Adiós
default, bienvenida inflación
Kirchner
festeja el retorno de la hipoteca
Editorial
de Socialismo o Barbarie, periódico, 04/03/05
La
novela del canje parece estar llegando a su fin. Si bien queda una
porción de bonistas que sigue pataleando y amenazando con juicios, en
lo esencial el gobierno ha llevado a cabo el canje del grueso de la
deuda en default por bonos nuevos. Por supuesto, los voceros
oficialistas y sobre todo el propio Kirchner, en su discurso a la
Asamblea Legislativa, han salido a vociferar que se trata del “más
gigantesco canje de deuda en cesación de pagos de la historia
mundial” y “la quita más grande de la historia”. Pero el mismo
gobierno, en privado, sabe que no hay mucho para festejar, aunque sin
duda el éxito del canje le aporta oxígeno político a la actual
gestión.
Lo
que ocurre es que en el fondo, y como hemos señalado repetidas veces,
la cuestión del canje y la salida del default era una de las demandas
centrales no sólo de los gobiernos imperialistas y organismos
financieros internacionales, sino de la propia clase capitalista
local. Forma parte muy importante del proceso de “normalización”
de la vida económica e institucional después de que el Argentinazo
de 2001 pusiera en cuestión todos sus parámetros.
Es
por esa razón que el conjunto de las entidades de la gran patronal
dio sus vítores y congratulaciones al canje. El “regreso a la
comunidad financiera internacional” significa a la vez la reanudación
a pleno de la gran hipoteca, que implica una estrategia de superávit
fiscal permanente y por ende ajuste permanente al servicio de los
acreedores, de manera más “seria” que nunca.
Digamos
de paso que el proceso de canje –sobre el que incluso los acreedores
tenían un profundo escepticismo– se vio favorecido por una
extraordinaria coyuntura internacional que empujó a muchos inversores
del exterior a meterse en el negocio. Aunque parezca irónico, el
canje de deuda es una jugosa inversión, que ofrece tasas de ganancia
mucho más altas que casi cualquier otro negocio financiero. [1] Eso
explica que la estrella del canje hayan sido los bonos en pesos, que
se ajustan por el CER (a su vez, indirectamente vinculado al índice
de precios).
Conviene
detenerse en esto, porque hace a una de las tensiones que vuelven
sobre la economía argentina y de manera directa, sobre los ingresos
de los trabajadores: la inflación.
El
regreso de la maquinita
En
realidad, la remarcación de precios nunca se había ido, y mucho
menos para los trabajadores y los sectores de bajos ingresos: aunque
la inflación postdefault alcanza el 55%, los artículos de consumo
popular aumentaron más del 80%. La diferencia es que ahora las
presiones inflacionarias se van a redoblar por parte de actores
poderosamente interesados.
En
primer lugar, como dijimos, los acreedores de los nuevos bonos de
deuda, que cambian sus dólares por pesos, esperan que esos pesos
se ajusten... y luego comprarán más dólares que los iniciales (la
diferencia, es decir, la ganancia, es de las más altas del mundo). A
mediano plazo, eso crea una tensión hacia la demanda de dólares (una
tensión de ese tipo hizo estallar la convertibilidad, por ejemplo).
Pero en el corto plazo, esa masa de pesos presiona al aumento de
precios.
Otro
beneficiario de la inflación es el propio Estado capitalista;
este gobierno ya ha dado muestras del uso de la inflación para sus
propios fines. Por ejemplo, hacer alharaca con el superávit y la
recaudación récord, mediante el artilugio de no hacer el ajuste por
inflación en las cuentas públicas (chantada que viene de la época
de Cavallo). Y en nombre del ajuste y el superávit fiscal, el
Presupuesto 2005 prevé 0% de aumento salarial para estatales y
jubilados
Finalmente,
las empresas privatizadas son a la vez grandes promotoras de
inflación vía el reclamo de aumento de las tarifas (reclamo
que contará con el envión del FMI) y fuertes interesadas en que el
peso se revalúe. Es decir: si la cotización del dólar se mantiene
igual pero los precios aumentan, en términos reales el dólar es más
barato. Y es eso lo que quieren las privatizadas, porque no van a
mandar las ganancias a sus casas matrices en el extranjero en pesos
argentinos, lógicamente. En resumen: inflación + dólar estable =
mayores ganancias para remitir a los accionistas.
La
inflación es, entonces, un gran negocio para los capitalistas, pero
una calamidad para los trabajadores, cuyos ingresos comienzan a
licuarse. Kirchner no es ningún estreno: cuando no pasa la película
de los 90, pasa la de los 80.
Perforar
el techo salarial
Las
últimas luchas de los trabajadores, en particular la de subtes, y el
desarrollo del conflicto docente en todo el país marcan el tono de lo
que va a ser el año: una durísima pulseada entre los asalariados
por un lado y gobierno-patronal-burocracia por el otro. ¿El
motivo? Evitar que se ponga en marcha el mecanismo más tradicional de
la burguesía argentina (y su Estado) para esquilmar a los
trabajadores: la inflación.
El
índice de precios, después de estar relativamente tranquilo durante
un tiempo, ha empezado a moverse, y no se detendrá: la etapa de
estabilidad inflacionaria se ha terminado. La inflación de enero
y febrero, anualizada, proyecta un 15% [2], y para sacarle aumentos a
la patronal ya se ve qué clase de luchas hay que dar.
Para
curarse en salud, el gobierno, la UIA y la CGT negocian en una mesa de
discusión. Por supuesto, voluntad de entregadora a la burocracia no
le falta. Pero la patronal está tan cebada –recordemos que hacía años
que la burguesía argentina no ganaba tanto–[3] que pretende atar
cualquier recomposición salarial a toda una serie de
condicionamientos. En primer lugar, la productividad; claro que aunque
la productividad se ha elevado muchísimo en los últimos cinco años,
en ese período no hubo aumentos más que las miserables sumas fijas
del gobierno. Pero también la doble indemnización, las leyes de
accidentes de trabajo y las diferencias regionales y por tamaño de
empresa.
Por
supuesto, el gobierno está completamente de acuerdo con atar los
aumentos a la productividad porque si no, argumenta, “se genera
inflación”. ¡Vamos a ver si dicen lo mismo cuando otorguen los
aumentos de tarifas a instancias de las privatizadas y el FMI!
Un
aspecto particularmente pérfido de la política salarial del gobierno
es su intento de dividir y oponer entre sí a los trabajadores.
Por ejemplo, el rimbombante anuncio del “piso de 700 pesos para los
docentes de nuestra querida patria” es más bien un ataque a las
trabajadores en varios sentidos. Primero, la voluntad de mantener
la precarización laboral: el “aumento” es un relleno de sumas
fijas no remunerativas, es decir, no se integran al básico, no se
computan para el cálculo de jubilación y aguinaldo y absorben todo
aumento pasado o futuro. [4] ¡Este gobierno caradura, que empapela
las calles anunciando el combate al trabajo en negro, concede todos
los aumentos salariales... en negro! Segundo, la intención de achatar
la pirámide salarial, tal como ha venido haciendo hasta ahora con
las jubilaciones, de modo de nivelar el grueso del esquema de ingresos
del sector en dirección a los que menos ganan. Y tercero, como
consecuencia de lo anterior, se generan roces, divisiones y rencores
entre los sectores “beneficiados” y los que no reciben nada, que a
veces están apenas por encima del mínimo.
Tercero,
buscan mantener en condiciones de indigencia total a los desempleados
bajo planes sociales de 150$ por mes (lo que fija el piso salarial
real para las franjas más explotadas de los ocupados), al tiempo que
se les niega a los movimientos de trabajadores desocupados todo acceso
a fuentes de trabajo genuinas.
La
aliada de oro que tiene el gobierno en esta política es la burocracia
sindical. Y el papel más pérfido lo tiene Moyano de la CGT y De
Gennaro de la CTA.
El
primero, posando de “combativo” alrededor del encuadramiento
sindical de los trabajadores de logística de los supermercados,
mientras pacta con la UIA y el gobierno una estrategia precisamente
para que no se pueda perforar el techo salarial impuesto por Kirchner
tratando de evitar que se pueda generalizar el ejemplo del Subte.
El
segundo, junto con Yasky y Baradel, arbitrando los medios para que los
docentes se traguen la miseria salarial a la que vienen sometidos
luego de varios años sin verdaderos aumentos, de manera tal de evitar
que en ese sector despunte el gran conflicto por salarios que puede
estar en perspectiva.
Con
maniobras, ambos trabajan para evitar que la izquierda y los sectores
clasistas sigan penetrando y profundizando el cuestionamiento al
monopolio de la burocracia entre los trabajadores ocupados.
Dos
tareas inmediatas
Para
la vanguardia obrera y la izquierda están planteadas dos tareas en
las próximas semanas.
Por
un lado, hay que salir por todos los medios posibles a denunciar el
verdadero significado de la salida del default. Es casi seguro que
amplios sectores de trabajadores y populares estarán confundidos por
los anuncios y festejos de lo que en lo hechos es una vuelta a la
vieja hipoteca que viene desangrando al país y sus clases populares
hace ya más de dos décadas.
Junto
con esto, tenemos una responsabilidad inmensa en el terreno de la
lucha cotidiana de los trabajadores, tanto ocupados como desocupados.
Está planteado pelear y fogonear por el desarrollo de un gran
conflicto nacional de los docentes, por el reclamo de salario en cada
gremio y sector de la producción, con el objetivo de romper el techo
salarial que nos quieren imponer, en la posibilidad de acercar a todos
los sectores a lo conquistado por los compañeros del subte. Entre
los desocupados, la pelea debe ser por no resignarse a la miseria de
los 150$, poniendo en alto las banderas de la reducción de la jornada
laboral a 6 horas, el acceso a puesto de trabajo genuinos y el aumento
de los subsidios a costa del pago de la deuda externa, del superávit
fiscal y de impuestos a los ricos.
Esta
pelea se debe dar de manera conjunta con dar pasos en el
reagrupamiento de las experiencias independientes en el seno de la
clase obrera. Esto, dando pasos consecuentes en la formación de
una Tendencia Clasista (con su respectiva mesa de conducción y órgano
de prensa), que permita seguir progresando en horadar el monopolio de
la burocracia en el seno de nuestra clase. Para estos objetivos, el próximo
Encuentro de las 6 horas el 12 de marzo y el Encuentro Obrero del 2 de
abril, son una gran oportunidad para avanzar.
Notas:
1.
Un operador financiero yanqui decía, con mucho cinismo y mucha
verdad, que “Wall Street siempre hace plata con la Argentina: cuando
el país colocó bonos, con el default y ahora con la reestructuración”
(Clarín, 24-2-05).
2.
La tensión inflacionaria puede no haber hecho más que comenzar.
Contrariando los argumentos del gobierno, que achacaba el 1,5% de
enero a “factores estacionales” como el turismo, un informe de la
Subsecretaría de Defensa del Consumidor sobre 42 productos básicos
en Capital y Gran Buenos Aires mostró un aumento del 3 al 4% en sólo
15 días. Esos mismos productos, en enero, habían permanecido
estables. Fuentes de los supermercados dijeron que incluso los
aumentos mayoristas habían sido del 5 al 10%, y que no los
trasladaron en su totalidad para mejorar el índice d ventas (Clarín,
3-3-05).
3.
Ver datos al respecto en “¿Adónde va la economía argentina?”,
en SoB 51.
4.
Clarín, 2-3-05.
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