Batalla
campal por el “Día del Joven Combatiente”
en las calles de
Santiago
Por
Christian Palma
Corresponsal en Santiago de Chile
Página 12, 29/03/07
Al menos 200
detenidos y más de 100 carabineros heridos fue el saldo inicial de
los violentos enfrentamientos de ayer entre estudiantes y policías
debido al malestar por la crisis del transporte.
El aire amaneció
raro ayer en Santiago. Una sensación extraña, de temor, de ahogo, de
malos recuerdos, se mezcló con el smog y la bruma. El nuevo
aniversario del asesinato de los hermanos miristas Rafael y Eduardo
Vergara Toledo, en 1985, trajo a la memoria las duras jornadas de
protestas cuando las bayonetas, los fusiles y las botas mandaban a
punta de balazos y muerte por estos lados. Si bien cada 29 de marzo,
Chile se revoluciona al recordar que nunca más el poder se debe
imponer por la fuerza, este año las marchas, barricadas y protestas
no son sólo contra los violadores de los derechos humanos. Esta vez
se suma el disgusto contra el gobierno por su fracasado plan de
transportes, el Transantiago, y sus nulos avances en materia de
educacional; contra la Concertación que se ha ido desgastando, con
claros guiños a la corrupción; contra los empresarios que se siguen
enriqueciendo y la equidad salarial que no llega. El Día del Joven
Combatiente generó un clima de anarquía sociológica por un lado y
de miedo soterrado por otro, coronado con hechos de violencia y caos.
Por supuesto, todos saben que el disgusto no es antojadizo.
Los primeros en
manifestarse fueron los pingüinos. Duchos en el arte de enfrentarse a
los pacos, dieron dura pelea a la fuerza pública. El griterío fue
tal que llegó a oídos de Bachelet. La Moneda está a metros del
Ministerio de Educación, el destino final de los secundarios.
Efectivos de Carabineros les salieron al paso. La respuesta pingüina
fue a palos y piedras. Sólo el uso de gases lacrimógenos y carros
lanzaagua los frenó.
Más duros aún
fueron los universitarios. Ocultos en capuchas lanzaron bombas molotov
a la policía en las inmediaciones de la Metropolitana. En la
Universidad de Santiago se encontraron más de 50 bidones con ácido
sulfúrico y desechos químicos, botellas plásticas y de vidrio, además
de pernos, y 18 machetes para la fabricación de bombas molotov.
En otro punto de esta
capital, el automóvil de la ministra Gloria Ana Chevesich fue
atacado, luego de que intentara traspasar una barricada levantada en
una calle céntrica. Aunque salió ilesa, se llevó el susto de su
vida. Igual suerte corrió un bus del Transantiago. Unos 50
manifestantes destruyeron la máquina a pedradas, que quedó
abandonada en el lugar. Si ya había escasez de micros, anoche sólo
un milagro permitía subirse a la locomoción colectiva.
La jornada fue
ganando en humo, detenidos y heridos, la Intendencia Metropolitana
reportó más de 260 detenidos (hasta las 20 horas) y 106 carabineros
lesionados. La titular de esa repartición, Adriana Delpiano, atribuyó
a miembros del ultraizquierdista Frente Patriótico Manuel Rodríguez
(FPMR) gran parte de los hechos. Cuando usted lea esta crónica
obviamente el número de detenidos y golpeados será mucho mayor. El
cronista estuvo hasta tarde en la calle. Los tiros no cesaron y los
neumáticos encendidos traían a la memoria el nostálgico olor a
otros tiempos. Ni los cinco mil pacos en la calle amedrentaron el
descontento popular.
El ministro Carlos
Gajardo, dictó el pasado martes las acusaciones contra los cuatro ex
carabineros inculpados en los crímenes de los hermanos Rafael y
Eduardo Vergara Toledo, ambos miembros del Movimiento de Izquierda
Revolucionaria (MIR), abatidos un 29 de marzo de 1985 en un confuso
incidente policial. Justo en el día en que se conmemoran 22 años de
la muerte de los chicos.
La resolución, que
ya fue notificada por el juez de la causa al abogado Mauricio Unda,
representante legal de Alex Ambler Hinojosa, Marcelo Muñoz Cifuentes,
Francisco Toledo Puente y Jorge Marín Jiménez, establece que los
imputados son autores del delito de homicidio calificado.
Los otrora
uniformados de la Comisaría Alessandri de Estación Central fueron
procesados a mediados del 2006, tras dos décadas de investigaciones.
Crisis
en el gobierno Bachelet
Nuevos
ministros, viejos esquemas
Por
Gustavo González
Inter
Press Service (IPS), 29/03/07
Santiago de Chile.–
La presidenta de Chile, Michelle Bachelet, tomó juramento este martes
a seis nuevos ministros, en un profundo cambio del equipo de gobierno
que termina con la paridad de género y otras propuestas innovadoras
con las que llegó al poder hace poco más de un año.
La crisis política y
social desatada por el Transantiago, una profunda reforma del sistema
de transporte público de la capital iniciada en febrero, obligó a la
mandataria a convocar a figuras tradicionales de la gobernante coalición
de centroizquierda y a deponer sus afanes de promover nuevos rostros y
un mayor protagonismo ciudadano.
Los nombres clave en
el renovado elenco ministerial son René Cortázar, del Partido Demócrata
Cristiano (PDC), titular de la cartera de Transportes, y José Antonio
Viera–Gallo, del Partido Socialista (PS), a cargo de la Secretaría
General de la Presidencia, representantes de la vieja guardia de la
Concertación por la Democracia, la alianza que gobierna este país
desde 1990.
Cortázar, quien fue
ministro del Trabajo de Patricio Aylwin (1990–1994), reemplazó al
también democristiano Sergio Espejo, cuya caída era inminente tras
la convulsión social provocada por fallas en el diseño e
implementación del Transantiago, un plan que busca racionalizar el
transporte público y disminuir la contaminación en esta urbe de casi
seis millones de habitantes.
Viera–Gallo, ex
senador y exponente del sector moderado del PS, sustituyó a Paulina
Veloso, también socialista, una de las dos mujeres desplazadas del
elenco ministerial. La otra fue Vivianne Blanlot, del Partido por la
Democracia (PPD), que encabezaba el Ministerio de Defensa, donde fue
designado José Goñi, de la misma colectividad.
En el contexto de
este ajuste, tomó posesión de su cargo la abogada socialista Ana Lya
Uriarte, como primera ministra del Medio Ambiente, una cartera recién
creada, en tanto el economista Marcelo Tokman, del PPD, fue investido
como titular de Energía, función que hasta ahora cubría la
independiente Karen Poniachik, ministra de Minería.
La recomposición
ministerial se completó con el nombramiento de Carlos Maldonado, del
Partido Radical Socialdemócrata (PRSD), en Justicia, como sustituto
de Isidro Solís, de la misma agrupación política, la más pequeña
de las cuatro que forman la coalición de gobierno.
En síntesis, el número
de ministerios aumentó de 20 a 22, con 13 de ellos encabezados por
hombres y nueve por mujeres, terminando así el primer gabinete
ministerial paritario de América Latina que Bachelet invistió el 11
de marzo de 2006, cuando reemplazó en la jefatura del Estado al también
socialista Ricardo Lagos.
Las primeras lecturas
de los analistas chilenos muestran precisamente a Lagos como uno de
los triunfadores del desenlace preliminar de la crisis del
Transantiago, que en las tres últimas semanas hizo bajar la proporción
de popularidad de Bachelet de 51 a 45 por ciento de acuerdo a sondeos
de opinión.
En una declaración a
la prensa en la noche del lunes, luego de anunciados los cambios
ministeriales que se materializaron este martes, la presidenta pidió
excusas a la ciudadanía, y en especial a la población más pobre de
Santiago, que ha sufrido las consecuencias de las fallas en la puesta
en marcha del nuevo sistema de transporte público.
Bachelet aludió a
los errores en el diseño del Transantiago, lo cual fue interpretado
por medios de comunicación como una crítica velada a Lagos, bajo
cuyo gobierno (2000–2006), se planificó el nuevo sistema, que
incluyó obras de infraestructura y renovación de autobuses a cargo
de empresas privadas centralizadas.
Germán Correa, un ex
ministro socialista que estuvo a cargo de la planificación inicial
del Transantiago, señaló el lunes, antes de que se anunciara el
ajuste ministerial, que Javier Etcheverry, ministro de Transportes de
Lagos, no solo modificó el diseño original sino que además se apoyó
en dos cuestionados empresarios transportistas.
Se trata de Demetrio
Marinakis y Manuel Navarrete, procesados bajo la gestión de Lagos por
promover huelgas contra el Transantiago y luego liberados de cargos
por el mismo gobierno y a quienes Etcheverry reivindicó para terminar
negociando con ellos, señaló Correa.
Navarrete fue acusado
en los últimos días de un boicot al nuevo sistema, al no aportar
todos los vehículos necesarios para cubrir la demanda del público,
lo cual creó una presión adicional sobre el metro (ferrocarril
subterráneo) cuyo servicio colapsó en varias líneas y estaciones
durante las tres últimas semanas.
El senador Adolfo
Zaldívar, ex presidente del PDC, emplazó el lunes a Lagos a
"asumir su responsabilidad" por la crisis del Transantiago,
tres días después de que el ex mandatario se desentendiera de las críticas
afirmando que correspondía al actual gobierno la implementación del
plan.
También los dos
partidos de la oposición de derecha, Renovación Nacional y Unión
Demócrata Independiente, endosaron las culpas tanto a Bachelet como a
Lagos, quien podría volver a postularse como candidato presidencial
en los comicios de diciembre de 2009.
A pesar de estos
intercambios de acusaciones, en el balance político del nuevo equipo
ministerial el ex presidente socialista se ve fortalecido con el
ingreso de Viera–Gallo en la Secretaría General de la Presidencia,
la cartera que se encarga de las relaciones con el Poder Legislativo.
Viera–Gallo es un
político moderado a quien se atribuye por vía familiar cercanía con
altos dirigentes de la UDI, lo que podría servir para rebajar la
presión que desde el parlamento ejerce este partido de derecha contra
Bachelet.
Tokman, el joven
economista nombrado en la cartera de Energía, es asimismo un
declarado partidario de Lagos y forma parte de Expansiva, una
organización no gubernamental que actúa como un centro de reflexión
vinculado al "laguismo" y que tiene su principal figura en
Andrés Velasco, el poderoso ministro de Hacienda.
Cortázar, un
economista democristiano que forma parte de los directorios de
empresas y universidades privadas, es visto también como un político
de perfil tradicional que desde el Ministerio de Transportes no solo
lidiará con los problemas del Transantiago sino que igualmente deberá
construir lazos con el empresariado.
De cualquier modo,
este cambio de ministros realizado por Bachelet es una vuelta de
tuerca. Para algunos es una muestra de realismo, que implica renunciar
a propuestas "voluntaristas" como la paridad de género,
mientras para otros es una rendición a esquemas tradicionales que
pone en duda la apuesta innovadora de su gestión.
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