Después del gran triunfo del subte
(metro)
Despunta un nuevo clasismo
Por Roberto Sáenz
Socialismo o Barbarie, periódico,
17/02/05
El jueves 10 de febrero se cerró
con un enorme triunfo una semana de lucha de los compañeros del
subte. Perforando el techo salarial que pretende imponer el gobierno
de la mano de la CGT y el CTA, los compañeros obtuvieron un 44% de
aumento. Esta cifra incluye los ítem de antigüedad, nocturnidad,
los $ 100 del decreto presidencial, además de un 19% del salario básico
conformado. No sólo duplica el acuerdo alcanzado por los telefónicos
a fines del año pasado, sino que no incluye ninguna cláusula de paz
social. Por el contrario, establece volver a paritarias si la economía
nacional sufre alteraciones importantes. Como si fuera poco, el
acuerdo instituye el pago de los días caídos. Conclusión: un
triunfo contundente comentado entre amplísimos sectores de la
clase obrera.
Estando ese día en Constitución
pudimos vivir una inmensa alegría junto a los compañeros de la Línea
C y el Taller. El país entero había seguido en vivo y en directo
todas las alternativas de esta histórica lucha obrera. Y todos los
medios dieron testimonio del festejo obrero. Allí hablaron los
delegados Néstor Segovia y Andrés Fonte. Este último (ver reportaje
en este número de SoB) dijo: “En nuestra asamblea hubo una gran
emoción. Y se vio una unidad de clase, de compañeros
ocupados, de Taym, el Hospital Garrahan, Francés, Italiano, docentes,
ferroviarios y desocupados. Todos solidarios. Esto demuestra que se
puede ganar. Somos de los primeros en salir a pelear a la
ofensiva: reconquistamos las 6 horas, una recomposición salarial y
salimos por más. Ningún obrero de este país debería ganar menos de
la canasta familiar. Esta fue una pelea entre los poderosos como
Roggio, que se llevan todo, y el obrero. Y ganamos nosotros”.
El poder de la clase obrera
Como decíamos hacia fines del año
pasado, el subte muestra el poder social de la clase trabajadora
ocupada cuando es conciente del mismo y lo pone en juego. Es la
avanzada de una progresión de actores de clase en el proceso del
“argentinazo”, de inmensa importancia potencial. Porque
“contra las concepciones reduccionistas de la ‘clase obrera
piquetera’ hegemónicas en el movimiento de desocupados (desde el
MIJD hasta el PO), está clara la diferencia de ubicación en
lo que hace a un compañero trabajador que se ve en condición de
desempleado de aquellos que, teniendo trabajo, pueden tener acceso
a los medios de producción, esto es, tenerlos en sus manos y bajo su
control. Los telefónicos ocupando el centro neurálgico de las
comunicaciones de sus empresas, los ferroviarios cortando las vías
del ferrocarril y los compañeros del subte paralizando las líneas de
la Capital, de alguna manera son concientes, y lo muestran al resto
de la sociedad, de que ellos son los que hacen funcionar y pueden
tener en sus manos el país” (Socialismo o barbarie Nº 50).
En el caso del subte, las
condiciones para esto han sido producto de un largo proceso de
acumulación que todavía resta por ser escrito. Un poco lo resume
Beto Pianelli en un reportaje concedido al periódico Hoy. En
el 94, comenzando por un trabajo clandestino. Luego, en el 97,
enfrentando los despidos. Posteriormente en el 2000, logrando la mayoría
del Cuerpo de Delegados. Finalmente, al calor del Argentinazo, con las
idas y venidas por la reducción de la jornada a 6 horas, conquistada
el año pasado. Y ahora, saliendo a una pelea ofensiva y obteniendo
una porcentaje de aumento que prácticamente no ha logrado ningún
otro sector del movimiento obrero. ¿Por qué logra esto el subte?
Se debe a dos razones
fundamentales: una estructural y otra política. La estructural
–como venimos señalando– muestra el poder potencial que tiene
la clase obrera ocupada de tomar en sus manos los lugares de trabajo.
Y cuando se trata de una sector estratégico como el Subte, este poder
social potencial se acrecienta de manera exponencial, transformándose
en un hecho político.
La política muestra la inmensa
importancia y el valor de la clase trabajadora cuando se mueve de
manera independiente, autodeterminada, con democracia obrera, sin
tutelas burocráticas ni del Estado, tomando realmente la pelea en sus
manos, decidiendo todo de manera conciente y con dirigentes que
realmente la representan. Esta es la clase obrera que realmente logra
imprimir su sello a los acontecimientos y que estuvo ausente en los
comienzos del Argentinazo. No es común que estos dos elementos se
combinen como se han combinado en el Subte, pero son los que explican
la inmensa fuerza y unidad de los compañeros en la lucha.
Unidad de clase
Hay otro elemento de inmensa
importancia que ha estado presente en toda la experiencia del subte.
Una conclusión de importancia estratégica: la unidad de clase a
la hora de la lucha. Porque el Cuerpo de Delegados del subte (más
allá de cualquier matiz), ha tenido la capacidad no mostrada aún
por ninguna otra experiencia de la vanguardia de presentar un programa
político de lucha para toda la clase trabajadora.
En las experiencias anteriores, sea
el caso del ala combativa del movimiento piquetero (Bloque Piquetero y
ANT), o también del sector independiente de las fábricas recuperadas
(Encuentro de Fábricas Ocupadas),
en ninguno de estos dos casos se
había logrado escapar totalmente de un programa con elementos
“corporativos”, programa que no podía lograr hegemonía social.
Por el contrario, el Cuerpo de
Delegados del Subte es la primera experiencia consecuentemente
clasista que logra romper con esto. Porque junto con enarbolar sus
propias reivindicaciones, ha sido capaz de lanzar una bandera para
el conjunto de los trabajadores, como es la bandera de la reducción
de la jornada laboral a 6 horas con aumento de salarios.
Está clarísimo que en esta
oportunidad, el centro ha estado –correctamente– en la pelea
salarial. También en este terreno su contribución es enorme, porque
hace parte de una lucha decisiva de la clase obrera para este año
2005 que es quebrar el techo salarial que pretenden imponer las
patronales de la mano de Kirchner, Moyano y De Gennaro.
La capacidad de los compañeros de
rodearse del apoyo que han logrado, la capacidad de “armar una
cofradía” a su alrededor, viene por esta ubicación: ser en los
hechos el primer sector de la vanguardia obrera que se eleva al plano
político y sintetiza los reclamos del conjunto de la clase, sea
ocupada o desocupada.
Es por esto que han quedado en el centro de
la posibilidad de un nuevo paso en el camino de la recomposición de
la clase obrera, superando los límites de las experiencias anteriores
y contribuyendo al actual despuntar de un nuevo clasismo en nuestro país.
El rol de la CGT y el CTA
“El paro del subte se solucionó
con la intervención directa del gremio en el conflicto. Pero, ¿esa
participación fue decisiva? Todo hace pensar que no. La propuesta de
aumento del 19% tuvo que ser debatida por los delegados de las líneas
y por el personal en general. Recién después de esa consulta, la
huelga terminó. Esto lleva a, por lo menos, dos conclusiones: el
gremio no tuvo el control del conflicto e intervino recién después,
cuando la situación amenazaba con desbordarse, con todas las
consecuencias políticas que hubiera tenido para uno de los aliados
del camionero Hugo Moyano; la segunda, es que la reivindicación
salarial tiene un dimensión que, de extenderse, presionará sobre el
índice de inflación” (Ricardo Kirschbaum, Clarín,
11-2-05).
Nadie es tonto. Todo el mundo sabe
que la crisis que abrió en el sindicalismo tradicional la lucha
independiente de los compañeros del subte pegó muy cerca de
Moyano. Esto es, de un dirigente íntimo aliado del gobierno que
llegó a la CGT luego de años de posar de “combativo”, justamente
para evitar que la “sangre” del desprestigio histórico de la
burocracia “llegue al río”: esto es, a la penetración de la
izquierda revolucionaria, al surgimiento de un nuevo clasismo entre la
clase obrera.
Están ahí para poner ese “dique
de contención” a la ola de fondo más importante del Argentinazo,
que de una manera orgánica sigue su curso, mostrando un incipiente
pero muy real progreso entre la clase obrera con trabajo.
La responsabilidad del subte
Está claro que a partir de la
experiencia que vienen desarrollando, de las conquistas que han tenido
y del apoyo recibido, el Cuerpo de Delegados del Subte se ha colocado
hoy como la más importante experiencia del actual proceso de
recomposición de los trabajadores. Esto les otorga, efectivamente, inmensas
responsabilidades. Lo que hoy hagan o dejen de hacer va a tener
efectos sobre el conjunto de este proceso de la vanguardia obrera.
Para intentar aportar al debate que entre los compañeros se está
dando acerca de los pasos a seguir es que escribimos estas líneas.
Creemos que hay dos
responsabilidades combinadas, que expresan discusiones que se venían
desarrollando tanto a nivel de las reuniones por la realización de un
Encuentro obrero como al interior del movimiento por las 6 horas.
Respecto del Encuentro, es un hecho
inmensamente progresivo que esté en curso un proceso de avance de un
nuevo clasismo al interior del movimiento obrero, con muy fuerte peso
de la izquierda, sea de compañeros organizados en los distintos
partidos o sea de compañeros de izquierda independientes. Este es el
caso del propio Subte, de la Comisión Provisoria en Río Turbio (aún
con su actual debilitamiento), de las seccionales opositoras del
Ferrocarril y Docentes, de fábricas recuperadas como Zanon, de la
lista Naranja-Violeta de la Carne, de internas clasistas como las de
Crónica, el Hospital Garrahan, Astilleros Río Santiago, etc.
A partir de esta realidad, lo que
se plantea es cuáles deben ser los objetivos del próximo
Encuentro Obrero. Es conocida nuestra posición de que hay que poner
en pie entre la clase trabajadora una Tendencia clasista. Esto no
quita que pueda contener, en proporciones diversas, dos tipos de
elementos: por un lado, efectivamente, puede y debe tener elementos
de coordinación obrera buscando la lucha en común de los
distintos sectores que se nucleen en el Encuentro. Está claro que el
día que logremos convocar una huelga general –aun más no sea
parcial–, le
estaremos disputando la dirección de la clase obrera a la burocracia
sindical. Hacia esa perspectiva hay que dirigirse.
Pero, al mismo tiempo, se trata de
llevar la lucha del nuevo clasismo al conjunto de la clase y sus
organizaciones, las dirija quien las dirija. En estas condiciones,
esta tarea es más bien la de una tendencia política de clase que
busca hacer pie en todos los sectores. Y esta combinación de
tendencia con elementos de coordinación creemos que es la que
mejor se ajusta a las actuales circunstancias y a la pelea que está
por delante para romper el monopolio de la representación obrera por
parte de la burocracia.
Congreso de Trabajadores
De manera simultánea pero
en un plano que no es exactamente el mismo, está el problema de la
unidad entre ocupados y desocupados. Esta tarea no debe ser
despreciada, aunque tiene una especificidad en cierto sentido distinta
que el Encuentro Obrero.
Es la tarea de poner en pie una organización
que apunte a representar al conjunto de la clase trabajadora e
incluso al resto de los sectores populares, enarbolando un programa de
alternativo al de la burguesía y preparatorio para las crisis por
venir. Es decir, una organización del tipo de los consejos
obreros. Para seguir cumpliendo un papel de vanguardia también en
esto, es fundamental no abandonar la campaña de las 6 horas.
Porque esta campaña ha colocado a un sector de la clase obrera
ocupada en el centro de la unidad de toda la clase obrera e incluso
enlazando hacia el resto de los explotados y oprimidos.
En esto, es importante tener en
cuenta las experiencias de reorganización en curso en otros países.
En el Brasil hemos podido observar recientemente la puesta en marcha
del Conlutas (Coordinadora de Luchas). Más allá de todas las
desigualdades y discusiones a que está dando lugar, correctamente no
aparece pensada meramente como una nueva central sindical alternativa
a la CUT. No. Insistimos que correctamente
parece querer plantearse como una organización “consejista”, como
un verdadero Congreso de Trabajadores que tienda agrupar, con núcleo
en el proletariado, al conjunto de la clase trabajadora de la ciudad y
el campo. Esta es la tarea en la que falló la experiencia de la ANT
aquí, y es entonces, este otro andarivel no “corporativo” de la
actividad, el que debe seguir estando presente por intermedio de la
campaña de las 6 horas.
Somos concientes de que el desafío
y la responsabilidad del subte es inmenso. No pretendemos abrumar a
los compañeros del Cuerpo de Delegados. Pero sí dejar en claro,
blanco sobre negro nuestras posiciones, como forma de mejor contribuir
a un debate que ya se está abriendo en toda la vanguardia y la
izquierda. Debate que seguramente estará recorrido por los vaivenes
reales de la lucha de clases en el próximo período.
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