“Mano
dura” contra los trabajadores...
Guante de seda para el FMI
Socialismo
o Barbarie, periódico, 10/09/04
Mientras
el gobierno endurece su política contra los movimientos y la protesta
social, ya está en marcha una nueva etapa de la relación con el FMI
y los aprestos para salir del default. Acaba de pasar por Buenos Aires
para renovar su lista de reclamos el titular del FMI, Rodrigo de Rato.
Sí, el mismo que fue estúpidamente saludado por este gobierno cuando
asumió, con la absurda esperanza de que por ser español resultaría
más comprensivo que su antecesor, el alemán Köhler. La verdad es
que de Rato es un lobbista mucho más furioso de los bancos y las
privatizadas –empezando por las españolas, claro–, y expresa
asimismo una política bastante más dura, sobre todo ahora que
el Tesoro de EEUU no tiene tiempo para darle una manito a Kirchner en
la renegociación.
Un
ejemplo de esto es que de Rato se volvió con una garantía en el
bolsillo: Kirchner va a pagar al FMI 1450 millones de dólares que se
vencen este año, mientras que el gobierno todavía no sabe siquiera
si le van a prorrogar un vencimiento por otros 1000 millones. Si no es
así, ya anunciaron que se van a poner con los 2450 millones sin
chistar. Además, de Rato volvió a la carga con el tema de las
tarifas, las compensaciones a los bancos y, especialmente, el
Presupuesto 2005 que ya se viene.
Justamente,
el Presupuesto marca una clara línea de continuidad en la política
de sumisión al Fondo. Por más que la prensa haya querido mostrar
a un Kirchner a cara de perro que “no se moverá de un superávit
fiscal del 3% del Producto Bruto”, esa misma idea encierra dos
cosas. Primera, que por supuesto se mantendrá el esfuerzo de las
cuentas del Estado de modo de ahorrar para pagarle a los acreedores. Y
segundo, que ese apriete no sólo continúa sino que se incrementa.
El
truco es muy simple: cuando Kirchner dice que “el tope es el 3%”,
en realidad reconoce que se va a pagar cada vez más, tal como
quedó comprometido en la carta de intención de septiembre de 2003.
¿Cómo es eso? Durante 2004, el superávit comprometido con el FMI
fue del 3% contando el superávit de las provincias: 2,4% de la
Nación más 0,6% de las provincias. El 3% del que se habla ahora es sólo
de la Nación, lo que sumado al 0,6 ó 0,8% de las provincias nos
da una cifra que se va acercando a la que pretende el FMI. Es decir
que lo que se presenta como “dureza” y “defensa de la soberanía”
por parte del gobierno es en realidad una aflojada; lenta, negociada,
pero consistente.
El
otro gran problema en discusión en el frente externo es la oferta a
los bonistas (los poseedores de bonos de la deuda Argentina). El FMI
quiere que la oferta, con quita incluida, sea aceptada por al menos el
80% de los acreedores. El gobierno dice que alcanza con el 55 ó 60%
(y eso incluye un 25% que corresponde a los acreedores argentinos).
La
famosa quita, como ya saben los lectores de SoB, no es tal: los bonos
de la deuda cotizan hoy, septiembre de 2004 (y desde hace tiempo) a
entre un 25 y un 30% de su valor nominal. Es decir, un título por 100
millones de dólares se puede comprar a 25 millones. Y lo que el
gobierno ofrece hoy no está nada lejos de eso, por lo que los
acreedores más resignados pueden agarrar viaje y terminar con todo
este baile de una vez. Los bonistas que se quejan argumentan –con
toda razón– que la deuda de la que el FMI y el Banco Mundial son
acreedores no sólo no tuvo default ni quita alguna sino que es la que
primero se paga, y al contado rabioso.
De
todos modos, como el gobierno sabe que no se puede dar el lujo de que
la oferta se venga abajo por falta de aceptación, ya Lavagna empezó
con la tarea de “seducción” a los acreedores. ¿En qué consiste?
Simple: el gobierno promete instrumentar mecanismos para que los
acreedores cobren más, lo que incluiría un desembolso de entre
2000 y 2500 millones de dólares más (La Nación, 5-9-04). La
cosa tiene un aspecto tan “razonable” y “responsable” que
hasta los archigusanos de FIEL, un núcleo de economistas sostenedores
y admiradores del menemismo, baten palmas de alegría por la
consideración que tiene Kirchner con los acreedores (La Nación,
5-9).
Que
eso se haga bajo la forma de pago directo o de “rescate de bonos”
es una cuestión técnica: lo que importa es que el famoso “superávit
récord” (que, como hemos dicho en estas páginas, obedece a
circunstancias excepcionales y muy difícilmente se repita) se va a
seguir evaporando en pagos al FMI, a los bonistas, a los bancos, en lo
que sea... menos en una mejora genuina de la situación de los
trabajadores y el pueblo.
Lo
único que el gobierno afloja es el aumento miserable del salario mínimo
y medidas “contra la desocupación”... para los desocupados de 60
años. Entre eso y los aumentos “simbólicos” de las jubilaciones
(de a 20 pesos), las prioridades económicas de Kirchner quedan claras
para los que quieran verlas.
Más
que nunca, las diversas agrupaciones de desocupados, seccionales
combativas, comisiones internas antiburocráticas y en general todas
las expresiones de lucha y organización independiente de la clase
trabajadora deben levantar una bandera de la que depende el empleo, el
salario y el futuro bienestar del conjunto de la población:
¡Ruptura
con el FMI!
¡Ni
un peso para la fraudulenta deuda externa!
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