Gobierno,
patronal y burocracia sindical contra los trabajadores
Un Consejo para mantener el
salario lo más mínimo posible
Socialismo
o Barbarie, periódico, 10/09/04
Con
toda la pompa se convocó al Consejo del Salario Mínimo, con
representantes del gobierno, la CGT (y la CTA) y los empresarios.
“Milagrosamente” y casi sin discusión se llegó a un acuerdo por
un mínimo de 450 pesos, presentado por los medios, como siempre, como
un nuevo aporte para la recomposición de los ingresos de los
asalariados, atender el dinamismo del mercado interno, fortalecer el
consumo y paparruchas semejantes.
En
verdad, el objetivo del Consejo en cuestión es muy otro: se trata de consolidar
e institucionalizar por lo menos cuatro cuestiones: 1) un nivel
de ingreso asalariado a medio camino entre la indigencia y la
penuria; 2) una legislación que sanciona y perpetúa
relaciones laborales en un sentido claramente desfavorable a los
trabajadores 3) una desocupación estructural superior al 15%,
que opere como presión permanente a la baja del salario, y 4) el monopolio
de las burocracias sindicales en la representación formal del la
parte obrera en la negociación de los próximos convenios. Veamos
esto más de cerca.
1)
Salario. El supuesto piso de los 450 pesos no es tal, por varias
razones. Y la más importante de ellas es que no se implementa ningún
mecanismo que obligue a las patronales a pagar ese mínimo a casi la
mitad de los asalariados que están en negro. Incluso, con todo
cinismo, algunos representantes patronales insinuaron que un mínimo
tan “alto” obligará a algunas pobrecitas pymes a caer en la
informalidad, es decir, a empezar a pagar en negro por debajo de los
450. Daniel Funes de Rioja, eterno abanderado de exprimir sudor ajeno
para la Unión Industrial, llegó a deslizar que habría que tener en
cuenta el salario mínimo “regional”. Esto es, una referencia al
salario mínimo que Lula le regaló a la patronal brasileña: 260
reales, o sea 90 dólares...
Por
otra parte, como se prevé separar el mínimo de los convenios, un
aumento del salario mínimo no redundará en un “efecto cascada”
en los salarios de la mayoría de los gremios. Sólo “obligará” a
la patronal a subir el sueldo de los que por convenio ganaban menos de
450 pesos (no más de 300.000 trabajadores). ¿De qué gremios se
trata? El más importante es la construcción, precisamente el que
presenta mayor tasa de trabajo en negro...
En
resumen: sin tocar el empleo en negro, cualquier disposición legal,
convenio o lo que sea permanece en el mundo de la fantasía para la
mitad de los asalariados. De eso, el Consejo y sus integrantes no
dicen una palabra.
2)
Condiciones de trabajo. Parecería que el Consejo no trata ese tema,
pero no es así: todos sus integrantes parten de dar por bueno el
marco legal que proveen las leyes laborales vigentes, es decir, la
ley Banelco y otras porquerías del menemismo. Y la patronal se encargó
de recalcar que, a cambio de su supremo esfuerzo por pagar los 450
pesos, piensa cobrarse compensación por todas las vías: subsidios
del Estado, baja de impuestos... y más flexibilización.
3)
Desocupación. Aquí es donde más se hace patente que la
“concertación” del gobierno con la burocracia sindical y la
patronal busca mantener en todo lo esencial el statu quo
laboral. ¿Acaso se hizo referencia durante las negociaciones al
principal problema social de este país, origen de la pobreza, la
marginación y muchas otras calamidades? En absoluto: el problema de
los desocupados no existe para ellos. Bueno, no seamos injustos: el
gobierno lanzó una iniciativa para permitir que los desocupados a los
que les faltan 5 años para jubilarse y con 30 años de aportes se
puedan jubilar ya. ¿Cuántos beneficiarios tendría esto? Entre
25.000 y 50.000 (La Nación, 3 y 7-9-04).
¡Vaya
“combate” a la desocupación: transformar al 0,5% de los
desocupados en jubilados! ¡Como
si, por otra parte, la clase pasiva en este país la pasara de
maravillas! En cuanto a la situación de las otras 4.950.000 personas
con problemas de empleo, Kirchner, patrones y burócratas miran para
otro lado.
4)
Representación obrera. Por supuesto, el Consejo del Salario Mínimo
contribuyó a darle aire (y sentido) a la “reunificación” de las
CGTs. La CTA, por su parte, logró colarse en el Consejo con la ayuda
del gobierno, lo que significa que su actuación fue en todo momento
“constructiva” y colaboró para legitimar ese ámbito de transas
contra la clase trabajadora. Y, nuevamente, quedó claro que los únicos
trabajadores que se “representan” son los que tienen trabajo. Como
dijimos antes, lo que pase con los desocupados es algo que para el
Consejo del Salario Mínimo no tiene nada que ver con su esfera de
acción. Es una calamidad natural, como las inundaciones de Santa Fe o
el terremoto de Catamarca, y por lo tanto los desocupados no merecen
voz ni voto.
¿Quién
defiende a los trabajadores? Sólo los trabajadores mismos.
Queda
claro que Kirchner y su gobierno han definido un rumbo económico cuyo
horizonte pasa por normalizar la cadena de pagos a los acreedores
externos, empezando por el FMI. Y la política interior es continuación
de la exterior: se trata de negociar las condiciones macroeconómicas
que permitan a la vez sostener el superávit de las cuentas públicas
y garantizar las ganancias de los capitalistas. Si eso significa
anclar el ingreso de los trabajadores en una cifra que bordea la
canasta de indigencia, así será; para eso se cuenta con el
invalorable apoyo de la burocracia sindical.
Si
nada bueno puede esperarse de instituciones como el Consejo del
Salario, los trabajadores pueden en cambio sacar conclusiones de otras
experiencias. Así lo muestran los casos de Subtes, Termap, Río
Turbio, Altos Hornos Zapla y otros, que muestran un camino diferente:
el de la organización y la lucha independiente de los trabajadores,
que pueden torcerle el brazo a la patronal y a su cómplice, la
burocracia sindical, y arrancarle aumentos de salario o puestos de
trabajo genuinos.
Hoy,
la expresión más elevada de cómo enfrentar todas las cuestiones que
señalamos antes –desde la deuda externa hasta el salario, las
condiciones de trabajo, la desocupación y la representación
obrera– es el movimiento por la jornada de 6 horas, que precisamente
da respuesta de manera global y unificada al conjunto de los problemas
de la clase trabajadora hoy. Fortalecer ese movimiento es abonar el
camino a una solución de esos problemas desde el único lugar
posible: la propia clase trabajadora.
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