Un
análisis de coyuntura para entender al Perú y su convulsión social
Política
económica y protesta popular
Por
Alan Fairlie Reinoso
Boletin Entorno, Año 5 Número 58, 19/07/07
La magnitud de las
protestas en casi todas las regiones del país y la gigantesca
movilización en Lima en las jornadas del 11 y 12 de Julio, tienen
pocos precedentes. Es difícil que esto se explique por oposiciones
puntuales, o por manipulación externa al movimiento social como señalan
voceros del gobierno. La represión generalizada y violenta, tampoco
es coherente con este diagnóstico.
Seguramente hay
reivindicaciones locales en las plataformas del movimiento social.
Pero han coincidido mineros, campesinos, maestros, docentes
universitarios, portuarios, y movimientos regionales que también
tienen demandas nacionales: cambio de rumbo de la política económica,
revisión del TLC, defensa de los derechos sindicales y del trabajo,
de la agricultura y medio ambiente, incumplimiento de promesas
electorales, defensa de la soberanía nacional, protesta contra la
chilenización del país. Rechazo a leyes y medidas aprobadas al
caballazo en el Congreso, o que subrepticiamente aparecen publicadas
en El Peruano, ( diario oficial del Perú, Not. del Editor) buscando
rematar lo que queda de activos o infraestructura estatal.
Todo esto en medio de
una campaña masiva que señala los logros del crecimiento del país,
la abundancia de recursos, la redistribución a regiones, las bondades
de la inversión extranjera (que además llegará a raudales con el
TLC) y la obtención del grado de inversión.
Se debe recordar que
el entonces candidato García llamó en el 2001 a luchar no solo
contra el fujimorismo político, sino también contra el fujimorismo
económico (léase neoliberalismo) y cuestionó a Toledo de querer
construir el segundo piso de la dictadura, obligándolo a un viraje de
su campaña.
Toledo no solo aplicó
el continuismo, sino que puso a los mismos operadores de los noventa y
representantes de los transnacionales y grupos de poder, que sin
intermediarios manejaron la política económica según sus intereses.
La pérdida de popularidad le produjo cuestionamientos que lo llevaron
a casi tener que dejar el poder, y se libró por el soporte de
partidos y organizaciones que entendían que así salvaban la
democracia.
El 2006 pasaron a
segunda vuelta los que cuestionaron el modelo radicalmente, o que
plantearon el “cambio responsable”. La población votó
mayoritariamente por el cambio de modelo, pero el nuevo gobierno
estableció alianzas que traicionando sus promesas no solo mantuvo los
lineamientos centrales de la política cuestionada, sino que puso
también directamente en el control estatal a los mismos operadores.
El descontento
popular ha ido en aumento y al no darse los cambios esperados se están
manifestando ahora con mayor energía, rebasando las direcciones de
partidos que están debilitados o que desperdiciaron la posibilidad de
liderarlos.
Movimientos sociales
primero sumamente dispersos, pero que a pesar de las limitaciones, están
encontrando mecanismos de coordinación y reagrupamientos políticos
que buscan darles dirección. Se trataría entonces no solo de una
cuestión coyuntural.
Crecimiento
primario–exportador sin eslabonamientos significativos, que crea
bolsones de empleo precario, ganancias extraordinarias aumentadas por
los precios internacionales mientras los salarios están congelados,
aumentando la desigualdad en la distribución de ingresos.
Transnacionales y grandes empresas exonerados de impuestos en
contratos de estabilidad tributaria, así como las ganancias de
capital, mientras tenemos la carga de los impuestos indirectos
regresivos y se pretende eliminar exoneraciones a la selva que
compensan asimetrías.
Se eliminan políticas
sectoriales para la agricultura, ciencia y tecnología, pequeñas y
medianas empresas, industria nacional, mientras se mantiene la
“flexibilización” laboral. Se tienen presupuestos de hambre en
educación, salud, Fuerzas Armadas y Policiales, y se argumenta que no
hay recursos para aumentar los salarios, mientras se pre–paga deuda
externa.
Se reprime a la
población que protesta y se les encarcela, mientras empresarios
mineros desafían la autoridad y no pagan multas y hacen caso omiso al
Ministerio de Trabajo y no pasa nada, se rompe más de 6 veces el
gasoducto de Camisea y no pasa nada, se incumple la concesión del
aeropuerto y no pasa nada, etc. Fuerte con el débil y tembleque con
el poderoso, parece ser la consigna de este populismo para los ricos.
Esa política hace
que tengamos una de las presiones tributarias más bajas del
continente, y no se invierta lo necesario. ¿Cómo es posible que se
mantenga la inversión pública en 2.8% de PBI después de la caída
sistemática de los años previos?
Pronto las remesas de
nuestros migrantes (2.0% del PBI) alcanzarán lo que un Estado
invierte en ciclo de expansión.
No solo aumentan las
ganancias a nivel récord mientras los salarios están estancados y
las condiciones de trabajo no mejoran, sino que hay una sangría de
recursos al exterior. En remesas de utilidades al exterior se fueron
alrededor de 7000 millones de dólares el 2006.
Es
un modelo concentrador y excluyente, polarizador, que busca ser
perpetuado con el TLC.
Esta situación no es
sostenible, se tiene que redistribuir y esto no se hará pasando el
sombrero a las mineras, para que además manejen los recursos.
Se requiere un cambio
de la política económica que demandan a lo largo y ancho del país
amplios sectores de la población, que incluyen sectores del propio
partido de gobierno.
(*)
El autor es Académico y economista peruano. Profesor de la Pontificia
Universidad Católica del Perú. Editor del libro “Los países
andinos frente al TLC y la Comunidad Sudamericana de Naciones”, de
reciente publicación.
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