Las vueltas
del Argentinazo

 

Coyuntura política

Blumberg, Lucena y la campaña “antipiquetera”

Por Roberto Sáenz
Socialismo o Barbarie, periódico, 08/07/04

“Ayer, un patrullero, ex flamante Fiat Siena, carbonizado, destrozado e irreconocible por los golpes, era la más clara imagen del descrédito policial cuando se trata de una muerte violenta (...) El estallido pareció ser el síntoma más claro de la pobreza y el hambre que deambula por allí como uno más de los vecinos” (1).

Isidro Casanova, Villa Tesei, La Boca, Tres Arroyos, Florencio Varela, Valentín Alsina... En los últimos días se extendieron como un reguero de pólvora las acciones de masas frente a comisarías e instituciones publicas.

Sectores de la burguesía salieron a decir que se trataría de “brotes de violencia política organizada” que recuerdan el clima de los 70. Esto no es más que una campaña reaccionaria para intentar reprimir y criminalizar la protesta social que surge como producto de la continuidad del deterioro económico-social más estructural del país y su reflejo en la propia crisis del régimen, sólo parcialmente recompuesto.

Por lo tanto, estas acciones populares han traducido al terreno de la lucha la continuidad de esta crisis “orgánica”, global del país. Elementos de continuidad, supervivencia o herencia del Argentinazo, tanto en el terreno de la crisis de la economía y de las instituciones como en el de las acciones de masas: de las organizaciones populares y de trabajadores, que constituyen la amplia vanguardia que Néstor Kirchner no ha logrado aún reabsorber y/o liquidar de conjunto.

Blumberg y Lucena

En los últimos meses ocurrieron dos llamados de atención respecto de esta realidad. Hacia fines de marzo y principios de abril, la “crisis de seguridad” golpeó por la derecha: el caso de Axel Blumberg movilizó a la burguesía y la clase media alta respecto de la ineficiencia y la corrupción de su propio aparato político y represivo. La bandera de la “seguridad”, en manos de estos sectores, encarna una orientación que busca desentenderse de las causas económico-sociales del fenómeno para buscar imponer una orientación represiva sobre los efectos: “hay ladrones, hay bandas de secuestradores, hay jóvenes ‘descarriados’...la policía y las fuerzas de seguridad deben reprimirlos”. De ahí se han desprendido medidas como la baja de la imputabilidad de 18 a 16 años, así como una orientación de fortalecimiento de la “maldita policía”.

Como no podía ser de otra manera, frente a esta orientación reaccionaria instrumentada por Kirchner y Solá (más allá de matices entre ellos), esta orientación terminó dando lugar a un “rebote” por la izquierda: el asesinato de Diego Lucena (como el del “Oso” Cisneros, más allá de la especificidad de cada caso) por parte de la policía provincial, tradujo de manera brutal las consecuencias de la orientación burguesa y gubernamental: la criminalización de la pobreza y de los movimientos de lucha.

En pleno corazón de La Matanza, en Isidro Casanova y Laferrere, barrios de trabajadores hoy marcados a fuego por la tragedia del desempleo, crece una juventud que no tiene trabajo ni perspectiva alguna, y a la que la policía se ocupa de “encuadrar” (2).

El choque de esta realidad de exclusión y pobreza con el endurecimiento de las leyes y el accionar policial es lo que ha dado lugar a la muerte de Diego. Esta misma realidad de destrucción del país, en este caso el deterioro en las condiciones de trabajo, es lo que llevó a la tumba a 14 mineros en Río Turbio y lleva a 3 casos de muerte laboral por día (3).

Esto se ha venido a combinar con el recrudecimiento de la campaña “antipiquetera” alentada por sectores de la burguesía y los medios de comunicación. También por el accionar del propio gobierno que, pasado un año de mandato, no ha avanzado realmente en resolver el problema del desempleo de masas en el país. Por el contrario, está intentando ponerse más firme frente a los movimientos de trabajadores desocupados y la vanguardia clasista de ocupados, donde están a la orden del día las persecuciones judiciales.

Blumberg y Lucena han devenido así en los portaestandartes de dos soluciones opuestas al problema de la decadencia económica del país y de la exclusión social. El burgués Juan Carlos Blumberg, de la mano del endurecimiento represivo del Estado, es funcional a la continuidad de la actual estructura y orientación económica capitalista “neoliberal” (“aggiornada” por Kirchner) en el país. El papá de Diego (obrero de toda la vida) es expresión de la lucha contra la criminalización de la juventud trabajadora y desempleada y –de hecho– de una perspectiva de cambio de conjunto, social, en el país.

El “centrismo”, bajo asedio

En este marco, desde distintos sectores de la izquierda se viene hablando hace varios meses de un “giro a la derecha” de la situación política. Otros parecen creer que nada ha cambiado, que estamos en las mismas condiciones que cuando el auge del proceso del Argentinazo.

Por nuestra parte, opinamos que en marzo se abrió una nueva coyuntura: el fin de la primavera kirchnerista. Esto combina una serie de elementos de crisis que se presentaron al mismo tiempo (crisis de seguridad, interna del PJ, conflicto alrededor del 24 de marzo con las FFAA) y de lento comienzo de la experiencia política con el gobierno de parte de las amplias masas. Con un condimento de importancia: el ingreso a la lucha de sectores de los trabajadores ocupados, cuyos puntos más altos fueron hasta ahora la lucha de subtes y la reciente de los estatales.

Una coyuntura con elementos de polarización social y política, donde la clase media se ha ido dividiendo. Donde un sector de la burguesía, de manera cada vez más sistemática, ha ido poniendo en marcha una campaña reaccionaria contra los movimientos de lucha, que logra el apoyo de amplios sectores de la clase media.

“El gobierno caería en el despiste si no tuviera en cuenta que es enorme la repercusión internacional de la situación social y de la seguridad en la Argentina. Rodeado por el boato chino, Kirchner tropezó, al fin y al cabo, con el más grave problema que enfrenta su administración. La crisis por la acción cada vez más violenta de los piqueteros, que se suma a una ola de revueltas contra comisarías, condiciona seriamente las inversiones externas e internas en el país. Y, al mismo tiempo, pone en riesgo la relación del presidente con vastos sectores sociales, ciertamente fatigados de la arrogancia piquetera en el espacio público. Es que el orden público, razón primera de ser del Estado, está en juego” (4). Todo un llamado al “orden” y la represión “legal” de los movimientos de lucha y los trabajadores, de parte de uno de los principales diarios del país.

Pero también, una coyuntura con ingreso a la lucha de sectores de ocupados y de circunstancias como la actual irrupción popular contra la represión policial. O sea, una coyuntura con elementos de polarización política donde el gobierno hace malabarismos para mantener –como hasta ahora ha logrado– amplios márgenes de aceptación popular.

Es que, como venimos analizando en estas páginas, Kirchner “es hijo de una relación de fuerzas que lo sobredetermina y le señala limites permanentemente. Esto lo obliga a hacer rodeos para enfrentarse con el movimiento de masas y tomar el camino de menor resistencia: relegitimar el régimen. El gobierno se apoya en los límites del proceso: la no entrada en escena de los trabajadores ocupados y la crisis ideológica de los trabajadores”(5).

Defensa del aparato

Esta misma circunstancia y el hecho de la persistencia de una aguerrida vanguardia es lo que ha ido produciendo divisiones en el seno de la patronal y el PJ acerca de cómo lidiar con esta realidad.

Se entiende el problema en el PJ, dado que los movimientos de trabajadores desocupados en cierta forma le están “comiendo” una parte de su base social / territorial. Esto es así sobre todo en el Gran Buenos Aires, donde constituyen una especie de red de organizaciones (asambleas, comedores, roperos comunitarios) de vecinos, jóvenes y trabajadores que a pesar de sus tremendas limitaciones, es en gran medida independiente del Estado y se “activa” políticamente en casos como el de Lucena. De ahí el choque político concreto (no por diferencias de “modelo” económico-social) que está en el centro de la pelea de camarillas entre Kirchner y Duhalde, guardián del aparato en la provincia.

A nivel de los empresarios, también se están expresando diferencias ante la política del gobierno hacia la vanguardia. Es sintomático que a pesar de la enorme campaña de medios, existan figuras empresariales de importancia como Oscar Vicente (presidente de Repsol-YPF de Argentina) que sostienen a pie firme la orientación “centrista” de Kirchner de reabsorción “indolora” y de cooptación de parte de la vanguardia (6). Otros sectores, los que más se escuchan, están exigiendo un cambio inmediato de política. Y no solo empresarios o el PJ. Se han sumado voces de la Iglesia y del propio Alfonsín, que ha llamado a la represión policial a la “violencia del palo”: “Aparece aquí la confusión entre la necesaria recreación del orden publico con la represión ilegal. La explicación oficial de su estrategia frente al problema piquetero parecería sugerir que no es factible conciliar la necesidad de garantizar la libre circulación, el derecho de propiedad y el orden publico, con una acción eficiente de las fuerzas de seguridad” (7).

Tareas democráticas

Esta realidad ha puesto a la orden del día una serie de tareas democráticas. La unidad de los trabajadores frente a cualquier zarpazo represivo es el reflejo primero y elemental. De ahí que a pesar de las completas diferencias que tenemos con D’ Elía, el MAS, el FTC, junto con los jóvenes del Ya Basta! y los compañeros de Praxis, nos hicimos presentes en el acto de La Boca con una importante columna común. Estas tareas incluyen el castigo a los responsables del gatillo fácil, así como la lucha por el desprocesamiento de los dirigentes obreros.

Pero estas reivindicaciones democráticas y unitarias las hacemos siempre desde el punto de vista político de responsabilizar al gobierno de Kirchner por esta campaña, nunca en frente único con el gobierno burgués, que es la política de los que capitulan a él y lo embellecen a los ojos de amplios sectores de masas, como es el vergonzoso caso de Hebe de Bonafini.

Al mismo tiempo, es necesario ir más lejos y trascender de la lucha unitaria y democrática a las causas sociales de esta campaña reaccionaria: esto es, el intento de derrotar a la vanguardia para mantener en lo esencial la actual economía de penuria, superexplotacion y desempleo de masas que Kirchner ha venido a continuar.

Buscamos que la lucha democrática esté encarnada por la clase trabajadora y su vanguardia, expresando esto en el paso al frente de la unidad de ocupados y desocupados. Y en el apoyo incondicional a los conflictos obreros, como es el caso hoy de la lucha por el reconocimiento de la Directiva Provisoria de los mineros de Río Turbio. Así como también el dar pleno impulso a la campaña por las 6 horas y el aumento de salarios que están convocando los compañeros del Cuerpo de Delegados del Subte.

Notas:

(1) Página 12, 25/6/04.

(2) “Si la tasa de desempleo total ronda el 16% y sin los Planes Jefas y Jefes alcanza el 20% (sin contar el subempleo que es otro tanto), en el caso del desempleo juvenil (con datos de mayo del 2003) alcanzó la friolera del ... 51,2%”. Contribución a la campaña nacional por la jornada de 6 horas, Jorge Sanmartino, Socialismo Revolucionario. 

(3) Le Monde Diplomatique 61. Se trata sólo de las muertes registradas por las ART, que incluyen apenas la mitad de los asalariados del país.

(4) Joaquín Morales Solá, La Nación, 30/06/04. Tampoco es casual el título de la columna de Mariano Grondona del 27 de junio en el mismo diario, trayendo a colación que las movilizaciones “piqueteras” y en general toda lucha sería asimilable al foco guerrillero de los 70: “El foco anárquico, ¿disminuye o se expande?”. Y escribe: “Estos cuatro episodios de violencia tienen un rasgo común: la ausencia policial. No son, por otra parte, aislados: ocurren casi cotidianamente. En las sociedades bien ordenadas, lo habitual es que la policía controle las calles con prudencia y firmeza, en el marco de la ley. En la Argentina, la ausencia policial ha dejado las calles merced a los violentos”.

(5) Socialismo o Barbarie (revista) N°16, página 44.

(6) De los movimientos piqueteros, pero también las fabricas recuperadas, aunque hagan menos ruido. Sobre esta ultima situación, ver en Prensa Obrera 857 la denuncia del proceso de cooptación de Grissinopolis de parte del abogado Caro.

(7) La Nación, 27/06.

Volver