La
opción etno–oligárquica (o “lo mismo, pero
más barato”)
Por
Mario Roberto Morales
La Insignia, abril 2007
Cuando
empecé a referirme a Rigoberta Menchú como empresaria farmacéutica,
su coro de ángeles "políticamente correctos" (PC)
chillaban: "¡Racismo, machismo! ¡Tirria y envidia de que una
mujer indígena sea una empresaria exitosa!"
El
pueril entusiasmo PC no vio nunca que Víctor González Torres,
propietario de las Farmacias Similares, de México, le había regalado
a Menchú diez o quince franquicias a cambio de que le prestara su
imagen para introducir su cadena de boticas a Guatemala, en donde
crece gracias al talento empresarial de González, autor del eslogan
que se refiere a los genéricos como "Lo mismo pero más
barato", pues Menchú se limita a usufructuar sus franquicias. ¿Empresaria
exitosa? Lo dudo.
Cuando
escribí que el ingreso de Menchú al mundo empresarial vino aparejado
de su integración a las argollas oligárquicas del Estado al ser
nombrada embajadora de buena voluntad del gobierno de Berger, sus
angelitos PC chillaron: "¡Racismo, machismo! ¡Tirria y envidia
de que una mujer indígena ejerza cargos de poder político!".
El
pueril entusiasmo PC no vio venir el rechazo frontal que la III Cumbre
continental de pueblos y nacionalidades indígenas hiciera a la petición
de apoyo a su candidatura presidencial. Por el contrario, los indígenas
del Abya Yala consideraron que Menchú representa posturas
neoliberales y que evitó asistir a su cumbre para no contrariar a la
oligarquía.
¿Quién
dijo que los indígenas son tontos? Quienes sí parecieran serlo son
los ladinos, gringos y europeos PC, que se tragan el anzuelo de la
victimización metódica porque su perfil culposo, atemorizado y
vergonzante se alivia con los simulacros de expiación que les ponen
en escena los colmilludos "de izquierda" que ofician con
Menchú las ceremonias "mayas" que hacen fluir la lluvia de
euros de la cooperación internacional.
Cuando
escribí que la oligarquía financiaba también a la oposición "étnica",
los menchúicos angelitos PC chillaron: "¡Racismo, machismo! ¡Morales
ve oligarquía hasta en la sopa!".
El
pueril entusiasmo PC no quiso ver que el coqueteo de Menchú con la
oligarquía, así como su manipulación del partido Encuentro por
Guatemala, respondía al plan de sus asesores (sin los que ella no da
un paso) de construir una agrupación política excluyentemente
"maya", no para tomar el poder sino para seguir haciendo
fluir los euros internacionales para financiar inagotables issues
culturalistas, como las divertidas indignaciones por peliculillas como
Apocalypto y otros "escándalos" etnocéntricamente
construidos, mientras los indígenas comunitarios siguen sumidos en la
miseria.
Cuando
escribí que los pactos ocurridos debajo de la mesa durante las
negociaciones de paz en 1996, se concretaron en hechos perpetrados
conjuntamente por militares y guerrilleros, como el secuestro de la señora
Novella, el asesinato de Gerardi, la neutralización política de la
URNG y la domesticación del movimiento "maya", los
angelitos PC chillaron: "¡Racismo, machismo, derechismo! ¡Morales
es de la G2, de la CIA, come niños con pan francés!".
El
pueril entusiasmo PC no pudo vislumbrar la conversión de un premio Nóbel
en una empresaria instant made, ni la de una colaboradora de la
guerrilla en un cuadro de la oligarquía local que declara en México
que su gobierno no será antineoliberal, y que navega con banderas PC
para legitimar a un Estado fascista ante la comunidad internacional.
La
disposición de la III Cumbre continental de pueblos y nacionalidades
indígenas puso al descubierto lo que Menchú representa en el
espectro electoral de Guatemala: una carta más de la derecha oligárquica.
La izquierda tiene ahora en ella a un adversario como lo tuvo en Arzú,
Berger y Portillo, quienes también navegaron con banderas PC.
Quizá
no todo esté perdido en Dinamarca, pero en Guatemala, y para estas
elecciones, sí que lo está, a menos de que ocurra un milagro político
de esos que sacuden la geografía, y que por fin "bajen los
indios (y los ladinos) del monte" para poner en su lugar a los
farsantes.
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