EEUU–Brasil–Uruguay
¿Una
OPEP del etanol?
Por
Humberto Márquez
Inter Press Service (IPS), marzo 2007
Caracas.–
La gira del presidente estadounidense George W. Bush por América
Latina en marzo busca impulsar una alianza estratégica con Brasil
para desarrollar biocombustibles, lo que ha puesto en guardia al
principal exportador de petróleo de la región, Venezuela.
Bush
visitará entre el 8 y el 14 de marzo Brasil, Uruguay, Colombia,
Guatemala y México, y su diálogo con el presidente brasileño Luiz
Inácio Lula da Silva será "una enorme oportunidad" para
incentivar la producción y el comercio de etanol, o alcohol
carburante sustituto de la gasolina, según Gregory Manuel, consejero
especial para asuntos energéticos de la Secretaría de Estado
(cancillería) estadounidense.
El
diario brasileño O Estado de São Paulo, de la sureña ciudad que será
sede del encuentro, adelantó que los mandatarios impulsarán
"una especie de OPEP del etanol", es decir, "un mercado
hemisférico que garantice el suministro estable de biocombustibles,
con producción diversificada por toda la región".
Brasil
es el mayor productor mundial de etanol que obtiene de la caña de azúcar
y ha desarrollado también la producción de biodiésel a partir de
oleaginosas para mezclar o sustituir el combustible fósil de los
motores diésel.
"Una
OPEP del etanol es imposible, porque ese combustible nunca podrá ser
sustituto del petróleo", advirtió a IPS el especialista
venezolano Alfredo Michelena. "Pero en cambio puede reemplazar un
pequeño porcentaje del consumo estadounidense de carburantes,
equivalente al suministro petrolero que recibe de Venezuela",
agregó.
La
OPEP (Organización de Países Exportadores de Petróleo), integrada
por Angola, Arabia Saudita, Argelia, Emiratos Árabes Unidos,
Indonesia, Irán, Iraq, Kuwait, Libia, Nigeria, Qatar y Venezuela,
produce cerca de 40 por ciento de los 84 millones de barriles diarios
de crudo que consume el mundo y son suyos casi dos de cada tres
barriles (de 159 litros) que se comercializan internacionalmente.
Estados
Unidos devora uno de cada cuatro barriles de crudo que produce el
planeta, y uno de cada dos de gasolina. Sus principales proveedores
externos son Canadá, México, Arabia Saudita y Venezuela, que le
exporta cada día casi 1,4 millones de barriles, cerca de seis por
ciento del consumo total estadounidense.
Esa
demanda aumenta con el auge de la economía estadounidense ––que
creció 3,3 por ciento en 2006, según su Departamento de
Comercio–– por lo que Washington, "junto con ponderar los
riesgos asociados a la situación política en el Medio Oriente, tiene
la clara intención de disminuir su dependencia petrolera de
Venezuela", apuntó Michelena.
Desde
hace tres años, Washington y Caracas mantienen una dura confrontación
política y diplomática, al punto de que el Comando Sur ––una de
las siete divisiones territoriales de las fuerzas armadas
estadounidenses en el planeta, cuya área incluye América Latina y el
Caribe––, considera a Venezuela " amenaza hemisférica"
por su "populismo radical".
Pero
pese a ello, el flujo petrolero se ha mantenido sin interrupciones.
Venezuela,
cuyo "salario nacional" depende de sus exportaciones de 2,5
millones de barriles diarios, busca por su parte otros mercados, como
los de China e India y los vecinos latinoamericanos y caribeños
desprovistos de petróleo.
Los
volúmenes que despacha Venezuela puede reemplazarlos Estados Unidos
con mayor empleo de biocombustibles y el ingreso del petróleo de su
boreal estado de Alaska, según Michelena, y por eso trata de
conquistar a Brasil, "que no tiene un pacto petrolero con
Caracas, aunque ambos son socios del Mercado Común del Sur",
recordó.
A
su juicio, los estadounidenses "venden la idea de que los países
latinoamericanos podrían incorporarse a la producción de ese rubro
para abastecer al Norte, con la ventaja de que llegarán inversiones y
tecnología para impulsar la agricultura y millones de personas podrán
salir de la pobreza".
El
auge de los biocombustibles obedece a los principales problemas que se
achacan al petróleo: su elevado precio, su responsabilidad en el
recalentamiento global y su carácter de fuente de energía no
renovable.
"Lo
que Estados Unidos pretende es imposible", afirmó en una de sus
charlas por radio y televisión el presidente venezolano Hugo Chávez.
"Para sostener con etanol su estilo de vida, en el cual 70 de
cada 100 personas tienen vehículo, habría que sembrar con maíz
cinco o seis veces la superficie del planeta Tierra", advirtió.
Estados
Unidos obtiene etanol del maíz, en tanto Brasil y Colombia, y en
menor medida Cuba y Venezuela, lo extraen de la caña de azúcar. La
capacidad de producción estadounidense se cifra en 300.000 barriles
diarios, pero sólo 600 de sus 200.000 gasolineras expenden la mezcla
E85, carburante con 85 por ciento de etanol.
Brasil,
primer productor mundial de etanol (con 600.000 barriles diarios), es
también el mayor consumidor, con más de 80 por ciento de sus vehículos
equipados para usar gasolina, alcohol o una mezcla de ambos, y no
oculta su interés por ampliar su horizonte de mercados, lo que puede
llevar a un nuevo entendimiento Lula–Bush.
Chávez
sostiene una fuerte alianza política con Lula, en tanto sus gobiernos
impulsan la construcción de un gasoducto que cruzará Brasil desde
yacimientos en el Caribe hasta mercados en el Río de la Plata. El
venezolano hizo un disparo por elevación hacia un acuerdo
Washington–Brasilia en materia de etanol.
El
mandatario apeló a razones éticas, como el hambre en el mundo.
"Para producir un millón de barriles de etanol habría que
sembrar 20 millones de hectáreas de maíz. ¿Es justo hacerlo si hay
800 millones de hambrientos en el planeta? ¿Cuántas personas comerían
con esa producción?", se preguntó.
"Para
llenar el tanque de combustible de 25 galones (95 litros) de un vehículo
una vez haría falta la cantidad de granos suficientes para alimentar
a una persona durante un año", según el cálculo de Chávez, un
argumento ya utilizado por organizaciones ambientalistas.
El
mandatario invocó informes según los cuales la agricultura ya
compromete 70 por ciento del agua dulce del mundo, "y la expansión
de los cultivos comprometerá más ese recurso necesario para la
gente, sin hablar del impacto sobre el suelo del mayor uso de agroquímicos
y la tendencia al monocultivo para alimentar las plantas de
etanol".
Lester
Brown, presidente de la institución ecologista estadounidense Earth
Policy Institute, ha advertido que son los automóviles, y no las
personas, los responsables de que se incremente en ese país el
consumo de cereales, mientras que para los 2.000 millones de personas
más pobres del mundo el aumento en el precio de los granos es una
amenaza.
Chávez
evocó en su admonición que "hemos visto en México gente
protestando por el alza en el precio de las tortillas (de maíz) ¿Por
qué? Porque en la medida en que Estados Unidos instale plantas de
biocombustible se llevarán para allá el maíz mexicano, y esa es una
causa de los aumentos".
Venezuela,
entretanto, se mantiene desafiante respecto de los suministros de petróleo
a Estados Unidos. "Si no lo quieren, pues no lo compren",
declaró el canciller Nicolás Maduro, en respuesta a las frecuentes
advertencias sobre esa relación que llegan desde el Departamento de
Estado o el Congreso legislativo estadounidense.
Mientras,
la fiebre del etanol recorre el mundo, desde pequeñas producciones
como las de Nicaragua o Panamá hasta grandes proyectos, como el de
Japón, que espera producir dentro de dos décadas al menos 100.000
barriles diarios de ese combustible renovable.
También
Venezuela, que importa etanol brasileño para sus mezclas de gasolinas
(por ser menos contaminante que el aditivo Metil–Terbutil–Eter,
MTBE, que agrega octanaje) proyecta sembrar 276.000 hectáreas de caña
destinadas a la producción, una vez extraídos los azúcares, de unos
25.000 barriles diarios del alcohol carburante.
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