El
"cachorro mayor" del Imperio
Lula
se planta contra la hegemonía petrolera de Chávez en América Latina
IAR
Noticias, 09/08/07
En
marzo pasado, con la visita de Bush a América Latina, Washington lanzó
una operación imperial para neutralizar una potencial alianza de Lula
con Chávez, separar a Lula de Kirchner, y dividir al Mercosur y al
"progresismo" sudamericano. Los primeros efectos de esa
operación ya se verifican con la "frustración" del
gasoducto del Sur, la posible inclusión de México en el Mercosur, y
su reciente alianza energética sellada con Brasil para detener el
avance petrolero de Chávez en la región.
El
primer derrotado político del acuerdo (más formal que real) sellado
entre Bush y Lula con el etanol, en marzo pasado, es Hugo Chávez, a
quien Washington, a través de su acuerdo energético con Brasil, le
puso una cuña decisiva contra sus operaciones en el Mercosur,
dividiendo a Brasil de Argentina y apuntalando sus acuerdos con
Uruguay.
Brasil
es la primera economía de América Latina, la décima del mundo, y es
el mejor contrapeso regional a la influencia "petrolera" de
Chávez y su proyecto político hegemonizador que –por ahora– sólo
ha reclutado como "satélites" más leales a Evo Morales en
Bolivia, y a Rafael Correa en Ecuador.
El
acuerdo bio–energético sellado entre Bush y Lula –entre otros
objetivos– intentaba demostrar que el acercamiento entre Lula y Chávez
nunca pasó de un filtreo político, y que los intereses estratégicos
de la oligarquía capitalista brasileña están sólidamente atados a
la potencia imperial del norte.
Con
el acuerdo con Lula, Washington rompió el aislamiento de su alianza
con los "cachorros" (Colombia, Perú y México), y le puso
un palo en la rueda a la "sociedad de intereses" Chávez–Kirchner,
que va a tener un efecto inmediato sobre la influencia de Venezuela en
el Mercosur.
Pero
más que a Lula (un gerente circunstancial) Bush y Washington apuntan
a una alianza estratégica con el establishment de poder brasileño,
conociendo la ambición hegemónica de convertirse en la "gran
potencia regional" que siempre ha exhibido la clase capitalista
de Brasil.
La
consecuencia más inmediata de ese acuerdo fue la ruptura del proyecto
del gasoducto del Sur lanzado desde Venezuela por Chávez.
Lula,
el "cachorro mayor"
El
domingo pasado, el presidente de Brasil Luiz Inácio Lula da Silva,
inició en México una gira de seis días que incluye naciones de
Centroamérica y el Caribe, mientras señalaba en sus contactos con la
prensa que es necesario buscar nuevas fuentes de energía alternativas
al petróleo.
En
esas línea, México y Brasil sellaron un acuerdo para producir
biocombustibles de manera conjunta e intercambiar tecnología
para explotar y producir petróleo y gas.
En
momentos en que los precios del petróleo se elevan a un nivel récord
y la comunidad internacional se manifiesta preocupada por el
calentamiento global, Lula ha reaccionado presentando el etanol como
la solución frente a ambos problemas.
"Si
la mitad de lo que se dice sobre el calentamiento global es cierto,
los biocombustibles serán inexorables e irreversibles", advirtió
Lula ante el presidente de México Felipe Calderón.
En
realidad, y por tiro de elevación, Lula, convertido en el
"cachorro mayor" del Imperio, y mediante sus acuerdos energéticos
con México y EEUU, ya se ha plantado contra la hegemonía petrolera
de Chávez en la región.
Brasil
produce 20.000 millones de litros de etanol al año. La industria, que
"genera mucho empleo y es menos contaminante", permitiría
que un mayor número de países produjera combustibles, señaló el
mandatario brasileño en México.
Pero
Lula, atendiendo a una alianza económica y geopolítica estratégica
con México para aislar a Chávez, también expresó su interés en el
petróleo mexicano y declaró que los dos gobiernos analizan la
posibilidad de producir crudo y explorar en terceros países,
respetando las rigurosas leyes mexicanas.
Calderón
declaró que la colaboración entre Petróleos Mexicanos (Pemex) y
Petrobrás "se dará en función de lo que la ley dispone",
que en México excluye inversión privada o extranjera en el sector.
Lula
pidió a México que mire con mayor decisión hacia el sur del
continente y considere organismos como el Mercosur para incrementar el
intercambio comercial y de inversiones en la región, y para acelerar
el proceso latinoamericano de integración.
"Vamos
a trabajar para que México sea socio de Mercosur", anunció Lula
en una reunión con empresarios."Podríamos construir en el siglo
XXI las sociedades que no pudimos hacer en el siglo XX".
Calderón
respondió que México "tiene una situación geográfica que nos
coloca al norte, pero les puedo asegurar que nuestro corazón está
claramente al sur, en América Latina".
México
y Brasil se comprometieron a facilitar el tránsito de turistas y
empresarios para contrarrestar los efectos negativos de la introducción
de visas entre los dos países en octubre de 2005.
Los
encargados de Agricultura firmaron una carta de intención para el
desarrollo agroalimentario y los sistemas de bioenergía.
También
se creó un grupo de estudios de alto nivel para analizar las
relaciones comerciales y explorar nuevos acuerdos entre las dos
naciones, y otro para intercambiar información sobre políticas económicas.
Hubo
acuerdos en materia de intercambio de arte y cultura, cooperación
científica (que contempla la creación de un centro binacional de
investigación en nanotecnología y biotecnología), y de asistencia
jurídica en materia penal para combatir a la delincuencia
trasnacional.
Luego
de México, y a partir del martes el mandatario brasileño continuará
su gira en Nicaragua, Jamaica y Panamá.
El
martes, Luis Inácio Lula da Silva ya se encontraba en Honduras en la
segunda escala de su actual gira latinoamericana para promover la
cooperación en el área de biocombustibles.
Lula
y su homólogo hondureño, Manuel Zelaya, deberán firmar seis
acuerdos, entre ellos uno por el que Brasil proveerá al país
centroamericano asistencia para producir etanol, biocombustible que se
obtiene a partir de cultivos como la caña de azúcar.
Lula
dedicó su gira a promover el etanol como una alternativa barata y
ecológica frente a los combustibles fósiles como el petróleo y el
gas natural.
Los
biocombustibles sólo representan en el presente solo el 1% del
consumo mundial de combustibles, aunque se estima que esta cifra
aumentará en los próximos años.
El
capitalismo brasileño quiere hegemonizar una tajada grande del
mercado antes de que otros países, principalmente EEUU –el segundo
mayor productor mundial de etanol– se vuelvan más competitivos.
Los
estadounidenses usan maíz, en lugar de caña de azúcar, para
producir el etanol.
Según
los expertos, para obtener el mismo volumen, EEUU necesita el doble
del área de maíz que Brasil de caña de azúcar.
Los
analistas estiman que África es potencialmente el mayor rival de
Brasil en el área de los biocombustibles, pero ese continente no es
un competidor en el mercado.
Washington,
el gran titiritero
Pero
al margen del proyecto geo–económico de Lula y el capitalismo
brasileño con el etanol, en los acuerdos Brasil–México subsiste
una lógica geopolítica continental alineada con los planes de
Washington para aislar a Chávez y su agenda petrolera.
"Se
ha desarrollado un ejercicio de aproximación bastante intenso",
dijo el director del Departamento de México, América Central y el
Caribe de la Cancillería brasileña, Gonçalo Mourão, refiriéndose
a los acuerdos cerrados entre Lula y Calderón.
El
diplomático recordó que los dos mandatarios ya se han reunido cuatro
veces, incluso, antes de que tomara posesión, Calderón viajó a
Brasilia en 2006.
"Hay
una nueva relación entre México y Brasil", señaló a la prensa
el embajador del país norteamericano en Brasil, Andrés Valencia.
"El
viaje marca una nueva etapa en la relación entre México y Brasil
tanto en el ámbito político como en el de cooperación económica",
afirmó Valencia.
Sin
embargo, ambas cancillerías destacaron que no todo se circunscribe al
ámbito económico, como lo plantea el embajador brasileño en Ciudad
de México, Iván Cannabrava, quien dijo que el diálogo político
entre ambas naciones también es muy importante.
El
diplomático enfatizó que se trata de las dos principales economías
de América Latina y de dos países invitados a las reuniones del G8,
grupo que conformado por los países más ricos del mundo.
"El
mensaje (del presidente Lula) es que hay una relación más fuerte con
México", dijo el embajador brasileño.
México
forma parte junto a EEUU y Canadá del NAFTA, el Área de Libre
Comercio de América del Norte, y mantiene con Brasil un Acuerdo de
Complementación Económica (ACE), el cual establece preferencias
arancelarias a 800 productos y podría evolucionar hasta transformarse
en un acuerdo de libre comercio con Brasilia.
Washington,
el gran titiritero de la alianza Brsail–México para detener a Chávez,
dio muestras de haber aprendido la lección de la anterior
visita de Bush a la región, en noviembre de 2005, cuando concurrió a
la cumbre de presidentes latinoamericanos en Mar del Plata, Argentina,
con el firme propósito de anudar la puntada final del ALCA.
Ese
objetivo, quedó en parte frustrado por la oposición de Lula y
Kirchner quienes se sumaron a Chávez en el rechazo al tratado de
libre comercio impulsado por Bush, y el presidente imperial debió
soportar una operación política del dúo Kirchner–Chávez con un
acto "anti–Bush" en Mar del Plata.
Pacientemente,
Washington se concentró en el diseño de una estrategia de división
centralizada que apuntó básicamente a las contradicciones de los dos
principales socios del Mercosur: Brasil y Argentina.
El
acuerdo Bush–Lula de marzo pasado, reveló la fragilidad de la
alianza de los dos principales socios del Mercosur, Lula–Kirchner,
quienes más allá de las fotografías en las "cumbres"
tienen más disidencias que coincidencias.
Lula
a menudo se queja de ser víctima de las estrategias
"envolventes" de Chávez utilizando su alianza "ideológica"
con Evo Morales y su "sociedad de negocios" con Kirchner,
con el petróleo y el gas de por medio.
Fuera
de ese juego táctico "tercerizado", ni Lula ni Kirchner
tienen mucho que ver con el proyecto
"bolivariano–socialista" de Chávez, que, en la mayoría
de los casos (como está sucediendo con Kirchner ahora) les trae más
dolores de cabeza que satisfacciones con Washington, el verdadero
"socio estratégico" de ambos.
Ni
Lula ni Kirchner en la práctica tienen puntos en común (salvo el
doble discurso demagógico) con el proyecto político continental
anti–EEUU sostenido por el eje Cuba–Venezuela.
Fuera
del coqueteo con Chávez y el discurso "progre" (que les
sirve para traccionar votos de la izquierda) tanto Lula como Kirchner,
pese al mensaje de raíz "progresista" con fines
electoralistas, mantienen, en los hechos, un total acatamiento a la
estrategia regional de EEUU, en sus líneas esenciales.
Lula
y Kirchner coinciden y aplican en sus gobiernos los lineamientos básicos
de la agenda impuesta por Washington en la región.
La
naturaleza de sumisión a la estrategia de Washington de Lula y de
Kirchner, quedó en evidencia cuando ambos invitaron a México a
integrarse al Mercosur.
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