Rumbo
a las elecciones 2007
Por Armando Tezucún
El Socialista Centroamericano, Nº 60, enero
2007
En
Guatemala estamos a unos ocho meses de las elecciones generales para
escoger nuevas autoridades. Las encuestas más recientes dan como
favorito al empresario maquilero Álvaro Colom, con un 34.6% de
preferencia de votos. El partido de Colom, la Unidad Nacional de la
Esperanza, está ligado a la Internacional Socialista y por ello fuera
de Guatemala se le considera un partido de izquierda; estuvo de
invitado, por ejemplo, al Foro de Sao Pablo celebrado recientemente en
El Salvador. Aunque la prensa burguesa le define como de centro, en
realidad la UNE no se diferencia grandemente de los demás partidos de
la burguesía.
El
segundo en las encuestas es el general retirado Otto Pérez Molina y
su Partido Patriota con un 15.9% de votos. Molina es un típico líder
de derecha cuyo lema electoral es ofrecer mano dura para combatir la
delincuencia y poner orden en el país. Los demás partidos y posibles
candidatos no alcanzan ni el 5% de intención de voto.
El
partido de gobierno, Gran Alianza Nacional (GANA), respaldado en un
inicio por el grueso del poder burgués, se ha ido desgranando con el
paso del tiempo. El primer partido en salir fue el Patriota, en el
2004. En 2006 abandonaron la alianza el Partido Reformador y el
Partido Solidaridad Nacional. Después de un intento fallido de
realizar elecciones primarias, la GANA eligió como candidato al
director del sistema penitenciario Alejandro Giammattei, por la
popularidad ganada al poner orden en las corruptas cárceles del país.
La
tendencia principal es que las poderosas familias que controlan la
economía del país esta vez no respaldarán una sola opción política.
Unos apoyarán a la UNE, otros al PP, otros más apostarán a lo que
queda de la GANA o a los otros partidos pequeños. Incluso el partido
del ex general genocida Efraín Ríos Mont, el Frente Republicano
Guatemalteco, parece haber escogido como candidato presidencial al
miembro de la poderosa Corporación Castillo Hermanos, Ricardo
Castillo Sinibaldi.
Esta
decisión de la oligarquía burguesa no refleja ninguna crisis ni
conflicto interno. En estas elecciones el poder burgués no enfrenta
ninguna amenaza seria a su dominio. En las elecciones anteriores del
2003, la tarea era enfrentar las medidas antimonopólicas tomadas por
el gobierno populista de Alfonso Portillo; por esta razón la gran
burguesía cerró filas tras la candidatura de Óscar Berger y la
GANA. Esta vez no hay presión: cualquiera que sea el partido burgués
ganador, la oligarquía sabrá arreglarse con él.
En
el campo de la izquierda, mientras el ex comandante guerrillero Pablo
Monsanto continúa firme en su candidatura al frente de su Alianza
Nueva Nación –militares incluidos–, el Frente Político Social de
Izquierdas (impulsado por la URNG), cambió su nombre a Movimiento
Amplio de Izquierda, MAIZ, en noviembre de 2006.
El
MAIZ se encuentra enfrascado actualmente en consolidarse y en definir
candidaturas. Los sectores más conservadores dentro de URNG parecen
haber cocinado ya sus opciones, que incluyen a individuos ligados a
ONGs, y personajes oportunistas. El afán de incluir a la mayor
cantidad de gente en el MAIZ ha llevado a la derecha de la URNG a
barajar nombres como Héctor Rosada, ex funcionario de gobierno del
frustrado autogolpista Serrano Elías y vinculado a la inteligencia
del ejército. Otro nombre que mencionan es el de Rigoberta Menchú,
premio Nóbel de la paz, que parece hacer dado la espalda a su pasado
guerrillero al ser Embajadora de la Paz del actual gobierno burgués.
Pero
los sectores más a la izquierda, en especial la juventud radical de
la URNG, las agrupaciones aglutinadas en el Bloque Antiimperialista,
organizaciones de mujeres y secciones del MAIZ en el interior del país,
empiezan a rechazar las candidaturas oportunistas y reclaman que se
escojan candidatos que reivindiquen su pasado revolucionario y sean
representantes genuinos de las luchas populares. El fortalecimiento de
estos sectores radicales al interior de MAIZ es lo único que logrará
su transformación en representante genuino de las capas más
explotadas de la población en el actual proceso electoral. Esta es la
lucha que debe dar la izquierda revolucionaria guatemalteca.
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