La reducción de la deuda en 2004
¿Habrá una reducción en los
pagos?
Por Guillermo Gigliani y Federico
Wahlberg, () noviembre 2004
Resumen
Este trabajo analiza el actual proceso de
renegociación de la deuda pública argentina para salir del default.
A pesar de una retórica de “no aceptar la condicionalidad”, el
gobierno argentino se adaptó a las políticas de ajuste del FMI. La
secuela de pobreza de estas políticas y la restricción al
crecimiento no tienen como contrapartida un desahogo financiero. Aún
cuando en las tratativas resulte un recorte del valor nominal muy
grande, en 2005, el gobierno argentino tendrá que salir a buscar
fondos para pagar la deuda “reestructurada”, a pesar del ahorro
fiscal que está obligado a hacer.
La negociación de la deuda
argentina a fines de 2004
El default de la deuda pública
argentina de diciembre de 2001 fue el más grande en la historia de
las finanzas. A casi tres años de aquel hecho, el gobierno todavía
continúa en tratativas con los prestamistas del exterior para salir
de la cesación de pagos. Los términos en que se plantea esta
negociación, por un monto que ronda los 100.000 millones de dólares,
tampoco tienen precedentes entre los grandes países deudores, por la
magnitud de la quita y por los plazos propuestos, que se estiran hasta
los 42 años.
Resulta importante precisar que las
discusiones tienen por objetivo central reestructurar el monto y
estirar los plazos, de forma tal que la Argentina pague la deuda en
moneda contante y sonante. Por otra parte, esto es lo que viene
haciendo desde 2002 con el segmento “regular” de sus pasivos.
En el arduo camino emprendido para
salir de la cesación de pagos, el país se ha visto sometido a
continuas presiones del FMI y de los países imperialistas, que le
pusieron como condición la obtención de un superávit fiscal
equivalente al 3% del PBI de aquí hacia un futuro indefinido. Sin
embargo, las metas fiscales siempre resultan insuficientes para el
Fondo y a fines de 2004, el director ejecutivo Rodrigo de Rato
intensificó sus exigencias para que el gobierno ahorre una magnitud más
alta.
Aún cuando la quita que se discute
en estos días en Nueva York resulte según la hipótesis más
favorable para la Argentina, la deuda externa continuará siendo una
carga extraordinaria sobre la economía nacional. En términos de
stock, el nuevo pasivo total estará (sin contar los vencimientos de
intereses de 2004 que todavía el gobierno no calculó) entre el 86.1%
y el 89.4% del PBI, esto es, un valor superior al de cualquier año de
la década del noventa. En términos de flujo, los vencimientos de
capital e intereses que resultarán en 2005 habrán de superar
largamente el superávit fiscal del 3.0% del PBI o del 4.0%, como
pretende el Fondo .
Esto significa que el gobierno deberá salir a buscar financiamiento
adicional en los mercados de capitales tan pronto como haya concluido
el acuerdo.
En este trabajo analizaremos los términos
en que se discute hoy la deuda pública, pero antes de encarar este
tema, cabe hacer una referencia a los pasivos privados con el
exterior. Este endeudamiento, que no habremos de considerar, es menor
al público –57.700 millones de dólares a fines de 2003- y también
sufrió los embates del default, pero fue refinanciado por los propios
deudores privados, sin la intervención del gobierno.
Breve síntesis de la deuda pública
externa
Repasemos brevemente las cifras de
la deuda pública. Cuando Carlos Menem tomó el gobierno, en 1989,
ascendía a 66.313 millones de dólares. Hacia aquella época, ese
monto sufrió una reducción de 17.768 millones por dos razones. En
primer lugar, por la privatización de empresas estatales contra
entrega de títulos de la deuda argentina de parte de los acreedores
internacionales, por 15.398 millones de dólares. En segundo lugar,
por el recorte del valor nominal en virtud del Plan Brady, por 2.370
millones.
Fuente:
Ministerio de Economía y Carteco.
Aún tomando en cuenta estas
reducciones, la deuda pública prácticamente se duplicó en los
noventa ya que totalizaba 123.666 millones de dólares en 1999, cuando
terminó el mandato de Menem. Tal incremento obedeció básicamente al
régimen de convertibilidad, cuyo funcionamiento requería un ingreso
incesante de capitales del exterior para cubrir el déficit externo crónico.
Estos recursos, lejos de ser utilizados para el desarrollo productivo
del país, financiaron una enorme fuga de capitales del sector privado
local y, entre otras cosas, facilitaron la creciente remisión de
utilidades de las empresas multinacionales.
En diciembre de 2001, cuando
renunció de la Rúa y concluyó la convertibilidad, los pasivos
estatales totalizaban 144.266 millones. Este aumento de más de 20.000
millones en dos años se originó en operaciones de renegociación
–el megacanje y el blindaje- encaradas por el gobierno con el fin de
trasladar los vencimientos financieros al futuro, en un contexto
internacional cada vez más adverso. Un tercio de la deuda actual con
el FMI se originó en el blindaje con el que se quiso preservar la
convertibilidad. Por otra parte, el cambio operado en la política del
FMI por la gran exposición que le significó la asistencia a la
Argentina, determinó que ese organismo cortara los préstamos de
emergencia en noviembre de 2001 y precipitara el default.
La crisis de la convertibilidad: caída
y suba de la deuda pública
La explosión de la
convertibilidad, en diciembre de 2001 provocó trastornos económicos
y sociales sin precedentes. El PBI sufrió una caída extraordinaria,
el salario real se vio pulverizado y el gobierno declaró la moratoria
unilateral de los pagos. El sistema bancario prácticamente dejó de
funcionar por semanas –por la aplicación del llamado
“corralito”- y los depósitos en dólares fueron convertidos a
pesos con pérdidas para los ahorristas.
La dinámica de la crisis empujó
al gobierno de Eduardo Duhalde a aplicar, ya en febrero de 2002, una
quita compulsiva de la deuda pública argentina en dólares. El
procedimiento consistió en convertir títulos que estaban en moneda
extranjera a pesos, al tipo de cambio de 1.40 pesos por dólar. Esto
determinó que el valor de esos bonos, que sumaban 42.258 millones de
dólares se contrajera a la mitad (la disminución fue de 22.086
millones de dólares ).
En su mayor parte, aquellos títulos estaban en manos de las
administradoras de pensiones (AFJP), bancos y empresas de seguro. Esto
significa que la quita que se está discutiendo en la actualidad tiene
este antecedente que ocurrió a las pocas semanas del default.
Pero, paralelamente a esta reducción,
el gobierno incrementó su deuda en divisas entre fines de 2001 y
fines de 2003, y ello determinó un aumento de 34.367 millones de dólares,
a pesar de aquel recorte de grandes proporciones.
Los principales factores de ese
incremento de los pasivos estatales en 2002 y en 2003 fueron: 1)
compensaciones a los bancos comerciales y a los ahorristas debido a la
crisis del “corralito”, por 14.390 millones de dólares, 2)
absorción de deuda externa de los estados provinciales, por 9.679
millones y, 3) acumulación de atrasos de intereses, por 13.943
millones. A su vez, hubo reducciones en los pasivos, como por ejemplo,
los pagos netos al FMI. Estos son los principales movimientos que
explican el mencionado incremento neto de la deuda pública en 34.367
millones.
Como resultado de este nuevo
endeudamiento, a fines de 2003, el stock de deuda pública había
ascendido a 178.820 millones de dólares, que equivale al 140% del PBI.
No existen datos del valor de la deuda actualizados a la primera mitad
de 2004.
Fuente: Indec
y Ministerio de Economía.
La deuda pública en 2003: parte en
default y parte regularizada
En la actualidad, la deuda pública
total debe ser clasificada en dos partes: 1) deuda regularizada –o
en cumplimiento o “performing- y, 2) deuda en default.
A fines de 2003, la deuda
regularizada ascendía a 78.092 millones de dólares y
representaba algo menos de la mitad (44%) del total. Los principales
acreedores de este segmento son los siguientes: 1) el FMI y otros
organismos internacionales, por 32.118 millones, 2) los acreedores (AFJP,
bancos, seguros) que sufrieron la referida quita por la conversión a
pesos –esta parte de la deuda se denomina “préstamos
garantizados”- por 14.100 millones ,
3) acreedores internacionales de la deuda provincial asumida por el
gobierno nacional, por 9.679 millones, 4) tenedores de la nueva deuda
Boden, por 19.668 millones
y, 5) deuda del gobierno por préstamos otorgados por el banco central
por el equivalente a 2.526 millones de dólares.
La deuda en default –que
equivale al 56% de los pasivos del gobierno- totaliza, computando los
atrasos a fines de 2003, 100.730 millones de dólares. En su mayor
parte –94.992 millones- está instrumentada en títulos al portador,
distribuidos en un gran número de acreedores. De acuerdo a
estimaciones oficiales, alrededor de la mitad del valor de esos títulos
estaría en manos de cientos de miles de bonistas individuales .
Al examinar la composición de los
acreedores “externos” por su nacionalidad de la deuda en default,
se comprueba que el 36%
son residentes nacionales (argentinos), 16% son de Italia, 10% de
Suiza, 8% de los Estados Unidos, 5% de Alemania, 3% del Japón y un
15% está sin identificar .
Estos datos confirman el hecho de que, a diferencia del modelo
clásico de deuda externa en cualquier país del mundo, la deuda
argentina es, en gran parte, un pasivo con acreedores argentinos.
El acuerdo con el FMI
A pocos días del default, el
ministro de economía Jorge Remes Lenicov entabló tratativas con el
FMI. Este curso negociador fue mantenido por su sucesor Roberto
Lavagna, a partir de mayo 2002. A lo largo de ese año, el país
experimentó la injerencia continua de funcionarios del FMI para que
se aplicaran medidas excepcionales. A semejanza de Turquía y de
Brasil, la Argentina debía obtener un superávit fiscal anual para
poder servir la deuda con recursos “genuinos”.
A pesar de su retórica anti-FMI,
el presidente electo Néstor Kirchner siguió los pasos de Duhalde
–en primer lugar, confirmando a Lavagna como ministro de economía-
y concretó un acuerdo con ese organismo a mediados de 2003. En los
meses más álgidos de la crisis, las asambleas populares y el
movimiento de desocupados habían exigido en las calles el no pago de
la deuda. Pero, este reclamo pudo ser alejado por los partidos políticos
del sistema que bregaron por reanudar las negociaciones con los
acreedores y por contar con el visto bueno del FMI y del gobierno
estadounidense.
El acuerdo que se firmó con el FMI
de 2003 trajo consigo la exigencia de que el gobierno le reconociera
el status de acreedor “privilegiado”. La Argentina tuvo que
cancelar deuda con los organismos internacionales desde los primeros
momentos del default. El flujo neto a esas entidades fue de 3.875
millones de dólares en 2002, de 2.408 millones en 2003 y de 1.198
millones en la primera mitad de 2004. Es la primera vez en más de
diez años que el país hacía pagos netos al FMI.
Además del ajuste presupuestario,
las exigencias del Fondo giraron en torno al achicamiento del gasto de
las provincias y al aumento de las tarifas públicas de las empresas
privatizadas.
Otro requerimiento del organismo
fue que la negociación con los acreedores internacionales se hiciera
en Nueva York y no en la Argentina.
Las consecuencias del acuerdo con
el FMI para la Argentina
El costo directo para el sector público
es el pago efectivo de la deuda por un monto que hasta hace pocas
semanas era equivalente al 3% del PBI mediante el superávit fiscal
que debe obtener por un término indefinido. La meta del 3.0% acordada
para 2004 es la suma del superávit del gobierno nacional (2.4%) y de
los estados provinciales (0.6%).
Pero en setiembre de 2004, el
gobierno dio un paso más ya que elevó el superávit proyectado para
2005 del 3.0% al 3.9% del PBI. El presidente Kirchner siempre se
refirió a la rigidez de la meta del 3%. No obstante, el proyecto de
ley de presupuesto de 2005 subió esta meta al 3.6% y, a los pocos días,
hubo una corrección llevándola al 3.9%.
En la serie histórica de los
cuarenta años anteriores al default (1961-2001), el gobierno nacional
obtuvo un saldo fiscal positivo sólo en seis años y en sólo tres de
ellos, se superó el 1% (el mayor fue del 1.7% en 1993). Estos datos
dan una idea del carácter excepcional de la meta que se le exige al
país. Digamos que en 2004, la meta fiscal fue sobrepasada y alcanza
el 4.5% del PBI.
La necesidad de que el país pague
con recursos genuinos –y no de cualquier manera- es fundamental
desde el punto de vista del acreedor, porque de esta forma no se corre
el riesgo de que las crisis fiscales e inflacionarias provocadas por
los pagos puedan comprometer una transferencia “ordenada” del
excedente argentino al exterior.
El costo en términos sociales
La imposición de este ajuste a la
sociedad fue posible dadas las circunstancias de crisis y zozobra que
se atravesó en 2002, que llevó la desocupación a niveles nunca
vistos. El salario público promedio tuvo una recuperación
insignificante a pesar de que la inflación acumuló más del 60%
desde la salida de la convertibilidad. También el valor real de las
jubilaciones resultó fuertemente licuado. El gasto en salud y educación
sufrió duros recortes en valores constantes.
El gasto financiero anual exigido
por el FMI para pagar la deuda duplica la inversión pública y supera
en varias veces los exiguos montos de subsidio al desempleo. El costo
en términos sociales es enorme, ya que la desocupación llega al
20.3% (mayo de 2004) cuando a la cifra oficial, del 14.7%, se le suman
los beneficiarios de los subsidios de 50 dólares por mes que el
gobierno hace figurar como planes de “trabajo”. A mediados de
2004, la pobreza alcanzaba al 44.3% de la población argentina.
La perspectiva de una pobreza
duradera para una franja enorme de la población se proyecta hacia el
futuro por varios años. De acuerdo al IDEP –organismo de la CTA- el
desempleo habrá de situarse en los niveles actuales hasta el final de
la década. Otras proyecciones más optimistas sostienen, sin embargo,
que en 2010 la desocupación todavía estará en los dos dígitos (se
encuentra en ese rango desde 1993).
¿Es “excepcional” la posición
argentina con respecto a la deuda?
Esta situación de ajuste económico
tiene lugar en un país cuyo presidente despliega una constante retórica
“anti-FMI” y “anti-acreedores” y proclama que no se va a pagar
la deuda externa “con el hambre del pueblo”. Sin embargo, nunca
antes la Argentina había podido adaptarse a las exigencias de los
organismos financieros como en la actualidad y nunca se plantearon
cronogramas de pago por un horizonte tan lejano en el tiempo.
Muchas veces, la prensa
internacional contrasta esta posición de firmeza verbal del
presidente Kirchner con la actitud supuestamente más dócil de otros
gobiernos, por ejemplo, la del presidente Lula del Brasil. No
obstante, fuera de las palabras, no existen indicadores que puedan
confirmar que estamos ante dos cursos distintos.
En primer lugar, conviene señalar
que el esfuerzo fiscal de un país no puede ser medido en relación al
PBI sino tomando en cuenta el monto de los ingresos públicos que
tiene el gobierno. Así, en 2003, la recaudación impositiva de la
Argentina ascendió al 20% del PBI y la del Brasil, al 38%. Ello
significa que un superávit fiscal del 3% del PBI equivale al 15.0% de
los ingresos fiscales en la Argentina y que el excedente del 4.5% del
PBI en Brasil representa el 13.4% de sus ingresos. Esto revela que el
esfuerzo fiscal es mayor en la Argentina .
Por otra parte, el esfuerzo del
deudor en la Argentina tiene la característica de no contar con los
fondos provenientes de las empresas estatales ni de los ingresos por
seguridad social ya que en un porcentaje están privatizados mientras
que el sector público debe hacerse cargo, hasta el momento, de la
casi totalidad del gasto en jubilaciones y pensiones.
Las propuestas de pago: de Dubai a
Buenos Aires
Cuando sobrevino la moratoria a
fines de 2001, para todo el mundo estuvo claro que la Argentina no
saldría de semejante caos sin una quita del valor nominal de la deuda
que reordenara esos pasivos para que los pagos pudieran reanudarse.
Incluso durante 2001, antes que se estableciera el “corralito” y
que el FMI desahuciara a la Argentina, varios expertos financieros del
exterior, como Nouriel Roubini y Ricardo Hausmann, daban por
descontado que cualquier “poda” sobre la deuda debía ser muy drástica.
La primer propuesta argentina para
salir del default fue efectuada en Dubai en setiembre de 2003 y la
segunda de ellas se hizo en Buenos Aires en junio de 2004. En Dubai
fue presentado un programa de canje de la deuda vieja por bonos y el
gobierno dio a entender que se impondría una quita del 75% sobre el
valor nominal de la deuda en default. En Buenos Aires, hubo una mejora
sustancial que consistió en tasas de interés más elevadas para los
nuevos títulos y, sobre todo, en el reconocimiento explícito de los
intereses atrasados entre 2001 y 2003.
La propuesta formulada en Buenos
Aires, que está siendo discutida actualmente en Nueva York, consiste
en instrumentar la deuda con un sustancial recorte y su conversión en
títulos, cuyo monto total a emitirse dependerá del grado de aceptación
que tenga el canje entre los acreedores. Si la adhesión fuera
inferior al 70% del valor adeudado, el monto de deuda a emitir será
de 38.500 millones de dólares. Si esa aceptación superara el 70%,
esa cifra subirá a 43.200 millones.
El gobierno ofrece entregar tres
tipos de bonos, cuyos montos respectivos están fijos y cada uno de
ellos sería asignado a cierta clase particular de acreedor. Así, los
bonos cuasi-pares estarían destinados a las administradoras de fondos
de pensión (AFJP).
Las tres clases de títulos tienen
diferencias entre sí en cuanto a plazos, moneda de emisión, monto de
la quita y tasa de interés. No obstante, tomando la tasa de descuento
empleada por el gobierno (10% anual) son equivalentes, desde un punto
de vista financiero.
Estos títulos son: 1) bonos pares
en dólares (o en pesos) con vencimiento a 35 años y pagos
semestrales a partir del año veinticinco. Su tasa de interés tiene
un perfil creciente y va del 1.35% en los primeros cinco años a 5.25%
en los diez últimos. Estos bonos no están afectados por una quita de
capital. 2) bonos con descuento, con vencimiento a 30 años y pagos
semestrales a partir del año veinte. La tasa de interés arranca con
el 3.97% y termina en el 8.32% (durante los últimos veinte años). 3)
bonos cuasi-pares en pesos ajustados por el índice de inflación
denominado CER, con vencimiento a 42 años y pagos semestrales a
partir del año treinta y dos.
Como se mencionó, en los tres
casos, los títulos se benefician con tasas de interés más elevadas
cuando la aceptación de los bonistas supere el 70% de la deuda.
Junto con el nuevo título de deuda
se emitirá una unidad separable vinculada a la evolución del PBI,
que otorgará a sus titulares derecho a pagos anuales supeditados a
que Argentina logre niveles del producto superiores a ciertos niveles
preestablecidos. Cuando el país crezca por encima del 3% (tomándose
como base el valor del PBI de 2004), los acreedores se verán
beneficiados por un plus. Este plus consiste en el 5% del excedente
entre el PBI real y el que surge de la proyección del 3% anual.
Aunque todavía restan precisiones, la propuesta del gobierno
consistiría en repartir ese porcentaje entre los bonistas o bien en
destinarlo a la compra de títulos en el mercado (reduciendo así la
deuda externa).
La negociación está a cargo de un
comité de bancos designados por el gobierno, entre los cuales, figura
Merrill Lynch, Barclays Capital y UBS Limited y que cobraran
comisiones millonarias por su gestión.
¿Cómo va a quedar la deuda después
de la renegociación?
Para cuantificar cómo va a quedar
la deuda pública después de la reprogramación, debemos definir, en
primer término, el monto de la deuda externa sujeta a refinanciación.
Tal pasivo era, a fines de 2001, de 81.549 millones de dólares. A
este monto se le deben sumar los intereses corridos hasta fines de
2003, que ascienden a 13.443 millones.
La suma de estos dos conceptos
arroja un total de 94.992 millones, que es la deuda “elegible”
para ser reestructurada en la presente ronda. Además de este monto,
todavía hay 5.737 millones de dólares en default, en su mayoría con
el Club de París (clasificada como organismos oficiales) pero que no
están sujetos a quita.
Frente a estos pasivos de 94.992
millones de dólares, que es la cifra que figura en las estimaciones
oficiales, el gobierno ofrece instrumentarla en 38.500 o 43.200
millones de dólares, de acuerdo a cuál sea el grado de aceptación
del canje por parte de los bonistas.
En consecuencia, se estará frente
a una quita del 59.5% o del 54.6%, en uno u otro caso. En otros términos,
la propuesta oficial consiste en instrumentar la nueva deuda
reconociendo a los bonistas el 40.5% o el 45.4%, respectivamente, del
valor nominal .
Las sucesivas mejoras ofrecidas por
el gobierno
En la presentación de Dubai, el
gobierno anunció que aplicaría una quita del 75% sobre el monto de
la deuda en default. Puesto que, como se ha visto, se manejaba un
monto de 81.549 millones (fines de 2001) esa reducción implicaba el
reconocimiento de un valor de deuda de sólo 20.365 millones de dólares.
Según se expresó reiteradamente en aquellos momentos, la propuesta
del gobierno no sufriría alteraciones.
Sin embargo, a pesar de ello,
siempre quedó la idea de que los intereses corridos entre 2001 y 2003
podrían ser incorporados como una mejora. Esto fue efectivizado en la
segunda oferta, que se hizo en Buenos Aires, en junio de 2004.
Ello deja ver que la reducción de
la deuda que efectivamente se aplicará está lejos del porcentaje
anunciado en Dubai. Comparando la cifra que resulta del anuncio de
Dubai, de 20.365 millones, con los valores que se manejan actualmente,
de entre 38.500 y 43.200 millones, se comprueba que la deuda a ser
reconocida aumentó al doble. Esta es otra muestra de la distancia que
existe entre la retórica oficial y los hechos.
Por otra parte, si se toma el valor
presente de los títulos ofrecidos, también surgen diferencias. El
valor presente de los bonos a emitirse depende, dados los plazos y las
quitas anunciados, de la tasa de interés que se emplee para ese cálculo.
El gobierno argentino emplea una tasa de descuento del 10% y ello
arroja un valor presente de los títulos del 30%. En las últimas
semanas, el descenso del riesgo país de muchas naciones
“emergentes”, como Brasil, posibilitó que la tasa de descuento
que aplican los mercados descendiera aproximadamente a aquel valor y
ello hace que la cotización que reflejan los títulos en default en
los mercados de capitales, se aproxima al 30%.
Hasta hace muy poco, los bancos
internacionales utilizaban una tasa de descuento del 15%, que arrojaba
un valor presente menor de los títulos que el calculado por el
gobierno en base a su tasa del 10%. Pero, en las condiciones actuales
en que la tasa de riesgo país de los emergentes está en baja, la
oferta de Buenos Aires aproxima el valor presente de los bonos a las
cotizaciones del mercado.
Digamos, por último, que en términos
del valor presente la diferencia entre la propuesta de Dubai y la de
Buenos Aires es muy grande. En el primer caso, surgía un valor de 8 dólares
por bono frente a un valor de 30 dólares en la actualidad. Ello
significa que, de acuerdo a este criterio, el cambio en las
condiciones fue sustancial.
Los pagos por la deuda
reestructurada a partir de 2005
¿Cuál será la situación de
pagos del gobierno argentino si la propuesta fuera aceptada en los próximos
meses?.
Como hemos visto, la nueva deuda
que surgirá de la reestructuración no registrará vencimientos de
capital por un término de veinte años. Por lo tanto, los únicos
pagos a realizarse corresponderán a los intereses, cuyo perfil va de
1.137 millones en 2005 y llega a 1.575 millones en 2010.
Cuadro
1. Vencimientos de la deuda
reestructurada. En millones de dólares.
|
2005
|
2006
|
2007
|
2008
|
2009
|
2010
|
Intereses
|
1.137
|
1.173
|
1.210
|
1.249
|
1.290
|
1.575
|
Capital
|
0
|
0
|
0
|
0
|
0
|
0
|
Total
|
1.137
|
1.173
|
1.210
|
1.249
|
1.290
|
1.575
|
Fuente: Schvarzer y
Finkelstein, op. cit.
Naturalmente, estas cifras son
mucho menores que las previstas en la deuda original (que cayó en
moratoria) ya que la estrategia del megacanje y del blindaje llevada
adelante en 2000 y 2001 había concentrado entre 2005 y 2009
vencimientos sólo por intereses que promediaban los 4.000 millones de
dólares anuales. La única diferencia es que mientras aquella
estrategia del gobierno durante los años noventa era de pagar
intereses con nueva deuda, en la reprogramación actual, esos
intereses deben ser cancelados con superávit fiscal.
Los pagos por la deuda que ya está
en funcionamiento
Para simplificar, dividamos la
deuda actualmente regularizada en dos tipos de acreedores: con
organismos internacionales y con el resto (préstamos garantizados,
nueva deuda y otras).
En el primer caso, los vencimientos
de intereses van de 820 millones en 2005 a 207 millones en 2010. No
obstante, los vencimientos de capital son muy elevados entre 2005 y
2007 ya que se ubican entre 5.545 y 4.261 millones de dólares. Estos
pagos de capital representan, por sí solos, 3% del PBI. El acuerdo
con el FMI implica la refinanciación de estos últimos, pero ello
valdrá en tanto el organismo juzgue que el gobierno está cumpliendo
con las metas del programa de ajuste en curso. En setiembre de 2004 ya
hubo dificultades con algunos puntos del acuerdo y el ministro Lavagna
se vio en la necesidad de pedir una suspensión transitoria del mismo.
Naturalmente, este tipo de episodios podría modificar la perspectiva
futura de una refinanciación “ordenada” de los montos adeudados
con el FMI.
Con relación al resto de la deuda
“performing” (“préstamos garantizados”, nueva deuda y otros),
los vencimientos de intereses en 2005 son de 929 millones y descienden
a 479 millones en 2010. Por su parte, los compromisos de capital van,
en esos años, de 4.802 a 4.190 millones. Parte de esos vencimientos
son con el sector financiero local.
Cuadro 2. Vencimientos de la deuda
“Performing”. En millones de dólares
|
2005
|
2006
|
2007
|
2008
|
2009
|
2010
|
Intereses
|
1.749
|
1.524
|
1.285
|
1.067
|
882
|
686
|
OFI
|
820
|
656
|
471
|
334
|
262
|
207
|
Resto
|
929
|
868
|
814
|
733
|
620
|
479
|
Capital
|
10.347
|
9.763
|
8.073
|
5.252
|
7.228
|
5.347
|
OFI
|
5.545
|
5.364
|
4.261
|
1.821
|
1.344
|
1.157
|
Resto
|
4.802
|
4.399
|
3.812
|
3.431
|
5.884
|
4.190
|
Fuente: Schvarzer y
Finkelstein, op. cit.
Los vencimientos totales de la
deuda pública argentina: una carga extraordinaria para el crecimiento
y el presupuesto.
Si sumamos ambos tipos de
compromisos, se observa que los intereses totales a pagar por el
gobierno argentino en 2005, una vez concluida la renegociación,
ascenderán a 2.886 millones y observan un perfil descendente hasta
representar 2.261 millones en 2010. En términos del PBI esto implica
una carga que va del 1.8% al 1.0%.
Cuadro 3. Vencimientos Totales. En
millones de dólares
|
2005
|
2006
|
2007
|
2008
|
2009
|
2010
|
Intereses
|
2.886
|
2.697
|
2.495
|
2.316
|
2.171
|
2.261
|
Capital
|
10.346
|
9.764
|
8.073
|
5.252
|
7.228
|
5.347
|
Total
|
13.232
|
12.461
|
10.568
|
7.568
|
9.399
|
7.608
|
Fuente: Schvarzer y
Finkelstein, op. cit.
No obstante, los vencimientos de
capital totalizan 10.346 millones en 2005 y 5.347 millones en 2010,
esto es, equivalen al 6.4% y al 2.5% del PBI, en esos años. Esto
significa que el gobierno va a estar sujeto a la necesidad de buscar
fondos para afrontar sus compromisos anuales desde el primer momento
ya que en 2005 esos montos representarán el 8.2% del PBI (descienden
al 3.5% en 2010). Tal búsqueda de fondos deberá ser efectuada en un
mercado de capitales interno con bancos, empresas de seguro y
administradoras de pensión con una cartera activa muy vulnerable (el
grado de la vulnerabilidad es función directa de la participación de
deuda gubernamental en esa cartera) y con un flujo previsto de fondos,
sobre todo en las administradoras no vinculadas al Banco Nación, muy
exiguo.
Cuadro 4. Vencimientos Totales. (%
PBI)
|
2005
|
2006
|
2007
|
2008
|
2009
|
2010
|
Intereses
|
1,80%
|
1,60%
|
1,40%
|
1,20%
|
1,10%
|
1,00%
|
Capital
|
6,40%
|
5,70%
|
4,40%
|
2,70%
|
3,50%
|
2,50%
|
Total
|
8,20%
|
7,20%
|
5,80%
|
3,90%
|
4,60%
|
3,50%
|
Fuente: Schvarzer y
Finkelstein, op. cit.
Digamos también que estas
proyecciones de intereses y capital están efectuadas en base al
“escenario rosa” planteado por el gobierno con un PBI creciendo al
3% anual (una tasa cuatro veces superior a la tasa histórica
promedio), baja inflación, gradual apreciación del tipo de cambio
real (que abarata el costo de los pagos al exterior) y superávit
fiscal.
Conclusiones: las contradicciones
de la estrategia oficial
La supuesta estrategia de
“confrontación” del gobierno de Kirchner con los acreedores
internacionales aparece cuestionada
en dos aspectos. Por un lado, a medida que transcurre el tiempo sus
propuestas ofrecen mejoras a los acreedores. Esas condiciones más
favorables se expresaron, entre Dubai y Buenos Aires, no sólo en
tasas de interés más elevadas sobre los bonos sino también en el
reconocimiento de intereses atrasados.
Tales antecedentes plantean la
posibilidad de que en estas semanas decisivas de la negociación, el
gobierno argentino pueda agregar nuevas condiciones para satisfacer a
los acreedores tales como menores plazos o incrementos en el plus
atado a la evolución del PBI.
El otro frente en el cual la
supuesta “dureza” de las autoridades choca con los hechos es en la
relación con el FMI. Frente al incumplimiento de varias cláusulas a
las que se había comprometido, Kirchner pidió un paréntesis en el
acuerdo firmado con el organismo y en su transcurso se comprometió a
desembolsarle 1.800 millones de dólares sin asistencia financiera.
Como hemos visto, la estrategia
adoptada por el conjunto de los partidos del sistema a partir del
reflujo de las luchas populares del 2002 fue allanarse a un plan de
ajuste impuesto por el imperialismo para retomar el pago de la deuda.
Tal programa significa un bloqueo para el crecimiento de largo plazo
por cuanto el país debe transferir a los acreedores internacionales
un ahorro anual de 4.000 millones de dólares. Pero, asimismo, tal política
implica mantener las condiciones de miseria, de desocupación masiva y
de vulnerabilidad del sector externo. Nada de ello habrá de cambiar
sin un giro que establezca una ruptura con el Fondo, la suspensión de
los pagos externos y la asignación de esos recursos a un programa de
reconstrucción popular.
Biblografía:
Mario
Brodersohn, Entre el Discurso
Oficial y las Decisiones Concretas de Política: ¿A Quién Creer?,
Econométrica, setiembre de 2004.
Claudio
Katz, La deuda externa,
Buenos Aires, www.netforsys.com/claudiokatz, junio de 2004.
Andrés Méndez y Luis Becerra, La
larga, larga crisis de la economía argentina, Herramienta. Revista de
debate y crítica marxista, No. 17, primavera de 2001.
Jorge Schvarzer y Hernán
Finkelstein, Renegociación de la deuda: un panorama confuso de
montos, quitas, pagos y sustentabilidad futura, CESPA, Buenos Aires,
agosto de 2004.
Notas:
Trabajo presentado en
noviembre pasado al IV coloquio de economistas politicos de
America Latina en San Pablo, organizado conjuntamente por la SEP
(Sociedad de Ecomistas Políticos de Brasil) y el EDI (Economistas
de Izquierda de Argentina)
A fines de setiembre de 2004, la determinación del
“verdadero” superávit fiscal se ha convertido en un tema de
polémica entre Rodrigo de Rato y el gobierno argentino sin que
sea posible determinar si esa cifras es del 3.0%, del 3.6% o del
3.9%. Ver, Clarín, 28 de setiembre de 2004.
Esta reducción está calculada al tipo de cambio de fines
de 2002.
La diferencia entre el monto de “préstamos
garantizados” a comienzos de 2002 y el monto a fines de 2003
obedece a diversos canjes que se efectuaron.
Los títulos emitidos para los bancos y los ahorristas se
acrecentó con otras emisiones para el rescate de cuasimonedas
(2.429 millones), la restitución del 13% a los empleados públicos
(873 millones) y bonos de consolidación de deudas (1.155
millones), entre otros.
Sólo en Italia, la cantidad de acreedores ronda los
400.000 tenedores.
Se presume que una parte elevada de la deuda con Suiza y
con los Estados Unidos constituye, en realidad, una deuda con
tenedores argentinos que hicieron sus operaciones constituyendo
domicilio en esos países.
El Cronista, 13 de febrero de 2004.
Las cifras presentadas en el párrafo anterior se refieren
al caso de una aceptación de los acreedores inferior al 70% del
valor de la deuda.
Obsérvese que las cifras disponibles permiten el cálculo
de la deuda “elegible” a fines de 2003. A este monto, en algún
momento se le deberá sumar los intereses corridos a lo largo de
2004.
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