Ni
Kirchner ni Duhalde. No votes a tus verdugos
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Por
Héctor “Chino” Heberling
Candidato a primer diputado nacional por la
provincia de Buenos Aires
Socialismo o Barbarie, periódico, 22/07/05
El gobierno está en plena campaña electoral.
Desde el presidente hasta los legisladores, pasando por medio
gabinete, todos están dedicados a seducir al electorado. En este
contexto, el “gran tema” fue la pelea entre el gobierno y el
duhaldismo. Compañero: le proponemos ir más allá del
circo mediático y de ser meros espectadores de la pelea por el queso
que tiene harto a todo el país. Queremos discutir los verdaderos
problemas que tenemos los trabajadores y sectores populares. Porque en
esta elección, lo que se juega no es la interna del PJ, sino qué política
se va a llevar adelante a partir de octubre, quiénes van a seguir
ganando y quiénes van seguir perdiendo.
En “el país en serio” de K, la fiesta
la pagan los trabajadores
Kirchner
y los medios repiten que “la economía va bien” y que allí se
concentran los mayores “logros” del gobierno. ¿En qué país
viven? ¿De qué economía hablan? Seguramente no de la economía de
los trabajadores, que en el mejor de los casos se desloman en jornadas
interminables por 600 o 1000 $.
El
gobierno habla de la economía de los grandes empresarios que se
han enriquecido con Kirchner como nunca antes. Las tasas de
ganancia de la clase capitalista en general, y de los más poderosos
en particular, se ha disparado de manera espectacular.
Es
exactamente por eso que los grandes problemas sociales que heredó
Kirchner siguen tal cual o peor. El actual gobierno ostenta un récord
macabro: ha logrado que la desigualdad entre ricos y pobres sea la más
grande la historia argentina. No tiene nada de raro si se
considera que la pobreza casi no ha retrocedido y que el salario sigue
cayendo. El “descenso” de la desocupación tiene más de dibujo
estadístico que de realidad.
Encima,
el caradura de Lavagna se queja de que los recientes aumentos
salariales generan inflación. La realidad es que no compensan ni de
lejos el inmenso retroceso del poder de compra que viene desde 2002.
Entre diciembre de 2001 y junio de 2005 la inflación fue del 65% (y
en alimentos, un 90%). ¿Cuánto aumentaron los salarios? Mucho menos.
¿Cuánto aumentaron los planes sociales? Nada. La diferencia se la
quedaron los empresarios y el Estado, que en ese lapso les pagó a los
acreedores internacionales 13.000 millones de dólares. ¡Kirchner
denuncia al FMI en las tribunas y resulta ser el mayor y mejor pagador
de deuda de la historia!
Los
mismos industriales que dicen que el salario está “desbocado” (¡sinvergüenzas!)
ocultan que hoy el costo laboral es para ellos un 30% más bajo que
en 2001 gracias a los salarios de hambre y al aumento de
productividad de los trabajadores. En eso Kirchner les dio una gran
mano manteniendo y renovando las leyes de flexibilización y
superexplotación laboral que venían desde Menem y De la Rúa. Sí,
las mismas que Kirchner denunciaba como “corruptas” y que iba a
derogar. ¡Puro “estilo K”: versear por izquierda y sacudir por
derecha! ¡Ese mismo libreto es el que nos espera después de
octubre, si logra los votos que hoy está buscando!
El estilo K
Kirchner es el lobo con piel de cordero:
su discurso “progresista” es para engañar mejor. En realidad
trabaja para que se queden todos los que fueron cuestionados en
diciembre de 2001: no hace falta más que ver las listas del
kirchnerismo. Trabaja para relegitimar y consolidar esta democracia de
ricos y las transformaciones antiobreras de los 90. Kirchner cambió
casi nada para que casi todo siga igual. Veamos: mantiene las
privatizaciones y la desocupación masiva que instauró Menem.
Mantiene la flexibilización laboral de De la Rúa. Mantiene los
salarios devaluados de Duhalde. Mantiene los pagos al FMI y a los
acreedores como Menem, De la Rúa y Duhalde. Eso sí, cambió la Corte
Suprema para que Chabán esté en libertad y Romina Tejerina condenada
a 14 años de prisión.
Pero lo peor está por venir. Después
de octubre se viene un redoblado ataque a los ingresos y el nivel de
vida de las mayorías populares. Se vienen más compromisos con el
Fondo Monetario para pagar la deuda y hasta pagarles a los que no
entraron en el canje. Se viene más ajuste en el gasto del Estado y
menos plata para escuelas y hospitales. Se vienen más acuerdos con
las privatizadas, que implicarán tarifazos. Se viene más inflación
y menos aumentos de sueldos y jubilaciones, lo que significa más
hambre y miseria.
Kirchner quiere ganar las elecciones para
poder hacer todo eso con más comodidad. Quiere exhibir una
victoria que le dé legitimidad y fuerza a la política de ajuste
ortodoxo que lleva adelante. ¡No hay que darle el voto! ¡Cuanto
peor les vaya al gobierno, al PJ y a las fuerzas del régimen, más débiles
van a estar para intentar atacarnos! No hay que creer ni una sola de
las promesas electorales. No hay que tomar en serio uno solo de los
discursos contra el FMI que van a tapizar la campaña. ¡Es todo
verso hasta el 23 de octubre! ¡A partir del 24 se buscará el
acuerdo con todos los que hoy se denuncia, empezando por el Fondo
Monetario!
Basta de peronismo – Votá obreros
socialistas
Los trabajadores, en su inmensa mayoría,
votan por partidos que no defienden sus intereses: votan por sus
verdugos. No porque crean en los cuentos de hadas de las promesas
electorales; ya hay pocos incautos. Lo que ocurre es que se crean
falsa disyuntivas. Ahora K intenta polarizar la elección con el
duhaldismo. Mañana otro será el cuco. Pero la intención la misma: poner
a los trabajadores ante una falsa opción y llevarlos a elegir por el
“mal menor”... Pero siempre el mal menor termina siendo el mal
peor. Porque siempre ganan los mismos: los partidos patronales,
sean el PJ, la Carrió o Lopez Murphy.
La Argentina (al igual que el mundo) está
dividida en clases sociales: la clase trabajadora y la clase de los
patrones o burgueses. El peronismo en su variante “progresista”
(Cristina) o en su variante mafiosa (Chiche) es un partido patronal
que defiende los intereses de los patrones y del imperialismo. Esa
es la verdad, todo lo demás es puro discurso para engañar y tapar
esta gran verdad.
Los trabajadores debemos votar trabajadores
socialistas, los animadores de algunas de las más importantes
luchas obreras del último período, los que vamos a utilizar la
tribuna electoral como punto de apoyo para el objetivo central:
defender cotidianamente en las calles, las fábricas, los barrios y
las facultades los intereses de los trabajadores en la perspectiva de
un gobierno obrero, popular y el socialismo.
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