Preguntas después de la masacre de
la escuela
Mucho más que tres chicos
asesinados
Por Emilio Marín
La Arena
Reproducido por Argenpress,
30/09/04
La muerte de tres escolares y las heridas de
otros cinco en la escuela de Carmen de Patagones ha golpeado duro a
gran parte de los argentinos (no a la totalidad porque siempre habrá
una minoría más interesada en la cotización del dólar o la soja).
Es un tema complejo de desentrañar y no hay una sino varias causas
que algún día los especialistas explicarán para saber porqué ese
chico empezó a los tiros. Pero no nos escudemos en la complejidad
para no opinar, o al menos para no preguntarnos sobre lo que pasó. A
diferencia del gobernador bonaerense que quiere poner el centro en la
locura del matador, creemos que hay que enfatizar en las cosas que no
andan bien en la sociedad.
El matador
Bucear en la situación social
-dicho esto en el sentido más amplio del término- no supone pasar
por alto las cosas concretas que pasaron por la cabeza del matador de
la escuela, Junior. Lo que éste hizo en la primera hora de clase del
martes en la escuela media 'Islas Malvinas' es objetivamente un
arranque de locura. Los psiquiatras dirán qué tipo de brote psicótico
u otra enfermedad lo llevó a disparar contra sus compañeros de
curso.
Algunas informaciones superficiales
de los cronistas en el lugar deslizaron que era un chico al que sus
padres golpeaban en el hogar, más específicamente su progenitor,
suboficial de la Prefectura Naval. ¿Será cierto?. Es que si así
fuera, la 'timidez' que detectó el gabinete psicopedagógico escolar
tendría una raíz concreta. El interrogante queda planteado: ¿le
pegaban en la casa?.
Una cosa es evidente: Junior tenía
en su casa y al alcance suyo, el arma reglamentaria del padre, una
Browning 9 milímetros. ¿Imprudencia o descuido del suboficial?. Esa
pistola no es fácil de manipular por un adolescente de modo que
resulta plausible pensar que el padre le enseñó a manejarla. Que el
chico sabía disparar lo dicen ocho dramáticas pruebas: los tres
compañeros muertos y los cinco heridos de gravedad. Presuntamente
también conocía cómo se cambia el cargador usado pues al momento de
ser detenido tenía un segundo cargador listo para volver a alimentar
la Browning.
O el pequeño asesino es un
autodidacta o el suboficial le enseñó cómo se carga y descarga, cómo
se pone bala en recámara, cómo se saca el seguro, cómo se extrae el
cargador y se pone uno nuevo, etc. También puede ser que la pistola
tuviera ya una bala en recámara, ya que esa sería la instrucción de
la Prefectura a sus integrantes, que debería cambiarse a la luz de lo
ocurrido.
Es obvio que la justicia deberá
indagar sobre la vida de Junior para entender lo sucedido, aunque
llegue tarde al ensangrentado lugar de los hechos.
Es la sociedad, Solá
El ministro de Educación de la
Nación, Daniel Filmus, además de mostrarse consternado por la
noticia llegada del sur bonaerense, dispuso dos días de duelo en
todas las escuelas. La medida tiene un costado positivo: incentivó el
debate en las aulas entre profesores y alumnos, y en la comunidad
toda.
Pero eso sólo no alcanza, como
comprende cualquier escolar de grado. Ese debate debe ser orientado
porque de lo contrario puede ser inconducente o bien una mera terapia
de recreo. Peor aún, puede dar lugar a erróneas conclusiones.
Por ejemplo, el gobernador
de la provincia de Buenos Aires, Felipe
Solá pidió ayer no buscar responsables en los maestros, la escuela,
la sociedad, etc, y derivó con poca sutileza que lo ocurrido es un
problema de la psiquis del matador. Esa es una media verdad, o sea una
mentira. Es que sin disminuir un ápice la responsabilidad del quinceañero
y sin pretender echar culpas a los docentes por lo sucedido, es
necesario partir de esa masacre en particular para intentar una
lectura de conjunto de lo que acontece en la sociedad. Es preciso
hacerlo ahora, cuando aún no hubo otros derramamientos de sangre como
el de 'Islas Malvinas'.
Hay que preguntarse si la familia
del matador tenía techo, alimento, salud y educación. ¿Lo tenía?.
Si es así es para alegrarse, porque millones de argentinos enferman
del cuerpo y la mente en núcleos familiares que no tienen ese
sustento básico. Además uno debe inquirir: ¿Junior tenía amor y
comprensión en su núcleo familiar?. ¿El prefecto naval irradiaba
cariño a quienes lo rodeaban?. A estar por las declaraciones radiales
del intendente de la ciudad, el hombre 'estaba quebrado, lloraba
continuamente, no puede entablar diálogo, solamente pedía perdón
por lo que pasó'.
Supongamos que Junior y su familia
necesitaban terapia o ayuda psicológica, por equis motivo. ¿Tenían
la cobertura respectiva?. Lo preguntamos porque las estadísticas
oficiales del país afirman que 17 millones de argentinos carecen
cobertura de salud. Se dirá que quienes carezcan de obra social
pueden ir al hospital público. La esposa del gobernador de Córdoba y
entonces secretaria general de la gobernación, Olga Riutort, prometía
hace cuatro años que en esa provincia los turnos para el hospital se
sacarían por internet. Esas son las palabras vanidosas de tiempos de
campañas electorales. Lo cierto es que en la mayoría de las
provincias, incluida Buenos Aires y la Capital Federal, los hospitales
públicos son escenarios de paros y demandas salariales.
Establecimientos saturados y personal mal pago no son la mejor manera
de atender la salud de la gente.
En la escuela de Carmen de
Patagones había un gabinete psicopedagógico, que alguna vez atendió
a Junior por dificultades de su personalidad. Sería bueno saber cuánto
personal y de qué recursos disponía. Es que a raíz de los balazos
saltaron denuncias a nivel nacional. Una oyente de radio denunció que
en un colegio de Córdoba, de 2 mil alumnos, hay una psicopedagoga. ¿En
cuántas pasa lo mismo por limitaciones presupuestarias?. ¿Tiene algo
que ver los pagos millonarios al FMI y el superávit fiscal primario
impuesto por la entidad?.
Basura de Blumberg
A la luz de los hechos y con los
comentarios de numerosos psicólogos y psiquiatras que por fin
pudieron decir lo suyo en los medios de comunicación, ha quedado
claro que la sociedad debe prestar más atención e invertir más
recursos en la adolescencia. Es cierto que también han hablado muchos
chantas con título profesional, pero siempre será más positivo que
se armen debates sobre estos temas que sobre los centímetros de tetas
de Luciana Salazar, las cirugías y novios de Moria Casán o los
puntos del petitorio del cruzado Juan Carlos Blumberg.
Una sociedad violenta donde los dueños
de bancos son capaces de fugar al extranjero 16 mil millones de dólares
durante 2001 y luego imponer el corralito, impunes, y mandar a matar a
piqueteros porque cortaban un puente demandando trabajo, no puede
sorprenderse del martes sangriento. No puede quejarse de que con lo
ocurrido en Carmen de Patagones se pueda rodar una saga de Bowling for
Columbine, de Michael Moore. ¿Por qué será que estas masacres
ocurren siempre en sociedades -sean del Primer o del Tercer Mundo-
donde el lucro y la alienación están al tope del ranking y no en
Cuba, donde se educa en la solidaridad y otros valores humanos?.
Obviamente la diferencia hay que buscarla por el factor político-cultural,
y no las armas, porque si de éstas se tratara, las hay en abundancia
y al alcance de todos en esa isla bloqueada por el mal vecino.
Si los dirigentes de un país
barren debajo de la alfombra a un sector de sus habitantes, luego no
pueden poner cara de extrañeza si hay suicidios, asesinatos, etc.
Vayamos al caso de los ex combatientes de Malvinas. Derrotados,
humillados, olvidados, etc, se han encaminado hacia el suicidio: 365
se quitaron la vida, cinco en los últimos 60 días. Si no se los
atiende en su honor, salud e ingresos, ¿cuánto tiempo faltará para
que empiecen a los tiros en cualquier lugar público o privado?. A
ellos les enseñaron a manejar fusiles, cañones, aviones, tanques,
etc, y después los ningunearon con la desmalvinización. ¿No habrá
llegado el momento de tomarlos en cuenta en serio?.
La tragedia bonaerense trituró
como inservibles a las propuestas de Blumberg, el míster Gardiner que
encarnó Peter Sellers en 'Desde el jardín'. Con su proposición de
mayores penas como forma de terminar con los delitos, el fracaso está
a la vista. Ya logró del Congreso y del Ejecutivo casi todas las
leyes de 'mano dura' que buscaba, menos la de la baja de edad de
imputabilidad de los menores. ¿Y?. Por cierto, el delito goza de
buena salud, sobre todo la de los grandes capitostes, a los que no
aludía la Cruzada Blumberg, como se pudo ver con la medida judicial
que benefició al dinástico matrimonio Juárez en Santiago del
Estero.
Disminuir el delito requiere
remover sus causas político-sociales pero Blumberg se une a quienes
agravaron ese cuadro de fondo: el ex subsecretario de Justicia de la
dictadura, Roberto Durrieu; el ideólogo de regímenes de facto,
Mariano Grondona; el ex gobernador 'meta bala' Carlos Ruckauf, etc. En
la zona norte del conurbano donde tiene mayor predicamento se ha
denunciado la existencia de un plan criminal-policial contra su
adversario, León Arslanián.
Frente a lo ocurrido en Carmen de
Patagones, el señor '¿me entiende?' se llamó a silencio. Si fuera
coherente tendría que haber pedido la pena de muerte para Junior,
previa concreción de la baja de edad en la imputación delictual a
menores. Pero una mayoría de argentinos advierte que estamos ante un
problema complejo y que la solución 'manu militari' del empresario
textil y los cruzados neonazis no la preservará de nuevas masacres (a
lo sumo el futuro matador se pegará el tiro del final).
Blumberg baja la línea del
Manhattan Institute, de la 'tolerancia cero' de la policía
neoyorquina, de armas y picanas eléctricas, y su fundación cobra
subsidios estatales de la Nación y Córdoba. En cambio la juventud
argentina necesita proteínas, más partidas para educación, límites,
paradigmas, buenos ejemplos, perspectivas de trabajo y sobre todo
mucho amor.
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