Argentina

 

Pelea Vaticano-Kirchner

¿Qué barren debajo de la alfombra?

Por Ana Vázquez
Socialismo o Barbarie, periódico, 01/04/05

Todo empezó con la primera piedra que tiró el obispo castrense, monseñor Baseotto, al responderle a las declaraciones sobre el control de la natalidad del ministro de Salud, Ginés González García.

Así empezó y continúa en un enfrentamiento donde el gobierno le quitó el sueldo de subsecretario de Estado al monseñor (cargo que se le otorgó en tiempos de Menem y que es de sólo 5.000 pesos) y tronaron las voces airadas sobre la libertad de culto, la prohibición al ejercicio de sus funciones, etc.

Desde otros sectores de la Iglesia intentan poner paños fríos y dar el tema por concluido. Aclaración más, aclaración menos, después de todo un sueldito no es lo importante. El gobierno quiere poner todo en el freezer. De esto no se habla más.

Este “mutis por el foro” no lo logran fácilmente y el tema salta y salta, a pesar de los intentos varios, no sólo porque el gobierno K. no quiere pelearse con la Iglesia, sino porque el dedo que se puso en la llaga en esta discusión no es sólo el de los “vuelos de la muerte” de la dictadura militar. Es el controvertido tema del control de la natalidad y del aborto. Esa discusión de fondo, de vida o muerte para millones de mujeres, es la que se intenta barrer bajo la alfombra.

¿Quién decide sobre la vida humana?

La burguesía tiene derecho a decidir sobre la vida y la muerte de todo el mundo. En definitiva, al crear las condiciones para que tantos seres humanos mueran de hambre, en realidad ellos deciden, con las condiciones de vida que crean, quién muere y quién vive.

Tiene el derecho de definir que la fuerza de trabajo, la vida humana, el potencial trabajador, que es una mercancía para ella, no se toca, que con esa mercancía no se juega. Por lo tanto, la mujer no sólo está enajenada como trabajadora, sino también está enajenado su propio cuerpo, porque en él se engendra la vida. El Estado es el dueño de su cuerpo.

Y la Iglesia está para proteger ese poder. Para asegurarse y para sancionar desde lo moral, espiritual, religioso, ideológico, ese derecho de la burguesía.

Si tienen el derecho de definir quién es terrorista, quién es delincuente si bloquea una ruta o corta una calle, ¿por qué no van a decidir sobre la vida que engendran las mujeres, sobre quién debe tener hijos y quién no?.

El régimen  nazi prohibía el aborto. Sin embargo tuvieron una política de practicar abortos en los campos de concentración. Lo practicaban compulsivamente a las mujeres gitanas, judías, las que querían que no se reprodujeran. Para las mujeres arias estaba prohibido, porque debían reproducir la raza superior.

Un derecho en una sociedad de explotación

En una sociedad donde impera la explotación, la opresión sexual de la mujer, la violencia y el oscurantismo más retrógrado, donde no hay métodos de anticoncepción seguros y gratuitos para toda la población, el aborto es un derecho democrático primario, defensivo, de la mujer superexplotada. ¿Qué podés hacer cuando la educación sexual en las escuelas es una mezcla de semioscurantismo y propaganda de toallitas higiénicas, cuando los preservativos y otros métodos anticonceptivos son “gratuitos” en la letra muerta de las resoluciones parlamentarias pero no existen en los hospitales y salitas, cuando una mujer que quiere ligarse las trompas de Falopio porque decidió no tener más hijos debe cumplir un sinfín de trámites y requisitos que la convencen que no lo haga por cansancio, o porque ya a esa altura se considera una delincuente? En esa situación arrinconan a la mujer. Contra la pared de la herejía y la delincuencia de la hipócrita sociedad que hace un lucrativo negocio con las clínicas para las mujeres ricas.

Es un derecho-necesidad para no morir, para poder decidir sobre los hijos a tener, en una sociedad que considera a la mujer un cuerpo reproductor de mano de obra.

Este derecho fue conquistado parcialmente en algunos países

En los años 60, los movimientos de mujeres en EEUU y Europa consiguieron este derecho con una gran pelea. Hoy tiene que continuarse. El gobierno de Bush trata todo el tiempo de que se vuelva a prohibir. Hay estados dentro de EEUU, los más atrasados, más de derecha, donde directamente está prohibido. Y después están todos esos grupos pro-vida, alentados por la Iglesia, que van a las puertas de las clínicas. Está una mujer entrando para atenderse y en la puerta hay 20 ó 30 tipos gritándole ”asesina”. Esto pasa hoy. No es gratis ni mucho menos, pero sí legal en algunos estados. Mantener la conquista sigue siendo una pelea. Junto con una batería de leyes contra el casamiento homosexual, Bush está tratando de quitar este derecho.

Está tratando de hacer acá algo parecido a lo que hizo Menem con la Constitución del 94. Que no sólo en la Constitución no esté protegido el aborto, sino que además está prohibido. La adhesión al Pacto de San José de Costa Rica, que define el principio de la vida en el momento de la concepción, vuelve la pelea más complicada, porque significa que para modificar eso hay que reformar la Constitución. Por supuesto que no disminuyó la cantidad de abortos clandestinos ni de muerte de mujeres por esta pena.

Distintos discursos para un mismo modelo capitalista de opresión

Medios periodísticos dejan trascender  la irascibilidad de algunos obispos y sectores de la Iglesia por alguna posible medida de Kirchner despenalizando el aborto, o tal vez porque el Poder Legislativo está a punto de ratificar el Protocolo Adicional a la Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer, tratado internacional creado por la ONU al cual adhiere nuestro país. ¡Oh, terrible sacrilegio!.

Otros se muestran más “amplios” y sonríen con benevolencia ante tanta intransigencia. El gobierno posa de “enérgico” frente a las declaraciones más ofensivas y evade cualquier discusión de fondo que lo comprometa. Y menos que menos, amaga con alguna medida que pudiera aliviar la terrible situación de las mujeres pobres. ¡Oh, manga de hipócritas!

A los contendientes de esta pelea, más allá de las distintas rencillas entre poderes y posiciones que ellos expresen, debemos oponerle la organización y la lucha de las mujeres, en especial las trabajadoras ocupadas y desocupadas, para derrotar a los oscurantistas y a los “progres” del siglo XXI, para impedir que sigan muriendo mujeres y sigan injustamente presas jóvenes como Romina Tejerina.

¡Anticonceptivos para no abortar, aborto libre para no morir!

¡Libertad a Romina Tejerina!

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