Argentina:
¿dependencia o autonomía nacional?
Por
Ricardo De Dicco (*)
Enviado
a Socialismo o Barbarie, revista internacional en la web, el 05/05/05
"No
hay país soberano que resigne el control de sus recursos naturales a
sabiendas que ello significa hipotecar su crecimiento y desproteger a
sus futuras generaciones". Don Arturo Íllia, Presidente de la
Nación Argentina (1963–1966)
Para
poder alcanzar el desarrollo económico –y sostenible en el
tiempo–, Argentina requiere que la oferta de energía provenga
necesariamente de recursos propios, a la vez que abundantes y baratos;
de esta forma, la cadena energética serviría de plataforma de
lanzamiento a un proceso de industrialización y científico–técnico
autónomo en un contexto de integración regional sudamericana, cuya
reforma del aparato productivo nacional provocaría aumentos
significativos de la productividad y, con ello, una mejor redistribución
del ingreso y condiciones de empleo. De esto se trata la planificación
para el desarrollo, el instrumento que ayuda a prever la construcción
del futuro, y por tal motivo se convierte en una función esencial del
Estado, de la cual nunca debería estar divorciado. La única forma
posible de construir una nueva Argentina es asegurando su desarrollo
autónomo en el contexto regional, que exprese soberanía política y
económica del país, y así poner fin a las relaciones de dependencia
económica, tecnológica y cultural con los países centrales. Por
todo ello, la necesidad de definir a los recursos energéticos como
recursos estratégicos.
No
obstante ello, algunos economistas de línea liberal arguyen que el
Estado no debe recuperar aquellos recursos estratégicos, ni tampoco
reconfigurar la actual distribución del ingreso, porque consideran
que tales decisiones podrían aumentar la inflación e incluso
desencadenar una hiperinflación... (probablemente hayan olvidado que
la Ley de Emergencia Económica de 2002 todavía sigue vigente).
Por
otra parte, estos economistas ignoran, por algún motivo poco honesto,
la estrategia de desarrollo empleada por los países centrales en la
segunda mitad del siglo XIX y nuevamente empleada luego de la II°
Guerra Mundial. Si bien las estrategias varían según el país y de
acuerdo a los recursos con los que contaba, el común denominador se
encuentra en el trípode energía–industria–tecnología. Un caso
ilustrativo es la estrategia que Francia ejecutó a partir de 1946, a
fin de evitar la dependencia económica respecto a EE.UU. (Plan
Marshall) y contrarrestar el poderío industrial alemán y británico.
En este sentido, Francia encaró un decidido proceso de
industrialización y avance científico–técnico basado en su propia
capacidad estructural para lograr una autonomía nacional en los
siguientes tres ejes estratégicos (con metas de largo plazo): energía,
tecnología (industrial, militar, aeroespacial, telecomunicaciones e
informática) y cooperación tecnológica europea (satélites
espaciales y lanzaderas).
Cabe
destacar la relevante decisión política tomada en Francia hacia
1946, cuando con el "Plan Monnet" se da inicio la
nacionalización del sector energético, a fin de lograr con el mismo
una plataforma de lanzamiento para la re–industrialización y avance
científico–técnico del país galo, dado que el objetivo era
posicionarlo en el menor tiempo posible entre las más importantes
potencias militares y económicas; es decir, ser partícipe de la
construcción social, económica, política y cultural del nuevo orden
mundial.
En
este sentido, a partir de Enero de 1946 se adoptó en Francia el
"Plan de Recuperación Económica Francés", formulado e
implementado por Jean Monnet, cuando todos los recursos de la economía
francesa habían sufrido enormes daños como resultado de la II°
Guerra Mundial. Es en este contexto que la industria francesa encaró
el dilema grabado en el programa "modernisation ou décadence".
Contra este fondo se hicieron colocaciones estatales extensas para
desarrollar industrias clave. No obstante, uno de los principales
problemas fue proveer a la economía nacional de energía barata y
abundante, dada su histórica insuficiencia de combustibles fósiles.
Por consiguiente, se decidió nacionalizar la producción de
combustibles (petróleo) y de energía eléctrica (el carbón mineral
y el gas natural eran en aquel entonces los recursos hidrocarburíferos
utilizados para la generación de energía eléctrica de Francia),
acompañado por enormes inversiones públicas, destinando una parte
significativa al desarrollo de la innovadora energía nuclear. Es
entonces que se crea la Comisión de Energía Atómica (CEA), quien
proveería de reactores a las centrales nucleoeléctricas gestionadas
por la estatal Electricidad de Francia (EDF), así como también son
creadas la petrolera Total, la refinería Elf y la administradora del
servicio público del gas natural Gas de Francia (GDF), que toma como
modelo de gestión el de la argentina Gas del Estado S.E.
Gracias
a la sustancial ayuda financiera del Estado, la industria francesa se
desarrolló apreciablemente, pero el principal factor fue el
considerable crecimiento del consumo industrial causado por la
nacionalización de la producción de energía, clave de estas
reformas estructurales llevadas a cabo en la Francia de posguerra. A
modo ilustrativo, cabe traer a colación que la generación de energía
eléctrica mostró un crecimiento muy significativo: mientras que el
volumen total de la esfera productiva se incrementó en un 43% entre
1947 y 1953, la generación de energía eléctrica explicó más del
50%. En los sectores estatales de la industria hidrocarburífera y de
los servicios públicos de la energía las metas del plan fueron
satisfechas casi en un 100%. Este resultado se obtuvo debido al hecho
de que en las ramas de actividad nacionalizadas las metas estatales
eran compulsivas.
El
circuito productivo del petróleo francés fue privatizado recién a
mediados de los años '80 (Total y Elf), cuya enajenación de activos
benefició a capitales privados locales, cuando Francia ostentaba
varias décadas como país altamente desarrollado, meta lograda tras
enormes y numerosas inversiones estatales en toda la cadena energética
y en los sectores clave de la industria. No obstante ello, Francia
emprendió desde mediados de la década del '50 una segunda
planificación energética, orientada al desarrollo de fuentes de
energía primaria alternativas a los hidrocarburos: la construcción
de más de medio centenar de centrales nucleoeléctricas, que por
cierto dio como resultado la menor dependencia hidrocarburífera de
los países miembros de la OECD productores de hidrocarburos (el 60%
de las necesidades eléctricas son cubiertas por combustibles
nucleares). A tal punto Francia tiene cubierta su necesidad de
suministro eléctrico, que desde hace un largo tiempo exporta su
excedente a países limítrofes. En relación a la gestión de los
servicios públicos generación, transporte y distribución del gas
natural y electricidad, continúan hoy siendo activos estratégicos y
económicamente viables del Estado francés. La posibilidad de llevar
a cabo programas de privatización en ambas cadenas productivas, ya
sea en el presente como en el futuro próximo, son nulas.
Por
el contrario, Argentina vio obstaculizada su oportunidad de desarrollo
autónomo a mediados de los '70 (por la Dictadura Militar
1976–1983), y sufrió profundas reformas estructurales a partir de
los '90 totalmente contrarias a las encaradas en su momento histórico
por las actuales potencias económicas y militares, situando al país
en un grado de subdesarrollo insostenible y criminal; dilapidando en
casi treinta años el nivel de desarrollo modelado en los cincuenta años
previos. Quizás valga la pena recordar las enseñanzas del "Plan
Monnet" y de la Comunidad Económica Europea del Carbón y del
Acero. O, dicho de otra forma, quizás valga la pena desempolvar
bibliografía latinoamericana referida a la "Teoría de la
Dependencia", tan desprestigiada injusta e ignorantemente desde
hace treinta años...
(*)
Ricardo Andrés De Dicco. Investigador del Área de Recursos Energéticos
y Planificación para el Desarrollo del Instituto de Investigación en
Ciencias Sociales (IDICSO) de la Universidad del Salvador; del
Instituto de Energía e Infraestructura de la Fundación Arturo Íllia
(FAI); y; analista energético del Movimiento por la Recuperación de
la Energía Nacional Orientadora (MORENO). Fecha: Febrero de 2005. Email: idicso@yahoo.com.ar
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