Más deuda externa,
más pobreza
La inflación y el
petróleo huelen mal
Por Pablo Ramos
APM (Agencia Periodística del Mercosur), 10/03/05
El gobierno dice que
luchará contra la inflación pero hay sospechas de que la misma
estaba prevista como favor a los acreedores externos. Si, algo huele
mal. ¿Serán los bancos, o también el petróleo?
Los nubarrones que
parecían despejarse amenazan con provocar una nueva tormenta. Pero
las dudas no se refieren a la meteorología sino a cómo deben
entenderse las palabras del gobierno frente a las verdaderas
consecuencias de sus actos.
Mientras se increpa a
la inflación y a los empresarios, las cifras señalan que la misma se
trata de un camino para hacer felices a los acreedores externos. Pero
además, sí, siempre el petróleo y sus malos olores.
¿Será que el gobierno
argentino cree que hay petroleras de Dios y petroleras del Diablo? ¿O
será que los negocios se reparten, una vez para el Infierno, otra vez
para el Paraíso y el gobierno se dedica a cobrar el peaje de ese
reparto, según el caso, claro?
Si de cobrar peajes se
tratase el problema radicaría en que los caudales no se quedan en
fisco, para el desarrollo y la lucha contra la pobreza, sino que
vuelan en jet hacia las arcas de los acreedores externos.
Tras el indudable
éxito del canje de la deuda pública, en la administración del
presidente Néstor Kirchner decían que este 2005 transcurriría en
paz. Pero un viejo problema argentino parece que volvió con fuerza:
la inflación, aunque quizá no volvió sino que la hicieron volver.
Las previsiones
establecidas en el presupuesto 2005, y las que maneja la autoridad
monetaria (el Banco Central) preveían una inflación para todo el
corriente año de un 8 por ciento. Sin embargo, se calcula que cuando
finalice marzo, los tres primeros meses habrán acumulado un
incremento en los precios de entre un 3,2 y un 3,5 por ciento. O bien,
se tendría que producir una abrupta desaceleración de la inflación
en los restantes meses, o a este ritmo se llegará sin problemas a un
12 por ciento de incremento para celebrar la Navidad.
El gobierno está
preocupado por distintas causas. En primer lugar, cuando sube la
inflación, aumenta la pobreza: el mes pasado, un incremento del uno
por ciento significó que 200.000 personas más se convirtieran en
pobres.
Además, el reciente
canje de la deuda pública en cesantía de pagos obliga a la Argentina
a dos resultados macroeconómicos: debe crecer y mantener baja la
inflación.
Una de las ventajas del
megacanje fue “transformar” gran parte de la deuda que estaba
nominada en moneda extranjera a pesos. Pero estos nuevos títulos
están atados al incremento de los precios al consumidor: cuánto más
alta sea la inflación, más intereses pagan.
Así, por la inflación
nueva la deuda subió 1.445 millones de dólares, aunque todavía no
se emitieron los nuevos títulos. Esto es debido a la alta proporción
de los nuevos bonos que están nominados en pesos y atados a la
inflación.
Por el momento, este
efecto no se hizo sentir en las arcas públicas porque los nuevos
títulos aún no salieron al mercado (serán entregados a los bonistas
recién el 1 de abril). Pero la tendencia ya comenzó a inquietar a
varios funcionarios del ministerio de Economía.
Aunque todavía no se
disponen de datos oficiales, estimaciones privadas sostienen que
alrededor del 47 por ciento de los bonos emitidos en el canje de deuda
están nominados en pesos y atados a los índices inflacionarios. La
cifra contrasta con él apenas el 1 por ciento previo al canje.
Como los títulos que
recibirán los bonistas el 1 de abril próximo tienen fecha de
emisión el 31 de diciembre del 2003, aquellos que están en pesos ya
acumulan el alza de precios de los últimos 14 meses. La inflación
desde entonces suma 8,76 por ciento, lo que representa 1.445 millones
de dólares más para pagar, a lo que hay que sumarle el incremento de
los intereses por el mayor capital.
Entonces, el enojo del
presidente tiene sus motivos. En los últimos días arremetió contra
las compañías petroleras - Shell, que aumentó en un 4 por ciento
sus precios minoristas se llevó la peor parte-, contra los ganaderos
y contra los sectores que, dijo Kirchner, “buscan provocar miedo”.
La Casa Rosada había
anunciado que se tomarían medidas para frenar un rebrote
inflacionario. También se había acusado a algunos empresarios de
especular con los precios. Y aprovechó una aparición en la
televisión para reiterar que no va a haber aumentos de tarifas de los
servicios públicos, no se va a reabrir el canje para los tenedores de
bonos que quedaron afuera y que el país marcha hacia "un proceso
de desendeudamiento" con el FMI.
La petrolera
angloholandesa Shell anunció y ejecutó un incremento de precios de
sus combustibles de entre un 2,6 y un 4,2 por ciento. El presidente
Kirchner convocó a su ministro de Economía, Roberto Lavagna, para
definir una acción concreta en contra de estos aumentos. Fuentes
llegadas al gobierno sostuvieron que se busca presionar por todos los
medios a las empresas para que se mantengan los valores actuales, pero
sin establecer precios máximos.
Se prevén reuniones
con las distintas cámaras empresariales para asegurarse la firma de
compromisos de “buena conducta”.
Lavagna y Kirchner
también analizaron la posibilidad de aumentar las retenciones (cargas
impositivas) a la exportación de combustibles, si las restantes
petroleras imitan el camino de Shell.
Por lo pronto, tanto la
española aunque cada días más estadounidense Repsol-YPF como la
brasilera Petrobras -líderes del mercado- se comprometieron ante
altos funcionarios oficiales a no aumentar los precios. La cúpula de
Repsol-YPF incluso le pidió al gobierno español que apoyase a
Argentina ante el Fondo Monetario Internacional (FMI) y aseguro que
está en un todo de acuerdo con la gestión de Kirchner.
El petróleo siempre
huele fuerte, muy mal, tanto que tantos cariños por parte de una de
las grandes empresas del sector para con un gobierno y la existencia
de petroleras buenas (Repsol) y petroleras malas (Shell) abre
insondables sospechas.
Sectores piqueteros
afines al gobierno realizaron un “escrache” -movilización que
pretende poner en evidencia a quien se acusa de alguna causa- frente
al edificio que la Shell posee en el microcentro de Buenos Aires.
¿Aumenta el mal olor?
El propio presidente
llamó a un boicot nacional contra la petrolera "mala". “A
Shell, los argentinos no le tienen que comprar. No le compremos ni una
lata de aceite”, dijo Kirchner.
También se refirió a
los ganaderos. "Es bárbaro que al sector de la carne le vaya
bien, que aumenten sus exportaciones, pero que no suban el precio del
consumo interno", dijo el presidente. La carne es un alimento
fundamental para las familias argentinas, y la ciudadanía muy
sensible al incremento de su precio.
El jefe de Estado
argentino definió a la cuestión de los precios como “un tema
central, ahora que se han resuelto otros temas”, con relación a la
finalización del canje de la deuda en cesantía de pagos durante 38
meses.
Al margen de estos
traspiés, el gobierno continúa con su política de “desendeudar”
a la economía nacional y canceló compromisos con el Fondo Monetario
Internacional (FMI) por 292 millones de dólares. Este pago
correspondía a dos vencimientos de 146,2 millones de la moneda
norteamericana cada uno, de los cuales uno era obligatorio, pero el
otro podía prorrogarse.
El gobierno consideró
inoportuno pedir una reunión del directorio del Fondo para que el
organismo analice la prórroga del pago de los restantes 146,2
millones, debido a que se trata de un vencimiento de bajo monto.
En lo que resta de
marzo, la Argentina tiene que afrontar vencimientos de deudas con el
Fondo por 368,9 millones de dólares, todos de pago obligatorio.
La deuda que la
Argentina mantiene con el Fondo asciende a 13.444 millones de
dólares, a lo que deben sumarse otros 15.000 millones a los bancos
Mundial (BM) e Interamericano de Desarrollo (BID).
Durante 2005, vencen
deudas con el Fondo por 5.200 millones de dólares, y el gobierno
argentino busca una refinanciación que le permita aliviar los
compromisos financieros del país.
Los pagos por deudas
con otros acreedores sumarán este año unos 8.000 millones de
dólares.
Desde inicios de 2002
hasta la fecha, la Argentina canceló deudas con el Fondo por 5.360
millones, y además pagó otros 5.000 millones correspondientes a
préstamos del BM y el BID.
Así las cosas, ahora
el gran miedo es la vuelta de la inflación. Algo huele mal en
Dinamarca, mejor dicho en Argentina.
|