La
renegociación de los servicios públicos de la energía
Por
Ricardo De Dicco (*)
Enviado
a Socialismo o Barbarie, revista internacional en la web, el 05/05/05
Cuando
en 1992 fue sancionada la Ley N° 24.065 (marco regulatorio del sector
eléctrico) se produjo un cambio drástico en la morfología del
mercado eléctrico: desintegración vertical y horizontal de las
empresas estatales nacionales Agua y Energía Eléctrica, SEGBA e
Hidronor (así como también de las provinciales y de las cooperativas
eléctricas que operaban en el interior), las cuales fueron
segmentadas en nuevas unidades de negocio: generación, transporte y
distribución.
En
este sentido, el programa de privatización dio como resultado la
creación de tres distribuidoras para Buenos Aires, una transportadora
de alta tensión y seis distribuidoras troncales para el interior del
país, todas ellas operando en forma monopólica, salvo las
generadoras (centrales termoeléctricas e hidroeléctricas), que
compiten en el mercado en la oferta de suministro eléctrico. En el
caso del segmento gasífero, ese mismo año es sancionada la Ley Nº
24.076 (marco regulatorio del gas). Además, con esta ley se privatiza
Gas del Estado y se crean dos transportistas y ocho distribuidoras
troncales (años más tarde una novena).
La
Ley N° 24.065 estipulaba que ninguna empresa que participaba en una
actividad determinada podía hacerlo en otra; por ejemplo: si la
prestataria era una generadora, no podía ser simultáneamente
transportista o distribuidor. No obstante, durante los años '90 el
mercado eléctrico volvió a integrarse vertical y horizontalmente.
Lo
mismo se replica en la cadena gasífera: los transportistas participan
en la distribución troncal y consumo industrial del gas natural. Más
aun, son los propios productores de este fluido quienes participan en
toda la cadena gasífera. Si bien esto es violatorio de los marcos
regulatorios, los funcionarios públicos que presidían los entes
gubernamentales pertinentes hicieron la vista gorda, dando por
consiguiente el establecimiento de un oligopolio energético, que hoy
se encuentra conformado por Repsol YPF, TotalFinaElf, Pan American
Energy, Petrobras, Techint y Sociedad Comercial del Plata (Soldati),
es decir, conglomerados extranjeros y grupos económicos locales que
operan en todos los eslabones correspondientes al circuito productivo
del petróleo, en los de la cadena gasífera y en los del segmento eléctrico
(incluido el consumo industrial de energía eléctrica y combustibles
fósiles, líquidos y gaseosos).
De
esta forma, la nueva élite del poder forma precios de combustibles y
tarifas de electricidad y gas en un contexto de anarquía de mercado,
dada la deserción del Estado de sus funciones básicas.
Cabe
señalar que la dolarización e indexación de las tarifas eléctricas
según la evolución de los precios estadounidenses (desde la
privatización hasta la sanción de la Ley N° 25.561 en 2002)
resultaron violatorias de la Ley N° 24.065 y de la Ley N° 23.928 (de
Convertibilidad); y, por consiguiente, permitieron a las empresas del
sector internalizar rentas extraordinarias, que en ningún momento
fueron invertidas en infraestructura y desarrollo tecnológico, sino más
bien transferidas al exterior; al mismo tiempo que extorsionaban al
Estado con la amenaza mafiosa de producir apagones si no se
redolarizaban las tarifas (desde 2002 hasta el presente).
Lo
mismo ocurrió con las tarifas del gas, que violaron el marco
regulatorio y el Régimen de Convertibilidad, cuya captación de
ingresos no produjo expansión alguna de la red troncal de gasoductos
del mercado interno; por consiguiente, más de 13,5 millones de
argentinos carecen de provisión de gas por redes. Con la
transferencia de ingresos de los consumidores residenciales, los más
cautivos, se construyeron 10 gasoductos que tienen como único destino
la satisfacción de mercados extranjeros. En la actualidad, los
aumentos tarifarios y de combustibles violan la Ley Nº 25.561 (de
Emergencia Económica).
Considero
que las reiteradas violaciones a la legislación nacional y las prácticas
mafiosas por parte del oligopolio energético no sólo hablan mal de
la gestión privada de los servicios públicos (y de la producción,
refinación y comercialización de hidrocarburos y derivados), sino
que sugieren la expropiación por incumplimientos contractuales y el
inicio de una investigación judicial sobre el grado de
responsabilidad de directores ejecutivos de las privatizadas y de
funcionarios públicos de los entes reguladores y de Secretaría de
Energía involucrados en actos de corrupción, prácticas mafiosas,
violaciones a la legislación y traición a la Patria.
Argentina
es un país altamente dependiente de hidrocarburos, sus reservas estarán
agotadas en el próximo quinquenio y las petroleras no exploran y
exportan violando la Ley de Hidrocarburos (prohíbe las exportaciones
cuando el mercado interno no está satisfecho). La actual Administración
está muy bien informada sobre esta cuestión. Cabe entonces esperar
que la decisión a tomar por parte del Gobierno sea en beneficio de la
sociedad en su conjunto.
(*)
Ricardo Andrés De Dicco. Investigador del Área de Recursos Energéticos
y Planificación para el Desarrollo del Instituto de Investigación en
Ciencias Sociales (IDICSO) de la Universidad del Salvador; del
Instituto de Energía e Infraestructura de la Fundación Arturo Íllia
(FAI); y; analista energético del Movimiento por la Recuperación de
la Energía Nacional Orientadora (MORENO). Fecha: Abril de 2005. Email: idicso@yahoo.com.ar
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