Las vueltas
del Argentinazo

 

La oferta de Kirchner a los acreedores de la deuda externa

La gran hipoteca

Por Marcelo Yunes
Socialismo o Barbarie,  periódico, 04/06/04

La propuesta de Kirchner-Lavagna es mucho más que un plan de pago: es la renovación formal de la hipoteca de la deuda sobre la economía argentina. Al mejor estilo de la reestructuración de la deuda hecha por Menem y Cavallo con el Plan Brady (1993), la supuesta “quita récord” no es otra cosa que la satisfacción de uno de los objetivos estratégicos del imperialismo en Argentina: “normalizar” los pagos de deuda comprometiendo el porvenir de generaciones.

Como de costumbre, los medios y los amigos políticos del gobierno se pelean para ver quién disfraza mejor de epopeya nacional lo que es una entregada monumental. Para sacar todas las conclusiones necesarias, hace falta primero desentrañar una madeja de engaños y números para facilitar la comprensión de todo el asunto. Porque entre mentiras, verdades que no se dicen y tecnicismos quieren engañar al pueblo trabajador, vendiéndole rata podrida por liebre. Pedimos disculpas por las cifras y las cuentas, pero hay que tomarse el trabajo de estudiarlas: la “oferta” de Kirchner incluye compromisos por los próximos 15 años y más. ¿No le interesa saber qué país le proponen a sus hijos?

Verso 1: “Esta es la propuesta decidida por el gobierno argentino”

Hasta los amigos del gobierno reconocen que la propuesta significa morderse la lengua de los discursos recientes, y que se desmiente todo lo que Kirchner venía arengando en cada tribuna pública y en los medios. Lo que no muchos dicen es que esta propuesta “soberana” está hecha a la medida de las exigencias de los principales representantes de los acreedores y del imperialismo: el Tesoro norteamericano y el FMI. Ellos fueron los que siempre insistieron en que la oferta de Dubai, tal como estaba, no era viable (la famosa “falta de buena fe”).

En estas mismas páginas hemos reproducido los comentarios y los cálculos de John Taylor, el subsecretario del Tesoro, proponiendo una quita “casi idéntica a la anunciada” por el gobierno (Clarín, 2-6-04). De hecho, la reunión que tuvo Kirchner con Bush en enero fue inmediatamente posterior a la “sugerencia” de Taylor.

Por si no alcanzaba, un mes después, en febrero, los capos del FMI les hicieron un lavado de cabeza a los negociadores del gobierno argentino en Miami en una reunión de cinco horas. Las cifras que trascendieron de esa reunión son, también, casi calcadas a las de la propuesta “argentina”.

Naturalmente, las primeras voces que se elevaron para bendecir la oferta de Kirchner, incluso antes que las de los capitalistas argentinos, fueron las de EEUU y el FMI. ¡Cómo no van a aprobar esta oferta, si es la que ellos mismos le exigieron al gobierno!

Verso 2: “Se mantuvo la quita del 75% que se propuso en septiembre en Dubai”

Veamos. La deuda en default sumaba 81.200 millones de dólares (¡siempre hay que recordar que otros 80.000 millones nunca dejaron de pagarse!). La trampa es simplísima: el gobierno dice que aplica una quita del 75% a los 81.200 millones. Eso sería:

81.200 millones x 75/100 = 20.300 millones.

Pero en vez de canjear deuda por ese monto... emitirá deuda por 43.200 millones (más del doble). ¿Por qué? Porque se suman los intereses no pagados desde diciembre de 2001 hasta el 30 de junio de este año. Sí, esos mismos intereses que el “guapo” Kirchner juró y perjuró que jamás se iban a reconocer. Entonces, en comparación con la oferta de Dubai (que ni mencionaba a los intereses caídos) la verdadera quita es:

81.200 – 43.200 = 38.000 (millones)

Pero 38.000 millones / 81.200 millones = 46,8%. Un poco menos del 75%, ¿no?

Verso 3: “Es una quita récord, nunca en la historia se hizo una quita así”

Esto parece cierto pero es engañoso, porque el default argentino también era nunca visto en la historia por el monto involucrado. Lo que sirve de medida aquí no es el valor absoluto de la quita, sino los términos relativos de la quita, es decir, el porcentaje. Y allí no hay ningún récord (países como Bosnia, por dar un ejemplo reciente, lograron quitas mucho mayores). Por otra parte, en realidad la quita más grande es la del 100%, es decir, no pagar la deuda. Y eso ya lo hicieron varios países en la historia, en primer lugar Estados Unidos, que en más de una ocasión le hizo pito catalán a sus acreedores (en el siglo XIX a Inglaterra, por ejemplo).

De todos modos, lo más grave no es eso, sino algo en lo que pocos se han fijado. ¿Cuál era el monto de la deuda antes del default, es decir, en diciembre de 2001?

Respuesta: 144.000 millones de dólares.

¿Cuál era el PBI (Producto Bruto Interno), o, lo que es lo mismo, el tamaño de la economía argentina en 2001?

Respuesta: 253.000 millones de dólares.

¿Cuál era la relación entre la deuda y el PBI, que da la medida de si una deuda es posible de pagar o no?

144.000 / 253.000 = 57%. Según el mismo FMI, si la deuda de un país supera el 50% de su PBI, es insostenible. Eso se cumplió al pie de la letra: Argentina cayó en default.

Veamos qué pasa con la propuesta del gobierno. ¿A cuánto asciende ahora la deuda total (la que no estaba en default más la que se renegocia)?

Respuesta: 124.000 millones de dólares.

Al menos, eso dice el gobierno, pero en realidad es más, por varias razones: el pago en efectivo a los acreedores que seguramente se va a hacer como “broche” del acuerdo, los pagos extra de los bonos de deuda atados al crecimiento... y los intereses de los bonos nuevos, que está previsto que no se paguen pero que se capitalicen, es decir, se suman.

Igual, dejémoslo en 124.000 millones. ¿Cuál es el PBI que calcula el gobierno para fines de este año?

Respuesta: 146.600 millones de dólares.

Entonces, ¿cómo queda la relación deuda / PBI?

Respuesta: 124.000 / 146.600 = 84,6%. No impagable: recontraimpagable.

Es decir: entre el punto de partida (default de diciembre de 2001) y el de llegada (oferta de Kirchner), la deuda es apenas un 13,9% menor (y eso en el mejor de los casos, porque muchos analistas estiman que queda prácticamente igual). En cambio, la economía argentina, recesión y devaluación mediante, resulta, medida en dólares, un 42% menor.

¡En resumen, debemos casi lo mismo y nuestra capacidad de pago a largo plazo es mucho menor, con lo que la deuda es mucho más insostenible que antes! ¡Vaya “quita récord”!

Verso 4: “Se trata de una propuesta viable y sostenible tanto para los acreedores como para el crecimiento”

Los números de arriba demuestran que eso es mentira. Pero hay más. El texto difundido por el Ministerio de Economía estima (punto 11) que hará falta un superávit fiscal promedio de 2,2% del PBI todos los años hasta el 2017 para cubrir el servicio de deuda de manera que “no afecte el crecimiento económico y la mejora de la situación social”.

Esto es un cuento de hadas, o mejor dicho un engaño consciente. No hay país del mundo que haya tenido semejante superávit fiscal de manera continua durante 15 años. Por ejemplo, todos los países desarrollados, como EEUU y los de la Unión Europea, tienen unos robustos déficits fiscales, y piensan seguir así por un buen tiempo.

¿Acaso a Kirchner se le subió a la cabeza el superávit fiscal de este año (otro “récord”)? Habría que decirle que se debe a condiciones absolutamente excepcionales (tanto a nivel local como internacional)  que es imposible que se mantengan siquiera tres años (¡ni hablemos de quince!): tasas bajas, precios de los productos exportables, impuestos que ya se comprometieron a ir eliminando, etc.

La realidad es que, suponiendo que este gobierno y los que vengan intenten cumplir este cronograma leonino, no va a quedar un peso para “la mejora de la situación social”.

¡Todo lo contrario: lo que esta propuesta anuncia es un ajuste brutal y por varios años al servicio del pago de la deuda! Y no somos los socialistas del MAS los únicos pájaros de mal agüero: por lo bajo, economistas y analistas reconocen que se viene un torniquete infernal (ver Clarín y Página 12 del 2-6-04).

Bonos del curro I. Beneficiarios: los fondos buitres. Estafado: el pueblo argentino

Una de las tantas cosas indignantes de este asunto es que los bonos que ahora serán reemplazados no valen lo que se dice, sino mucho menos. En muchos casos, no sólo no hay quita, sino que hay un flor de negocio. Hay acreedores, como los pequeños ahorristas europeos estafados por sus bancos, que compraron los bonos argentinos a su valor nominal. Pero hay otros (como los famosos “fondos buitres”) que especularon con la depreciación de esos bonos después del default y compraron bonos por, digamos, 100 millones de dólares. ¿Cuánto pagaron? No 100 millones, por supuesto, sino 10 ó 15 millones como mucho (es decir, los bonos valían, en el mercado, un 10 ó 15% de su valor nominal). La oferta del gobierno les permite duplicar o triplicar el valor de esos bonos (ya estaban cotizando cerca del 30% poco antes del anuncio).

¿Quién va a pagar esas suculentas ganancias? Nosotros, con más impuestos, más tarifazos, para que el Estado destine más y más a pagarle a los buitres y cada vez menos al salario, la educación, la salud y la inversión pública.

Bonos del curro II. Beneficiarios: las AFJPs. Estafados: los trabajadores

Otro escándalo son los bonos en pesos. Uno puede pensar: ¿cómo bonos en pesos, si la deuda es en dólares? ¿Qué acreedor va a querer agarrar pesos?

Pues las AFJPs, que son grandes acreedoras del Estado (al que le prestaron la plata de los afiliados, es decir, de los trabajadores), y a las que les importa un comino cuánto cobre de jubilación el trabajador dentro de 20 años. Sus ganancias no dependen de eso, sino de comerse jugosas comisiones por el aporte durante esos 20 ó 30 años. Por eso no les importa que los fondos de los afiliados pierdan su valor.

Expliquemos un poco. Cuando la AFJP recibe nuestros aportes, debe decidir cómo invertir esa plata, nuestra plata. Estos genios de las finanzas resolvieron, durante los 90, que prestarle al Estado era un gran negocio. El Estado les daba, a cambio de nuestra plata, bonos de la deuda, que ahora están en default y cotizan chirolas.

Primera estafa: esos bonos, que en los resúmenes de cuenta que nos mandan se computaban a valor dólar, ahora se transforman en pesos. ¿Un dólar = 3 pesos? Qué va. Un dólar = 1,40 peso más el famoso CER. Total: 2 pesos.

Segunda estafa: encima, parece que los bonos no se van a computar en las cuentas personales a ese valor (que pasa a ser el nuevo valor nominal de los bonos), sino a su valor de mercado, que es todavía menor. Calculan que la reducción en el valor de los fondos sería de entre un 35 y un 70% (Clarín, 2 y 3-6-04). ¡A los trabajadores y futuros jubilados sí que nos hacen una “quita récord”!

Usted dirá: no van a poder hacer eso, les van a llover millones de juicios. Pero no. Las AFJPs van a poner condiciones para aceptar la propuesta del gobierno. ¿Preservar el valor de los fondos que administran, defender las jubilaciones futuras? Por favor: la condición es que su negocio no corra riesgos. Por eso “lo que importa realmente es que se diseñe un paraguas legal para que los afiliados no puedan demandar a las administradoras. Y está claro que en este país las soluciones judiciales siempre aparecen” (Clarín, 30-5-04). Sólo faltó agregar que esas “soluciones judiciales” siempre aparecen... para los capitalistas y en contra de los trabajadores.

A llorar a la iglesia... de Washington

Para colmo, si las cosas se ponen espesas para los acreedores, ellos seguirán teniendo la chance de recurrir a los tribunales de sus países. Porque resulta que la propuesta de Kirchner no modifica una situación que viene desde el menemismo y más atrás: la jurisdicción legal de los bonos no es argentina, lo que forma parte de uno de los tantos elementos de colonialismo que tiene la deuda.

Sólo la novena parte de los bonos en default admiten tribunales argentinos. Más de la mitad se rigen por la ley yanqui, y otro 35% por las leyes inglesa y alemana. De modo que, aquí también, la propuesta del gobierno acepta una flagrante resignación de soberanía, más allá de los discursos patrioteros baratos que no cuestan nada.

¡No al pago de la deuda! ¡Ruptura con el FMI!

¡Renacionalización de todas las privatizadas y del sistema jubilatorio!

Todo lo anterior demuestra que no hay salida “soberana”, “popular” ni “sostenible” al default y la crisis de la deuda de la mano del FMI, el G7, el Banco Mundial y el Tesoro yanqui. La propuesta de pago de Kirchner es una pieza decisiva de una política más general de reanudar y profundizar el sometimiento estructural, económico, político y diplomático ante el imperialismo.

En efecto, esta agachada en el tema de la deuda es parte integral de un paquete que incluye las renegociaciones de los contratos con las privatizadas, tarifazos, acercamiento a EEUU y el FMI (con “gestos” como el envío de tropas a Haití), y que tiene como blanco directo a los trabajadores, los jubilados y el pueblo en general. Todos ellos deberán sufrir las consecuencias de la renovación del ajustazo para pagar la deuda, después de dos años y medio de anormalidad (default). Kirchner asumió la exigencia de los yanquis de “ponerse los pantalones”: esto es, empezar a gobernar abiertamente contra los intereses del pueblo trabajador. Ése es el sentido del fin de la “primavera” y de los gestos demagógicos.

Por eso, los trabajadores, sus organizaciones, su vanguardia, sus elementos más combativos y conscientes que ya está dando pelea contra los ajustes que se están viniendo, tienen la necesidad y la obligación de plantearse una salida. Es hora de contraponer una política y un programa alternativos desde la clase trabajadora.

Ante la entrega kirchnerista, más que nunca:

¡No pago de la deuda! ¡Ruptura con el FMI!

Ante los tarifazos y el estado vergonzoso de los servicios privatizados:

¡Renacionalización de todas las privatizadas bajo control de los trabajadores!

Ante la estafa a que quieren someter, una vez más, a los trabajadores de hoy y los jubilados de mañana:

¡Nacionalización del sistema jubilatorio bajo control de trabajadores y jubilados!

Ante la desocupación y la creciente explotación patronal:

¡Jornada de 6 horas para todos sin reducción de salarios!

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