Según
los primeros datos un 78% estuvo a favor de una Asamblea de plenos
poderes
Aplastante
“Sí” por la Constituyente
Por
Mercedes López San Miguel
Página
12, 16/04/07
Una
mayoría de ecuatorianos decidió apoyar el cambio de la Constitución
liberal vigente para adaptarla al modelo socialista que impulsa Rafael
Correa. El mandatario ratificó que mantendrá la dolarización y
amenazó con expulsar al representante del Banco Mundial si se
comprueba “un chantaje”.
Los
ecuatorianos le dieron un contundente “Siiiií” al presidente
Rafael Correa para que se instale una Asamblea Constituyente de plenos
poderes que redacte una nueva Constitución. Según la única
encuestadora habilitada para difundir los resultados no oficiales –Cedatos/Gallup–,
el voto por el “Sí” superó los pronósticos: fue del 78,1 por
ciento frente al 11,5 por ciento por el “No” –los datos
oficiales se conocerán en cinco días–. “Todos somos
vencedores”, dijo anoche un exultante Correa al agradecer el masivo
respaldo.
El
mandatario socialista pasó el primer test de su gobierno, que ayer
cumplió tres meses y cuya continuidad peligraba si perdía la
consulta. La campaña oficialista se centró en su figura, que goza de
un 70 por ciento de popularidad, y la oposición lo tuvo a él de
blanco permanente. El analista político ecuatoriano José Luis Ortiz
explica a Página/12 por qué funcionó. “Correa generó un fuerte
discurso contra la mafia política y fue él en persona el gestor de
este proyecto constituyente.” Ortiz, profesor en el Area de Ciencia
Política en la Universidad de Guayaquil, advierte de los límites de
este proyecto. “Si este gobierno plantea una política sólo para
desarrollar a los sectores bajos y si no tiene un plan de reactivación
de la economía, no será suficiente para avanzar.”
El
gobierno ha anunciado –sin presentar un plan en concreto– lo que
pretende hacer durante un largo proceso que comenzó ayer. El
presidente prevé transformar la Constitución de 1991 para recortar
los poderes del Congreso de destituir mandatarios, despolitizar
tribunales y devolver al Estado un rol protagónico en la economía,
aunque sin estatizar los medios de producción. También ha planteado
“profundizar la propiedad de los recursos naturales” en un país
donde operan multinacionales petroleras. Dentro de sus expectativas
sobre la Constituyente, Correa, que es economista, ratificó ayer la
continuidad de la dolarización. Declaró anoche que “se mantendrá
la dolarización en estos cuatro años de gobierno”, pero “también
se crearán las bases para salir de la falta de moneda propia”.
Ecuador está dolarizado desde el año 2000 y la campaña de los
opositores a la Asamblea tuvo como uno de sus ejes la supuesta intención
del gobernante de eliminar el uso de esa moneda. Otros puntos que le
cuestionaron fueron su alianza con Hugo Chávez y que la Asamblea
tenga la facultad de disolver el Congreso.
En
la conferencia, el mandatario amenazó con expulsar al representante
del Banco Mundial en Ecuador, Eduardo Somensatto, si comprueba un caso
de supuesto chantaje del organismo para entregar un crédito que ya
había sido aprobado. “Seguimos investigando el porqué, cuando yo
era ministro de Economía, a mediados de 2005, como un chantaje por
haber reformado la ley del Feirep (un fondo petrolero), nos retuvieron
100 millones que ya nos habían otorgado” los del Banco Mundial,
aseguró Correa. “Expulsaremos al representante del Banco Mundial
del país, porque nosotros no vamos a aceptar chantajes de nadie”,
remató el jefe del Estado.
Asimismo,
el gobierno descartó ayer una persecución contra los 57 diputados
opositores destituidos por el tribunal electoral el pasado 7 de marzo
por obstaculizar la consulta antes de instalar la Constituyente.
“Como gobierno garantizamos que, aunque ellos no tengan derechos políticos,
podrán realizar sus actividades normalmente. Nosotros no queremos
perseguir a ningún ciudadano”, señaló el ministro de Gobierno,
Gustavo Larrea.
Tras
conocer la amplia victoria del oficialismo, la oposición ecuatoriana
manifestó su preocupación por la democracia y la economía de
Ecuador. “Apenas han pasado tres meses de gobierno y la economía
ecuatoriana va a estar catalogada por todos los organismos
internacionales como la de peor desempeño en América latina”,
sostuvo el ex mandatario Osvaldo Hurtado (1981–84), líder de la Unión
Demócrata Cristiana (UDC, derecha). En contraste, el ex gobernante
Lucio Gutiérrez, derrocado en 2005 tras una revuelta popular y
dirigente de Sociedad Patriótica, mostró optimismo. Señaló que la
victoria “es un mensaje claro de que el pueblo ecuatoriano ha pedido
que se vaya este Congreso espurio que obedece las órdenes directas
del presidente Correa”. A su vez, Gutiérrez pidió la restitución
de sus derechos políticos para participar como candidato a la
Asamblea y evitar que sea dominada por el oficialismo.
Ayer
quedó evidenciado que es posible otro escenario político para este
país andino, no exento de dificultades y resistencias. La próxima
pugna entre el Ejecutivo y la oposición será en 150 días o más,
con el llamado a las urnas para elegir a los 130 asambleístas.
La
victoria del oficialismo con el 81% fue más aplastante que la dada en
sondeos de boca de urna
Ganó
Correa y descartó hacer alianzas
Por
María Laura Carpineta
Página
12, 17/04/07
El
mandatario de Ecuador dijo que “ojalá una fuerza patriótica domine
esta Asamblea sin necesidad de hacer pactos para llevar adelante las
reformas” que necesita el país. El pueblo ecuatoriano dio un amplio
respaldo (81 %) a la instalación de una Constituyente.
En
Ecuador no hay ni tiempo para festejar. A sólo horas de que el
Tribunal Supremo Electoral confirmara ayer el triunfo rotundo del Sí
a la Asamblea Constituyente –81,6 por ciento de los votos, con más
del 91 por ciento escrutado–, los principales dirigentes políticos
del país ya estaban pensando en alianzas, candidatos y programas políticos.
Tanto el gobierno y sus aliados como la oposición no quieren perder
ni un momento. Los primeros buscan capitalizar la victoria del domingo
y los últimos reorganizarse para ganar el terreno que desde la asunción
del presidente Rafael Correa, en enero pasado, vienen perdiendo. Todavía
no hay una fecha oficial, pero las listas de candidatos deberán estar
listas para fines de mes o principios del próximo.
Fortalecido
por el resultado de la consulta popular, Correa ya adelantó que no
hará alianzas con otros partidos para la Constituyente. “Ojalá una
fuerza patriótica domine esta Asamblea para poder hacer, sin
necesidad de pactos y alianzas, las profundas reformas que requiere el
país”, aseguró el mandatario. Más tarde, el ministro de Gobierno,
Gustavo Larrea, fue aún más explícito. “Nosotros lo que llamamos
es a una concertación con la ciudadanía, no con los partidos”, señaló.
Fuentes del gobierno le dijeron a Página/12 que Alianza País, la
coalición gubernamental, podría acercarse a movimientos sociales y a
partidos políticos, pero sólo a nivel provincial. La idea del
presidente es formar alianzas puntuales para promocionar a ciertos
candidatos en cada provincia, aseguraron.
El
líder de la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (Conaie),
Luis Macas, se mostró escéptico de que las declaraciones del
presidente y del ministro estuvieran dirigidas también a ellos, un
movimiento de proyección nacional. “Nosotros tenemos la voluntad
política para ir todos juntos. La alianza debe ser amplia.
Movimientos sociales y fuerzas políticas, incluida Alianza País, que
compartan nuestros mismos objetivos: en lo económico, la
nacionalización de los recursos naturales; en lo político, la
participación de la ciudadanía, y en lo social, la recomposición
del tejido social, que fue destruido por el modelo neoliberal”,
explicó en diálogo telefónico con este diario. Aunque Macas
reconoció que todavía no empezaron a hablar con el gobierno, se
mostró optimista. “Estamos viviendo un momento único y tenemos una
necesidad histórica de ir unidos”, señaló el dirigente de la
Conaie, uno de los principales aliados del gobierno y el primer
promotor de la Constituyente, a principio de los noventa.
Los
que sí quedaron claramente excluidos fueron los partidos
tradicionales del centroderecha. “Con el referéndum se redujo el
espacio de la oposición. Se cierra el espacio para tener un debate más
abierto, pluralista, de los contenidos de la reforma constitucional.
Lo de domingo fue un triunfo demasiado aplastante para que el gobierno
piense en conciliar o abrir el diálogo con la oposición”, explicó
a este diario el analista de Flacso en Ecuador, Felipe Burbano.
La
oposición parece haber interpretado la situación igual que Burbano
porque ayer, en vez de tratar de acercarse al vencedor, se
distanciaron aún más de él. “Nosotros nos hemos puesto a trabajar
para ganar la próxima Asamblea Constituyente. Esa será la batalla
final”, aseguró el ex presidente destituido Lucio Gutiérrez, líder
del Partido Sociedad Patriótica. Ni Gutiérrez ni ninguno de los
dirigentes opositores hablaron del resultado del domingo en términos
de derrota. “El resultado fue producto de una corriente ciudadana
que se expresó por un cambio. Nosotros también somos partidarios de
un cambio”, explicó el presidente del Partido Social Cristiano
(PSC), Pascual del Chopo. E inmediatamente agregó: “Pero queremos
un cambio mucho más positivo. Queremos una reforma de la seguridad
social y una flexibilización total de la relación entre el empleador
y el trabajador”.
Del
Chopo adelantó que el PSC, la fuerza liderada por el ex presidente León
Febres Cordero y el alcalde de la rica ciudad portuaria de Guayaquil,
Jaime Nebot, intentará aliarse con el Prian del magnate Alvaro Noboa.
“Nos unificaremos porque hoy tenemos una misma posición. Creemos
que el país y sus libertades están amenazados”, aseguró el
dirigente, en referencia al temor de los sectores empresariales y más
conservadores de que Correa importe el modelo económico, social y político
venezolano a Ecuador.
Para
la oposición ecuatoriana, el 81 por ciento que votó por el Sí no
votó por el gobierno. “Es verdad que había muchas fuerzas detrás
del Sí. Muchos partidos estuvieron apoyando la convocatoria, aunque
no de una manera tan abierta como el gobierno”, explicó Burbano.
“Pero de ninguna manera se puede obviar que fue un triunfo
aplastante del oficialismo, que reorganizó la escena política
ecuatoriana, confirmando el dominio de Correa”, agregó el analista.
Para
empezar a gobernar
Por
Gabriel Puricelli (*)
Página
12, 16/04/07
La
esperada aprobación de la convocatoria a una Asamblea Constituyente
en la consulta popular al pueblo ecuatoriano constituye no sólo la
puesta en práctica de una promesa de campaña del presidente Rafael
Correa, sino una estación necesaria hacia la legitimación plena de
su Alianza PAIS (Patria Altiva i Soberana) como partido de gobierno.
La coalición política en el poder (con la solitaria excepción del
Partido Socialista, que cuenta con un único legislador) no presentó
candidatos al Congreso en las elecciones generales en las que obtuvo
la presidencia, como un modo radical de señalar las limitaciones del
régimen político imperante para implementar la plataforma
posneoliberal con la que Correa fue elegido en octubre de 2006. Se
arriesgó así al bloqueo institucional que la derecha parlamentaria
de hecho intentó, con el paradójico efecto de subrayar la inadecuación
que Correa denunciara.
Si
las cifras de las encuestas a boca de urna se confirman al final del
escrutinio, Correa habrá no sólo acrecentado el apoyo electoral
obtenido por él mismo, sino que habrá superado la suma de los votos
de lo que hoy es su base aliada, que abarca a los partidos
progresistas que apoyaron la candidatura presidencial de León Roldós,
a los indigenistas de Pachakutik y a la izquierda tradicional. El
impulso de esta campaña le ha permitido a Correa no sólo empequeñecer
a su predecesor democristiano Osvaldo Hurtado, que encabezó a las
derrotadas fuerzas del “No”, sino provocar fracturas en la
derecha, uno de cuyos más significativos referentes, el alcalde de
Guayaquil Jaime Nebot, se pronunció por el “Sí”.
Mientras
sus opositores (reclutados muchos que han detentado el gobierno y
quienes representan a los poderes fuertes del país) oscilan entre
acusar a Correa de querer gobernar a golpes de plebiscito y de querer
implantar una lisa y llana dictadura, las definiciones del propio
presidente ecuatoriano respecto de los objetivos que persigue con la
reforma constitucional no parecen ser tan radicales. Durante la campaña
presidencial éste indicó que aspiraba a una norma basada en la
participación de la ciudadanía, que contemple mecanismos
revocatorios de los mandatos electivos y que dote de mayor
transparencia a la administración pública. Para terminar con lo que
Correa llama el “Estado corporativo”, se propone introducir una
medida de meritocracia en instancias estatales clave como el Tribunal
Constitucional, Petroecuador, el Tribunal Supremo Electoral y otros
organismos.
En
realidad, la primera preocupación de Correa desde que lanzó su
candidatura presidencial parece haber sido evitar el destino de
mandato incompleto que le estuvo reservado a la mayoría de sus
predecesores en la última década, la de mayor inestabilidad
institucional desde la recuperación de la democracia, en 1979. Para
ello, era indispensable eludir la trampa que implica la elección del
Congreso simultánea con la primera vuelta de las presidenciales:
habitualmente cada partido obtiene en ella un porcentaje de
legisladores parecido al del correspondiente candidato presidencial,
dejándolo sin mayoría y a merced de un Legislativo a la vez
fragmentado y díscolo, con el cual los presidentes, surgidos de la
voluntad de una mayoría ciudadana en la segunda vuelta, deben
negociar interminablemente.
En
este esquema, será sólo al culminar el proceso constituyente que los
ciudadanos ecuatorianos decidieron poner en marcha ayer, que Correa
podrá encarar su obra de gobierno con todos los resortes necesarios a
su disposición. Mientras tanto, deberá seguir caminando sobre una
cuerda floja debajo de la cual acechan tanto intereses corporativos
insaciables, como una opinión pública volátil y un pueblo al que la
nunca cumplida promesa del desarrollo ha empujado (amén de provocar
un exilio económico de millones) a un estado de ánimo propenso a
devorarse rápidamente a los presidentes que elige. Cuenta a su favor
no sólo con el resultado de ayer, sino con la inteligencia que le ha
permitido desmentir a los oráculos que lo imaginaban títere de un
caricaturizado Hugo Chávez y lo ha erigido en un valorado par de los
otros presidentes sudamericanos que (con contradicciones y
restricciones parecidas a las que afronta Correa) intentan un camino
que se aleja del derrotero del Consenso de Washington.
(*)
Coordinador, Programa de Política Internacional, Laboratorio de Políticas
Públicas.
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