Ante el acto de Kirchner en Río Turbio
Comisión Provisoria: un balance necesario
Nuestras
diferencias con Raúl Wanzo
Por Ariel Orbuch y Oscar Alba
Socialismo o Barbarie, periódico, 26/11/04
A
cinco meses de la muerte de los catorce mineros de Río Turbio, el
presidente Kirchner volvió a la Cuenca Carbonífera y, nuevamente,
hizo anuncios de inversiones para la reactivación de la mina, para la
construcción de una nueva usina, una fábrica de ladrillos,
asistencia financiera a los familiares y el pago completo de la BAE
(bonificación anual por eficiencia) y las licencias y pasajes anuales
a los mineros. Algunos mineros escucharon con expectativas, otros lo
miraron más de reojo, pero nadie le hizo fiesta.
La venida del presidente a la cuenca debe ser un punto de
referencia para hacer un balance del desarrollo de Comisión
Provisoria elegida en la asamblea minera del 26 de junio, en la que se
votó la destitución de la burocracia de la Verde de ATE de la
conducción del sindicato.
Si Kirchner pudo entrar a la mina y pasearse por Río Turbio
fue porque el interventor Daniel Peralta consiguió que se limpien los
escombros del lugar de la tragedia pero, sobre todo, porque la pelea
por el esclarecimiento y castigo de las muertes y el reconocimiento de
la comisión provisoria está desdibujada y no tiene presencia.
Para definir el estado actual de la situación de la base
minera tenemos que tener en cuenta dos aspectos que influyen en la
misma: el hecho de que hace cinco meses la mayoría de los mineros no
trabaja, lo cual los dispersa y los desmoviliza; y, por otro lado, la
profunda crisis que ha desgastado a la Comisión Provisoria.
Kirchner no se hubiese arriesgado a desembarcar si veía
firmes a los mineros y su dirección, la Provisoria, ya que
corría el riesgo de pasar un mal momento: conoce bien a los mineros,
a los que tuvo que verles la cara al menos ocho veces en Río Gallegos
en sus tiempos de gobernador pese a los insultos y escupitajos con los
que sus matones los recibían.
Los reflejos de K de llorar lágrimas de cocodrilo apenas fue
la tragedia no habían impedido que a los pocos días los mineros
hicieran su asamblea y decidieran conformar una comisión
independiente para investigar y echar a los burócratas de la CTA, que
repiten una y otra vez que su buena relación con Kirchner es la
garantía del bienestar de los mineros.
Por eso, para explicar el avance del gobierno se hace
necesario sacar las conclusiones de por qué la Comisión Provisoria
se encuentra paralizada, a fin de poder rectificar el rumbo.
La Provisoria, sin iniciativa
Desde un primer momento la burocracia “verde”, los
familiares y la Iglesia tuvieron la política de hacer “marchas de
silencio”. Frente a esto, la Provisoria no hizo ninguna discusión pública
explicando que había habido una asamblea que había votado consignas,
y que si se quería hacer algo unitario había que permitir que se
expresasen todas las voces. Después de una asamblea que define cosas
muy concretas, éstas se hacen consignas públicas y banderas, nunca
silencio.
Era evidente que la Comisión Provisoria tenía que tomar la
ofensiva en las calles por varios motivos: porque los mineros eran el
único sector de la sociedad que había discutido un programa, porque
siempre fueron el centro de las luchas del pueblo, porque son los que
tienen que volver a trabajar a la mina. Sin embargo, a medida que
transcurría el tiempo, la Comisión no lo hacía. A quince días de
elegida, la Comisión llamó a una asamblea en el Centro Salteño. A
la misma concurrieron unos 140 mineros e, inclusive, algunos
familiares; ésta fue una instancia importante para seguir avanzando.
En esa asamblea se resolvió proyectar el conflicto a nivel nacional y
esa misma noche viajó un compañero al encuentro obrero convocado por
los Delegados de Subtes. Pero a pesar de estos pasos, la Comisión se
fue alejando de la base.
A un mes de la muerte de los mineros, se realizó una acto en
Plaza de Mayo con un grupo de dirigentes de la Comisión que contó
con el apoyo de organizaciones de desocupados y partidos de izquierda.
En agosto, después de muchos cabildeos, una delegación de
siete compañeros concurrió al Tercer Encuentro convocado por los
trabajadores de subtes. Lamentablemente, esta experiencia no se llevó
a conocimiento de la base, ya fuere a través de un volante o un boletín.
Al igual que las otras experiencias hechas en Buenos Aires, esta quedó
circunscripta a la Comisión y a los activistas que siempre la
apoyaron. La ligazón entre la base y la comisión, a esta altura,
comenzaba a cortarse.
Un salto en la crisis
En el aniversario del tercer mes, la combinación de dejar de
lado la confrontación con la política de “borrón y cuenta
nueva” y el alejamiento de la base llegó a un punto de inflexión
en la crisis. Por un lado, hubo compañeros que decidieron no
participar de la marcha al definirse no marchar con la bandera de la
Comisión Provisoria por pedido de algunos familiares; otros se fueron
de la marcha cuando vieron que era dirigida por los verdes, con un
camión que encabezaba la manifestación desde el que se repetía por
altoparlantes que la justicia debía “encarcelar a los responsables
de la evacuación del personal “ para salvar la responsabilidad de
Kirchner y de ellos mismos.
Esta política de “no enfrentamiento” fue implementada
por el principal dirigente de la comisión y ex secretario de ATE Río
Turbio, Raúl Wanzo, hasta hace pocos días militante de nuestra
organización (ver nota más abajo). En aquel momento, desde el MAS
les planteamos a los compañeros de la Comisión la necesidad de
cambiar el rumbo. Aunque algunos compañeros coincidieron con esto, la
orientación no cambió.
En el mes de octubre, la comisión llama a hacer un acto
distinto al de los verdes, al que fueron sólo diez compañeros, y en
el volante de convocatoria no se nombraba ni a Kirchner ni a Peralta,
el interventor que es el tractor del gobierno en la empresa. A la vez,
se marcaba que había que luchar por encarcelar a los responsables políticos
“como Cameron” y a los “jefes de la empresa que determinara la
Justicia”. Ya las responsabilidades políticas no empezaban por
arriba y la justicia independiente se complementaba con la justicia
burguesa.
Acá también subyace una discusión, ya que Wanzo repetía
que criticar a Kirchner “es aislarse”, “es quedarse solo”. La
realidad es más contradictoria: los mineros votaron a Kirchner pero,
a la vez, siempre lo enfrentaron en la lucha contra Taselli y por la
efectivización de los contratados, entre otras cosas. Un sector de
los mineros tiene expectativas en la prometida reactivación de la
empresa, pero también tienen en claro cómo se llegó a esta situación.
También en su momento se “estaba solo” diciendo “fuera Taselli”
porque aparecía “abstracto”, pero la firmeza con que se planteó
y lo correcto de la consigna hicieron que los mineros realizaran su
experiencia y la hicieran carne hasta el final.
La política de diluir lo votado por la asamblea tuvo otra
manifestación cuando apareció la consigna de “elecciones ya”
junto a la de reconocimiento de la Provisoria. En primer lugar, cabe
una aclaración. En la asamblea del 25 de junio, un jubilado verde había
mocionado “un referendo a quince días para ver si seguía la
conducción del sindicato o se llamaba a elecciones”. Esa propuesta
fue rechazada en forma rotunda. O sea, fue bien clarito que se votó
echar a la burocracia y que asumiera la Provisoria. Pero incluso si se
quiere ser “realista”, la única manera de imponer elecciones que
no sean fraudulentas es sobre la base de una creciente campaña por el
reconocimiento de la Comisión Provisoria. Sobre una relación de
fuerzas que garantice elecciones limpias, entonces sí se refrenda la
asamblea en ese terreno.
Un punto que puede parecer anecdótico pero que es bastante
gráfico es el de los “psicólogos”. Wanzo fue a ver a un grupo de
psicólogos para ayudar a los compañeros afectados por la tragedia.
Sin embargo, estos psicólogos fueron aprobados por Kirchner, quien
les pagó para que trabajen dos años en la Cuenca. Cuando llegan por
primera vez, arman una reunión con “los sindicatos”. Allí
estaban los burócratas de la verde, los de APS (los jefes), los de
Luz y Fuerza y la Provisoria. Esta reunión significó sentar a la
provisoria con los responsables sindicales de la tragedia como había
votado la asamblea, y ya no constituía ninguna comisión mixta. En
esa primera reunión, algunos compañeros marcaron eso. Al otro día,
al ver el avance que habían permitido los psicólogos en la reunión,
ya estuvo Lino Heredia, secretario general de ATE Verde. Benyakar, el
jefe de los psicólogos repitió una y otra vez en cada reunión, en
las radios, canales y diarios que “Kirchner quería que se hicieran
las cosas bien, que ahora hay que mirar para adelante, que el pueblo
tenía que cambiar de actitud (¡le dice eso al pueblo que salvó la
mina y la Cuenca del vaciamiento!), que De Gennaro quiere ayudar”.
Acá otra aclaración: Farinia, uno de los psicólogos, es de la CTA.
Pese a todo esto, cuando planteamos que la venida de los médicos
había sido “un pelotazo en contra”, Wanzo siguió reivindicando a
los psicólogos ya que, según él, “sirven para ayudar a algún
compañero” y nos chicaneó preguntando si pretendemos “traer psicólogos
revolucionarios”. En realidad, siempre los sindicatos combativos
trabajaron con profesionales y técnicos a los que se les tiene la
confianza de que están del lado de los trabajadores. Su trabajo no es
sólo técnico. ¿O alguna comisión interna contrata a un juez de la
Corte Suprema porque tiene más pergaminos jurídicos?
El próximo año la reactivación de la producción traerá
nuevos problemas, pero a la vez, al sumarse el contingente más
numeroso de trabajadores habrá mayores posibilidades de reorganizar
las filas mineras. Pero este es un trabajo que no puede hacerse de un
día para otro. Todo lo que se haga tiene que estar encaminado a poner
de pie al activismo en la lucha por el esclarecimiento y castigo de
los responsables políticos, sindicales y operativos de la tragedia y
por la reactivación con seguridad de la empresa.
El contacto permanente con la base minera, algo que se dejó
de lado, hay que retomarlo, así como intervenir junto al resto de la
vanguardia de trabajadores ocupados que están peleando por levantar
una alternativa clasista para enfrentar al gobierno, los capitalistas
y la burocracia sindical.
Nuestras diferencias con Raúl Wanzo
Por Ariel Orbuch y Oscar Alba
Socialismo o Barbarie, periódico, 26/11/04
El alejamiento de Raúl Wanzo del MAS se produce en el marco
de la experiencia de lucha de los mineros de Río Turbio, de la pelea
actual por el esclarecimiento y castigo de la tragedia y
reconocimiento de la Provisoria, de las discusiones en la vanguardia
por una alternativa clasista y de la necesidad de la construcción de
una alternativa global, es decir, política.
La orientación que le dio a la Comisión Provisoria se opuso
por el vértice a lo que la asamblea minera había expresado el 25 de
junio. Esta orientación, ante todo, estuvo alejada del contacto
permanente con la base minera. El hecho de que los mineros no
estuvieran trabajando los dispersaba y desmovilizaba, y había que
hacer un esfuerzo para que no se perdiera este contacto vital para
llevar adelante las consignas que votó la propia asamblea. Por
ejemplo, la necesidad de proyectar nacionalmente el conflicto de Río
Turbio se manifestó en la asamblea que se realizó en la primera
quincena de julio en el Centro Salteño; sin embargo, las distintas
instancias a las que concurrieron los compañeros a Bueno Aires no
fueron socializadas con la base.
Creemos que su actuación en la oportunidad abierta luego de
la asamblea del 25/6 tras la tragedia tiene que ver con el balance que
el compañero hace de la experiencia de la Lista Negra al frente de
ATE Río Turbio. Este balance lleva a no pelear por barrer de una vez
por todas a la burocracia “verde”, y en cambio, para poder
“sobrevivir”, es necesario hacer un sindicato paralelo porque
anteriormente, el ATE-Nacional y la CTA boicotearon económicamente a
la seccional opositora. Su lógica es: ¿para qué queremos el
sindicato? ¿Para que nos vuelva a boicotear?.
En realidad, el balance es equivocado ya que no parte de los
límites de la experiencia anterior. Siempre la burocracia boicotea a
las secciones antiburocráticas y luchadoras. Pero por eso la salida
al ahogo está en hacer una campaña a fondo, lo que a la vez permite
proyectar a la experiencia más avanzada y organizar a los antiburocráticos
y clasistas. La proyección nacional va de la mano del fortalecimiento
local. La supervivencia económica del sindicato local va de la mano
de la consolidación de una alternativa nacional. Desde la conducción
del sindicato no se combinaron las dos cosas. Entonces, en un lugar en
el que se puede barrer a la burocracia, plantearse un “sindicato
paralelo” parte de la concepción derrotista de que con el aparato
central no se puede, de no confiar y no apostar a la recomposición de
la vanguardia.
Ahí entra el segundo punto: la riquísima vanguardia de los
mineros de Río Turbio estuvo al margen de todos los intentos de
avances del resto de los luchadores en todos estos años. Wanzo, que
es su dirigente, jamás se preocupó por que participen en las ANT,
cuando todavía eran un punto de referencia, en nuestras iniciativas
por una tendencia clasista o en el encuentro con Brukman, Zanón, el
Pollo Sobrero y otros luchadores que se realizó en Filosofía. Acá
se combinan los puntos señalados antes con su concepción “antipartido”.
Wanzo cree en una recomposición sindical, cuando la evidencia histórica
muestra que siempre el movimiento obrero se organizó al calor de
proyectos políticos: en la Argentina, al principio, con el socialismo
y el anarquismo, después con el peronismo y luego del Cordobazo con
el clasismo. Además, en este punto, tampoco se aprende de la
experiencia porque en el Segundo Congreso del Carbón, que terminó
siendo un plenario de un sector de activistas y militantes de
corrientes políticas de izquierda, luego de la pérdida del
sindicato, hubo una rica discusión sobre “gestión obrera o control
obrero” contra las concepciones de la CCC, que planteaba que “el
estado es nuestro”, o del PO, que sostenía que “los obreros deben
gestionar la empresa del Estado y no sólo controlar”. Los compañeros
salieron muy fortalecidos de esa discusión y demostraron que tienen
todas las condiciones, por experiencia de lucha y por avidez, para
jugar un rol en la vanguardia.
Por eso, no es casual que Wanzo se negó a discutir con el
MAS, luego de la pelea que permitió que viajaran siete compañeros al
Tercer Encuentro por las 6 horas en Buenos Aires convocado por los
trabajadores del subte y de recorrer junto a los mineros fábricas,
hospitales, otros lugares de trabajo y universidades para instalar por
abajo la campaña por el reconocimiento de la provisoria.
Esa pelea incomodó a Wanzo por varios puntos: porque
masivamente los compañeros empezaban a conocer a la vanguardia tal
cual es, con la izquierda como parte de ella; porque apretaba el
acelerador en la pelea por el reconocimiento de la Provisoria –de lo
que él no está convencido– y porque el MAS –un partido, “su”
partido– se empezaba a calificar jugándose a apoyar a los mineros,
como también lo hace con la campaña de las 6 horas. El hecho de que
el MAS no tiene ningún compañero en el cuerpo de delegados del subte
no le impide ser una de las organizaciones que más impulsa esa campaña.
A la vez, a Wanzo lo molestó el fortalecimiento del trabajo
político del MAS en Turbio y la presión que le significa a partir de
sus concepciones. El nuevo MAS siempre tuvo en claro que la crisis del
partido había dejado aislado a Raúl como a tantos compañeros, que
jugaron un importante rol en la lucha de clases casi “solos”. Y
también que sus posiciones son bastante comunes en dirigentes
sindicales. Por eso, metodológicamente siempre apoyó su trabajo, a
la vez que intentó discutir políticamente las diferencias. Sobre
clase y partido, conciencia y organización, hace varios años –pero
sobre todo en el último período– que el partido viene publicando
elaboraciones. Sin embargo, Raúl nunca se metió en la discusión. A
la vez, aun desde que las diferencias en la intervención se hicieron
más claras a partir de cómo encarar el reconocimiento de la Comisión
Provisoria, el nuevo MAS le planteó que tenía derecho a llevar
adelante sus posiciones, pero discutir en común y después hacer un
balance. No obstante, el compañero prefirió rechazar ese método,
demostrando que es incapaz de hacer un mínimo balance que lo
involucre sin que, a la vez, propusiera otra alternativa.
Finalmente, la lógica “sindical” de Wanzo no es más que
la cáscara que recubre un profundo reformismo posibilista, que parte
de la estrecha visión de que la vanguardia obrera es incapaz de
avanzar a posiciones revolucionarias, elemento fundamental, por otro
lado, para la construcción de un partido socialista revolucionario.
|
|