Berlin-San Pablo-Buenos Aires
La
batalla por la duracion de la
jornada laboral
Por Jorge Sanmartino
Especial para Argenpress, 02/08/04
'Menemismo' alemán
Luego del acuerdo que la Siemens
firmó con el sindicato IG Metal, la amenaza de una ofensiva sobre los
trabajadores de toda la industria alemana ya es un hecho. La empresa
amenazó con el traslado de su planta a Hungría y logró aumentar la
jornada laboral de 35 a 40 horas semanales con el mismo salario. Ahí
está el famoso 'modelo Renano' caracterizado por el pacto social
imitando al 'modelo anglosajón'. Allí está la 'Europa Social' del
gobierno de Schröder, quién le reclamó a los trabajadores ser
'flexibles' con los requerimientos de las corporaciones. Ahora le
siguió la Mercedes, que impone aumentos de la jornada laboral con el
chantaje de trasladar la producción al sudeste asiático. La cosa no
va a parar aquí, seguirán otras empresas, como MAN, Opel y otras. No
es casualidad que a dos días de firmarse el acuerdo flexibilizador de
Mercedes con el sindicato, el primer Ministro de Baja Sajonia,
Christian Wulff, miembro del consejo directivo de Volkswagen (VW),
pidió incrementar los horarios de trabajo de los empleados del
consorcio. Los representantes de la patronal han lanzado su campaña
para destrozar los convenios colectivos en favor de una flexibilización
y ampliación de la semana laboral de las actuales entre 38 y 40 horas
a 42 o, incluso, 50 horas.
La industria alemana, sin embargo,
supera a la norteamericana en productividad, pero reclama un 'derecho
de igualdad' de estrujar durante más horas de trabajo su propia mano
de obra, cuyo costo no puede 'competir' con los sueldos 10 o 15 veces
más baratos de algunos países de la periferia. Lo curioso es que está
aumentando el PBI y la producción industrial, pero sólo en base a
exportaciones, mientras el ataque a las condiciones obreras debilita
la demanda del mercado interno.
Esta ofensiva capitalista llevó a
los trabajadores a huelgas y movilizaciones que seguirán caldeando
por largo tiempo la disputa por la jornada laboral aunque los líderes
sindicales vienen resignando los viejos convenios.
¿Recomposición obrera en Brasil?
Cinco centrales sindicales, entre
ellas la CUT reclamaron al gobierno de Lula la reducción de la
jornada laboral de 44 a 40 horas semanales sin rebaja salarial. Esto
evidencia para toda la clase obrera el fracaso del gobierno
capitalista de Lula para reducir el desempleo y mejorar las
remuneraciones, ya que ha decidido bailar el vals que le toca la 'dama
de hierro' Anne Krueger, que le aconseja la melodía monetarista.
Según el Departamento
Intersindical de Estadística y Estudios Socioeconómicos (DIEESE),
ese cambio y la supresión del pago de horas extra por las empresas
permitiría crear 2,8 millones de puestos de trabajo. Pero el gobierno
de la 'tercera vía' asentado en Brasilia no podría defraudar a la
burguesía que se vería afectada en sus balances. Por eso las
centrales sindicales amigas le aconsejaron subsidiar la iniciativa
mediante una reducción del pago de impuestos. Pero esto implica la
subvención de todo el pueblo trabajador a las ganancias empresarias.
Lo que retiran de un bolsillo lo pondrían en el otro. Esta propuesta,
además de revelar los límites de las políticas capitalistas y la
incapacidad de los dirigentes sindicales actuales para plantear una
salida independiente al desempleo de masas, debe rendirle -a su
manera- tributo a la virtud, apuntando a la única solución posible:
la reducción de la jornada laboral sin reducción salarial. Claro que
en este caso los accionistas deberían aceptar que las necesidades de
la clase trabajadora y de toda la población tienen prioridad sobre
las ganancias empresarias. Las crecientes huelgas en la administración
pública, el descontento frente al 'compañero presidente', el aumento
de las tomas de tierra en el campo y los reclamos estudiantiles contra
los recortes al presupuesto, todos estos movimientos de la lucha de
clases apuntan en esta misma dirección.
Berlín-San Pablo-Buenos Aires
El gobierno socialdemócrata alemán
pretende aplicar métodos latinoamericanos al pueblo alemán. Pero el
pueblo latinoamericano, sometido al látigo del desempleo y la
precarización laboral, pretende alcanzar aunque sea una parte de las
conquistas sociales que logró la clase obrera alemana, que hoy está
seriamente amenazada. Una refuerza la otra, porque Siemens y Mercedes
amenazan a los obreros centroeuropeos con los salarios y la jornada
laboral de San Pablo y Buenos Aires. Pero las patronales del Cono Sur
chantajean a sus obreros con quedarse rezagados respecto a la
productividad alcanzada por la industria alemana y europea. Este hecho
refuerza, por otra parte, la necesidad urgente de una hermandad
internacional de la clase trabajadora, planteando la lucha
internacionalista en el plano práctico inmediato.
La competencia entre los
trabajadores en el mercado laboral no se reduce, naturalmente, a una
lucha fraticida entre obreros de distintos países. Los capitalistas
han extendido la guerra por el empleo al combate doméstico.
Enfrentando a las diversas capas de la población trabajadora entre sí,
han logrado separar a una parte sustancial de los trabajadores de sus
medios de vida para extraer de los trabajadores activos una cuota
mayor de ganancias. El estado de situación respecto al desempleo,
precarización, trabajo en negro, extensión de la jornada y
desigualdad, han empeorado las condiciones de vida de toda la clase
obrera, amenazando a una parte de ella y a sus hijos con arrojarlos
definitivamente a la marginalidad. Mientras en Europa los últimos años
han visto una leve pero progresiva reducción de la jornada laboral,
en nuestro continente ha crecido respecto a los años '80. Ahora la
Europa que pretende integrar al Este como proveedora de mano de obra
barata, exige una involución al status Latinoamericano.
Por la jornada legal de 6 horas
El asesinato patronal de los 14
obreros de las minas de Río Turbio quedará no sólo como un
recordatorio doloroso de las condiciones actuales del trabajo, sino
como un punto de inflexión en la lucha por la reducción de la
jornada laboral, así como contra los convenios flexibles y la
indiferencia en la seguridad laboral. Los accidentes de trabajo han
crecido exponencialmente desde la recuperación económica. Que el
apoyo a los mineros del Turbio haya sido masivo y más aún,
encabezado por las organizaciones de desocupados es el síntoma de una
nueva etapa de la lucha de los trabajadores. En estos momentos obreros
de los Altos Hornos Zapla en Jujuy tomaron las instalaciones en
reclamo de medidas de seguridad porque no quieren 'morir como los
compañeros del Turbio'.
La unificación de la burocracia de
la CGT es también una respuesta a esta situación. Pero la reubicación
de los dinosaurios sindicales llega demasiado tarde. Es difícil que
muchos le den crédito a una dirección que durante más de 10 años
aceptó e incluso se asoció a la ofensiva capitalista. La Oficina de
Evaluación Independiente (OEI) del FMI acaba de reconocer que la
reforma laboral firmada por la CGT fue 'la puesta en vigencia de un
hito 'estructural''. No está demás recordar que el mayor porcentaje
de cláusulas pactadas entre los empresarios y los sindicatos
corresponden a la afectación del tiempo de la jornada laboral
ascendiendo desde un 20,4% en 1992 a un 41,3% en el 2001. Ella estuvo
en el centro de la batalla obrero-patronal, que la reforma laboral
votada con el auspicio del gobierno de Kirchner afianza y legitima
como 'derechos adquiridos' por la patronal.
Quizá, después de todo, no sea
casualidad que en este preciso momento los trabajadores del Subte se
hayan decidido a lanzar la campaña nacional por la jornada legal de 6
horas, extendiendo su propia experiencia y conquista al resto de los
trabajadores. Es un síntoma de la época. Y una oportunidad
inigualable para las organizaciones que nos reclamamos socialistas
revolucionarias y que nos basamos en los principios de la
independencia de clase. Ellas también deberán medirse de aquí en más
por su actitud ante un planteo de carácter histórico como el que han
lanzado los trabajadores de Metrovías.
De San Pablo a Río Turbio se trata
de hacer de la reducción de la jornada laboral un planteo cada vez más
popular, y de enraizarlo en las luchas de los trabajadores que hoy están
en curso.
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