La situación social:
conclusiones de un estudio privado sobre datos del INDEC
Aunque
la economía crece, baja la porción que reciben los asalariados
Por
Ismael Bermúdez
Clarín, Buenos Aires, 09/12/04
La participación
de los trabajadores en el ingreso nacional equivale a 21,5% del
producto. Pero en 2001 era de 24,3%. Los salarios y el empleo
crecieron, pero menos que el resto de las actividades.
A pesar del repunte que registró
la actividad económica y de las mayores ganancias que tuvieron las
empresas, la participación de los asalariados en el ingreso
nacional es cada vez más chica: alcanza al 21,5% del Producto
Bruto Interno, cuando en 2001 era del 24,3 por ciento.
Si se agregan los ingresos de los
jubilados y pensionados la participación en el PBI sube al 25,1%.
Pero respecto al 28,7% que tenían en 2001, el registro actual
marca un retroceso aún superior.
Estas son las conclusiones del
estudio sobre "El Actual Perfil Distributivo. Análisis nacional
y metropolitano", que confeccionó la consultora Equis, que
dirige el sociólogo Artemio López. Lo hizo junto con el Instituto de
Estudios y Formación de la Central de Trabajadores Argentinos (CTA).
El trabajo señala que "la
presente dinámica económica, lejos de mejorar la situación
distributiva, la ha empeorado. Y eso se debe a la sencilla razón
de que a pesar de que el número de ocupados y el monto de ingresos
crecen, su crecimiento es inferior al del Producto Bruto
Interno".
López aclara que, aun con este
panorama, la participación de los asalariados en la torta nacional "está
sobreestimada". La razón que invoca el experto es que entre
los ocupados los datos del INDEC incluyen a los patrones.
El estudio analiza también el
impacto sobre los ingresos de la suba en el haber mínimo de los
jubilados y el aumento del 10% otorgado este año a las jubilaciones y
pensiones de hasta 1.000 pesos. Y llega a la siguiente conclusión: "La
masa de ingresos que se distribuye es, nuevamente, cada vez
menor".
Y atribuye este fenómeno a que
incluso con más gente ocupada (dos millones y medio de personas), los
ingresos totales en términos reales (descontada la inflación) son
menores a los que había en 2001. Y también a que las jubilaciones subieron
bastante menos que la inflación.
En contrapartida, sostiene el
informe, "las ganancias empresariales crecieron en conjunto más
que el producto".
López afirma también que el
deterioro distributivo posterior a la devaluación del peso se debió
primero a la inflación, al crecimiento del desempleo y la pobreza.
Pero destaca que con la recuperación económica iniciada a fines de
2002 el proceso regresivo no tuvo mayores cambios porque se agrandó
la torta pero los ingresos de los sectores bajos y medios quedaron
rezagados con relación a las nuevas condiciones del proceso económico.
Y remarca que si bien se redujo la
desocupación, el poder adquisitivo de los salarios y las jubilaciones
siguió por debajo de la inflación. Y se agregó como factor
adicional que la gente que consiguió empleo recibió como retribución
salarios muy bajos.
Claudio Lozano, director del
Instituto de la CTA, agregó que "la creación de puestos de
trabajo no logró alterar sustantivamente el deterioro de la fuerza
laboral". Esto habría sido resultado de "una fuerte
rotación de empleo", lo que muestra la precarización laboral.
Esto se traduce en un elevado nivel de ocupación "en
negro", que según los últimos datos del INDEC asciende a 48,5%.
Las últimas medidas que adoptó
el Gobierno para mejorar los ingresos de los sectores más postergados
—como el aumento en el salario familiar y los pagos extras a
jubilados y beneficiarios de planes sociales— representan una
mejora en la distribución. Pero como no son permanentes (salvo la
suba del salario familiar por hijo) su efecto se diluye.
Como conclusión del estudio, López
plantea que se requieren medidas permanentes y estructurales porque se
trata de modificar un perfil distributivo regresivo que ya cumple 30 años.
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