Los
magnates extranjeros adquieren millones de hectáreas en complicidad
con fundaciones ecologistas
Tierras
Patagónicas, pieza clave de la nueva colonización
Por
Marcelo García ()
En
el marco de sus planes geoestratégicos de recolonización el
Imperialismo -tanto el estadounidense como el europeo- busca
apoderarse de América Latina y los recursos naturales de la
Argentina, en especial de la Patagonia, cobran vital importancia y por
tal motivo un grupo de multimillonarios empresarios y ecologistas
comenzaron a desembarcar en el país. Con el disfraz de la preservación
ecológica se han ido apoderando de tierras del sur argentino, pero
también lo han hecho en la Mesopotamia, en el Delta y en la Patagonia
de Chile.
(Parte
1)
Cientos de miles y hasta millones de hectáreas de la
Patagonia argentina y chilena han sido compradas, a valores
irrisorios, por magnates de diferentes orígenes en los últimos años
y en la gran mayoría de los casos la adquisición de tierras se
concretó con el apadrinamiento de fundaciones ecologistas o con la
supuesta finalidad de la preservación ecológica. Pero en realidad
todo esto se inscribe en un proyecto geoestratégico de recolonización
donde el imperialismo de los Estados Unidos -y de otros imperialismos-
busca apropiarse de regiones valiosas en recursos naturales,
biodiversidad y fundamentalmente no contaminadas por el accionar del
hombre.
Esta
realidad no es exclusividad de la Patagonia, también se ven llegar
los tentáculos hasta zonas como el acuífero Guaraní (en la región
de la Triple Frontera de Argentina, Brasil y Paraguay); o al área del
Amazonas y a la región centroamericana. Paradójicamente en todos
estos territorios pueden divisarse planes económicos (Area de Libre
Comercio de las Américas, Plan Puebla Panamá, Plan Dignidad) y
militares[i]
que se transforman en piezas claves de un andamiaje recolonizador que
Estados Unidos encabeza, en este caso, en América Latina.
Mientras
la población mundial se reproduce y crece constantemente, los
recursos naturales, en particular el agua, tienen una durabilidad
finita y es ahí donde se produce uno de los primeros cuellos de
botella que el Imperialismo está previendo resolver –con vista al
futuro- a partir de las apropiación de los recursos naturales. Entre
los años 1960 y 1970 se elaboraron varios documentos entrono de esta
cuestión.
El
investigador chileno Miguel Serrano planteó que “si nos remontamos
a la década del ‘60, durante la administración Jhon Kennedy, el
gobierno norteamericano quiso reevaluar la efectividad de su política
imperialista. Debido a que los conflictos bélicos estaban teniendo un
costo político demasiado alto... acordaron estudiar una mejor forma
de mantener su dominio sin la necesidad de la guerra convencional.
Para esto reunió a doce de sus mejores científicos, sociólogos y
psicólogos en la Universidad de Houston, financiados por (David)
Rockefeller, quienes crearon el denominado ‘Iron Mountain Plan’,
que elaboraba como solución la utilización de la preservación del
medioambiente. La ‘ecología,’ al ser una causa tan noble y de
relevancia universal, seria difícil que encontrara opositores. Así,
comenzó la reacción y la ofensiva de innumerables grupos
‘ecologistas’, manipulados por los intereses norteamericanos” [ii].
En
1974 el ex Secretario de Estado del gobierno estadounidense de Richard
Nixon, Henry Kissinger, preveía que uno de los “conflictos” del
siglo actual estaría marcado por el crecimiento demográfico y planteó
las alternativas para solucionar la crisis que consideraba ineludible;
entre esas salidas propuso el control de la natalidad y también la
apropiación de territorios ricos en recursos naturales[iii].
Las
usurpaciones de territorios que se producen en cualquiera de los
puntos de Latinoamérica tienen características diferentes, aunque en
los últimos tiempos una de las formas más utilizadas se relaciona al
desembarco de grandes magnates multimillonarios que con las alforjas
repletas de dólares adquieren, a precios irrisorios que rondan 10 dólares
por hectárea, bastas extensiones de tierras en las zonas predilectas.
Algunos
lo hacen a través de la supuesta preservación ecológica y utilizan
el disfraz que les proporcionan las organizaciones ecologistas no
gubernamentales que crearon para tal fin; otros directamente
argumentan la compra de paraísos naturales para construir mansiones
de descanso o veraneo; no faltan aquellos que se escudan en la faceta
productiva y ponen en funcionamiento criaderos de ovejas, lavaderos de
lanas, etc.
Pero
en los últimos meses se sumaron los tenedores extranjeros de bonos de
la deuda externa quienes le propusieron al Estado argentino canjear la
deuda por tierras patagónicas, situación que tiene su correlato en
Perú donde Estados Unidos aceptó que el país andino deje de pagar
“más de 14 millones de dólares durante los siguientes 16 años
(unos 875 mil anuales dólares) y, como contrapartida, deberá
destinar el equivalente en nuevos soles a 10.6 millones de dólares
durante los siguientes 12 años (unos 883 mil dólares anuales), los
que serán utilizados en la conservación de bosques tropicales”[iv].
Esta
última opción tomó mucha fuerza cuando el periodista francés
Antoine Bigo publicó en el diario Liberación que Argentina podría
cambiar tierras por deuda externa y pocas semanas después aparecieron
los jubilados japoneses adelantando que estaban dispuestos a recibir
parte de la Patagonia a cambio de sus bonos impagos.
El
grupo de los conquistadores extranjeros está compuesto por los
hermanos italianos Carlo y Luciano Benetton quienes adquirieron cerca
de 900.000 hectáreas en la provincia del Chubut, las que pusieron a
producir en el rubro de la ganadería ovina, pero para concretarlo
despojaron de sus tierras a las comunidades aborígenes y además
fueron acusados de desviar el cauce de un río sin importarles las
consecuencias ambientales. Actualmente existe un conflicto por el
desalojo que, tanto la Justicia como las Instituciones chubutenses,
pretenden realizar de la familia mapuche Fermín.
El
biólogo santacruceño Julián Gabriel Oliva dio cuenta de la
existencia de estancias compradas por el grupo textil italiano en la
provincia del actual presidente de la Nación, Néstor Kirchner. Según
Oliva los Benetton “ha comprado en los últimos
años unas diez estancias en Santa Cruz, con alrededor de 500.000 hectáreas
en ubicaciones estratégicas”.
Los
Benetton no son los únicos forasteros que desembarcaron en la
Patagonia Austral, también se inscribe el magnate de la comunicación
estadounidense Ted Turner. Con la supuesta intención de venir a
pescar truchas y esquiar en las nevadas pistas cordilleranas, Turner
se gastó unos dólares en las 70.000 hectáreas. A ellos también se
sumaron en la conquista el dueño de la cadena Planet Hollywood, Joe
Lewis; el presidente para América Latina de Walt Disney, Daniel
Lerner; y el magnate húngaro George Soros (400.000 hectáreas) que
junto a muchos multimillonarios, actores (Silvester Stallone, Jane
Fonda y Michael Douglas) y los denominados eco barones[v]
desembarcaron en la región patagónica para extender algunos cheques
y adueñarse de bastas extensiones de virgen naturaleza y recursos
naturales[vi].
El
disfraz ecologista
Tal
como lo vislumbraba Kissinger las futuras guerras del Siglo XXI están
siendo por los recursos naturales (agua y petróleo) pero para el
Imperialismo uno de los principales problemas es la gente, porque
sobran habitantes en este planeta y hacia allí se encamina su
estrategia de destrucción. Esta fundamentación (o bien podría ser
denominado fundamentalismo) ideológica se ve complementado por la
aparición de organizaciones conservacionistas que plantean la
“ecología profunda”, un tipo de ecología que no contempla la
existencia del hombre y aspira a conservar el medio ambiente sin la
vida humana.
Pero
aquí surge una clara distinción de clase y de roles en la sociedad
capitalista. Los ecologistas profundos impulsan el desplazamiento del
hombre de los territorios ricos en recursos naturales, pero los
desplazados son los pueblos que habitan esa región o los miembros de
las clases sociales bajas (esencialmente los campesinos y los aborígenes),
porque su proyecto de conservación defiende la existencia de ricos
burgueses y terratenientes que puedan dedicarse a la ecología y la
preservación de los “paraísos terrenales” para quienes tengan la
capacidad económica de comprarlos o disfrutarlos.
En
este punto surgen algunas contradicciones muy profundas en uno de los
casos mas paradigmáticos de las luchas de los pueblos contra las
multinacionales. Entre los años 2002 y 2003 el pueblo de Esquel
–ciudad cordillerana ubicada en el Noroeste de la provincia del
Chubut- logró derrotar heroicamente, a partir de la movilización, el
emprendimiento minero que impulsaba la multinacional canadiense
Meridian Gold, pero las aspiraciones de conservar el bello y vasto
recurso natural existente en la Cordillera de los Andes dejó
virtualmente liberado el camino a los “ecologistas profundos” y a
los terratenientes locales y extranjeros para que se puedan apoderar
de enormes porciones de tierras vírgenes y ricas en recursos
naturales.
En
lo que respecta a la compra de tierras por parte de los ecologistas
internacionales y los multimillonarios extranjeros, estos llegan a las
zonas de usurpación acompañados por fundaciones ecologistas locales
que se convierten en las caras visibles ante los organismos públicos
y los habitantes de las regiones a ser expoliadas.
Los
tres casos más importantes de estas metodologías concretadas en la
Argentina muestran como organizaciones ecologistas del país se
prestaron a las compras de tierras realizadas por un ecologista
profundo, Douglas Tompkins. En las adquisiciones de las estancias
santacruceñas (Monte León, Dor Aike, El Rincón y Sol de Mayo)
fueron concretadas en varias ocasiones con el acompañamiento de la
Fundación Vida Silvestre[vii];
mientras que la compra de la Estancia La Esperanza (ubicada en la Península
de Valdéz de la provincia de Chubut) se efectivizó con el auspicio
de la Fundación Patagonia Natural; en tanto que la obtención de
grandes zonas de los esteros del Iberá (en la provincia de
Corrientes) se consumaron con la ayuda de la Fundación Ecos de
Uruguay.
Una
descripción similar efectuó el analista Gustavo Herren quien remarcó:
“En Chile hay preocupación por la ‘venta de la
Patagonia chilena’. Varios analistas y periodistas destacados, como
García Lupo (en 1999), vienen previniendo sobre la extensión de
impulsos separatistas en Latinoamérica. Desde hace años el Centro
Rockefeller para Estudios Latinoamericanos, una de las usinas de ideas
del Nuevo Orden Mundial, difunde también la posibilidad de
fragmentación territorial en Chile, Argentina o Brasil y la creación
de nuevos países más pequeños. El proceso de ‘secesión
progresiva’ se podría llevar a cabo con la participación de manos
privadas. Probablemente, como ocurrió cuando un territorio de
Guatemala concesionado a madereras inglesas, tomó autonomía
administrativa secesionándose luego, en Bélice”.[viii]
Curiosamente, y probablemente no exista casualidad en este hecho, uno de
los lugares de Centroamérica elegidos por el ecologista Douglas
Tompkins para desembarcar con su abanico de fundaciones ha sido Bélice
y desde allí impulsa a través de la Word Land Trust y otras ONG’s
las “preservación 252.000 acres de bosques nativos”. Fueron
justamente las compañías forestales las que propiciaron la secesión
de Bélice, en 1981, proceso que terminó convirtiendo una porción
del territorio de Guatemala en una “nación independiente”.
Por una vertiente diferente Tompkins llegó a otro de los epicentros
naturales de América Latina. Con la excusa de la reforestación y la
protección de especies animales posó sus garras en el Amazonia desde
los senderos del Ecuador. Allí compraron a través de la Word Land
Trust seis áreas en sur ecuatoriano con una dimensión de 23.000 hectáreas.
Respecto de las apetencias separatistas existen algunos políticos
argentinos que aspiran a que la Patagonia se escinda del resto del país,
entre ellos se destaca el gobernador neuquino Jorge Sobish, quien
hasta habría pensado en convocar a una consulta popular para definir
una postura sobre el tema. Parte de la encuesta efectuada hace poco
tiempo por la consultora Jorge Giacobbe y Asociados apuntaba
directamente a determinar la opinión de la población patagónica
alrededor de dos grandes ejes: uno era la posibilidad de canjear
territorio regional por la deuda externa y otro pretendía saber la
receptividad de una separación del resto de la Argentina.
El
broche de oro alrededor de las posibilidades de fragmentación patagónica
las proporcionó el mejicano Juan Enríquez, integrante Centro David
Rockefeller para Estudios Latinoamericanos de la Universidad de
Harvard, quien –según el diario El Patagónico de Comodoro
Rivadavia- les manifestó a los diputados chubutenses Carlos Lorenzo y
Rolando Iralde que “la fragmentación territorial cumplirá una
función destacada para el reordenamiento global, en cuyo marco es
posible que surjan nuevos países en América Latina: en Chile,
Argentina y Brasil especialmente”.
Mientras
todo esto sigue sucediendo en la Argentina el Estado permanece
absolutamente ausente y sin ningún tipo de injerencia o regulación
en un tema que debiera ser de vital importancia para los gobernantes,
salvo unos pocos legisladores o alguna que otra organización
ruralista han manifestado intenciones de bloquear estos mecanismos que
permiten el acceso de extranjeros a enormes extensiones territoriales.
Los
magnates extranjeros adquieren millones de hectáreas en complicidad
con fundaciones ecologistas
Douglas
Tompkins y su reinado
patagónico
(Parte
2)
Uno
de los casos más paradigmáticos, en lo que a compra de territorios
para una supuesta preservación ecológica se refiere, lo protagoniza
el magnate estadounidense Douglas Tompkins. Este personaje dedicado a
la “ecología profunda” se ha convertido en poco tiempo en el dueño
absoluto de una porción importante de la Patagonia argentina y también
de la chilena. Asimismo Tompkins ha delimitado su terruño en el los
esteros del Iberá (provincia de Corrientes) y puso su tranquera en el
Delta (límite fluvial entre las provincias de Entre Ríos y Buenos
Aires). En menos de una década se hizo propietario de casi un millón
y medio hectáreas de tierras suramericanas y planea continuar su
cruzada hasta obtener la friolera de 10 millones de hectáreas de esta
región austral.
Douglas
Tompkins y su esposa Kristine McDivitt comenzaron a amasar su fortuna
con la venta de ropa y de artículos deportivos. Él fue mentor de las
marcas Esprit y North Face y ella creó la llamada línea Patagonia
con el canadiense Yvon Chouinard. Tanto uno como el otro vendieron sus
acciones e hicieron una fortuna valuada en 150 millones de dólares[ix].
Tompkins
inició su alocada carrera ecologista a principios de los ’90 con la
puesta en marcha de dos de las múltiples fundaciones ecologistas a
las que posteriormente daría vida junto a su esposa y al grupo de los
denominados eco barones. En los primeros años de la década del 1990
Tompkins creo Foundation for Deep Ecology (1990) y Conservation Land
Trust (1992), pocos años después pondría en marcha la Word Land
Trust y la Patagonia Land Trust, todas piezas de un mismo
rompecabezas.
Sus
primeros pasos por las estepas patagónicas los dio en 1991 cuando
adquirió terruños de la Décima región chilena. En la patria de
Salvador Allende no le fue fácil apoderarse de grandes extensiones,
aunque a fuerza de tenacidad y dólares llegó a dominar casi 400.000
hectáreas en la Décima y la Undécima región. Así fue como
virtualmente cortó en dos al territorio chileno lo que ocasionó en
mas de una oportunidad una serie de conflictos con los pobladores, las
comunidades aborígenes y hasta con el gobierno nacional[x].
A
finales de la década de los ’90 Tompkins decidió cruzar la
Cordillera de los Andes y desembarcó en la provincia Argentina de
Santa Cruz. En poco tiempo el ecologista se apropio de cuatro
estancias de grandes magnitudes. Kris McDivitt declaró al diario británico
The Guardian que “la desconfianza y la paranoia sobre la conservación
de la tierra es mucho menor en la Argentina”[xi].
Las
zonas adquiridas en el sur argentino son: la estancia Monte León que
está ubicada a unos 200 kilómetros al norte de Río Gallegos, sobre
la Ruta 3 y al sur de la localidad de Piedra Buena, y comprende 69.750
hectáreas sobre 40 kilómetros de costa. La estancia Dor-Aike que es
adyacente a Monte León, sobre su lado noroeste, contando con una
magnitud de 37.125 hectáreas y 21 kilómetros del río Santa Cruz.
Las 24.300 hectáreas de la estancia Sol de Mayo que bordean la
frontera chilena y está situada al sur de Los Antiguos, justo entre
los grandes lagos llamados Buenos Aires y Pueyrredón. También se
convirtió en propietario de la estancia El Rincón, vecina al Parque
Nacional Perito Moreno y con una extensión de 14.170 hectáreas[xii].
Una
vez adquiridas las tierras santacruceñas por Patagonia Land Trust la
metodología adoptada por Tompkins fue entregar provisoriamente el
territorio al Estado argentino imponiéndole la figura del fideicomiso
y una serie de condiciones de difícil cumplimiento, las que de no
efectivizarse le permitirían al magnate estadounidense asegurarse el
retorno de las áreas a su propiedad o las fundaciones ecologistas
nacionales que lo acompañan en las maniobras.
La
diputada santacruceña Judith Forstmann, en diálogo con el programa
radial “El cielo por asalto”[xiii] explicó: “se busca
que una persona jurídica extranjera compre inmensas y bellísimas
tierras, dándole la tenencia precaria a la Fundación Vida Silvestre
y el destino final sería la Administración de Parques Nacionales
para generar el primer Parque Nacional Marino. Al usar la figura de
fideicomiso evita cumplir con una serie de requisitos para que la
Superintendencia Nacional de Fronteras le de la conformidad previa”.
Luego
reveló el ardid aduciendo
que “el fideicomiso establece
que si en tres años no se genera el parque marino o se estima que la
Administración de Parques Nacionales no hizo sus mejores esfuerzos
para que se pueda concretar -es decir que tenga más superficie de
agua que de tierra- las tierras de las estancias Monte León y Dor
Aike volverían a propiedad de Patagonia Land Trust para generar un
parque privado u otro”.
Para
Forstmann esta situación se incluye en una compaña supranacional,
donde las fundaciones de Tompkins son parte de 2.200 organizaciones de
ese tipo que existen en los Estados Unidos y que “evidentemente les
interesa comprar tierras vírgenes, no contaminadas, con amplias
reservas de agua dulce para su propio beneficio posterior”.
Una
de las últimas incursiones de Tompkins en la Patagonia argentina fue
en la provincia del Chubut donde, con la compañía de la Fundación
Patagonia Natural, compró –por un valor de 2,8 millones de dólares-
la estancia La Esperanza que posee una dimensión de 7.000 hectáreas.
Dichas tierras se encuentran ubicadas dentro de la Península de Valdés,
área que fue declarada patrimonio natural de la humanidad por la
UNESCO previamente al negocio inmobiliario.
El
presidente de Patagonia Natural, Guillermo Harris, dijo al diario
Jornada ser “amigo personal” y “asesor” de Tompkins lo que
terminó de confirmar la convivencia de las fundaciones ecológicas
argentinas con el magnate estadounidense.
En
los ríos y esteros mesopotámicos
Las
ambiciones de Douglas Tompkins no se saciaron con una parte de la
Patagonia y sus tentáculos llegaron hasta otra región de vital
importancia en el mapa geoestratégico de los recursos naturales. Un
sector del denominado acuífero Guaraní, ubicado en la Triple
Frontera (Argentina, Paraguay y Brasil) y con la concentración de una
de las mayores reservas subterráneas de agua dulce de Latinoamérica,
fue comprado por el ecologista.
Tompkins
compró territorios en las provincias de Corrientes y de Misiones. En
las tierras correntinas donde nació el libertador José de San Martín,
el multimillonario ecologista realizó dos compras claves para
apropiarse de 225.000 hectáreas de los humedales que conforman los
esteros del Iberá.
La
primera operación inmobiliaria se produjo al comprarle a la familia
terrateniente Blaquier unas 120.000 hectáreas de los esteros y la
segunda la concretó a finales del 2002 y se trató de otra adquisición
aunque en esa oportunidad el vendedor fue el grupo empresario Pecom
Energía.
La
rama energética del conglomerado empresario que comanda Gregorio Pérez
Companc le vendió a Tompkins 105.000 hectáreas en Corrientes y otras
4.000 hectáreas en la provincia de Buenos Aires en la zona del Delta
del río Paraná[xiv],
en las cuales la forestación alcanza a 20.000 y 2.500 hectáreas
respectivamente. La venta –que contó con la intervención de la
Fundación ecologista ECOS- involucró la suma de 13,5 millones de dólares
y las tierras pasaron a manos de DRT Investments LLC y Vacas LLC,
compañías que dependen directamente de Tompkins.
El
diario La Nación describió la finalidad de las adquisiciones
diciendo: “inicialmente Tompkins se transformaría en productor
forestal y competiría en el mercado, pues, según dijo un allegado
del empresario, le interesa el ‘manejo responsable’ de los montes
implantados. Sin embargo, poco antes de que se firmara el acuerdo de
venta, Tompkins confió a un grupo de amigos que su interés por las
tierras de Pecom Energía sería conservacionista y no comercial.
‘No soy empresario forestal y no quiero serlo’, había afirmado
tiempo atrás ante un nutrido grupo de funcionarios y amigos en
Corrientes. Según esta versión, la adquisición tiene sentido en el
marco de una serie de inversiones que, a largo plazo -anticipa
Tompkins-, serían donadas a la provincia de Corrientes o al Estado
nacional para convertirlas en áreas protegidas. El objetivo de
Tompkins sería preservar las especies animales y vegetales de esa
región, que, según refirió a un allegado, estarían en riesgo por
el avance de las especies forestales exóticas. Una forma de frenar la
incursión de los proyectos de las industrias forestales, le advirtió
Tompkins en tono personal, sería comprar esas áreas”.
Los
Esteros del Iberá, ubicados en el centro y nordeste de Corrientes,
son un sistema de humedales que incluyen 62 lagunas y varias islas
flotantes. Con una extensión de 13 mil kilómetros cuadrados
conforman “la mayor reserva de agua dulce del país”, según
explicó al diario Página 12[xv]
el subdirector de Parques y Reservas provincial, Vicente Fraga.
Lo
curioso de la situación es que pocos después de la compra realizada
por Tompkins se dio a conocer la elaboración de un plan de manejo y
conservación de la biodiversidad de la reserva del Iberá, el que
busca que dicha zona sea declarada por la UNESCO patrimonio natural de
la humanidad. En la preparación de ese plan de preservación
participarán la Fundación ECOS y la Fundación Vida Silvestre[xvi], dos organizaciones
vinculadas al empresario estadounidense.
En
su listado de propiedades incluyó las coloradas tierras misioneras El
Piñalito, que posee una superficie de 3.764 hectáreas[xvii].
El
amo de los ríos y esteros
mesopotámicos
Las
ambiciones de Douglas Tompkins no se saciaron con una parte de la
Patagonia y sus tentáculos llegaron hasta otra región de vital
importancia en el mapa geoestratégico de los recursos naturales. Un
sector del denominado acuífero Guaraní, ubicado en la Triple
Frontera (Argentina, Paraguay y Brasil) y con la concentración de una
de las mayores reservas subterráneas de agua dulce de Latinoamérica,
fue comprado por el ecologista.
Tompkins
compró territorios en las provincias de Corrientes y de Misiones. En
las tierras correntinas donde nació el libertador José de San Martín,
el multimillonario ecologista realizó dos compras claves para
apropiarse de 225.000 hectáreas de los humedales que conforman los
esteros del Iberá.
La
primera operación inmobiliaria se produjo al comprarle a la familia
terrateniente Blaquier unas 120.000 hectáreas de los esteros y la
segunda la concretó a finales del 2002 y se trató de otra adquisición
aunque en esa oportunidad el vendedor fue el grupo empresario Pecom
Energía.
La
rama energética del conglomerado empresario que comanda Gregorio Pérez
Companc le vendió a Tompkins 105.000 hectáreas en Corrientes y otras
4.000 hectáreas en la provincia de Buenos Aires en la zona del Delta
del río Paraná[xviii],
en las cuales la forestación alcanza a 20.000 y 2.500 hectáreas
respectivamente. La venta –que contó con la intervención de la
Fundación ecologista ECOS- involucró la suma de 13,5 millones de dólares
y las tierras pasaron a manos de DRT Investments LLC y Vacas LLC,
compañías que dependen directamente de Tompkins.
El
diario La Nación describió la finalidad de las adquisiciones
diciendo: “inicialmente Tompkins se transformaría en productor
forestal y competiría en el mercado, pues, según dijo un allegado
del empresario, le interesa el ‘manejo responsable’ de los montes
implantados. Sin embargo, poco antes de que se firmara el acuerdo de
venta, Tompkins confió a un grupo de amigos que su interés por las
tierras de Pecom Energía sería conservacionista y no comercial.
‘No soy empresario forestal y no quiero serlo’, había afirmado
tiempo atrás ante un nutrido grupo de funcionarios y amigos en
Corrientes. Según esta versión, la adquisición tiene sentido en el
marco de una serie de inversiones que, a largo plazo -anticipa
Tompkins-, serían donadas a la provincia de Corrientes o al Estado
nacional para convertirlas en áreas protegidas. El objetivo de
Tompkins sería preservar las especies animales y vegetales de esa
región, que, según refirió a un allegado, estarían en riesgo por
el avance de las especies forestales exóticas. Una forma de frenar la
incursión de los proyectos de las industrias forestales, le advirtió
Tompkins en tono personal, sería comprar esas áreas”.
Los
Esteros del Iberá, ubicados en el centro y nordeste de Corrientes,
son un sistema de humedales que incluyen 62 lagunas y varias islas
flotantes. Con una extensión de 13 mil kilómetros cuadrados
conforman “la mayor reserva de agua dulce del país”, según
explicó al diario Página 12[xix]
el subdirector de Parques y Reservas provincial, Vicente Fraga.
Lo
curioso de la situación es que pocos después de la compra realizada
por Tompkins se dio a conocer la elaboración de un plan de manejo y
conservación de la biodiversidad de la reserva del Iberá, el que
busca que dicha zona sea declarada por la UNESCO patrimonio natural de
la humanidad. En la preparación de ese plan de preservación
participarán la Fundación ECOS y la Fundación Vida Silvestre[xx], dos organizaciones
vinculadas al empresario estadounidense.
En
su listado de propiedades incluyó las coloradas tierras misioneras El
Piñalito, que posee una superficie de 3.764 hectáreas[xxi].
Notas:
.-
Integrante
del programa radial autogestionario El cielo por asalto de
Comodoro Rivadavia, miembro del grupo Economistas de Izquierda (EDI),
miembro del Consejo Editorial de la revista Marxismo Vivo e
investigador del Centro Regional de Estudios Económicos de la
Patagonia Central (CREEPaCe). Dirección electrónica: subrodo25@hotmail.com.
[i]
Ver la nota “Estados Unidos
militariza América Latina para imponer su dominación de Imperio
colonial” publicada en la revista Marxismo Vivo de septiembre de
2003. También se puede obtener información específica en la
edición número 2 (Julio 2003) de América XXI
y el trabajo de Robinson Salazar denominado “La
remilitarización de América Latina”.
[ii]
Ver
el artículo denominado “La nueva Israel sudamericana”, por
Miguel Serrano.
[iii]
Ver en www.rebelion.org el trabajo de Antoine Bigo, “Estado en
agonía vendería la Patagonia”, publicado por el diario francés
Liberation el 4 de marzo de 2003.
[iv]
Ver la nota del periódico El Expreso (www.expreso.com) titulada
“Perú y EE. UU. canjearán deuda por naturaleza” del pasado
27 de junio de 2002.
[v]
Definición
que se les aplica a los empresarios, multimillonarios y magnates
extranjeros que a través de la ecología se transforman en
compradores de grandes extensiones de territorios.
[vi]
Ver suplemento Enfoques del diario La Nación del 21 de septiembre
de 2003. La nota “Patagonia: de mitos e invasores” firmada por
Pablo Mendelevich, con la colaboración
de Mariela Arias, corresponsal en Santa Cruz.
[vii]
En una entrevista efectuada por el diario La Nación –el 19 de
abril de 2001- el periodista Fernando Halperin le consultó a
Tompkins cuáles eran sus proyectos en la Argentina y el
angloparlante confirmó el mecanismo de funcionamiento con las
fundaciones locales lo que puede verificarse en las páginas de
Internet de las fundaciones que comanda. “Estamos trabajando con
la Fundación Vida Silvestre. Compramos la Estancia Monte León,
de 62.000 hectáreas, en las costas de Santa Cruz, con la idea de
donarla en el transcurso del próximo año a Parques Nacionales y
así crear el primer parque nacional costero en la Patagonia. Es
muy excitante pensar en crear un parque nacional en 2001”, reveló.
[viii]
Ver el análisis denominado “Preocupa en Chile la venta de la
Patagonia”, por Gustavo Herren.
[ix]
Ver en www.rebelion.org el trabajo de Antoine Bigo , “Estado en
agonía vendería la Patagonia”, publicado por el diario francés
Liberación el 4 de marzo de 2003.
[x]
Ver el artículo “Doblas Tompkins – Millonario y globalizador”
publicado en el diario El Universal (Caracas, Venezuela) el 15 de
septiembre de 2002. También se puede obtener información en
“La expansión de los dominios de Tompkins en el sur”, de Jazmín
Jalilie M. En el diario chileno La Tercera del 21 de enero de
1999.
[xi]
Ver el diario chileno La Segunda donde José Antonio López publicó
el 26 de julio de 2002 la investigación “Tompkinlandia. Crece
el imperio al sur del mundo”.
[xii]
Diario El Patagónico (www.diarioelpatagonico.com.ar) en su edición
del 30 de mayo de 2002.
[xiii]
Programa
periodístico radial realizado de manera autogestionaria en FM
Klara de la ciudad de Comodoro Rivadavia, provincia de Chubut,
Patagonia Argentina.
[xiv]
Ver la nota “Tompkins compra tierras de Pecom” publicada por
el diario La Nación el 12 de diciembre de 2002.
[xv]
Ver la nota publicada en el diario Página 12 titulada “Proponen
a los Esteros del Iberá como Patrimonio de la Humanidad”.
[xvi]
Un informe de la Fundación Vida Silvestre afirmó que “la región
está amenazada por la contaminación del agua y el envenenamiento
de la fauna (debido al uso intensivo de pesticidas en cultivos de
arroz y forestaciones); por el ganado que erosiona los suelos y
por la caza comercial y deportiva. Según el informe, también la
represa hidroeléctrica de Yacyretá causa un gran impacto
ambiental”.
[xvii]
En
la nota “Tompkins-10 años de reinado”, perteneciente a V.
Toloza Jiménez,
es la única mención que hace a las posesiones de Tompkins en la
provincia de Misiones.
[xviii]
Ver la nota “Tompkins compra tierras de Pecom” publicada por
el diario La Nación el 12 de diciembre de 2002.
[xix]
Ver la nota publicada en el diario Página 12 titulada “Proponen
a los Esteros del Iberá como Patrimonio de la Humanidad”.
[xx]
Un informe de la Fundación Vida Silvestre afirmó que “la región
está amenazada por la contaminación del agua y el envenenamiento
de la fauna (debido al uso intensivo de pesticidas en cultivos de
arroz y forestaciones); por el ganado que erosiona los suelos y
por la caza comercial y deportiva. Según el informe, también la
represa hidroeléctrica de Yacyretá causa un gran impacto
ambiental”.
[xxi]
En
la nota “Tompkins-10 años de reinado”, perteneciente a V.
Toloza Jiménez,
es la única mención que hace a las posesiones de Tompkins en la
provincia de Misiones.
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