Los
negocios que propondrá Bush a Lula y Tabaré
¿Una
“OPEP del etanol”?
Por
Claudio Testa
Socialismo o Barbarie, periódico, 09/03/07
Los yanquis buscan asegurar combustible
para sus autos, ganancias para los capitalistas latinoamericanos y
hambre para los pueblos con el aliento a los biocombustibles. Pero el
proyecto alimenta contradicciones tremendas, como ya se empieza a ver
en México con la “crisis de la tortilla”.
El
Emperador del Mundo no llega a estas tierras con la bolsa vacía. No sólo
trae propuestas políticas a Lula y Tabaré, con eje en “contener”
a Chávez. También ofrece negocios a los capitalistas nativos. El
principal de ellos –estrechamente ligado al enfrentamiento con Venezuela y a las
dificultades de Bush en Medio Oriente– es lo que el diario
brasileño O Estado de São
Paulo bautizó como la “OPEP
del etanol”.
La
OPEP (Organización de Países Exportadores de Petróleo, que agrupa a
Venezuela, Arabia Saudita y otros estados de Medio Oriente, Asia y África)
regula la producción de crudo y, relativamente, influye sobre los
precios mundiales. Bush viene con la propuesta, principalmente a Lula
pero también a Tabaré, de desarrollar vertiginosamente la producción de etanol y otros “biocombustibles”.
El
presidente yanqui –hombre de las corporaciones petroleras, y
neoconservador puro y duro– siempre
desestimó las advertencias sobre el calentamiento global. Pero,
sorpresivamente, aparece ahora como acongojado por la contaminación.
Sin embargo, esta súbita preocupación ambientalista de Bush no va más allá del estímulo a la producción de biocombustibles
(que a su vez crean problemas ecológicos y sociales iguales o peores que el petróleo).
La
gran inquietud de Bush no es la contaminación del medio ambiente,
sino la dependencia de las importaciones de petróleo de Venezuela y Medio
Oriente, dos puntos del planeta donde las cosas no le van muy
bien.
Estados
Unidos, con sólo el 5% de
la población mundial, devora uno
de cada cuatro barriles de crudo que produce el mundo, y
uno de cada dos de gasolina. Sus principales proveedores externos
son Canadá, México, Arabia Saudita y Venezuela (que le exporta
diariamente casi 1,4 millones de barriles, cerca del 6% de su consumo
total).
Por
supuesto, es absolutamente
imposible que el etanol u otros biocombustibles cubran por
completo este derroche insostenible y delirante. Pero, con un enorme
crecimiento de la producción, se podría
sustituir el aporte de Venezuela (que por otra parte ya está
buscando otros clientes para su petróleo).
Brasil,
por su parte, es ya el primer
productor mundial de etanol, aunque no lo obtiene del maíz como
EEUU sino de la caña de azúcar. El objetivo de Bush es alentar a
Lula y a los grandes capitalistas del agrobusiness brasileño a volcarse
a la producción de etanol para reemplazar el suministro de petróleo
venezolano. A esto también se prende Tabaré: ya se ha anunciado
que en Fray Bentos, al lado de la pastera Botnia, en el predio
abandonado por la española Ence, van a instalar una planta de
biocumbustibles. El pez del río Uruguay que sobreviva al cloro de la
Botnia, va terminar envenenado por el etanol de Bush.
Tanques llenos y estómagos
vacíos
Pero
el desarrollo en gran escala de los biocombustibles acarrea problemas
ecológicos y sociales gravísimos. La extensión de tierra
cultivable no es infinita, y ningún cultivo crece “del aire”,
sino que consume agua y nutrientes. En Brasil y otros países, la
extensión de las áreas sembradas se logra mediante la destrucción
del “mato”, del bosque natural subtropical, lo que prepara una catástrofe
ecológica gravísima. Ya la extensión de la “frontera de la
soja” implica un desastre ambiental. A eso se le va a agregar ahora
la de producción de biocombustibles.
Las
consecuencias sociales son aún más
inmediatas: una hectárea sumada a la producción de
biocombustibles significa una hectárea que se
resta a la producción directa o indirecta de alimentos.
La
reciente “crisis de la tortilla” en México ilustra las terribles
consecuencias sociales de este gran negocio que planea Bush con Lula,
Tabaré y los miserables capitalistas de esos países. Aunque la
producción de etanol está en pañales en EEUU, ya disparó los
precios del maíz. El resultado es que el alimento tradicional de los
pobres de México se ha vuelto inalcanzable.
Así,
el maíz no va a parar a los estómagos de los mexicanos ni a
alimentar animales que luego también se transforman en comida. Va a
llenar los tanques de los autos yanquis. Eso es lo que va a pasar
también aquí y en gran escala, si se concreta la “OPEP del
etanol” de Bush, Lula y Tabaré.
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