Crisis política en el gobierno K
En
"un país en serio"... reina la impunidad
Editorial
de Socialismo o Barbarie, periódico, 19/05/05
“Las peores opiniones populares sobre el sentido de
justicia imperante en el sistema judicial nacional quedaron
confirmadas en un par de días. El miércoles fue liberada María
Julia Alsogaray, la única detenida por las variadas imputaciones de
corrupción de los años ’90, y el viernes también volvió a la
calle Omar Chabán (...). Sólo para comparar: a los dieciséis
detenidos acusados de agredir la sede de la Legislatura porteña se
les negó la excarcelación. Este semana prescribió sin condena la
causa contra Monzer Al Kassar (...) y hace dos semanas, tras el pago
de una fianza de 20.000 pesos, salió de prisión el último miembro
de la banda de Los Horneros implicada en el secuestro y brutal
asesinato de José Luis Cabezas. La lista no se agota ahí, pero son
suficientes menciones como referencia. Los juristas podrán acudir a
bibliotecas a favor y en contra de estos fallos, pero en el sentido
común de cualquier ciudadano sólo queda una única impresión: aquí
el que tiene plata y/o influencias, así sean mal habidas, siempre
zafa” (Página
12, 14-5-05).
Efectivamente. Es que en los últimos días se sucedieron
hechos gravísimos que conmovieron a la opinión pública. María
Julia quedó libre, mientras que la excarcelación de Chabán fue
frenada sólo por la pronta respuesta de los familiares y el repudio
popular.
Inmediatamente
Kirchner salió a despegarse calificando la libertad de Chabán como
“un cachetazo vergonzante para las 193 víctimas, sus familiares y
toda la sociedad argentina”. Y en los últimos días, sus
declaraciones han terminado abriendo una crisis entre el ejecutivo y
el poder judicial [1] que amenaza en estas horas con transformarse
en crisis política.
Para
colmo, ahora se intenta montar en el asunto el inefable J.C. Blumberg,
siempre presuroso para tratar de llevar el péndulo de las cosas hacia
la derecha.
Dichos
y hechos
En sus dos años de
mandato hubo distintas circunstancias en que el gobierno amenazó con
ser rozado por acontecimientos de impunidad o corrupción. Hasta el
momento, el doble discurso de Kirchner y un especial cuidado mediático
le han permitido mantenerse a salvo de los humores sociales. Pero en
los últimos días esto podría empezar a cambiar: se han venido
sumando una serie de hechos que pueden comenzar a horadar la
credibilidad del gobierno: el caso Southern Winds y sus “valijas
voladoras”, que por el momento ha quedado en el limbo; el de los
sobresueldos, donde está claro que Martín Redrado, Alberto Fernández
y otros tantos altísimos funcionarios están implicados, y ahora la
liberación de María Julia y el caso Chabán.[2] Hasta los pocos
milicos que están presos, amparándose en la liberación de María
Julia, están desatando una catarata de pedidos de excarcelación.
El gobierno intenta
evitar que la ira popular se le venga encima, aún al costo de desatar
una crisis política. Sin embargo, más allá de sus dichos, hay una
cuestión que debería estar clara: el propio gobierno es el
responsable político de la libertad de María Julia y la posible de
Chabán. Es Kirchner el que ha señalado una y otra vez que su
objetivo es hacer de la Argentina “un país normal”. Esto es, un
país en el que todos confiemos en las instituciones de la
“democracia”, olvidándonos del reclamo de “que se vayan
todos” de diciembre del 2001. En síntesis: un país “normal”
–normal para ellos, donde los ricos y poderosos no vean amenazados
sus privilegios– sería uno que debería evitar soluciones “de
hecho” por la vía de la acción directa y desde abajo, y deje todo
en manos de los “representantes del pueblo”.
Como parte de
este objetivo de “lavado de cara” de la democracia se hizo el
montaje de los cambios en la Corte Suprema de Justicia, como forma de
relegitimación de todo el sistema judicial. Pero incluso en el
limitado terreno institucional se pueden señalar los límites de esta
acción del gobierno: “tampoco el Estado, en sus tres poderes, ha
mostrado la voluntad y la fuerza indispensables para curar sus propias
heridas, depurar los organismos y rehabilitarse de sus vicios. Los
reemplazos en la Corte Suprema (...) sin seguir la marcha
transformadora son equivalentes al aliento inicial de una maratón que
todavía espera la orden de largada” (Página 12, 14-05).
Precisamente. El
gobierno no avanzó consecuentemente ni en el propio terreno burgués
de la “depuración” y “reforma” de las instituciones, porque
está unido por mil hilos de dependencia y subordinación a la maraña
de intereses y al carácter patronal del propio régimen político.
Es que en realidad, no hay ninguna vía reformista de
“depuración” de las instituciones, ni siquiera en la versión
“radicalizada” que expresa Carrió con su “contrato moral”. La
única vía que tienen los sectores populares para imponer sus
reivindicaciones democráticas, es precisamente la de la acción
directa desde abajo, no dejando en manos de la “justicia” la
solución de los problemas. De lo contrario, el resultado será el que
estamos viendo.
¿Qué clase de
justicia?
La excarcelación de
María Julia y el intento aún en curso de lo mismo con Chabán, son
ilustrativos del carácter de la “justicia” que reina en el país.
En la provincia de Buenos Aires campea el hacinamiento carcelario.
Sobre 30.414 detenidos, el 75% son “encausados”, es decir, no
tienen condena. Está claro que esta situación viola el supuesto
precepto constitucional de que “toda persona es inocente hasta que
se pruebe lo contrario”. Es en este argumento “garantista” [3]
que se basaron los jueces para dejar en libertad a Maria Julia e
intentar hacer lo mismo con Chabán.
Sin embargo, ese
“garantismo” no se aplica a ese 75% de detenidos en la provincia
que no tienen condena. ¿Por qué? Sencillamente, porque la justicia
es patronal: es decir, se maneja con sentido de clase. Quedar
en libertad hasta el juicio oral implica tener que pagar una fianza de
miles o decenas de miles de pesos que la mayoría de los detenidos
pobres no están en condiciones de afrontar. Al mismo tiempo, hay que
demostrar títulos de propiedad que supuestamente “atan al imputado
al país”. Pero la mayoría de los presos provenientes de sectores
populares difícilmente sean propietarios. Todos estos argumentos
supuestamente servirían para demostrar que el acusado “no se va a
fugar” del país o “eludir la justicia”. Pero, en realidad, sólo
sirve para mostrar la doble vara con la que se mueve el sistema
judicial: si usted es “rico y famoso”, tiene cárcel VIP y puede
quedar en libertad. Si es pobre, va a parar al último rincón y,
aunque sea inocente, se come años de prisión.
Esto no implica
desconocer que entre los jueces existen tendencias de opinión
distintas, que hay sectores con un abordaje más “social” de la
criminalidad y otros tienen un enfoque abiertamente reaccionario y
represivo, como es el ya señalado caso de Blumberg. Estos
“enfoques” se van alternando según la situación política del país
y/o de juzgado en juzgado. Pero lo
que ningún enfoque puede superar (garantista o no), es el carácter
de clase de conjunto de la justicia patronal. Carácter que hace
que ocurran situaciones aberrantes como la que estamos viendo: un
enfoque supuestamente más “garantista” sirve a la impunidad de
ricos y famosos, mientras que los “ladrones de gallinas” siguen
hacinándose y exponiéndose a situaciones como la masacre de meses
atrás en la cárcel de Coronda y otras tantas. [4]
Enésimo cachetazo
a Ibarra
Los acontecimientos de
los últimos días volvieron a hacer sobrevolar el hecho de que
Ibarra, aunque busque hacerse el “oso”, es un muerto político.
Debido a la maniobra de imponer a los familiares la vía “legal”,
desarmando la movilización, así como el fracaso de la campaña para
imponer un tramposo plebiscito sobre su gestión, Aníbal Ibarra ha
tenido una sobrevida. Sin embargo, como le espetó la madre de una
joven muerta en Cromagnon en la Legislatura, “es un muerto político”
al que hay que terminar de echar y enterrar.
En los últimos días,
la crisis en el gobierno de la Ciudad volvió a hacerse aguda: “La
excarcelación de Omar Chabán fue el enésimo golpe consecutivo para
el gobierno porteño, que hasta el último viernes 14 entendía que
tras los procesamientos de funcionarios y policías, el caso Cromagnon
había entrado en una recta descendente casi irreversible (...). La
sucesión de casos negativos con fuerte repercusión social incluyó
el procesamiento de cinco funcionarios, la intervención en el Normal
1, las exigencias judiciales por el deterioro del Moyano, el piquete
estudiantil por el mal estado del Normal 9 (...). Demasiado para un
gobierno débil que no encuentra el resquicio para relanzarse o, al
menos, para inhibir la coincidencia de tantos cuestionamientos” (La
Nación, 17/05).
Hay que terminar de
matar a Ibarra y deshacernos de este cadáver político, sostenido
hasta ahora por el gobierno nacional. Hay que echar a Ibarra ya con la
unidad y movilización de los familiares, los sectores populares y los
trabajadores de la ciudad, que vienen en una escalada de sus luchas
que tuvo picos como las peleas del Subte y el Garraham.
K no es lo que
parece
Esta situación tiene
una inmensa importancia en relación a las próximas elecciones.
Kirchner ha dicho claramente que busca en ellas “plebiscitar” su
gestión: es decir, quiere un cheque en blanco para profundizar su
actual política de dichos por un lado y hechos por el otro. Incluso
con la probabilidad de intentar ir a medidas más duras que se han
venido postergando: por ejemplo, el aumento generalizado de las
tarifas, mantener contra viento y marea la depreciación de los
salarios, el creciente pago de la deuda externa, etc.
Sin embargo, hechos
como los de los últimos días podrían amenazar esta estrategia. Está
la posibilidad de que sectores de la población trabajadora comiencen
a desconfiar o a hartarse del doble discurso permanente de Kirchner.
Esto se podría unir con el actual ascenso de importantes luchas
salariales, que da toda la impresión que van a cruzar toda la campaña
electoral y a las que es tarea número uno apoyar. La suma de
estos elementos podría introducir algún elemento de cambio en el
estado de ánimo popular, que hasta ahora viene favorable a un triunfo
electoral de Kirchner en las urnas.
En todo caso, ayudar
a desenmascarar el verdadero carácter del gobierno es una de las
grandes tareas en los próximos meses. Para esto, es imprescindible
acabar con las dilaciones y dar pasos en la conformación de un
acuerdo electoral de la izquierda obrera y socialista, para lo cual
volvemos a llamar a los compañeros del PO y el PTS. Y junto con esto,
seguir jugados con todo al apoyo a las luchas que están dando los
trabajadores en la perspectiva que sean cada vez más independientes
de la burocracia, así como al desarrollo de luchas democráticas
como la de Cromagnon.
Notas:
1. Los dos jueces que dictaron la excarcelación de Chabán:
Garrigós de Rébori y Bruzzone, buscan lavarse las manos y ser
apartados de la causa. Esto no les ha impedido salir abiertamente a
criticar a Kirchner, calificándolo de “imprudente” y desatando
una crisis entre poderes, profundizada por la acusación de Eugenio
Zaffaroni de que el único objetivo del gobierno es “buscar votos”
y una declaración pública de camaristas y jueces que “deplora”
la actitud del presidente.
2. De quedar excarcelado, podría quedar libre hasta por lo menos el año
2009, que es lo que tardaría la realización del juicio oral, más
las distintas apelaciones que se podrían interponer.
3. En el ambiente judicial, se considera “garantistas” a aquellos
jueces que tendrían más en cuenta los derechos a la libertad e
integridad de las personas. Blumberg levanta un demagógico programa
reaccionario que va justamente en contra de las elementales garantías
individuales y apunta a redoblar la criminalización de la pobreza.
4. Eugenio Zaffaroni, miembro “progresista” de la Corte, justifica
esto señalando que: “No es que hay impunidad, sino que es la selectividad
característica del sistema penal. Creer que vamos a eliminar la
selectividad del sistema penal es una fábula. Podemos disminuirla,
pero nunca eliminarla. Lamentablemente, es una característica
estructural del sistema” (La Nación, 18-05).
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