Nicaragua

 

La ideología del pacto sandinista-liberal

Por Sebastián Cavaría Domínguez
El Socialista Centroamericano Nº 65, junio de 2007

El sociólogo Orlando Núñez ha sido toda su vida un destacado militante sandinista. Siempre se ha ufanado de pertenecer al ala izquierda de dicho partido. Durante la revolución (1979-1990) fue director del Centro de Investigaciones y Estudios de la Reforma Agraria (CIERA), bajo la conducción del comandante Jaime Wheloock Roman, ministro de reforma agraria. Después de 1990, fundo el Centro para la Promoción, Investigación y el desarrollo Rural y Social (CIPRES), desde el cual ha defendido las banderas autogestionarias, el cooperativismo, y el desarrollo de los organismos de la sociedad civil.

Contra el pacto

A finales de 1998, siendo presidente Arnoldo Alemán, el FSLN realizó un acercamiento con el PLC que terminó en el pacto que hizo posible las reformas constitucionales del año 2000. Durante el Congreso del FSLN en el año 1998, Orlando Núñez formó parte del ala izquierda junto a Mónica Baltodano y William Grigsby, Julio López Campos, Ruth Selma Herrera y Carlos Fonseca Terán.

En esa época, Núñez criticó duramente a la burguesía sandinista: “estoy en contra que el Frente Sandinista adquiera la identidad de un partido de la burguesía sandinista y que la Dirección Nacional sea un simple comité de gestión, me parece una vergüenza, incluso, que el comandante Ortega que es un símbolo mundial de la izquierda revolucionaria aparezca en sus últimos años como quien instauró a una Dirección para conducir los negocios de la burguesía sandinista”. (Programa Sin Fronteras, de Radio La Primerísima).

La disidente Mónica Baltodano narra cómo durante el Congreso de 1998 “Daniel Ortega selló su viraje hacia la derecha dando todo su respaldo a la corriente del FSLN denominada ‘Bloque de Empresarios Sandinistas’ e incrementando sustantivamente las cuotas de poder que ya tenían al interior del FSLN. (…) A partir de ese año se inicia un proceso de transacción con este corrupto gobernante y con su Partido Liberal Constitucionalista (PLC). El proceso concluyó con un pacto entre las cúpulas políticas del FSLN y del PLC, que desembocó en una nueva y antidemocrática Ley Electoral y en Reformas a la Constitución para aumentar los altos cargos del Estado, repartidos por Alemán y Ortega entre sus allegados”. (Monica Baltodano, 26 de Junio 2006)

En esa oportunidad, Orlando Núñez también criticó el pacto entre Ortega y Alemán. En una entrevista expresó “que la ambigüedad del Frente es la ambigüedad de Daniel. Un día asume una posición radical públicamente, pero internamente mantiene su posición de amarrarse con el gobierno (…) Mientras más se deteriora el partido liberal, y vos mantenés una política de pacto, más se deteriora el FSLN”.(Nuevo Diario 8/05/1999).

Y llegó al extremo de comparar a Daniel Ortega con el general Emiliano Chamorro, artífice del primer pacto con Anastasio Somoza García: “Es mucho peor, porque Emiliano Chamorro nunca se presentó como un partido revolucionario, los pactos anteriores son pactos al interior de la clase dominante, no son cuestionables para mí pactos al interior de esa clase. El problema de ahora es que supuestamente el FSLN no es parte de la clase dominante. Supuestamente es un partido revolucionario, por eso es más grave lo que está pasando ahora que en toda la historia de Nicaragua. El problema ahora es que si vos pactás con el gobierno estás hundiendo a un partido revolucionario, transformándolo en un partido de la clase dominante y eso es lo que nos preocupa a los sandinistas, que estamos viendo que no hay diferencia entre los líderes sandinistas y los líderes liberales en cuanto a las posiciones de clase”. (Ibíd.)

En realidad, al estudiar los documentos históricos, el lector se sorprenderá por la dureza y contundencia de las críticas al pacto del FSLN-PLC.

La oligarquía

En marzo del año 2005, cuando el enfrentamiento entre el gobierno de Enrique Bolaños, por un lado, y las fuerzas del pacto FSLN-PLC, por el otro, estaba en su mayor apogeo, en una serie de artículos publicados en la pagina de opinión de El Nuevo Diario, Orlando Núñez dio un profundo viraje hacia la derecha, abandonado sus tradicionales posiciones de izquierda.

En esos artículos justificó el pacto FSLN-PLC como una necesidad para enfrentar a la oligarquía conservadora, origen de todos los males que padece Nicaragua. Fue el momento en que el gobierno norteamericano criticó a Alemán, por lo tanto las fuerzas que estaban contra el imperialismo debían unirse en un proyecto nacional. Producto de esas reflexiones, Núñez escribió el libro La Oligarquía (CIPRES, Managua, 2006) en donde desarrolló una interesante teoría sobre las raíces sociales y políticas del pacto Ortega-Alemán contra la oligarquía, que terminaron expresando una nostalgia por el régimen somocista.

Núñez Soto afirmó que “Somoza García subordina a la oligarquía conservadora, entregándoles prácticamente una especie de renta política, consistente en un 40% de los puestos públicos, esforzándose luego por integrar a la pequeña, mediana y gran burguesía a un esquema de capitalismo nacional.

“Con Anastasio Somoza García, puede decirse que nace el estado nacional nicaragüense. Se terminan los conflictos armados entre grupos o caudillos locales, instaurándose un único ejército nacional, apoyado y apoyando al gobierno de los Estados Unidos (...)

“La oligarquía conservadora adversó a Somoza, no solamente por su forma dictatorial de gobernar, sino por que representaba la modernización del capitalismo nacional (...) Efectivamente, con el fin de la dinastía somocista en las postrimerías de los años 70 muere el principal esfuerzo del capitalismo nacional; a partir de entonces, habrá capitalistas locales, pero no capitalismo nacional” (páginas 113, 119 y 167)

Estas citas reflejan una profunda revisión de la historia y, además, implica una profunda revisión de las posiciones que durante mucho tiempo sostuvo el FSLN. Somoza nunca representó al capitalismo nacional sino más bien fue la punta de lanza de la penetración imperialista en Nicaragua, el régimen somocista significó la sumisión al imperialismo norteamericano.

¿Fue acaso el general Sandino un “caudillo local”? El asesinato de Sandino y el aplastamiento de la guerrilla campesina que le apoyó fue una de las tragedias más grandes que le han ocurrido a Nicaragua, por que sobre su cadáver se erigió el oprobioso y sanguinario régimen somocista.

A favor del pacto

Orlando Núñez ha abandonado su tradicional posición de izquierda, y ahora es uno de los principales asesores del gobierno de Daniel Ortega.

Recientemente, en un programa televisivo del canal 12, Núñez reconoció que en Nicaragua “no se puede gobernar si no es en alianza entre los sandinistas y los liberales (…) Lo digo y lo repito, llevo cinco años diciéndolo (…) esa es mi posición, yo fui el único que defendió el pacto públicamente, porque creo que sin alianzas no hay gobernabilidad en un país y Nicaragua lleva 500 años siendo dividido por las metrópolis, la española y la norteamericana (…) si aquí las fuerzas principales son liberales y sandinistas, tenemos que gobernar juntos, como en Francia, en donde la cohabitación es lo único que salvó a Francia de estarse matando (…) si en el Parlamento no hay alianzas entre sandinistas y liberales, se paraliza este país (…) Nicaragua no puede seguir polarizada, hay que paralizar la polarización y los medios deben contribuir a ello” (Informe Pastran 30/05/07)

Los comentarios sobran. Orlando Núñez se ha convertido, sin lugar a dudas, en el más prominente ideólogo del pacto FSLNPLC.

Sin el menor rubor expone lo que ya esta ocurriendo en la práctica: el cogobierno entre el FSLN y el PLC, ahora los liberales son la oposición. Desde el año 2000, ambos partidos se han repartido el control de las instituciones en una proporción del 50% cada uno, aunque estos porcentajes pueden varias dependiendo de la situación concreta.

¿Y el pueblo que?

La palabra “pacto” está muy desprestigiada y satanizada. El problema es que el pacto entre las cúpulas no toma en cuenta el sentir o la voluntad del pueblo, sino que pasa por encima de ella.

Es hora de luchar por la convocatoria de una Asamblea Constituyente, libre y soberana que reorganice el país, que permita al pueblo decidir democráticamente el sistema económico, el régimen político y la forma de Estado. Solo así podremos acabar con la extrema pobreza, el hambre, el desempleo y el analfabetismo.