Segundo
encuentro por la jornada de 6 horas
Los
primeros pasos de una gran campaña
Por
Francisco Torres
Socialismo o Barbarie, periódico, 08/07/04
El
sábado 3 de julio se realizó el segundo encuentro convocado por el
cuerpo de delegados de subte para discutir y definir la realización
de una campaña nacional por la reducción de la jornada laboral a 6
horas.
Esta
reunión fue continuación de la reunión del 22 de junio que, más
allá de su importante repercusión y de la gran cantidad de delegados
y directivas independientes presentes, no había logrado concretar ni
instrumentar esta pelea. Este segundo encuentro fue claramente un paso
adelante: se conformó una junta promotora para avanzar en la
instrumentación concreta de la campaña por la reducción de la
jornada laboral y por el aumento salarial (u otra formulación
similar). La propuesta es realizar un boletín, un afiche y la
posibilidad de hacer una marcha, junto a otras iniciativas que se irán
definiendo como puntapié inicial de una campaña de largo alcance.
Sin
embargo, la reunión reveló toda una serie de debates y tensiones que
se expresaran en la campaña.
¿Campaña
política o mero reclamo sindical?
Toda
una serie de intervenciones hicieron hincapié en agregarle otros
puntos. Quien llevó la delantera en este planteo fue el MST, que
propuso agregarle el pedido de planes, $350 para los jefes y jefas de
hogar, la renacionalización de los ferrocarriles, el desprocesamiento
de los luchadores... Nadie puede negar el valor de esas
reivindicaciones, pero lo que está en el fondo no es qué punto se
saca o se pone, sino el carácter de la campaña. La estrecha
concepción sindicalista del MST le impide comprender que no se
trata de una campaña de reivindicaciones corporativas. No. Lo que está
en discusión es llevar adelante una lucha política.
El
problema del empleo y las condiciones de trabajo es el problema central
que tenemos los trabajadores, tanto los que lo tiene como los que no
lo tienen. A modo de ejemplo, el promedio de horas hombre trabajadas
anualmente en la Argentina es de 2040 horas, 297 horas más que en
Uruguay o 281 horas más que en Brasil. Es decir, en la Argentina se
trabaja casi un mes y medio más – si tomamos un mes de 200 horas
laborales– para no comparar con Francia o Alemania que promedian las
1500 horas anuales. A esto se le llama “sobreempleo”.
La
contra cara de esta realidad, es el desempleo de masas que
campea en el país: más de 3.000.000 no tiene trabajo y otros
2.500.000 están subocupados (1). Estos 5.500.000 de trabajadores que
buscan empleo empujan hacia abajo el salario de los ocupados
que, para mantener parte de su poder de compra, cambian condiciones de
trabajo por pequeños aumentos salariales que son rápidamente
absorbidos por la devaluación o la inflación. Así, los trabajadores
estamos en un círculo vicioso que conduce al conjunto de la
clase trabajadora a un abismo sin fin.
En
definitiva el sobreempleo con sueldos de hambre y la
desocupación abierta o encubierta son fenómenos gemelos que
están unidos por la espalda. Ellos no se pueden ver y
no quieren que se vean: para eso trabaja el gobierno, la patronal
y la burocracia sindical.
La
lucha por la jornada laboral de 6 horas con aumento general de
salarios es un planteo político de primer orden, es la pelea para que
los hermanos gemelos se vean y se reconozcan, es la pelea que puede permitir
unificar a todos los trabajadores en torno a un problema común y dar
solución efectiva a este azote degradante de la condición obrera.
Instalar
el reclamo de la reducción de la jornada laboral es una batalla política
de vida o muerte para los trabajadores. Sabemos que entre los
trabajadores, tanto ocupados como desocupados, hay resistencia e
incomprensiones. Y justamente por esto esta batalla cobra la mayor
importancia estratégica. Pero la campaña surge y se inicia con un
punto a favor: quienes la encabezan son un sector de trabajadores que
la han conseguido luego de años de pelea, demostrando su viabilidad.
Poner
el carro delante del caballo: definirse contra el gobierno o hacer la
campaña
Otro
de los debates que cruzaron el segundo encuentro, fue el planteo de
que la campaña debía estar encabezada por una delimitación explícita
contra el gobierno y la burocracia. Lo primero que hay que aclarar, es
que la campaña por la reducción de la jornada laboral, en los
hechos, va de frente contra la política del gobierno. Es
evidente que no es política de Kirchner la reducción de la jornada
laboral. Una de sus más importantes y publicitadas medidas fue la
derogación parcial de la Ley Banelco, dejando lo esencial de las
reformas laborales de la década del 90 que instauraron la
flexibilidad laboral, los contratos basuras y el sobreempleo junto a
la desocupación.
Es
decir que la lucha por la reducción de la jornada laboral es en
los hechos una campaña contra el gobierno y la burocracia
sindical que permitió todas estas transformaciones. Pero la campaña
va mas allá aun: va contra la estructura económica del país que
impone el desempleo y la sobreocupación. Es, en ese sentido, de hecho
también anticapitalista.
Anteponer
la batalla antigubernamental es poner de manera sectaria el carro
delante del caballo. Porque mediante la campaña millones de
trabajadores podrán sacar la conclusión de que este gobierno no dará
solución al empleo, a los salarios y a la desocupación, porque se
niega a tomar la única medida viable y efectiva: la jornada laboral
de 6 horas con aumento general de salarios.
Nos
llamaron la atención –entonces– los reparos hechos por el PTS,
supuestos campeones de la “centralidad de la clase trabajadora” en
la lucha entre las clases. En lugar de tomar con todo la campaña,
hicieron todo tipo de reparos secundarios. La verdadera razón de los
reparos es que el PTS con sus acostumbrados (aunque agravados en la
actual coyuntura) rasgos de secta, se niega sistemática y
rotundamente a formar un frente único real con otras
tendencias y sectores combativos. Conservadoramente, teme que éste
pueda competir con su proyecto de colateral sindical, expresada en el
periódico “Nuestra Lucha”.
El
PO y Castells: ausentes con aviso
El
MIJD no fue al primer encuentro y por supuesto no asomó su nariz al
segundo encuentro, consecuente con su estrategia populista y
estrechamente corporativa-piquetera. Su política se limita a la
aparición mediática de alto impacto, totalmente funcional a la
estrategia del gobierno y de la burguesía de aislar al movimiento de
desocupados del conjunto de los trabajadores. Sus reclamos no pasan de
leche, planes, aguinaldos y vacaciones piqueteras...
Por
su lado, el PO ya había anunciado en el primer encuentro su
negativa cerrada a participar en la campaña: una posición
injustificable, realmente criminal. Muchos parecen olvidar que hace un
siglo, una lucha similar por la jornada laboral de 8 horas, fue el
bautismo de fuego de la clase trabajadora internacional.
En
este encuentro ni hablaron. El PO privilegia un frente único sólo de
organizaciones estrictamente piqueteras frente a la necesidad que se
va imponiendo de “barajar y dar de nuevo”: esto es, que se abra
paso una perspectiva de unidad de ocupados y desocupados que tenga su
expresión en un verdadero Congreso de Trabajadores. El único
“beneficio” de esto es tener la “marca registrada” ANT, negándose
a levantar como eje de su acción política una de las centrales
consignas de unidad de los trabajadores.
Manos
a la obra
Al
cierre de esta edición se reunía la junta promotora de la campaña.
Sabemos de las tensiones que habrá al interior de la misma, pero
desde el MAS, las estructuras de ocupados sobre las que tenemos
responsabilidad y el FTC, haremos todos los esfuerzos posibles para
llevar adelante esta campaña en un trabajo común y paciente con
otras experiencias políticas y sindicales.
Estamos
convencidos de que la lucha por la reducción de la jornada laboral no
se conseguirá sólo con una campaña política sino con la acción
independiente de trabajadores. Pero el lanzamiento de la misma es el
primer paso para ganar a millones de esta necesidad.
Este
espacio que se empieza a formar tiene inmensas responsabilidades y
posibilidades. En el transcurso de la campaña, habrá que ir
comprobando acuerdos y desacuerdo. E intentar avanzar en realización
de un plenario obrero combativo, así como en un verdadero
reagrupamiento clasista de frente único, que puede disputarle la
dirección de los trabajadores a la burocracia en todas sus
expresiones.
Notas:
1-
Ver el muy buen trabajo de Jorge Sanmartino Contribución a la
campaña nacional por las 6 horas, Socialismo revolucionario, que
publicamos en esta edición de la revista en el web.
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