La
tarea del momento: unificar las luchas contra
el gobierno
Por
Carlos Amaya
El
Trabajador Nº 63, Honduras, junio de 2007
Las
ilusiones en el gobierno de Mel Zelaya están llegando a su fin.
Trabajadores, campesinos y sectores populares han impulsado luchas por
sus propias reivindicaciones pero de manera aislada; ha faltado la
solidaridad y la centralización de sus luchas para tener mayor
posibilidad de éxito.
Es
responsabilidad de las dirigencias y en particular de la Coordinadora
Nacional de Resistencia Popular revertir esta situación retomando el
camino de luchas y la democracia interna de los años anteriores.
Conciliación
de clases y derrota de las luchas a inicios de los 90
El
proceso de luchas contra las políticas neoliberales impulsadas por
los gobiernos liberales y nacionalistas a inicios de la década de los
noventa se caracterizó por el aislamiento de las mismas, la falta de
solidaridad del movimiento popular y el acomodamiento de las
dirigencias que buscaron el camino del pacto, de la conciliación con
los gobiernos de turno y no el de la lucha unitaria, independiente y
democrática.
Los
partidos de izquierda se habían auto disuelto o habían desaparecido,
con la sola excepción del Partido de los Trabajadores.
El
naciente Partido Unificación Democrática, dirigido por García España,
el Dr. Fajardo y el Abogado Jiménez, se apartaba de las luchas
cotidianas del pueblo hondureño convirtiéndose en un partido
electoral más. Los dirigentes de las tres centrales y de las
federaciones obreras habían entrado de lleno a la política de la
concertación y conciliación de clases, llegando incluso a traicionar
huelgas como la del STENEE y el SITRATERCO, dejando desprotegidos a
los trabajadores que luchaban contra el neoliberalismo o aceptando la
“modernización agrícola” que enterró la reforma agraria. La máxima
expresión de esas traiciones fue la llamada Plataforma de Lucha,
que utilizó la necesidad de unidad del movimiento popular para
impulsar una de las políticas de conciliación de clases más
descarada y nefasta de nuestra historia, dando pie al triunfo del
neoliberalismo en Honduras.
Solidaridad
y búsqueda de coordinación a fines de los 90
La
lucha de Tacamiche entre los años 1995 y 1996 fue el primer intento
de unir las luchas mediante la solidaridad nacional.
Sin
embargo, este esfuerzo no logró concretarse y junto con la represión
desatada por el gobierno liberal de Carlos R. Reina y el Coronel
Urtecho, las luchas continuaron aisladas y los dirigentes nacionales
del movimiento sindical y campesino concertando.
Tanta
derrota y tantas traiciones, junto con la necesidad de luchar,
provocaron el surgimiento de organizaciones unitarias defensivas de
carácter local o regional.
El
Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras,
COPINH, en Intibucá; la Coordinadora de Acción Popular, CAP, en El
Progreso; la Coordinadora de Organizaciones Populares del Aguan, COPA;
la Coordinadora de Organizaciones de Yoro, mostraron nuevas
dirigencias comprometidas con la lucha, con un fuerte espíritu
unitario y democrático, única forma de defenderse frente a las políticas
neoliberales y represivas de los gobiernos de turno.
Sin
embargo, estas organizaciones no lograron una coordinación auténticamente
nacional, debido a sus propias limitaciones, pero sobre todo debido al
viejo centralismo de los dirigentes de la capital de la República que
limitaron la lucha unitaria a un acuerdo entre la FUTH, dirigida por
Oscar Rodríguez y la FECESITLIH, dirigida por Altagracia Fuentes,
quien poco tiempo después traicionaba esta alianza.
La
Coordinadora Nacional de Resistencia Popular del siglo XXI
El
verdadero salto en las luchas de resistencia popular se da a partir
del año 2002-2003, cuando las organizaciones del interior del país
con sus propios dirigentes irrumpen en Tegucigalpa, rompiendo con la
política de concertación y negociación de las viejas dirigencias,
forjando una nueva organización unitaria con una conducción de carácter
nacional, democrática y para la lucha.
La
lucha frontal contra la aprobación de la ley marco del agua potable
iniciada por las organizaciones populares de El Progreso al abandonar
la política de negociación basada en los conceptos de “incidencia
y consenso” a partir de reformas parciales (muy a la medida de
dirigentes incapaces de luchar) generó las más grandes, nacionales,
unitarias y democráticas jornadas de lucha de Honduras: el 26 de
agosto del 2003, con la toma de Tegucigalpa; y la movilización
magisterial con apoyo militante de la Coordinadora del año 2004 que
puso en jaque al gobierno nacionalista de Ricardo Maduro.
El
enorme éxito de la CNRP se basó en tres aspectos centrales:
1.
Democracia Interna: a
diferencia de otros procesos unitarios que fueron verticalistas o de cúpula,
la CNRP, se asentó sobre asambleas democráticas nacionales: los CONVERSATORIOS,
donde las dirigencias de las organizaciones regionales y de base,
debaten y deciden democráticamente sobre los contenidos, los métodos
de lucha y las actividades a realizar, siendo la conducción una
facilitadora y ejecutora de las decisiones de la base.
2.
Independencia política:
la CNRP tomó sus propias decisiones,
las convirtió en planteamientos y buscó la unidad con otros
sectores. Un claro ejemplo fue la jornada del 26 de agosto en donde
hubo unidad de acción con sindicatos y las propias centrales
alrededor de los cuatro puntos levantados por la Coordinadora.
3.
Lucha unitaria:
Todo el esfuerzo de la Coordinadora iba
dirigido a unir luchas, a impulsar la solidaridad entre sus miembros,
y a levantar planteamientos unificadores con los sectores en lucha,
contrario a la política de conciliación de los noventa que buscaba
unificar alrededor de cualquier punto pero no en la lucha concreta y
cotidiana.
Con
estos pilares fundamentales la CNRP se convirtió en la referencia
obligada de todos los que emprendían una lucha: trabajadores,
campesinos, pobladores, ambientalistas, estudiantes.
Muchos
de sus dirigentes, salidos del interior del país, alcanzaron
notoriedad nacional. Sus luchas al convertirse en nacionales empezaron
a adquirir un carácter eminentemente político: la lucha por el agua,
la huelga docente, plantearon la necesidad de una respuesta más allá
de lo gremial. Y como todo lo que no avanza retrocede, la CNRP al no
lograr articular una salida política unitaria nacional de cara al
procese electoral del 2005, empezó a retroceder.
Se
fue perdiendo la capacidad de lucha y el poder de convocatoria.
Regiones y organizaciones se apartaron. Los conversatorios perdieron
su carácter deliberativo para convertirse en espacios de
“autoagitación” y caja de resonancia de una conducción cada vez
más convencida que para no “debilitar” la Coordinadora, hay que
lograr consenso entre los dirigentes fuera de los Conversatorios
convirtiéndose en una “dirección tira línea”.
Al
mismo tiempo, alianzas poco felices con ONG’s debilitaron la
independencia del movimiento.
Recuperar
la democracia y la independencia para la lucha unitaria
El
gobierno de Mel Zelaya se debilita producto de sus propias
contradicciones internas y de la incapacidad de la burguesía hondureña
de levantar y defender un proyecto nacional frente a la voracidad
imperialista. En lo económico, crece el déficit comercial debido a
la aplicación del TLC; y la corrupción acaba con la demagógica política
de “estrategia para la reducción de la pobreza”.
En
estas condiciones es fundamental relanzar la Coordinadora Nacional de
Resistencia Popular, recuperando la democracia interna, la lucha
unitaria y la independencia política.
•
Democracia interna significa un
amplio y transparente debate entre todas las organizaciones de base y
regionales que conforman la CNRP a través de los CONVERSATORIOS,
cumpliendo los acuerdos votados, evaluando las actividades realizadas
y señalando los errores cometidos para superarlos.
•
Lucha unitaria significa el
apoyo a quienes luchan, empezando por los trabajadores que este año
han estado a la vanguardia de las luchas y no han recibido el apoyo
necesario, a los maestros que en los últimos tres gobiernos han
resistido los intentos de destruir el gremio más fuerte del país. A
los estudiantes que exigen educación pública y gratuita en los tres
niveles educativos.
•
Independencia política,
significa hoy más que nunca, dar la espalda a los cantos de sirena
del gobierno de Mel, y sus poses seudo populistas de izquierda.
Rechazar
y denunciar cualquier intento de alianza o acuerdo con sectores del
gobierno o de la oposición burguesa como una traición al proceso de
lucha de nuestro pueblo y a los esfuerzos unitarios.
Por
otro 26 de agosto
Sobre
las bases anteriores el próximo 27 y 28 de agosto deberá dar inicio
a un nuevo proceso de lucha unitaria para lo cual es fundamental que
cada región incorporada a la CNRP discuta:
1.
El pliego de demandas unitario de la CNRP y levante sus propias
reivindicaciones regionales; y
2.
Discuta y apruebe el plan de movilización regional para dos días de
acuerdo a sus posibilidades y tratando de incorporar otros sectores.
El
objetivo central debe ser unificar y fortalecer procesos de lucha y no
actos espectaculares y vanguardistas de corto alcance.
Un
debate importante
Mel
Zelaya: ¿populista de izquierda?
Un
importante debate se está abriendo en la izquierda hondureña y los
sectores progresistas y democráticos, tanto políticos como
gremiales, a propósito de la caracterización del gobierno de Mel
Zelaya.
De
un lado, algunos dirigentes políticos, sostienen que Mel es un
“gobierno en disputa“ sometido a presiones de diverso signo y que
necesita del apoyo de la izquierda y los sectores populares en su
“enfrentamiento” a los grupos de poder oligárquico.
De
otro, alguna dirigencia gremial y de ONG’s, siembra esperanzas
“consensuando” leyes con el Poder Ejecutivo sobre
telecomunicaciones, entrega de tierra a los campesinos, los bosques,
la minería e incluso la ley general de aguas.
De
tal palo tal astilla
Mel
es el resultado de una frágil alianza de las diversas corrientes del
Partido Liberal que van desde sectores de clase media hasta grandes
empresarios y socios de transnacionales, con un plan de gobierno muy
preciso: recuperar la “gobernabilidad” seriamente comprometida en
el gobierno nacionalista de Maduro, desmovilizando al movimiento de
masas mediante la política de “participación ciudadana” para
implementar el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos tal cual
lo exige el gobierno norteamericano.
A
partir de esta política general en la cual no hay contradicciones, se
dan las pugnas por lograr una mejor ubicación en la distribución de
las migajas del pastel. Pugnas que van desde diferencias de opinión
hasta enfrentamientos más o menos públicos y duros para llegar al
poder del estado y desde allí enriquecerse junto al imperialismo y no
contra él.
Para
muestra... muchos botones
Los
diputados melistas votaron a favor del TLC después de haber insinuado
su rechazo al mismo. La licitación de combustibles en caso de
aplicarse beneficiará a una nueva transnacional. El manejo de la
energía eléctrica incorpora nuevos actores como los militares pero
no termina con los privilegios de las térmicas y de SEMEH. En los
bosques, minería y asuntos agrarios no se ha emitido nada favorable
al pueblo hondureño. La municipalización del agua potable avanza
aceleradamente en beneficio de las transnacionales del agua.
Por
si no están convencidos aún, allí están los maestros, los
pobladores de Santa Bárbara, los vendedores ambulantes, los taxistas,
los estudiantes, los campesinos, todos garroteados y reprimidos por
igual por el gobierno de Mel por exigir se cumplan sus derechos.
Allí
están los crímenes impunes como el de Edickson Lemus, los
ambientalistas de Olancho y los pobladores de San Juan Tela.
No
nos engañemos Zelaya, Rosenthal, Facussé y Micheletti son diferentes
rostros para una misma política burguesa proimperialista de la cual
el pueblo hondureño no puede esperar nada.
El
Partido de los Trabajadores, llama a los trabajadores del campo y la
ciudad y a los activistas de izquierda a mantener y profundizar “el
enfrentamiento y desenmascaramiento del carácter burgués y rapáz
del actual gobierno” como una de las actividades centrales en la
lucha reivindicativa popular en la perspectiva de la lucha por el
poder político.
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