Lecciones
de Oaxaca
Por
Manuel Aguilar Mora
Revista
Umbral Nº 42, México, enero 2007
Mensuario
de la Liga de Unidad Socialista (LUS)
Enviado
por Correspondencia de Prensa
La
solidaridad con el pueblo de Oaxaca es hoy la obligación de todos
aquellos que estamos luchando por un México nuevo, independiente,
libre y democrático. Exigir el castigo a los culpables de los 30
ciudadanos muertos por las fuerzas represivas, la liberación de las
decenas de presos políticos, la presentación de los desaparecidos,
el cese de las detenciones arbitrarias, de las torturas y de todas las
acciones represivas que desde el 25 de noviembre pasado se
desencadenaron en la contraofensiva policíaca de los gobiernos
federal y local para tratar de aterrorizar y frenar el impulso
emancipador y libertario de las masas populares oaxaqueñas, es ésta
la tarea imprescindible, ineludible del movimiento de insurgencia
popular que ha nacido al calor de las luchas contra la política de
usurpación, fraude y represión del gobierno del PRIAN [Se refiere a
la coalición del PAN (partido del presidente Calderón) y el PRI (el
antiguo partido burgués que gobernó México durante décadas)].
La
visita a Oaxaca de una delegación de la Comisión Civil Internacional
de Observación de los Derechos Humanos (CCIODH) en los días pasados
ha producido una declaración que es una denuncia bien fundamentada e
implacable de los métodos y hechos represivos que han usado tanto el
anterior gobierno de Fox como el actual de Calderón contra los
activistas y los simples ciudadanos oaxaqueños encarcelados y
hostigados por sus agentes policíacos. Ante esta condena tan bien
fundamentada, tanto más altanera y descarada ha sido la reacción del
encargado de la política interna del presente gobierno, el connotado
represor, antiguo gobernador de Jalisco y hoy secretario de Gobernación,
Ramírez Acuña, cuyo vocero simplemente la rechazó. Y en una
entrevista en un popular programa de televisión de la comunicadora
Denise Maerker, fue evidente el hostigamiento del energúmeno
secretario de Gobernación ante las preguntas de la entrevistadora.!
Sus furores reaccionarios amenazadores no los escondía ni
siquiera ante los millones de televidentes que presenciaban el
programa.
Hay
que redoblar nuestros esfuerzos en la construcción de un vasto y
militante movimiento nacional contra la represión en el cual
deberemos participar todos quienes nos reclamamos por la democracia,
la independencia y la libertad de México, sin exclusiones y
excepciones, sin importar ideologías e intereses partidarios. La
fundación de este amplio frente que luche contra la represión es una
de las consecuencias prioritarias de los acontecimientos de Oaxaca, y
su vigencia es de dimensiones nacionales.
La
espontaneidad popular
Otra
tarea tan importante como la anterior, aunque de otro carácter, es la
de extraer las lecciones fundamentales de los acontecimientos de
Oaxaca, labor necesaria tanto para comprender la situación actual
como para forjar la estrategia que deberá seguirse para alcanzar la
victoria de las luchas como las actuales del pueblo oaxaqueño y de
hecho de todo México.
El
detonador para el surgimiento de la APPO fue la huelga y el plantón
de los profesores de la Sección XXII del SNTE–CNTE el mes de mayo.
La larga trayectoria de opresión y explotación de los gobiernos
priistas es el antecedente histórico directo explicativo de la
sublevación civil de la población de la ciudad de Oaxaca y sus
alrededores que se produjo en junio con motivo de la represión del
gobierno priista de Ulises Ruiz Ortiz al plantón de los profesores.
La
creatividad espontánea de las masas indignadas ante la represión de
URO desbordó los límites del conflicto original entre el gremio
magisterial y el gobierno priista. La sublevación se convirtió en un
reto directo al poder establecido que se tradujo en la ocupación de
las calles por los propios ciudadanos con barricadas y plantones en
toda la ciudad. Indudablemente uno de los hechos claves que expresaron
este desafío fue la toma de radiodifusoras y canales de TV por parte
de los contingentes de hombres y mujeres, ante todo mujeres, del
pueblo movilizados e iracundos ante las mentiras difundidas por los
medios en poder de las autoridades y sedientos de información veraz y
de expresión de sus ideas y anhelos. Se dio así en la población una
concientización masiva de su opresión y explotación que fortaleció
enormemente la confianza en sus propias fuerzas.
El
desafío de la población insurgente tuvo sus destacamentos de
vanguardia en la juventud. Una juventud que ve cerradas todas las
perspectivas de progreso en una sociedad injusta y de simulación
democrática. La estructura social de la sociedad burguesa oaxaqueña
ha producido una proletarización de las masas trabajadoras
fundamentalmente concentrada en los servicios: comercio, turismo,
educación, burocracias pública y privada, etc. El campesinado,
anteriormente la mayoría abrumadora de la población, ha sido
golpeado fuertemente por las reformas neoliberales. Carente de
recursos, incluso sin tierras, está emigrando a las ciudades del
estado, al Distrito Federal y una gran parte se ha ido a EUA. El
sector obrero propiamente dicho, aunque minoritario, participó en las
primeras jornadas de la APPO y actualmente es decisivo en la
continuación de la lucha.
El
sustrato indígena inconfundible del pueblo Oaxaca estuvo y seguirá
presente en sus luchas de emancipación y liberación. La rapidez con
la cual se organizó la APPO tiene mucha relación con las tradiciones
de los municipios tradicionales autónomos de la entidad. Estos usos y
costumbres son un poderoso factor que seguramente jugará un papel
fundamental en el surgimiento de una democracia popular directa,
socialista. Las repercusiones de este hecho serán de grandes
proporciones en toda la nación, educarán a los trabajadores y forjarán
un camino que realmente supere a la simulación que define a la actual
democracia del dinero.
La
estrategia revolucionaria
La
dirección de la APPO recayó en un primer momento en la dirección de
la Sección XXII. Al confrontarse con una situación que desbordó por
completo el cuadro gremial tradicional de sus luchas, esta dirección
fue presa fácil de las trampas gubernamentales que la dividieron.
El
movimiento, muy poderoso, superó la división representada por la
defección del grupo encabezado por el secretario general Enrique
Rueda, pero el sector que remplazó a la dirección magisterial no
pudo tampoco desarrollar la estrategia revolucionaria que exigía la
confrontación con el estado oaxaqueño y tras de él, con el federal.
Profesores revolucionarios que discrepaban de sus dirigentes
capituladores, políticos democráticos y simples ciudadanos
involucrados, muchos de ellos sin ninguna participación política
organizada, conformaron el nuevo núcleo dirigente. Típico
representante del mismo, un personaje incluso promovido por los medios
como "el dirigente", fue Flavio Sosa. Flavio es un cuadro
político que se ha desarrollado desde los años ochenta como un
partidario de la democratización de su estado. Su trabajo en las
comunidades data de sus años de estudiante, pero políticamente es un
ejemplo de la confusión! imperante
en muchos cuadros como él en Oaxaca y en todo México: miembro del
PRD, sin embargo fue parte de una amplia corriente del mismo partido y
de otros grupos de "izquierda" que promovieron y apoyaron el
"voto útil" para Fox en el 2000. Hoy Flavio está preso, víctima
de una cruda maniobra traicionera del mencionado nefasto secretario
Ramírez Acuña.
Dentro
de esta dirección de la APPO participaron pequeños grupos políticos
de izquierda socialista, integrados por muchos activistas abnegados y
sacrificados. Sin embargo, estos grupos estuvieron muy lejos de estar
a la altura de la situación pues, a su endeblez organizativa, habría
que agregar su igualmente débil y contraproducente línea política.
Uno de los sectores más politizados entre estos destacamentos menores
es el llamado Frente Popular Revolucionario, grupo que orgullosamente
reivindica en todos los lugares su adhesión a la línea de Stalin,
enarbolando por donde quiera que va un gigantesco retrato del
siniestro y criminal personaje. Con estos limitados acervos y
principios políticos era muy difícil superar la ausencia de una
dirección verdaderamente revolucionaria.
Es
evidente que se imponía una estrategia revolucionaria que convocara
la solidaridad de los sectores populares de todo México. A los
sindicatos, a los grupos democráticos políticos y civiles, a los
sectores vinculados a la defensa de los derechos humanos, una política
de movilización nacional. Por supuesto, la mayoría de las
organizaciones populares, empezando por los sindicatos están
dirigidas por sectores reformistas, conciliadores o claramente
oficialistas. Pero las masas de estas organizaciones pertenecen al
mismo pueblo oprimido y explotado del que es parte el oaxaqueño. Había
que emplazarlos y superar el aislamiento vulnerable a la represión
que el estado preparaba inexorablemente. No se podían descartar
reuniones con funcionarios gubernamentales, pero de ningún modo debía
de esperarse mucho de ellas.
El
papel de la CNTE fue clave y falló la prueba en los momentos
cruciales. La orientación política de la CNTE se ha demostrado por
completo inadecuada ante la situación que atraviesa la lucha de
clases hoy en México. Siendo la corriente democrática más
importante en el mayor sindicato del país, su política quedó
rezagada con respecto a las necesidades inmediatas e históricas de
sus afiliados y de los trabajadores de todo México. La lucha de la
APPO se transformó en una lucha política inmediatamente y la dirección
de la CNTE, al estar vinculada a los partidos burgueses, en especial
del PRD, no tenía la independencia y la autonomía necesarias para
dirigir exitosamente un combate de neto carácter revolucionario. Esto
le impidió ser una fuerza dinámica para la extensión y la
profundización de la lucha de Oaxaca y fue incapaz de dotarse de una
estrategia para influir en los sindicatos y empujar las campañas de
solidaridad hasta proponer la organización de una huelga de
solidaridad.
La
influencia conciliadora del PRD permeó a una gran corriente dominante
entre los sectores de cuadros y activistas de la APPO. La dirección
del PRD (en un principio apoyada por AMLO) impuso una deliberada política
de separar la lucha insurgente de la APPO de las gigantescas
movilizaciones contra el fraude del 2 de julio. Esta política de
conciliación la está pagando el PRD con la enajenación creciente
que experimentan los sectores más avanzados de Oaxaca y de todo México
con respecto a ese partido.
AMLO
reaccionó tardía y moderadamente ante el movimiento en solidaridad
con la APPO. La lucha de la APPO hasta el 25 de noviembre, fecha en la
que se inició la represión en gran escala (la cual prosigue hasta la
fecha), permaneció aislada de la movilización de los grandes
contingentes sindicales y políticos que se manifestaron contra el
gobierno foxista en las jornadas contra el fraude en todo México pero
en especial en el Distrito Federal.
Por
lo que respecta a la Otra Campaña, cuyos miembros en Oaxaca fueron
parte de las movilizaciones, no tuvo una política independiente. Su
influencia, de por sí menguada por el conflicto del subcomandante
Marcos con la dirección de la Sección XXII durante su estancia en
Oaxaca al principio de su gira por la república, no jugó ningún
papel importante. Su convocatoria de realizar una jornada de
solidaridad con Oaxaca el 22 de diciembre fue su máximo esfuerzo el
cual, sin embargo, tuvo más repercusión en Europa que al nivel
nacional. La ausencia de una línea neozapatista para su intervención
en el estado vecino directo de Chiapas, que tiene la composición indígena
relativa mayor de todo México, es un síntoma preocupante de la visión
estratégica del EZLN. Ciertamente la liberación de los pueblos indígenas
del país no puede limitarse a algunos municipios de Chiapas, ni
tampoco puede hacerse efectiva sin la alianza ! con las fuerzas
mayoritarias mestizas de los trabajadores de México.
Las
perspectivas
La
represión criminal de las fuerzas federales y locales es la gran
prueba que actualmente confronta el movimiento de liberación y
emancipación popular. Se impone el inicio de la discusión sobre la
necesidad de una estrategia de autodefensa que comience a plantearse
la protección de las movilizaciones populares, hoy por hoy presas fáciles
de la ofensiva represiva coordinada con los programas más
sofisticados emanados de Washington y adoptados por los gobiernos
serviles de América Latina.
La
APPO plantea objetivamente que las luchas populares están llegando a
niveles de desafío del poder establecido que desbordan a las
direcciones sindicales, políticas y populares actualmente existentes.
Dos cuestiones claves se derivan de esta situación. En primer lugar
el programa que debe acompañar esta combatividad popular debe apuntar
claramente a la expropiación de los grandes capitalistas y a la
ruptura con el imperialismo: no pago de la deuda, no a la privatización
de las industrias energéticas y todas las demandas reivindicadas de
la lucha contra las políticas neoliberales que empobrecen y envilecen
a nuestro pueblo. Igualmente debe plantearse la democratización a
fondo, la autonomía de las comunidades, la destrucción de los
cacicazgos. Todas las demandas culturales, de respeto a las costumbres
de los pueblos serán demandas irrealizables sin la visión política
de que los trabajadores, los campesinos, los desempleados, los !
hombres y mujeres de a pie deben
erguirse como sujetos libres e independientes, organizados políticamente
para ejercer el poder popular.
El
estado capitalista es el factor político clave que vincula todas las
redes de opresión que explotan a los trabajadores, al pueblo en
general. La APPO apunta al nuevo estado, al poder político surgido de
las propias masas en lucha que debe sustituir al represor y corrupto
estado capitalista actual. El nombre de "asamblea popular"
está emparentado con el de comuna, con el de consejo, con el de poder
del pueblo, de los trabajadores. Es necesario explicitarlo,
politizarlo, concientizarlo.
Pero
para esta labor política se requiere la organización (u
organizaciones), el partido (o partidos) que representen
verdaderamente a los intereses concretos e históricos del pueblo. Esa
organización política leal y auténticamente vinculada a los
intereses populares no puede ser ni el PAN, ni el PRD, ni el PRI. Hay
que construir la organización de los trabajadores que sea su propio
instrumento de gobierno.
Esta
primera y breve relación de algunas de las principales lecciones de
la lucha de la APPO hasta la fecha, no puede terminarse sin señalar
la cuestión fundamental de la organización de los sectores
socialistas revolucionarios. Lo acontecido el año pasado, en todos
los dominios de la lucha popular señala la urgente necesidad de la
organización de una fuerza consciente de la situación histórica por
la que atravesamos y de las tareas que de ella se desprenden. Superar
esta ausencia es la responsabilidad de los grupos y fuerzas
socialistas revolucionarias actualmente existentes. Por nuestra parte,
nos abocamos a ese objetivo ampliando nuestras relaciones con otros
sectores socialistas y convocando a la unificación de los mismos.
La
lucha del pueblo de Oaxaca ha trascendido internacionalmente. Su
dimensión política, su convocatoria emancipadora es paralela a las
luchas que hoy se dan en Bolivia, en Ecuador, pueblos indios y
mestizos muy parecidos al oaxaqueño, en general al mexicano, pero
también se vincula con los movimientos de liberación que ocurren en
este momento en otros países de América Latina. Celia Hart desde
Cuba entendió que lo que sucedía en Oaxaca era tan importante como
lo que sucedía en Venezuela. Y Mumia Abu–Jamal, ese cerebro
revolucionario del periodista afroamericano que desde su celda en el
pabellón de los condenados a muerte de una cárcel de Pennsylvania,
analiza desde hace más de 25 años la lucha de los pueblos del
planeta, escribió un artículo sobre "El camino de Oaxaca"
en el que les decía a los ciudadanos de Estados Unidos que la lección
de los luchadores oaxaqueños era pertinente para su situación, por
lo que deberían solidarizarse con ella.
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