Después
del remezón viene el desborde
Por
Raúl Wiener
La Primera, 18/08/07
Dos minutos temblando
la tierra fueron suficientes para que se desborde todo el sistema de
comunicaciones del Perú y el primer ministro deba esperar una hora y
media para poder conversar con el presidente. Y para dejar a cerca de
un millón de habitantes sin fluido eléctrico por varios días, sin
que existan sistemas alternativos para disponer de energía en los
puntos críticos de las zonas más afectadas.
Tres provincias
brutalmente dañadas por la furia de la naturaleza han desbordado al
Estado peruano en su capacidad de organizar un sistema de asistencia y
apoyo a los damnificados, a pesar que los hechos se han producido
entre 200 y 300 kilómetros de la capital y de que en la zona hay
aeropuerto y puerto para descargar ayuda.
Un poco más de
quinientos muertos y no sabemos si meterlos en una fosa común o
enterrarlos individualmente, mientras no llegan los cajones y en la
Plaza de Pisco se reparten bolsas negras para que las familias vean qué
hacen con los cuerpos.
Dos mil heridos
contabilizados hasta el día de hoy y los servicios de salud están
desbordados, en el mismo escenario donde antes ha habido terremotos,
inundaciones graves y otros eventos naturales, que no parecen habernos
enseñado nada. Los helicópteros tienen que traer a los heridos a
Lima, como si este fuera el único lugar donde hay médicos y
hospitales.
Sesenta toneladas de
ayuda colombiana en el aeropuerto han desbordado la capacidad
operativa del Estado y de la concesionaria privada (LAP) que anoche
pedían que algún alma caritativa les facilite cargadores frontales
para colocar los paquetes sobre el avión Hércules.
Todo esto quiere
decir que 8% de crecimiento anual no nos hace más desarrollados que
Chile, ni convierte nuestras regiones más exitosas como Ica en más
eficaces en sus servicios, ni nos permite ser menos vulnerables en
nuestra pobreza, ni se asocia a un Estado creíble y respetable al que
la gente no tiene que llorar o insultar porque no responde a la altura
de las circunstancias.
El terremoto del día
15 ha demostrado que el camino de la alianza del Estado con la gran
empresa no sirve para forjar regiones más sólidas y viables. Peor aún,
tampoco son útiles para actuar en el terreno de las más duras
emergencias. Hay que esperar que la gente deje de intentar llamar para
que las autoridades puedan comunicarse y que amanezca el día
siguiente para ver si alguien está herido o ya se ha muerto.
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