Crisis
en Uruguay por la visita de Bush- El
amigo malvenido
Los
aprontes para recibir a Bush
Por
Gonzalo Silva
Semanario
Brecha, Montevideo, 16/02/07
Cualquier
iniciativa del presidente estadounidense provoca daños
“colaterales” y su visita a Uruguay no escapa a esa regla. El acto
del 1 de marzo ya no tendrá exclusivamente el contenido planificado y
la llegada de Lula parece diluirse en las discusiones que ha desatado
la de Bush. Por otro lado, el debate interno por su presencia pone a
la izquierda frente al espejo.
Que
las posturas dentro de la izquierda uruguaya ante la visita de George
W Bush irían desde la calificación de “execrable asesino
belicista” (tal la expresión utilizada por la ministra Marina
Arismendi) hasta la satisfacción de otros actores hoy postulantes de
una relación “más carnal” con la potencia del Norte era cosa
sabida.
Pero
que trastocaría los ejes políticos inmediatos del gobierno uruguayo
no parecía tan seguro. Bush también provoca (como ocurre en sus
incursiones bélicas) “daños colaterales”. El primero de ellos es
la modificación del escenario en que se desarrollará el acto del 1
de marzo, donde el presidente Tabaré Vázquez hará un balance de los
dos años se gobierno y planteará las líneas fundamentales del “país
productivo”. El segundo, el desvanecimiento del impacto de la visita
del presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, prevista para el
lunes 26.
El
acto, a ocho días del arribo de Bush, tendrá como telón de fondo
cuestionamientos a la política de inserción internacional del
gobierno y se prevé que durante el mismo varios sectores manifiesten
su descontento con la invitación al primer mandatario estadounidense
y con su futura presencia. Nada indica que los reflejos
antimperialistas de la grey frenteamplista contribuyan al clima de
festejo que se procuraba en la rendición de cuentas presidencial; por
el contrario deberá haber, de parte de la dirigencia progresista, un
fuerte esfuerzo racional para que la militancia entienda que la visita
de Bush sea entendida como un gesto de soberanía.
Por
otro lado, Lula llegará seguramente con algunas propuestas para
corregir las asimetrías del pacto regional, pero serán poca cosa si
se las compara con las expectativas que, para parte importante del
Ejecutivo uruguayo, genera la visita de Bush en el plano comercial.
De
ahí que varios dirigentes del FA entiendan que la presencia del
mandatario estadounidense ocurre en el peor momento para los intereses
del gobierno progresista. Incluso (y en eso coincide la oposición)
porque a nadie escapa que la visita tiene una razón política: el
aislamiento de Venezuela y la creación de un eje con Chile y otros países
del Pacífico que contrapese la incidencia de Hugo Chávez en el
continente. Ésa fue la preocupación que distintos delegados
estadounidenses manifestaron a los gobiernos de Brasil y Argentina en
estos días.
Por
consiguiente, un paso en falso de Vázquez pondría en cuestión la
relación con uno de los principales inversores en Uruguay, como es el
país caribeño.
Ese
escenario y sus posibles derivaciones han provocado que, en privado,
varios dirigentes sectoriales del FA manifiesten su disgusto por la
situación creada. Y aunque advierten que no hay más remedio que
recibirlo, ubican el “pecado original” en la presencia de Vázquez
en Washington y la invitación de rigor correspondiente para el
encuentro de los dos presidentes.
No
obstante, otra lectura en circulación quita el factor del “peludo
de regalo”, para señalar que la presencia de Bush es parte de una
estrategia de acercamiento a Estados Unidos, visible desde los
primeros momentos del gobierno de Vázquez. En esa dirección se
recuerda la firma del tratado de protección de inversiones
–variando la postura anterior y contraria del FA–, los amagues con
el TLC y la firma de un TIFA, que puede ser nada o abrir el camino a
un acuerdo de libre comercio.
Se
busca equilibrio
El
sacudimiento provocado por la futura visita de Bush obviamente tiene
su repercusión en la dirección frenteamplista. El lunes 12, en la
reunión de la Mesa Política, el pcu y la coalición conformada por
la CI y el 26 de Marzo presentaron, cada uno por su lado, una moción
de rechazo a la presencia del mandatario estadounidense, que además
convocaba a manifestar contra su presencia.
La
propuesta comunista llama “a todos los uruguayos a expresarse y
movilizarse repudiando la presencia de este Hitler del siglo xxi en la
patria de Artigas, que es también la de Bolívar y Martí. Adhiere a
los llamamientos que a su vez fueron ya lanzados por el pit-cnt (N de
R: el miércoles 14 la central sindical fijó una concentración para
el día del arribo de Bush), fucvam y otras organizaciones sociales, y
convoca a los comités de base, las coordinadoras y departamentales a
organizar la participación de adherentes, electores y ciudadanía
toda”.
En
tanto, la moción de la CI y el 26 M tras manifestar su repudio a Bush,
indicaba en forma explícita el apoyo a la convocatoria de la
Coordinadora Antimperialista (un agrupamiento de sectores sociales y
políticos distanciados del pit-cnt y del propio FA, que está formada
por “organizaciones sociales y políticas que nunca se han desviado
de la línea antimperialista y anticapitalista de nuestro FA”).
Sin
embargo y a propuesta del mpp, la mesa postergó una definición del
tema hasta el lunes 26, para dar tiempo a que las direcciones
sectoriales y las bases discutan la cuestión. Pero la necesidad de
estudiar el asunto no parece ser la razón única de la postergación.
La diputada de au Daniela Paysée dijo a BRECHA que su sector no está
seguro de “que obligatoriamente la mesa deba pronunciarse sobre la
visita de Bush. Quizás la lógica lleve a sacar una declaración. En
ese caso, au propondrá que la misma se asiente en tres ejes: apoyo al
gobierno, respaldo a la postura de apertura comercial del Ejecutivo y
reafirmación de las definiciones frenteamplistas que han condenado la
política internacional belicista de la administración
estadounidense”.
Lo
cierto es que la fuerza política enfrenta (al menos en sus sectores
mayoritarios) una difícil disyuntiva. Es que al inclinarse por una u
otra de las alternativas puede dejar a todos descontentos. No parece
protocolarmente agradable que el partido de gobierno le recuerde a
Bush que es un genocida y que no comparte su política internacional.
Tampoco resultaría grato a los frenteamplistas que, en función de
las razones de Estado, se pasen por alto las profundas diferencias del
FA con la administración estadounidense.
Seguramente,
tal como suele suceder, habrá una solución intermedia que contemple
el respaldo a Vázquez y rechace la política internacional de Bush.
Seguramente
el tono de la resolución que se adoptará el 26 será el mismo de la
declaración que aprobó esta semana el ps. En ella se sostiene: “La
visita del presidente de Estados Unidos, George W Bush, se inscribe en
el marco de las relaciones diplomáticas y comerciales fluidas que
Uruguay y Estados Unidos mantienen desde siempre. En ese sentido
expresamos nuestro firme respaldo al gobierno progresista y a su política
exterior de defensa de la soberanía nacional, impulso al proceso de
integración regional y ampliación de los vínculos diplomáticos y
comerciales con todas las naciones, incluyendo a Estados Unidos”.
A
continuación se añade que se debe “marcar nuestro rechazo a la
acción militar unilateral contra Irak que ya ha cobrado miles de víctimas
civiles y que se ha transformado en una sangrienta guerra civil con
devastadoras consecuencias para la delicada situación de todo Oriente
Medio; la violación permanente de los derechos humanos de los
detenidos en la cárcel de la base de Guantánamo; la negativa del
gobierno norteamericano a suscribir el Protocolo de Kyoto, siendo
Esados Unidos el principal contaminante del mundo; el injusto bloqueo
a Cuba, lo cual provoca un importante deterioro de las condiciones de
vida de los cubanos y el tratamiento discriminatorio de los
inmigrantes que arriban a Estados Unidos, lo que alcanza el extremo de
planificar la construcción de un muro en su frontera con México”.
La
construcción teórica para validar esa ambivalencia parte de la base
de que una cosa es estar en la oposición y otra en el gobierno. Eso
hace que la izquierda deba manejarse en dos planos, comentó a BRECHA
el senador Enrique Rubio (VA). A su juicio, los posicionamientos
reflejan las tensiones entre las que se mueve el gobierno progresista.
Por un lado, añadió, están las urgencias del país, por ejemplo la
realidad del sector textil necesitado de acceder al mercado
estadounidense y, por otro, las definiciones de política
internacional del FA, que indican la necesidad de trabajar contra un
mundo unipolar. Por eso, “es necesario que a la política comercial,
que no debe detenerse en las fronteras ideológicas, se añada una
concepción activa que combata la unipolaridad. Uruguay, por ejemplo,
lo ha hecho restableciendo las relaciones diplomáticas con Cuba, en
la participación de los esquemas integracionistas de Sudamérica e
integrando el G 20 junto a otras naciones que no forman parte de los
países desarrollados”.
Esa
posición no es totalmente compartida por el pcu, el pvp y la CI-26 M,
que entienden que la fuerza política no puede basar sus relaciones
internacionales exclusivamente en las posibilidades comerciales. Ése
es un principio, señalaron esos grupos, que el propio Estados Unidos
no respeta, ya que bloquea a Cuba porque discrepa con su régimen, o
no comercia con países como Irán y Corea del Norte por la misma razón.
El
ojo opositor
Para
la oposición las cosas son muy claras. El senador Francisco Gallinal
(CW, PN) dijo a BRECHA: “Bush es el presidente de un país con el
que tenemos relaciones diplomáticas y comerciales. Es una nación
democrática, por tanto parece que corresponde protocolarmente darle
todo el trato, más allá de que uno pueda tener diferencias muy
importantes en cuanto a la gestión que ha venido desarrollando. Hoy
vive el momento de mayor impopularidad. Personalmente, en la
legislatura pasada, pedí una sesión extraordinaria e hice una
exposición en sala –en la que también participó Jorge Larrañaga–
de condena a la invasión de Irak. Ello motivó un pequeño incidente
diplomático con el embajador de Gran Bretaña, que estaba en la barra
y se manifestó en contra de mi intervención”.
Agregó
que lo cortés no quita lo valiente y hoy se trata “de aprovechar al
máximo la oportunidad que se nos da –especialmente porque ha
decidido venir a Uruguay con la intención de contrarrestar la
incidencia de Chávez en la región– y tenemos que sacar el mayor
provecho comercial y económico”. En opinión de Gallinal, el
gobierno hace las cosas bien cuando busca la presencia de Bush en
suelo uruguayo y “por lo que dijo Vázquez en Estados Unidos, el
presidente estadounidense busca un aliado estratégico en Uruguay y
pienso que Vázquez está dispuesto a serlo”.
El
sentido de la oportunidad o del tren que pasa pocas veces en la vida
también fue subrayado por el diputado colorado Washington Abdala (FB,
PC). Uruguay, sostuvo, “tiene que aprovechar las pocas ocasiones que
el destino y la vida nos da. Bush no viene por Uruguay, querrá algún
planteo dentro del Mercosur, de aislamiento de Chávez. Pero no nos
pongamos susceptibles. Nosotros también discrepamos con la política
seguida en Irak, igualmente con Cuba. No obstante se debe aprovechar
la oportunidad”.
En
relación con las discrepancias aparecidas en el gobierno progresista,
Abdala afirmó que ello es “demostración de desorden, de falta de
armado de un proyecto único. Cuando se dice que la izquierda tiene un
proyecto solo, yo francamente me convenzo cada vez más de que hay
varias izquierdas dentro del gobierno y que ellas repetidamente entran
en colisión. Hay una serie de ministros que miran esto desde la
conveniencia para Uruguay –por encima de que todos tengamos
discrepancias con la política exterior de Estados Unidos–, como una
oportunidad para ver si se puede explorar una mejora en la presencia
en el mercado estadounidense o en la llegada de inversiones, por tanto
de más empleo para los uruguayos. Después hay otro grupos de
ministros, entre los que está Marina Arismendi a la cabeza, que
reflejan esa mirada visceral, un poco fanática, más frontal, de
choque con Estados Unidos. Me parece que le hace mal al gobierno,
porque no se puede tener un presidente que invita y una ministra que
insulta”.
La
oposición –y en especial el senador Larrañaga– ha propuesto que
el presidente Bush sea invitado al Parlamento para dar un mensaje ante
la Asamblea General. El Poder Legislativo también decide la política
exterior del país, se ha sostenido. La presencia de Bush en el ámbito
parlamentario crearía graves problemas al nutrido equipo de seguridad
que acompañará al presidente de Estados Unidos, y dificultades de
otro orden a los legisladores del oficialismo que, más allá de lo
que aconseja el protocolo, no se mostrarán muy entusiasmados en
materia de aplausos, sin ir más lejos.
La
decisión de mantener a Bush lo más aislado que sea posible de
cualquier concentración popular –ya sea en el Palacio Legislativo,
en la Suprema Corte de Justicia o en la Intendencia, para entregarle
las llaves de Montevideo– es prudente y sabia. Recluirlo en una
“prisión domiciliaria de lujo”, para usar una expresión de moda,
como la estancia de Anchorena, es una solución elegante. Después de
todo, la visita nació como una invitación de Vázquez a pescar
juntos, después de recibir una caña de regalo.
La
saga del TIFA
El
FA pareció tomar sus resguardos sobre posibles consecuencias de la
visita de George W Bush. La Mesa Política aprobó una resolución
sobre la negociación a seguir en el TIFA, recientemente firmado. En
ella, tras reiterar el rechazo a un TLC con Estados Unidos, resuelve
“solicitar al Poder Ejecutivo la participación en el proceso de
discusión del ‘Acuerdo Marco sobre Comercio e Inversiones entre la
República Oriental del Uruguay y Estados Unidos, de la Comisión
Interministerial de Asesoramiento de Comercio Exterior (CIACEX), cuyos
ministros que integran la misma informarán a la Mesa Política del FA
en forma periódica, a fin de que adopte decisiones en los tiempos que
correspondan”.
Este
última frase, que reserva a la fuerza política la potestad de
resolver sobre la negociación, no contó con el voto de au, que
planteó su desglose para luego abstenerse.
La
resolución tuvo la posición contraria del agrupamiento CI-26 M.
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