil y los compromisos acordados con
el gobierno de Lula nos muestran claramente que la explotación
petrolera continuará siendo una actividad económica prioritaria para
el Estado ecuatoriano, hasta el punto de que a su ritmo marchen, como
lo han hecho desde el inicio de la era petrolera en los setentas, los
procesos de cambio en los patrones de ocupación del espacio en la
amazonía ecuatoriana.
Correa
ha anunciado el inicio, en su gobierno, de la operación del proyecto
ITT [campos Ishpingo, Tambococha, Tiputini], con el argumento
incontrastable de los novecientos millones de barriles de su reserva.
(Diario Hoy, 11 de diciembre de 2006). La explotación de un proyecto
hidrocarburífero de esa envergadura provocará un segundo "boom
petrolero". Su desarrollo y producción se calcula costará 1.667
millones de dólares y su industrialización otro tanto (Reyes y
Ajamil:2005). Una inversión de esa naturaleza provocará sin duda,
una importante dinamización de la economía y los beneficios cuando
lleguen, constituirán una oportunidad para el Estado de contar con
los recursos necesarios para atender las enormes necesidades sociales.
Sin
embargo, la infraestructura que se requerirá instalar para extraer y
transportar el crudo pesado cambiará para siempre una región de
humedales frágiles y megadiversos, afectando áreas protegidas y el
territorio ancestral de pueblos indígenas, algunos incluso en
aislamiento voluntario.
Consecuente
con la decisión de empujar el ITT, Correa se manifiesta entusiasta
del Proyecto Multimodal Manta–Manaos (La Hora, 10 de diciembre de
2006) y parece ser que comprometió el apoyo de Lula da Silva para
financiar los dos mil quinientos millones de dólares que costaría su
construcción, bajo la modalidad "llave en mano" por la que
la beneficiaria del contrato de construcción de las carreteras,
puentes y viaductos sería la empresa brasileña Oderbretch (Ecuadorinmediato.com
10 de diciembre de 2006).
Hasta
el momento parece que en los próximos años veremos surgir ante
nuestros ojos una nueva amazonía norte, atravesada por una carretera
que lleve a través de lo que hoy es la selva de las riveras del Napo,
convoyes de traileres que conduzcan mercadería desde el puerto de
Manta, hasta Nuevo Rocafuerte, (la próxima Ciudad Juárez [paraíso
de las maquilas] amazónica) para embarcarla hasta Manaos y el Atlántico
y viceversa.
Este
panorama se complementará con una refinería en Jaramijó, obra
imprescindible para romper la lógica perversa de ser un país
exportador de crudo e importador de derivados, pero que requiere, a más
de una inversión de tres mil millones para su construcción, otra
parecida para el oleoducto de crudos pesados que permita llevar el
crudo desde el ITT.
Grandes
proyecto con grandes impactos. También, grandes oportunidades. La
decisión de explotar el ITT ha sido una política de Estado, gestada
por décadas por los gobiernos de turno. El eje multimodal es parte
del IIRSA, programa financiado por el BID, la CAF y FonPlata para
integrar las infraestructuras de transporte del continente a fin de
facilitar el libre comercio.
Nada
nuevo bajo el sol
Si
estos proyectos hubieran sido anunciados por un presidente electo
abiertamente neoliberal, todos los sectores "progresistas"
estaríamos poniendo el grito en el cielo. Como fueron anunciados por
un presidente electo de izquierda, que ganó las elecciones con una
propuesta nacionalista y antioligárquica, queremos creer que es
posible ejecutarlos poniendo por delante de los intereses crematísticos
del capital transnacional, los derechos humanos de la gente sencilla y
la integridad de un medio natural privilegiado. Además, con un manejo
inmaculado de los fondos públicos y pensando siempre en que primero
es la Patria.
Sin
embargo, la experiencia histórica del Ecuador como país petrolero
nos hace ser pensar que embarcarse nuevamente en el tren sin frenos
del modelo extractivista petrolero terminará, muy probablemente, en
un nuevo desastre ambiental y social.
Varios
de los hombres y mujeres clave en el nuevo gobierno han hecho su
carrera denunciando la política petrolera resuelta en el conventillo
de los interesados en el negocio de los hidrocarburos y exigiendo
transparencia y apertura para el debate franco y no excluyente de las
opciones de desarrollo para el país. Ahora que serán gobierno,
queremos verlos a la altura de sus trayectorias.
Las
organizaciones sociales, el movimiento indígena, el movimiento
ambiental, la academia y la ciudadanía progresista están llamados a
apoyar al gobierno de Rafael Correa en la reforma política que ha
ofrecido, de la mejor manera posible, esto es, exigiendo el
cumplimiento de su plataforma de campaña; permaneciendo vigilantes de
que el respeto a los derechos humanos sea el primer deber del Estado,
como manda la Constitución y ayudándolo a encontrar las alternativas
de desarrollo más compatibles con la dignidad humana y la integridad
de la naturaleza.
Mientras
tanto observamos y alertamos a las organizaciones amazónicas respecto
a estas iniciativas del Presidente Correa a fin de que se preparen
para el momento cuando, de acuerdo a la Constitución y los
instrumentos internacionales vigentes, el Gobierno realice la
respectiva consulta previa a fin de obtener el consentimiento de los
directamente afectados.
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