Por una Conferencia Anticapitalista Latinoamericana
La
lección de Venezuela
Socialismo o Barbarie, periódico, 21/08/04
Con
la victoria de Chávez en el referéndum revocatorio en Venezuela el
imperialismo acaba de sufrir una importante derrota política.
No es un dato menor, sino un hecho de alcance continental.
América Latina vive un ciclo de resistencias, rebeliones
populares y de crisis del capitalismo “neoliberal” desde comienzos
del nuevo siglo. El imperialismo ha logrado encauzar los distintos
procesos (Ecuador, Bolivia, Argentina) por la vía de la
“democracia” capitalista, pero no los logra derrotar.
En este contexto, Venezuela es uno de los procesos de lucha más
profundos. La crisis económica y –sobre todo– del sistema de
partidos viene desde el Caracazo de fines de la década del 80, y la
situación aún no se ha estabilizado.
Chávez surgió con un discurso radical contra el viejo régimen
de partidos, diseñando e imponiendo
una nueva constitución a su medida y buscando la relegitimación
de la democracia patronal con tramposos instrumentos de “democracia
participativa”, como el reciente referéndum.
Al mismo tiempo, viene haciendo una política de concesiones económicas
hacia los sectores sociales más pobres, y mantuvo enfrentamientos (más
verbales que reales) con el imperialismo yanqui.
Sin embargo, es un pagador puntual de la deuda externa
de su país, es el tercer exportador de petróleo en el abastecimiento
regular del mercado de Estados Unidos, y no tomó ninguna medida de
expropiación (ni de otra índole) que realmente fuera contra los
capitalistas en su país.
Sin
embargo, el hecho de que surgiera por fuera del sistema tradicional de
partidos y de tener un discurso “nacionalista” le alcanzó a la
administración Bush para internar derribarlo: primero mediante un
golpe de estado liso y llano, luego mediante este referéndum.
Pero el imperialismo ha fracasado y sufrido una derrota política,
repetimos, de alcance continental. Este es un hecho que tiene un gran
valor. Porque como decíamos mas arriba, si bien el imperialismo ha
logrado montar desvíos a los procesos revolucionarios o rebeliones en
curso en la región, no los ha derrotado. La relación de
fuerzas de conjunto en América Latina no es la de los 90. Y
eso mismo es lo que explica la aparición de estos gobiernos
“centristas” que buscan otros métodos para garantizar la
continuidad del capitalismo en toda América del Sur, como es el caso
de Néstor Kirchner en la Argentina.
Chávez
y Kirchner
A Kirchner (frente a cierto público) le gusta identificarse
con Chávez. Sin embargo, en el caso del presidente argentino, esto no
es más que una mascarada: en el fondo, no ha venido a hacer
siquiera ninguna reforma, sino a legitimar las reaccionarias medidas
neoliberales de los 90, así como a reabsorber y cooptar el proceso
comenzado el 19 y 20 de diciembre del 2001, y que aún no ha sido
derrotado.
Sin embargo, sí hay algo en común entre el caso venezolano
y el proceso argentino, aunque en nuestro caso más atenuado: una
dinámica de polarización social y política.
¿Que quiere decir esto? Que a un gobierno “de centro”
como el de Kirchner, encargado a su manera de garantizar los negocios
comunes de los capitalistas y el imperialismo pero a la vez
subproducto de un proceso de agudas crisis y luchas como las del
Argentinazo, le han surgido –y no podían dejar de surgirle–
oposiciones por derecha y por izquierda.
A la derecha, está claro que el punto de apoyo es la
campaña por la “seguridad” y “antipiquetera”, que
nuevamente ha recrudecido en los últimos días. Allí está la
nueva marcha de Blumberg para el próximo 26 de agosto (a la que el
MAS, por supuesto, llama a no ir). O la “carta abierta” de la
madre del chico Nicolás, tirándose en contra de los familiares de
los compañeros desaparecidos. Porque a estos sectores
privilegiados la impunidad de los asesinos de jóvenes y trabajadores
no les importan nada. Lo que les importa es su “seguridad de
clase”: que el sistema le garantice a los ricachos de San Isidro y
de todas partes su seguridad como capitalistas.
Al mismo tiempo, está claro que, más allá de todos los
problemas de orientación, el gobierno sufre una oposición por la
izquierda, de una amplia vanguardia integrada por los movimientos
de desocupados que se resisten a desaparecer de la escena, los
sectores clasistas en ocupados que están conquistando nuevas
posiciones y la izquierda que no capituló a Kirchner.
Esta
dinámica de polarización ha sido hasta ahora atenuada por el apoyo
popular que sigue teniendo el gobierno, por las concesiones (aun pequeñas)
que vino haciendo en distintos terrenos y por la cooptación de varios
sectores políticos, sindicales y sociales. Todo esto sobre la base
material de una cierta recuperación de la economía a partir de los
niveles de catástrofe de hace dos años, con el agregado de un
importante triunfo político del régimen con las elecciones del 2003.
Sin embargo, ante la continuidad de la crisis más
estructural económica y social y la no derrota de los sectores
populares y los trabajadores, esta polarización amenaza con
hacerse presente a derecha e izquierda de manera permanente, ante cada
acontecimiento de importancia.
La
responsabilidad de la izquierda revolucionaria
En
el caso de Chávez, la situación es algo distinta: la polarización
se da entre él y la mayoría de la burguesía, que está a la
derecha. El de Chávez es también un gobierno burgués que garantiza
la sacrosanta propiedad privada, pero que ha sido más exitoso que
Kirchner en disolver y cooptar casi completamente toda oposición
clasista. Kirchner no se ha podido dar, hasta ahora, ese lujo.
Esta importantísima diferencia con el proceso venezolano (y
en general, de toda América Latina), otorga en nuestro país a la izquierda
revolucionaria una responsabilidad inmensa. Porque
–insistimos– en la Argentina la oposición de izquierda, la
vanguardia, es muy importante y con fuerte peso de las corrientes
independientes, clasistas, socialistas y revolucionarias. Por
esto, en el contexto del proceso en curso en toda Latinoamérica, lo
que haga o deje de hacer la izquierda en nuestro país es muy
importante.
Queremos señalar, entonces, dos responsabilidades mayúsculas
en el actual período, que consideramos como “preparatorio”
para, eventualmente, nuevos choques revolucionarios.
Nacionalmente, lo principal es que está en curso un proceso
de reorganización / recomposición
de los trabajadores, por ahora a nivel de una amplia vanguardia.
Al fuerte peso que tenemos varias corrientes en el movimiento de
desocupados se le está sumando ahora la posibilidad de comenzar a
tallar más en procesos de lucha y organización muy importantes entre
la clase trabajadora ocupada.
Pero para comenzar a disputarle realmente a la burocracia en
todas sus expresiones (Moyano y De Gennaro) el monopolio que aún
tienen sobre la clase trabajadora hace falta un giro en la orientación
de las corrientes de la vanguardia. Esto es, ir hacia un verdadero
frente único antiburocrático y clasista de las experiencias más
importantes de los ocupados, en la perspectiva de poner en pie un
verdadero Congreso de Trabajadores ocupados y desocupados que supere
la experiencia (en crisis) de la ANT puramente piquetera, con una
estrategia de unidad de clase, de unidad de ocupados y desocupados, cuya
llave puede ser hoy la campaña nacional por las 6 horas.
Parte de lo anterior, aunque con su propia especificidad, es
la necesidad de dar pasos en la constitución de un movimiento político
de trabajadores, posibilidad que se desaprovechó cuando el apogeo del
Argentinazo
y que hay que volver a pensar cómo hacer viable.
En segundo lugar, está visto con Venezuela que el proceso es
continental. Pero en el “internacionalismo”, las corrientes
reformistas nos ganan a los revolucionarios. Ahí está el caso
del nuevo Foro Social Mundial para enero del 2005, en plena preparación.
Ahí está el caso de Patria Libre y toda la serie de figurones
“progresistas” que son “chavistas” y “bolivarianos”. Ahí
está el caso de D’ Elía, con carteles que mencionan a Castro, Chávez,
Lula y Kirchner...
Las corrientes revolucionarias socialistas tenemos la inmensa
responsabilidad internacionalista de poner en pie una Conferencia
Anticapitalista Latinoamericana que sea un punto de referencia
alternativo a los reformistas. Una posibilidad para realizarla puede
ser en oportunidad del propio FSM del año que viene. Porque si no lo
hacemos, le dejaremos todo el terreno internacional a ellos y
faltaremos a nuestras elementales obligaciones. Claro que para esto
hay que dejar de lado las veleidades de secta o las relaciones
internacionales puramente diplomáticas y poner en pie una instancia
verdaderamente de frente único y de lucha internacional.
Llamamos
entonces explícitamente al P-SOL y el PSTU, de Brasil, y al PO, el
MST y el PTS de la Argentina, a trabajar por esta perspectiva.
Notas:
Para un amplio análisis
del carácter del proceso venezolano y del gobierno de Chávez,
ver “Venezuela: ¿revolución bolivariana?”, en la revista
“Socialismo o Barbarie” nº16
El mismo mecanismo fue
utilizado semanas atrás por el presidente de Bolivia, Carlos
Mesa, para imponer la legitimación de la continuidad de la
entrega del gas a las multinacionales hasta el 2034.
La “izquierda” pro
Kirchner es una amplio espectro que va desde el CTA (que en
realidad no es de izquierda), pasa por todos los organismos de
derechos humanos (incluyendo en primer lugar a Hebe de Bonafini),
Patria Libre, sectores de la Anibal Veron y la CCC del Perro
Santillan, Alderete y Ardura.
Recordamos que tanto el
MST (en IU), como el PO y el propio PTS (que ahora levanta esto)
rechazaron explícitamente esta propuesta en el momento que mas
posibilidades había de llevarla adelante.
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