Entrevista
a Roger Burbach, estadounidense, historiador y analista de
asuntos
latinoamericanos
América
Latina–EEUU: entre la zanahoria y el garrote
Reportaje
de Sally Burch
ALAI
(América Latina en Movimiento), 02/03/07
La
próxima visita de George W. Bush a América Latina, del 8 al 14 de
marzo, es considerada por muchos comentaristas como un intento tardío
por remendar las relaciones con una región que ha estado rezagada
entre las últimas prioridades de la agenda de su administración y
que a todas luces se le resbala de las manos. Mientras tanto, el
cambio reciente a una mayoría demócrata en ambas Cámaras del
Congreso de EEUU está levantando interrogantes en cuanto a la
posibilidad de que provoque cambios en las políticas hacia la región.
ALAI
entrevistó a Roger Burbach (1) sobre la evolución última de la política
de EEUU hacia América Latina. Él comentó que a los recientes
cambios políticos que atraviesan la región, –bajo la iniciativa de
gobiernos inclinados hacia la izquierda y de movimientos populares que
han conducido al auge de una agenda reformista opuesta al
neoliberalismo y al militarismo estadounidense–, no se les ha
respondido en forma tan agresiva como EEUU solía hacerlo en el
pasado. El analista considera que este hecho se debe no tanto a un
cambio en la política hacia la región, sino al fuerte
involucramiento del gobierno Bush en las guerras, primero en Afganistán
y ahora en Irak. "La administración Bush ha estado tan ocupada y
obsesionada con sus guerras imperiales en esos países, que no ha
podido dedicar los mismos recursos, como lo ha hecho históricamente
cuando se siente amenazado, incluso por gobiernos reformistas, del
estilo de Evo Morales y ahora del gobierno de Rafael Correa" (en
Bolivia y Ecuador, respectivamente).
En
años recientes, se ha visto una línea política relativamente
moderada hacia la región. No obstante, desde febrero de este año,
hay muestras de un nuevo giro en la política, desde que John
Negroponte asumió como Secretario de Estado Adjunto. "Como
sabemos, reciente e históricamente, Negroponte ha adoptado una línea
muy dura e intervencionista hacia todo lo que se percibe como amenaza
para el sistema estadounidense, en América Latina. Él ayudó a
orquestar la guerra de los "contras" en los años 80, contra
los sandinistas en Nicaragua". De 2005 a 2007, Negroponte fue
Director de Inteligencia Nacional, y antes de ello, embajador en Irak.
"En recientes declaraciones, ha indicado que está asumiendo una
línea implacable frente a Hugo Chávez", comenta el analista
norteamericano.
Burbach
ubica dos fases en la política de la administración de Bush hacia el
hemisferio: inicialmente, fue controlada principalmente por los
neoconservadores, bajo la figura dominante de Otto Reich, nominado en
2002 como Subsecretario del Departamento de Estado para Asuntos Hemisféricos,
y luego (cuando su nombramiento fue rechazado por el Congreso), como
Emisario Especial para Iniciativas del Hemisferio Occidental, en la
Presidencia. "Reich adoptó una actitud de mano dura contra Chávez,
y es probable que haya contribuido a orquestar la participación de
EEUU en el golpe contra Chávez en 2002", asevera el historiador.
Después
de que Reich dejara su cargo en el Departamento de Estado, en 2003,
bajo una lluvia de críticas, se produjo un cambio cuando Thomas
Shannon asumió la conducción de los asuntos hemisféricos, y en 2005
fue confirmado como Subsecretario del Departamento de Estado para
Asuntos Hemisféricos, puesto que aún mantiene. Shannon
"introdujo una línea un tanto distinta. Él prácticamente aceptó
como un hecho la elección de Evo Morales en Bolivia, así como las
victorias electorales sucesivas de Hugo Chávez en Venezuela. Al mismo
tiempo, durante los últimos 18 meses, EEUU ha bajado el tono de su
discurso frente a Chávez, por lo menos en el Departamento de
Estado", destaca Burbach, a la vez que reconoce que las voces
disidentes desde el Consejo de Seguridad Nacional y la Casa Blanca,
han estado presionando por una línea más firme. Estos sectores
buscan distinguir entre la "mala izquierda" y la "buena
izquierda" en América Latina: la \'mala izquierda\' incluiría
particularmente a Chávez y hasta cierto punto a Morales, y por
supuesto a Cuba como siempre; la \'buena izquierda\' sería la de
Brasil con Lula y de Argentina con Kirchner; y entonces tratan de
abrir una brecha" entre estas dos tendencias
La
llegada de Negroponte como Secretario de Estado Adjunto tenderá a
consolidar esas posiciones, y con el rango de segundo a bordo de
Condoleezza Rice, él tiene el poder de imponer su perspectiva por
sobre la de Shannon, en la política hacia América Latina. Controla
todas las oficinas regionales, con un manejo más directo que la
propia Rice, puesto que ella se ocupa principalmente del Oriente Medio
y los Estados del Golfo, y conoce muy poco sobre América Latina, según
comenta el analista, quien agrega que: "mi expectativa, dada la
experiencia histórica de Negroponte, es que pronto controlará los
Asuntos Latinoamericanos dentro del Departamento de Estado, e impondrá
una línea política mucho más dura que Shannon". Incluso se
especula que, dadas las diferencias políticas, Shannon preferiría
cambiarse de puesto o renunciar.
El
viaje de Bush: en busca de nuevas alianzas
Es
en este contexto que Bush visitará cinco países latinoamericanos.
Roger Burbach estima que detrás del viaje se encuentra la visión de
ensanchar la brecha entre la "mala izquierda" y la
"buena izquierda". "Bush va a Brasil y Uruguay, que
representan los gobiernos de la nueva izquierda, luego visitará a
aliados más tradicionales, como Colombia, Guatemala y México. Así
intenta forjar una alianza diferente, para tratar de utilizar a los
aliados tradicionales de EEUU, en la esperanza de conseguir que hagan
gestiones ante el gobierno de Brasil, y en cierto grado ante Argentina
y Uruguay, para conseguir que colaboren con EEUU y para abrir un mayor
espacio para que los regímenes más neoliberales puedan actuar sin
ser marginados, dado el auge masivo de la nueva izquierda a través de
América Latina. Creo que ese es el papel estratégico del viaje de
Bush a América Latina: intentar lograr acuerdos separados, intentar
engatusar a estos gobiernos, alejarlos de cualquier alianza y
colaboración potencial con Chávez, Morales y ahora Correa".
De
esta forma, dependiendo de los resultados del viaje, el analista
vaticina que su país adoptará una línea más dura hacia Chávez,
por lo menos en el plano del discurso, aunque, como dice, "todo
esto tiene que ser visto en el contexto de EEUU obsesionado con la
guerra que están perdiendo en los Estados del Golfo". Y agrega:
"yo estoy seguro que ya se están realizando actividades
encubiertas contra el régimen de Chávez, de muchos tipos, para
desestabilizarlo, así como lo hicieron con el gobierno del Salvador
Allende en los años \'70. No tengo ninguna duda que EEUU está
haciendo todo lo que puede para seguir provocando la desestabilización
económica del país, y ello podría lograrse a través del sistema
financiero –incluso a través de los sistemas financieros
privados– para tratar de trastornar las finanzas del país. En ese
plano, actuará con mayor confianza bajo Negroponte. Es claramente su
ámbito de acción: él conoce todas las palancas del ámbito de la
inteligencia, y sabe manipularlas, financiera, económica y políticamente".
En
cuanto al gobierno boliviano, Burbach precisa que el punto principal
de la tensión con EEUU no sólo son sus relaciones con Chávez, sino
también su participación en el programa contra el narcotráfico.
Morales ha impuesto sus propios términos para participar en el plan,
y se ha incrementado la cuota de coca que puede ser cultivada
legalmente. Washington renovó recientemente su ayuda financiera para
el programa, pero solamente en forma provisional, por seis meses,
luego de lo cual habrá una revisión. "Morales acaba de decir
que él no hará ninguna concesión al plan de EEUU", señala el
entrevistado, un hecho que podría conducir a ese país a suspender
una nueva ayuda al programa. Este hecho, a su vez, podría
desencadenar repercusiones para otras formas de ayuda bilateral
estadounidense, así como presiones hacia las agencias multilaterales:
"entonces esperaría un impulso más agresivo de la política de
EEUU hacia Morales. Hasta ahora, con Shannon, los embajadores han
utilizado un tono suave, han estado dispuestos a conversar sin
levantar la voz, ni amenazar a Morales. Es previsible que esto cambiará
muy rápidamente con Negroponte como Secretario de Estado
Adjunto".
Las
"amenazas" a los intereses de EEUU
Considerando
que los "regímenes neo–reformistas", como los de Ignacio
Lula da Silva y Néstor Kirchner, al no hacer ninguna reforma real en
el plano financiero o monetario, han aceptado en gran parte la agenda
neoliberal, Burbach señala que ellos son vistos como menos
amenazantes para los intereses de EEUU, que los gobiernos más
radicales. Aún así, Washington demuestra inquietud frente a algunas
de sus políticas, y no solamente los sectores neoconservadores:
"Creo que la derecha y los neoconservadores consideran que la
norma ideal en América Latina son la serie de regímenes y gobiernos
que asumieron el poder después de las dictaduras, con políticas y
seudo–democracias neoliberales: democracias formales con políticas
que Bill Robinson llama "poliarquía"(2), con la minimización
del papel del Estado."
De
hecho, advierte este historiador económico, "todos los gobiernos
de la nueva izquierda, aunque no rompen con el endeudamiento, sí
rechazan la mayoría de las políticas neoliberales, comenzando con
los acuerdos comerciales. También creen en un papel más enérgico
del Estado en los asuntos económicos. Dicen que el desarrollo de los
países asiáticos (tales como Corea y Taiwán), en el período de la
pos II Guerra Mundial, no se debía al libre comercio, sino a una
fuerte intervención del Estado. En la práctica, se está resucitando
lo que se llama el \'neoestructuralismo\', en la línea de la escuela
de Raúl Prebisch, que está siendo restablecida por gobiernos desde
la Argentina hasta al Perú. Aún cuando no puedan romper con el
control financiero y la carga de la deuda, están introduciendo todo
un nuevo arsenal de políticas económicas, que se diferencian de lo
que se considera neoliberalismo". Así, para Washington,
"hasta cierto punto esto se considera una amenaza. Y al romper
con las privatizaciones, el papel de las multinacionales será más
limitado, lo cual es considerado por los sectores dominantes en
Washington (que podrían contar con algunos aliados entre los demócratas),
como una política desfavorable, porque intenta poner ciertos frenos
al papel de las corporaciones multinacionales. Por ejemplo, los
acuerdos bilaterales entre PDVSA y Petroecuador son anatema para
Washington, y aún un gobierno demócrata cuestionaría eso, porque
afecta intereses corporativos estadounidenses".
En
este sentido, Burbach identifica una nueva política económica que
está emergiendo en América Latina: "no es socialista en ningún
sentido de la palabra, pero sí implica un mayor rol del Estado y en
muchos países le asigna al Estado un poder económico redistributivo,
que representa una ruptura con el neoliberalismo y con el modelo de
desarrollo desde arriba hacia abajo". En el contexto mundial, se
está viendo a América Latina como un ejemplo: "por primera vez
en la historia, realmente se está presentando una alternativa en el
escenario mundial a la típica política neoliberal. Se lo ve como un
signo de esperanza, en un mundo atrapado cada vez más en guerras e
intervenciones masivas de EEUU".
En
cuanto a presiones posibles hacia el gobierno Bush, por parte de la
mayoría demócrata en el Congreso, tendientes a modificar su política
hacia América Latina, Burbach vaticina nada más que protestas leves.
Ciertamente, "desde que los demócratas tomaron el control del
Senado y de la Cámara de Representantes, hay nuevas voces
particularmente en el Senado, por ejemplo en el Comité de Relaciones
Exteriores y el Subcomité de Asuntos Hemisféricos, que articulan una
política diferente a la que Bush ha estado siguiendo. Christopher
Dodd, entre otros, quien se ocupa particularmente de América Latina,
dice que la administración Bush ha incurrido en equivocaciones al no
colaborar con las políticas reformistas de varios gobiernos
latinoamericanos, y que debe haber una apertura hacia Cuba, por
ejemplo".
Y
de hecho, los demócratas están planteando algunas interrogantes,
particularmente sobre la política hacia Cuba. "Antes del cambio
en el Congreso en enero, una delegación de congresistas
–republicanos y demócratas– fue a Cuba. Hay republicanos que
representan los estados granjeros, que desean ampliar sus
exportaciones agrícolas. Y hay los demócratas que claramente apoyarían
la línea de Shannon, de negociar las diferencias, dialogar con los
gobiernos latinoamericanos, no adoptar un discurso duro". No
obstante, América Latina "no representa un área central de
preocupación de la política demócrata. No van a apostar su capital
político en la región, y dudo que vayan a plantear una alternativa
formal a las políticas de Bush, más allá de criticar esporádicamente
las políticas que él emprende; y es que la guerra en Irak y la
guerra potencial con Irán tienen tan obsesionados a todos los
sectores de ambas partidos, que no están en medida de ocuparse de una
política coherente hacia América Latina, ni de cuestionar o
restringir la política agresiva de la actual administración".
En cuanto a la propia administración Bush, ella "oye solamente a
su propio consejo interno y principalmente el de los \'neocons\', con
relación tanto a América latina como al Oriente Medio".
EEUU–México:
una visión común
Desde
la perspectiva de la administración Bush, Burbach cree que la única
muestra de esperanza, durante el último año, ha sido la elección
fraudulenta de Felipe Calderón en México. "Calderón es básicamente
un apologista neoliberal a ultranza, y es especialmente apreciado en
la Casa Blanca. Él hace y dice todo lo que la Administración quiere
que haga o diga; y los sectores intransigentes en el Departamento de
Estado y la Casa Blanca, lo pretenden utilizar como un frente para
desafiar y actuar agresivamente contra los gobiernos izquierdistas, el
de Chávez en particular. Por su parte, y es sorprendente, Calderón
está siguiendo la línea del gobierno de EEUU en la guerra antinarcóticos.
Ha tomado medida enérgicas en Tijuana, y allanamientos en el D.F. en
los barrios ligados al tráfico de drogas".
En
cuanto a la política de inmigración, el analista observa una
coincidencia entre Bush y Calderón en la mayoría de aspectos.
"Ambos desean establecer un programa de braceros, para permitir
que una cierta cantidad de mexicanos puedan entrar a EEUU. La política
que el propio Bush está proponiendo es para que un cierto número de
trabajadores sean autorizados a llegar a EEUU, para luego volver a sus
países después de un período de algunos años, combinado con un
programa de amnistía, donde trabajadores que se encuentran en EEUU
puedan regresar a su país, y tener prioridad para inscribirse para
regresar bajo este sistema". Toda vez, "la pregunta es si
Bush puede lograr una nueva política de inmigración para América
Latina –incluso con el control demócrata en el Congreso, con un
Partido Republicano que se opone radicalmente a su política de
inmigración".
Quizás
la única área de conflicto entre los dos presidentes es la muralla
en la frontera. "A fin de intentar apaciguar a la derecha dentro
del Partido Republicano, Bush ha aceptado esta gran muralla electrónica
y física, y está invirtiendo miles de millones de dólares para
construirla. Está decidido de seguir adelante con este proyecto. Ése
es un tema de desacuerdo. Pero parece que Calderón está dispuesto a
aceptarlo si consigue su nuevo programa de braceros; si obtiene una
cierta regularización de la migración mexicana y latinoamericana a
EEUU", aunque no hay garantías por ahora que ello ocurrirá.
Notas:
(1)
Roger Burbach tiene un doctorado en historia económica
latinoamericana. Es director del Center for the Study of the Americas,
basado en Berkeley, California. Ha escrito varios trabajos sobre América
Latina, incluyendo, “The Pinochet Affair: State Terrorism and Global
Justice.” Es
también co–autor con Jim Tarbell de: “Imperial Overstretch:
George W. Bush and the Hubris of Empire.”
(2)
Ver: William I. Robinson "El nuevo intervencionismo político de
EEUU en A. Latina: Promoviendo la poliarquía", 16–02–2006,
http://alainet.org/active/13803.
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