Subtes,
Taym, Docentes salteños, Garraham, Lafsa
El
que lucha gana
Socialismo
o Barbarie, periódico, 03/05/05
“No
lo vemos como una escalada ni como nada parecido a eso, simplemente se
trata de reclamos que en muchos casos tienen contenidos políticos,
partidarios e interesados. Lo que no podemos aceptar es que estas teóricas
solidaridades hagan del país una joda” (declaraciones del Ministro
del Interior Aníbal Fernández, La Nación, 21/04).
En
las últimas semanas el gobierno se ha puesto nervioso. Las huelgas de
los trabajadores ocupados se convirtieron en el hecho político
nacional y Kirchner buscó mostrarse “más duro”. Ganándole en
centimetraje a las internas del PJ, al nuevo Papa y a los tires y
aflojes con el FMI, los medios se tiraron de cabeza a cubrir las
luchas. En particular, la reciente del Garrahan, fue seguida
cotidianamente, hora a hora, minuto a minuto y su delegado general
perseguido como si de un actor cinematográfico se tratara. Si bien en
los últimos días esto “amainó”, no podemos dejar pasar la
oportunidad para hacer una reflexión alrededor de este fenómeno, que
se expresó con fuerza en el acto del 1º de Mayo con gran
representación de delegaciones de las últimas y más importantes
luchas obreras.
¿A
que se debe semejante cobertura? Las razones son tan profundas como
sencillas. Por un lado, la oleada de huelgas salariales sigue
amenazando con desbordar la pauta salarial fijada por el gobierno.
Juramentado y recontrajuramentado, en acuerdo con la CGT y el CTA,
a que no se desborde el techo salarial miserable que impuso
para este año. El gobierno busca defender a capa y espada el superávit
fiscal así como la ganancia lograda por las patronales con la
devaluación y la remarcación de los precios.
Por
otro lado, de mayor impacto mediático aún, es creciente preocupación
del gobierno, los burócratas y los medios de que prácticamente todas
las últimas y más importantes luchas han estado dirigidas por
sectores independientes y de la izquierda. Esta que luego de haberse
“metido” en el movimiento piquetero, comienza a desembarcar entre
los ocupados lo cual potencialmente afecta el monopolio de la CGT y el
CTA sobre los mismos. Por eso Fernández se queja de los supuestos
contenidos “políticos, partidarios e interesados” de estas luchas
para intentar deslegitimizarlas.
Oleada
de conflictos
La
semana pasada los conflictos en el gremio de la salud cobraron impulso
a partir de la lucha del Hospital Garrahan. A pesar del
“levantamiento” de las medidas de fuerza en este hospital y de que
hasta ahora el gobierno no se ha movido de la propuesta de 300 pesos
de aumento remunerativo con solo 10% al básico, la lucha salarial en
el sector continuó su curso. Salieron al paro (con distintas
desigualdades) los hospitales Ramos Mejía, Gutiérrez, Álvarez,
Argerich y Durand de la Capital, así como otros hospitales del Gran
Buenos Aires como el Posadas,
el de Moreno y Merlo. Esto no es todo: se comenzó a recorrer la
experiencia de la conformación de una ínterhospitalaria con el
objetivo de pasar por encima de los cuerpos orgánicos y la división
de los compañeros en múltiples sindicatos burocratizados.
Sin
embargo, no se trata sólo de una o dos luchas de gran impacto, sino
de una oleada de luchas de alcance nacional. En el sur patagónico, en
la provincia de Chubut, los trabajadores de la industria de la pesca (nucleados
en el sindicato de la alimentación) están peleando por aumento
salarial. En Puerto Madryn se realizó una marcha de más de 3.000
trabajadores de distintos gremios en su apoyo, mientras que el
sindicato petrolero inició un paro por tiempo indeterminado en la
empresa ENERCOM por incumplimiento del convenio laboral. Se habla de
un posible paro general en la región. En la provincia de Córdoba,
los docentes realizaron un paro por mejoras salariales; en la Capital
Federal, portuarios, ferroportuarios y del PAMI anunciaron su entrada
en la lucha por los sueldos. Para no ser menos, la burocracia del
SMATA (seguramente por la presión desde abajo) anuncian a partir de
ayer lunes 2/05 (veremos cuanto tiempo sostienen la medida...), paros
por aumento de salarios.
En
estas condiciones, hay que agregar el importante paro del 18 en el
gremio de la Carne y el importantísimo triunfo de haber logrado la oficialización
de la lista Naranja Violeta. (ver contratapa)
Luchas
independientes
Parte
de este intento por deslegitimar las luchas obreras es el calificativo
de “huelgas salvajes” con que han tildado los medios a los últimos
conflictos. Buscan desprestigiarlas, pero al mismo tiempo se ven
obligados a dar cuenta del “peligro” potencial de un proceso de
lucha que va por fuera de los “cuerpos orgánicos” de los
sindicatos. Que apunta a romper con el monopolio burocrático en las
negociaciones, apoyándose incondicionalmente en las asambleas de base
y en la democracia de los trabajadores, que los burócratas no pueden
controlar como están acostumbrados.
O
sea, luchas independientes donde los trabajadores pelean realmente por
sus intereses. Incluso con elementos de solidaridad extraordinarios y
de coordinación, como fue el paro de 30 minutos del Subte en
solidaridad con el Garrahan y Lafsa; acontecimiento que se transformó
en un hecho político nacional, dando lugar al comentario y la rabia
de Aníbal Fernández, cuando denunciaba “teóricas solidaridades
que hacen del país una joda”...
Esta
verdadera oleada de luchas (fundamentalmente de estatales y servicios,
pero que también amenaza con entrar en la industria) se está dando
porque por primera vez en muchos años la clase trabajadora comienza a
ver que el que sale a pelear, generalmente obtiene buenos resultados.
“Auge” que se apoya también en que hasta ahora a Kirchner (que se
puso mas “duro” frente a las últimas luchas) le ha costado muchísimo
amenazar con despidos masivos. Este es un claro límite en su
accionar. Porque entonces los compañeros pierden el miedo que
tuvieron a lo largo de la última década de quedar desempleados, a
pesar de que subsiste un inmenso ejército industrial de reserva de
casi 4.000.000 de trabajadores.
En
síntesis, lo que se está viviendo a nivel de importantes sectores de
vanguardia de la clase obrera es verdaderamente revolucionario:
muestra el sostenido ingreso a la lucha de sectores de la clase obrera
como hace años no se veía. Y lo hace apuntando a romper el monopolio
burocrático, el carácter meramente reivindicativo de la lucha y
proyectando –más de hecho que “de derecho”– estas peleas de
manera más política.
Unir
la lucha sindical y la política
Sin
embargo, quizás el mayor límite de estos procesos (y de la propia
vanguardia clasista que está despuntando) es su confusión a la
hora de identificar al gobierno de Kirchner como el responsable de la
situación que se está viviendo. Esta es una derivación “sindicalista”
porque dificulta que los compañeros avancen en su experiencia en unir
su actual lucha reivindicativa con la necesidad de una pelea más
de conjunto contra el gobierno.
Esto
plantea un serio debate al calor del proceso en curso. A nuestro modo
de ver, es un grave error separar la lucha sindical de la lucha
política como tienden a hacer muchos compañeros de la izquierda
cuando se encuentran al frente de una pelea. Está claro que la
participación y/o dirección de las huelgas debe ser
–incondicionalmente– para que las mismas triunfen. Pero no se
puede ni se debe establecer un muro infranqueable entre el
reclamo sindical y la lucha política contra Kirchner. No se puede
encerrar la pelea entre las cuatro paredes del lugar de trabajo, ni
dejar de entenderla como lucha política contra el gobierno y sus
agentes: las burocracias de la CGT y el CTA.
Parte
de esto es también la compresión que las diversas “tácticas” de
exigencia y denuncia a los burócratas sindicales son solo eso:
cuestiones tácticas en función de circunstancias concretas de tiempo
y lugar. Pero que lo estratégico e inmediato en cada lucha, en cada
pelea, es lograr el avance en la organización independiente de los
compañeros. Sea por la vía de los comités de huelgas o la
coordinación de distintos sectores, como es la situación de la
experiencia actual de la “interhospitalaria” en la salud. O el
extraordinario ejemplo del subte y su paro “solidario” de 30
minutos. Ejemplos de la puesta en pie de una acción independiente y
una coordinación real (que debe incluir la unidad de clase entre
ocupados y desocupados) que a nivel más de conjunto exige la puesta
en pie de una verdadera tendencia clasista, tarea imprescindible que aún
está pendiente.
|