Terminó el canje, pero
sigue el baile...
Al compás del imperialismo
Por
Marcelo Yunes
Socialismo
o Barbarie, periódico, 19/05/05
Todo
el tironeo actual entre el gobierno y los acreedores imperialistas
puede resumirse en pocas líneas. Kirchner quiere pagar todo lo
posible, pero como el superávit del estado no alcanza para todo, hay
que tirarle la manga al FMI. El Fondo, ni lerdo ni perezoso, quiere
aprovechar para rapiñarle al gobierno concesiones adicionales. Si es
por Kirchner, encantado, pero hay un problema: las elecciones. No se
pueden ganar avalanchas de votos al mismo tiempo, o poco después, de
bajarse los calzones; al electorado no le va a gustar. Por lo tanto,
razona el gobierno, atemos con alambre el cronograma de pagos hasta
octubre; después, agarrate Catalina.
Mientras
tanto, el Fondo (y los “amigos” yanquis) se impacientan y
endurecen los reclamos, algunos muy antipáticos, como los tarifazos.
La posible solución es que de Rato y Cía. acepten esperar un poco, y
cobrar el favor bien caro después de octubre. En eso andaba el baile
cuando llegaron los fallos judiciales.
Después
de morderse las uñas durante semanas, la justicia yanqui salvó la
salida del default, al menos hasta la próxima demanda de los buitres.
Pero es una de cal y otra de arena: el CIADI (tribunal arbitral
internacional que depende del Banco Mundial) condenó al Estado
argentino a pagar 133 millones de dólares a una accionista de una
privatizada, Transportadora de Gas del Norte. Ya veremos qué
implicancias tienen estos fallos. Por ahora, dejemos sentado un hecho:
la vida económica y política del “país en serio” y de la
“Argentina que se planta con dignidad” depende de decisiones de
tribunales imperialistas. El “plebiscito” de la gestión de
Kirchner no espera a octubre: ya empezó hace rato en Washington y
Nueva York.
La ronda de la deuda se acelera
Recordemos
el escenario: como venimos diciendo (ver SoB 55), Kirchner necesita un
acuerdo aunque sea de corto plazo con el FMI, por la sencilla razón
de que ni rompiendo el chanchito se pueden hacer todos los pagos. Eso
debía cocinarse rápido: junio, por ejemplo, antes de que empiece con
todo la campaña electoral. Pero el Tesoro yanqui, el FMI, el G-7 y
también la justicia yanqui están a cara de perro. Y pasan
reclamos antes de hacer el favor.
Primera
exigencia: Argentina debe aceptar que los 20.000 millones que
quedaron afuera del canje serán atendidos. O sea que la famosa
reducción de deuda... se reduce bastante. Lavagna ya asumió
obligaciones en ese sentido ante los poderosos (ver “Estudian
otra oferta con una quita mayor para los bonistas rebeldes”, Clarín,
23-4-05). Por supuesto, no lo dirá a los cuatro vientos, pero los
interesados ya tomaron nota.
Los
incautos preguntarán: cómo, ¿y la “ley cerrojo”, aprobada en
febrero con tanta bambolla, que estipulaba que jamás se iba a reabrir
el canje? La solución que propone el subsecretario del Tesoro yanqui,
Randy Quarles, no puede ser más sencilla: anulen la ley. ¿Qué
dicen en el gobierno? “Es impensable cambiar la ley, al
menos antes de las elecciones” (Clarín, 23-4-05). El
“estilo confrontativo” de Kirchner tiene seis meses de vida... ¿Y
qué recibirá el gobierno a cambio? Que el FMI refinancie (es decir,
postergue) al menos parte de los vencimientos de deuda de este año.
¡Kirchner presentará como un logro haberse comido la carnada del
anzuelo!
Mientras
negocia patear para adelante los pagos, ya vemos a qué precio, el
gobierno reanudó el endeudamiento. ¿Quién le prestó? Los
bancos y AFJPs, tan generosos ellos con la guita ajena (es decir,
nuestra), y que hacen un gran negocio prestando a tasas altísimas
(16%, un disparate en términos internacionales). Total, paga el
estado. Como ya pagó 2.300 millones de pesos que debía de la
“compensación” a los sufridos bancos por la pesificación (otro
pedido del FMI, y van...). Si los banqueros se frotan las manos, mejor
agárrese la cabeza...
Ajuste viejo y peludo
Segunda
exigencia: el FMI quiere que el gobierno se comprometa a aumentar
el superávit fiscal, esto es, los dineros que el estado destinará
al pago de deuda. Y lo quiere por escrito: sabe que el gobierno
superó la meta comprometida el año pasado (era del 3,9% del PBI y se
logró un 5%) y no se conformará con menos del 4,5% (que en
realidad será más todavía). Esto está en veremos, porque la votación
del Presupuesto 2006 seguramente quedará, como todo el resto, para
después de las elecciones.
Para
entender qué significa ese aumento del superávit, veamos algunos
datos. Este gobierno ha logrado un récord histórico de recaudación
impositiva, es decir, de ingresos del estado. ¿Eficiencia de la AFIP?
No: por un lado, los ingresos de las retenciones (posibles gracias a
la devaluación); por el otro, un ajuste tremendo de los
gastos: “casi todo el superávit se explica por la baja en términos
reales del gasto público” (Ismael Bermúdez, “Las verdaderas
razones del ‘milagro’ fiscal argentino”, Clarín Económico,
30-4-05). El gasto social cayó un 3% del PBI, casi 15.000 millones de
pesos, y es en términos reales un 35% más bajo en 2001. ¡De la Rúa
y Cavallo gastaban más que Kirchner! “Más de la mitad del superávit
fiscal se explica por la poda del gasto social. Los más afectados
fueron los jubilados y pensionados, y las partidas de educación
y salud” (Clarín, 27-4-05). Y esto es así porque el
excedente fiscal es el fondo de garantía para el imperialismo de
que la salida del default implicará un flujo de dólares renovado y
aumentado.
Y
no se trata de un galimatías de cifras: es política pura. Para
mantener el superávit, las provincias –que pagan en sueldos el 50%
del total de sus gastos– aceptaron la Ley de Responsabilidad Fiscal.
El resultado es que para lograr aumentos hay que emprender luchas
monumentales como la de los docentes salteños.
Tarifazos: con sordina en 2005, a toda orquesta en 2006
En
tercer lugar, el Fondo quiere tarifazos en serio: “Rodrigo
Rato comunicó que el acuerdo no puede avanzar si Argentina no sube
las tarifas” (Clarín, 16-5-05). Aquí el gobierno ya dio
anticipos de buena voluntad: la distribuidora eléctrica Edelap
tiene en la mano un contrato renegociado votado por el Congreso. Es la
primera privatizada que consigue eso, y vale la pena analizar en
detalle el nuevo marco regulatorio, porque es el modelo o caso
testigo de lo que pretende el gobierno para el resto.
Las
ventajas que consigue la empresa son muchas y jugosas: suba de
tarifas del 23% para grandes consumidores; ajustes adicionales
cada seis meses si los costos suben más del 5% –y si suben más del
10%, cabe una “revisión extraordinaria”–; el contrato acepta
una baja en la calidad del servicio (los criterios del contrato
original se cambian por una dudosa “calidad media de referencia”);
hay un cómodo plan de pago de las multas y, sobre todo, la promesa de
una revisión tarifaria integral para 2006, que incluirá sí
o sí aumentos a los usuarios residenciales.
Como
se ve, el mismo esquema de los acreedores: aguantar hasta las
elecciones y después ñácate. ¿A qué se compromete la empresa a
cambio de todo esto? A suspender el reclamo ante el CIADI por sumas
millonarias. Es decir, la carta de chantaje de todas las
privatizadas. Y aclaremos: suspender, no levantar, porque la
demanda se levantará definitivamente sólo cuando se aprueben
los tarifazos de 2006.
La
cuestión de los reclamos de las privatizadas ante el CIADI es un
asunto mucho más serio de lo que trasuntaban las bravuconadas de
Kirchner. El subsecretario del Tesoro yanqui, Randy Quarles, transmitió
la inquietud de EEUU por las amenazas del gobierno argentino de
desconocer los fallos del CIADI, que involucran a 17.000 (y
potencialmente 80.000) millones de dólares.
Resulta
que 15 de las 34 demandas firmes presentadas allí son de empresas
yanquis, incluida la que logró el dictamen a su favor. Quarles se
encargó de recordar que Argentina tiene tratados de protección
“recíproca” (!) de inversiones firmados con EEUU y otros países,
y presionó así: “esperamos que esos derechos sean honrados
(...) Estaríamos muy preocupados si esos acuerdos que tenemos
con Argentina, de soberano a soberano [¡vaya humor negro!], no fueran
respetados” (Clarín, 17-5-05). Ah, este Quarles es el
mismo que citamos más arriba, proponiendo que el gobierno anule
la ley que impide reabrir el canje. Todo tiene que ver con todo y los
yanquis no se privan de meter mano en nada, ¿vio?
Del Mercosur al ALCA
Para
completar el cuadro, ahora aumentan los roces con Brasil por motivos
económicos. De paso, diagmos que Brasil no renovó el acuerdo
con el FMI –nada de pelea; todo en términos muy amigables– debido
a que las exigencias del Fondo eran políticamente poco presentables. Un
lujo que Kirchner no podrá darse.
Los
capitalistas argentinos están preocupados por el proceso de transnacionalización
de las empresas nacionales, que pasan a manos extranjeras, y a veces,
brasileñas: los casos más resonantes fueron el grupo energético Pérez
Companc, Quilmes y ahora Loma Negra. A la UIA le agarró el tembleque
y pide protección contra el vecino mayor. Por su parte, la poderosa
patronal paulista agrupada en la FIESP dice que ya está harta del
Mercosur y los argentinos rezongones.
Por
supuesto, toda esta discusión es la cuadratura del círculo: la
famosa defensa de que hizo Kirchner de la “burguesía nacional” y
del capitalismo industrial de base autóctona murió de muerte natural.
Es el huevo y la gallina: el estado se queja de que a nuestros
burgueses les falta espíritu emprendedor y vocación de inversiones
de riesgo; los capitalistas dicen que sin apoyo estatal en subsidios,
leyes y demás mecanismos de promoción es imposible competir. Los dos
tienen razón y ninguno puede hacer nada para remediarlo; las leyes
del capitalismo global son más fuertes que los suspiros de monja de
los pusilánimes burgueses argentinos, de los que Kirchner es fiel
representante.
En
resumen, el Brasil de Lula se prepara para enterrar o al menos
hibernar el Mercosur tal como es hoy y asumir su papel de
“subpotencia regional” amiga de EEUU y sus intereses. Esto
incluye, por supuesto, una institucionalización de ese rol en los
futuros términos del ALCA (¿alguien se acuerda de cuando el PT
proponía un plebiscito contra ese tratado?). En tanto que Kirchner,
favorcitos mediante (pagos al FMI, apoyo a Mesa y la “democracia”
boliviana, retos a Chávez), tratará de arrebatarle a Brasil el título
de mejor amigo de los yanquis en la región y ganarle la carrera hacia
el ALCA..
Éste es el triste y anunciado final de la “unión latinoamericana
antiimperialista con Lula, Kirchner y Chávez” y del “eje regional
progresista” con que todavía deliran algunos...
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