Autocrítica
de Cuba
Por
Fidel Castro Ruz
Prensa Latina / Visiones Alternativas, 10/07/07
"En Cuba se
alivió el periodo especial; pero el mundo ha caído en periodo muy
especial, que está por ver cómo sale de él. Despilfarramos miles de
millones de dólares en combustible. No solo como gastadores de
oficio, que es una tendencia natural, sino también por la necesidad
de cambiar decenas de miles de antiguos motores soviéticos, de una época
en que les sobraba la gasolina, por motores chinos muy ahorrativos con
razonables facilidades de pago. Este programa se ha retrasado."
La Dirección
Nacional de la UJC acordó informar la siguiente medida cuando concluía
su aplicación: "El pasado sábado 7 de julio, el Buró Nacional
de la Juventud Comunista decidió ajustar el plan de fuerzas a
movilizar por las Brigadas Estudiantiles de Trabajo, bajo el principio
de emplear a los estudiantes en tareas de orden social y recreativo,
en número ajustado al mínimo necesario y en sus municipios de
residencia, para evitar la transportación.
"Tal decisión
fue discutida el propio día con el Estado Mayor Nacional de las BET,
conformado por las organizaciones estudiantiles y los organismos de la
Administración Central del Estado, y también con las direcciones de
la Juventud Comunista en todas las provincias.
"Se hizo énfasis
en la idea de un uso más racional de la fuerza a movilizar, el ahorro
de recursos materiales, fundamentalmente combustible, y el propósito
de que los estudiantes utilicen el tiempo en afianzar conocimientos,
incorporar hábitos de lectura y debatir sobre temas de suma
importancia.
"Como resultado
de las decisiones adoptadas, se moverán solo 200 000 estudiantes en
julio y agosto, de los 600 000 planificados inicialmente. No se
efectuarán movilizaciones hacia campamentos agrícolas o escuelas en
el campo cuya ubicación implica el uso de transporte y otros
aseguramientos logísticos.
"La convocatoria
se hará este año por solo 7 días en labores relacionadas con tareas
de la Revolución Energética, junto a los trabajadores sociales,
tales como capacitación de la comunidad para una mejor cultura del
ahorro, entrega de equipos electrodomésticos pendientes de distribuir
y visitas a un número de núcleos familiares que, habiéndolos
recibido y asumido las obligaciones pertinentes, no han cumplimentado
el pago.
"También estarán
presentes en la lucha antivectorial, a fin de que no se introduzca de
nuevo el dengue, y en la atención primaria y secundaria de salud,
apoyando a policlínicos y hospitales.
"La promoción
de actividades culturales, recreativas y deportivas en las comunidades
será otra de las tareas que acometerán los participantes en las
Brigadas Estudiantiles de Trabajo.
"La UJC promoverá
entre los movilizados y el resto de los jóvenes el estudio y el
debate."
No puedo menos que
felicitar a la Dirección Nacional de la Unión de Jóvenes
Comunistas, y también a los responsables de los departamentos de
Organización e Ideológico del Partido que fueron consultados por la
misma y apoyaron sin vacilar esta medida.
El trabajo físico no
genera por sí mismo una conciencia. Cada trabajador es diferente. Su
temperamento, su organismo, sus nervios, el tipo de trabajo que
realiza, el rigor de este, las condiciones en que invierte su fuerza
—bajo el sol ardiente o en área climatizada—, si es a destajo o
remunerado por un sueldo, si tiene hábitos de disciplina o no, si
dispone de todas sus facultades mentales o padece de alguna
discapacidad, escuelas en que estudió, maestros que tuvo, si es
profesional o no la actividad a realizar, si el trabajador es de
origen campesino o urbano. Algo muy importante: si maneja o distribuye
bienes o servicios de cualquier tipo, quiénes son sus jefes, qué
imagen proyectan, cómo hablan, cómo miran. Podría llenar páginas
hablando de las diferencias individuales de cada trabajador. Por ello,
lo que más requiere el ciudadano de nuestro país son los
conocimientos, si se desea crear una conciencia.
El precepto martiano
sobre la importancia de vincular el estudio y el trabajo en la formación
del hombre, nos llevó en el pasado a promover la participación de
los estudiantes universitarios e incluso alumnos de nivel medio
superior en el trabajo físico. Ello fue, en primer lugar, una
necesidad insoslayable. Había que sustituir el vacío que dejaban
entonces los que masivamente abandonaban el campo de caña tan pronto
aparecían otras oportunidades de empleo. El nivel promedio de
conocimientos era muy bajo, aun después de la alfabetización, del
auge masivo de la enseñanza primaria y más tarde de la secundaria básica.
Nuestros jóvenes lo comprendieron y aportaron su esfuerzo con
disciplina y entusiasmo.
Hoy se ha masificado
la educación superior, que comenzó con los médicos y educadores,
continuó con los trabajadores sociales, los de las ciencias informáticas,
los instructores de arte, la universalización de los estudios
universitarios para gran número de carreras. Hay que hacer trabajar
las células del cerebro si se desea formar conciencia, tan necesaria
en la complejidad del mundo actual.
El propósito de
estudiar una o dos semanas, que este año será solo 7 días, con
materiales adecuados que se les suministren, generará la satisfacción
del tiempo bien empleado y la conciencia que con urgencia necesita
nuestra sociedad.
Durante todo el año
debemos mantenernos informados sobre las cuestiones esenciales y los
detalles de lo que ocurre en Cuba y en el mundo.
En materia económica
concreta, pienso que en cada país casi todos los ciudadanos ignoramos
todo. Es ineludible conocer por qué sube el precio del petróleo, que
el pasado lunes alcanzó cotizaciones de 77 dólares por barril; por
qué suben los precios de los alimentos, como el trigo y otros, que
por cuestiones de clima deben ser importados; si la causa de su
elevación es permanente o coyuntural.
No todos los
trabajadores tienen estímulos en pesos convertibles, una práctica
que se generalizó en gran número de empresas durante el periodo
especial, sin cumplir en no pocas ocasiones los requisitos mínimos
comprometidos. No todos los ciudadanos reciben del exterior divisas
convertibles, algo que no es ilegal, pero que a veces crea
desigualdades y privilegios irritantes en un país que se esmera por
los servicios vitales y gratuitos que ofrece a toda su población. No
menciono las jugosas ganancias que hacían los que las transportaban
clandestinamente, ni la forma en que nos tomaban el pelo transfiriendo
los billetes norteamericanos a otras monedas para evitar las medidas
de respuesta contra el dólar.
La falta real y
visible de igualdad y la carencia de información pertinente da lugar
a opiniones críticas, sobre todo en los sectores más necesitados.
Es indudable que en
Cuba, los que de una u otra forma reciben pesos convertibles —aunque
en estos casos son limitadas las sumas— o los ciudadanos que reciben
divisas del exterior, adquieren a la vez servicios sociales esenciales
gratuitos, alimentos, medicinas y otros bienes a precios ínfimos y
subsidiados. Estamos sin embargo cumpliendo estrictamente nuestras
obligaciones financieras precisamente porque no somos una sociedad de
consumo. Se necesitan administradores serios, valientes y conscientes.
Los que gastan
gasolina a diestra y siniestra con nuestro actual parque de vehículos
de todo tipo; los que olvidan que los precios de los alimentos suben
sostenidamente y que las materias primas para la agricultura y la
industria, muchas de cuyas producciones se distribuyen a todos con
precios subsidiados, deben adquirirse a precios de mercado; los que
olvidan que el país tiene el deber sagrado de luchar hasta la última
gota de sangre y debe gastar en materias primas y medios defensivos
frente a un enemigo que monta guardia permanente, pueden comprometer
la independencia y la vida de Cuba. ¡Con eso no se juega!
Los pelos se me
pusieron de punta cuando hace pocos días un distinguido burócrata
exclamó por televisión que ahora que el periodo especial se acabó
enviaremos cada año más y más delegaciones para tal y más cual
actividad.
¿De dónde habrá
salido ese bárbaro?, me dije. Tal vez sea una donación que nos envía
Sancho Panza desde su ínsula de Barataria.
En Cuba se alivió el
periodo especial; pero el mundo ha caído en periodo muy especial, que
está por ver cómo sale de él. Despilfarramos miles de millones de dólares
en combustible. No solo como gastadores de oficio, que es una
tendencia natural, sino también por la necesidad de cambiar decenas
de miles de antiguos motores soviéticos, de una época en que les
sobraba la gasolina, por motores chinos muy ahorrativos con razonables
facilidades de pago. Este programa se ha retrasado.
En la economía
mundial los metales, igual que el petróleo, suben por encima de sus
parámetros históricos, pero tienen caídas bruscas.
Nada puede sin
embargo remediar en breve tiempo la necesidad de combustible para el
transporte personal y público y los equipos agrícolas o de
construcción. Todo está mecanizado en los países desarrollados.
Cuentan los viajeros que ven levantarse una tras otra edificaciones de
todo tipo, que no se detienen de día o de noche. Las ciudades se
agigantan. Cada vez son más los millones de personas que necesitan
agua potable, vegetales, frutas y alimentos proteicos, que otros deben
producir y suministrar después de recorrer a veces grandes
distancias. Necesitan además carreteras de tres o cuatro vías en
cada dirección, puentes, obras ingenieras costosas. El menor
incidente, el simple contacto lateral entre dos vehículos, lo
paraliza todo. Cada día es mayor el gasto público y menor la ayuda
al desarrollo.
Lo peor es que por
cada mil personas hay más de 500 automóviles individuales. En
Estados Unidos casi mil. Viven o trabajan en lugares distantes. Cada
uno con su garaje. Cada centro de trabajo con su parqueo. No alcanzan
las refinerías. Muchas necesitan ampliarse y además deben
construirse nuevas plantas. La materia prima de la refinería es el
petróleo; mientras más pesado más se requiere y hace rato no
aparecen grandes yacimientos del ligero. Una huelga en Nigeria, la
guerra de Iraq, las amenazas a Irán, los viejos conflictos políticos
en Europa, un maremoto, un ciclón, disparan los precios. Los viejos y
nuevos grandes consumidores demandan cada vez más millones de
barriles diarios. Crecen por supuesto simultáneamente los planes de
construir nuevas plantas nucleares. No discuto ahora los efectos o
peligros ambientales o climáticos, sino las incertidumbres que
desatan en la economía real.
Después de gastar
una montaña de oro destruyendo a Vietnam, Nixon sustituyó el oro por
billetes de papel, sin que apenas alguien se percatara de las
consecuencias. Era tal el desarrollo tecnológico de Estados Unidos,
su capacidad de producir mercancías industriales y agrícolas, y en
especial su enorme poderío militar, que la sustitución del oro por
billetes de papel no constituyó una tragedia. Se produjo una inflación
de más del 10 por ciento, que fue controlada. Vino después el rearme
de Estados Unidos sufragado con papeles, al final de la guerra fría,
y la victoria de la sociedad consumista, que deslumbraba a las
naciones con su orgía de bienestar aparente. Con papeles el imperio
adquirió gran parte de las riquezas del mundo, donde impone sus
leyes, menospreciando la soberanía de las naciones.
El dólar fue
perdiendo progresivamente su valor hasta llegar a menos del 6 por
ciento en la década del 70. Los expertos están desconcertados
respecto a los fenómenos nuevos. Ninguno está seguro de lo que va a
ocurrir.
¿Existen o no
razones para profundizar en estos temas?
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