Basta de peronismo
Pongamos en la calle
el frente MAS-PTS
Socialismo o Barbarie,
22/07/05
El gobierno, ya en
plena campaña, ha salido a confrontar con la mafia duhaldista y el
aparato del PJ bonaerense: llegó la “renovación” de la política
de la mano de Cristina de Kirchner, dicen desde el gobierno. ¿Quiénes
la integran? Los mismos mafiosos que hasta hace semanas eran sólidos
pilares del duhaldismo y hasta del... menemismo. Basta ver nombres
como los de Othacehé, intendente de Merlo, o de Pampuro, hoy ministro
de Kirchner y ayer amigo personal de Duhalde. Falta que Herminio
Iglesias se diga kirchnerista de la primera hora, y estamos todos…
Es totalmente ridículo
intentar trazar una línea entre “renovadores” kirchneristas y la
vieja guardia del aparato bonaerense. En ambos bandos se encuentran
todo tipo de impresentables y mafiosos. Y la verdadera línea
divisoria entre los dirigentes del PJ sólo separa a los que fueron
seducidos por las promesas de prebendas del Estado nacional, de
aquellos que todavía esperan vivir de las prebendas del aparato de
Estado bonaerense. No hay ideología, ni lealtad política o personal,
ni nada por el estilo: es centralmente la más pura guerra de rapiña
por el queso. Es PJ en estado puro.
El panorama de las
listas kirchneristas y las variantes del PJ está claro: por arriba,
verso para la tribuna; por abajo, reparto de (y
guerra por) el botín. El resto de la oposición burguesa es una
calamidad: la UCR deshoja la margarita (“existo poco, poquito o
nada…”); Macri no sabe cómo despegarse de su ex aliado Cavallo;
Carrió y López Murphy intentan desesperadamente llamar la atención
y reemplazar con apariciones mediáticas su total carencia de partido
y militantes; Luis Patti ya está sacando cuentas de lo que tiene para
ganar si hace un acuerdo con Duhalde en Buenos Aires, y todo así.
El intento de Kirchner
de presentar las elecciones del 23 de octubre, primero como un
plebiscito y ahora como una cruzada contra la “vieja política”,
no resiste el menor análisis. El verdadero objetivo está muy claro:
el gobierno quiere un triunfo que le sirva de espaldarazo para
legitimar su curso actual pero, sobre todo, para encarar el “trabajo
sucio” que le falta hacer y le reclaman el FMI, los grandes
capitalistas y el imperialismo: “planchar” los salarios,
mientras imponen la suba generalizada de tarifas.
Moyano sale a hacer
campaña
Una vez proclamado como
jefe único de la CGT, Hugo Moyano salió a batir el parche. ¿Reclama
aumentos de salarios? ¿Se queja de la flexibilización laboral, de
los contratos basura? Nada de eso: con bastante sutileza (sí, Moyano
puede ser sutil) se dedicó a conseguir votos para Kirchner (ver el
reportaje publicado en Clarín, 19-7-05).
Moyano apela a un
argumento astuto: “es cierto que cuesta lograr que Kirchner dé
algo, pero al menos no nos sacó, como todos los otros: Menem, De la Rúa,
Duhalde…”. De esta manera, Moyano intenta convencer a los
trabajadores de que, si bien Kirchner no es una maravilla –algo de
lo que a esta altura muchos ya se avivaron– en todo caso sería la
menos mala de las opciones peronistas. Y mucho mejor que las no
peronistas: UCR, López Murphy, Macri, Carrió. En este país de
desencantados políticos, donde no hay entusiasmo por nadie y la mayoría
termina votando por descarte, argumentar que Kirchner sería “lo
menos malo” tiene tanta importancia como tenía antes llenar la
Plaza de Mayo para apoyar a un gobernante.
¿Cuál es la trampa
del razonamiento de Moyano? ¡Que los que votaron a Kirchner no lo
hicieron porque “no nos iba a quitar”, sino con la esperanza de
que devolviera a los trabajadores y el pueblo algo de lo que
los otros les habían quitado!
Esperanza vana, por
supuesto, porque la gestión de Kirchner se caracteriza por
mantener y legitimar el expolio que pusieron en marcha los gobiernos
anteriores. Mantiene y legitima las privatizaciones de Menem,
mantiene y legitima las leyes laborales esclavistas de De la Rúa
–que a su vez continuaban las de Menem–, y mantiene y legitima la
devaluación de Duhalde. Eso significa, por ejemplo, buscar
“planchar” los salarios, consolidar la hiperdesocupación,
mantener en lo esencial los escandalosos índices de pobreza e
indigencia, y profundizar la desigualdad en la distribución del
ingreso. Pocas veces antes los capitalistas se han enriquecido tanto
como con Kirchner, y nunca antes los trabajadores habían recibido una
porción tan baja del ingreso nacional. ¡Y éste es el que “da
poco, pero al menos no nos saca”! Para colmo, frenaron el miserable
a aumento de $ 30 que les iban a dar a los jubilados, porque eso
generaría “inflación”.
La crisis de IU
En la última semana
salieron a la luz las diferencias entre los dos componentes centrales
de IU: el PC y el MST. Estas diferencias no están centradas en un
debate político programático o de estrategias, sino en una cuestión
mucho más pedestre: la superabundancia de “figuras” y los muy
pocos cargos a repartir.
El PC criticó públicamente
al MST por incluir en sus listas a Particia Walsh y a Mario Cafiero
“sin acordarlo previamente” y respondió con el slogan de IU
“somos la unidad y vamos por más unidad”, comenzando a tejer un
acuerdo con Alicia Castro (reconocidamente pro Kirchner), el PS de la
provincia de Buenos Aires (que también revista en el “flanco
izquierdo” del gobierno), el PI bonaerense y otros. El comunismo
argentino es consecuente en su estrategia de acuerdos con
representantes patronales o pequeños empresarios: busca conformar un
frente “amplio” con perfil antineoliberal y antiimperialista ligth
y ratifica que el centro de esa construcción pasa por fortalecer
el “Encuentro por la Soberanía y un Nuevo Proyecto de País”,
nombre oficial del más conocido como Encuentro de Rosario (ver Nuestra
Propuesta 735 pág. 6).
Así el MST ha
quedado en una posición muy incómoda. Porque fueron ellos los que
introdujeron a Mario Cafiero. Y ahora se están quedando sin el
argumento equivocado y oportunista que daban por abajo: “Cafiero no
entra, Vilma sí”... Así, IU ha quedado en crisis, y el MST (sus
dos fracciones internas) en una situación en que personajes ajenos a
la clase trabajadora ocupan todo el espacio de su propuesta electoral.
Unidades que restan
Queremos insistir en
una reflexión sobre la inclusión de Mario Cafiero (y probablemente
de otras “figuras”) en IU. En primer lugar, hay que decir que IU
es cada vez más un montaje donde los candidatos trabajadores o
realmente de izquierda terminan yendo a la rastra de figurones que
vienen de partidos tradicionales, que no se han pasado realmente a
posiciones de clase o anticapitalistas.
Veamos el ejemplo de
Mario Cafiero. En primer lugar, él mismo señala que su perspectiva
se reduce a “la lucha contra la deuda externa, la redistribución
del ingreso, por la reconstrucción de un Estado nacional y por el
proyecto latinoamericano” (Alternativa Socialista 403). Es
decir, una ubicación de tipo “nacionalista”, pero que no es ni de
la clase trabajadora (habla de “redistribuir” el ingreso, no de
acabar con la explotación) y mucho menos anticapitalista (no se trata
de “reconstruir un Estado nacional”, sino de acabar con el Estado
capitalista).
Está claro que la
unidad en las filas de la clase trabajadora y los partidos que se
referencian en ella es muy importante, sea para la lucha o también
para las elecciones. Pero hay unidades y unidades: no se trata de
unirse a cualquiera. Tampoco es excusa afirmar que tanto Cafiero o
eventualmente el PS “vinieron al programa de IU”... Porque es
sabido que para muchos de estos figurones, estos programas son
“papel mojado”.
El acuerdo y el
programa firmado por IU con el PS en 2003 no impidió que este
militara en el flanco del apoyo “crítico” a Kirchner, como lo
hizo todo este tiempo. Y algunas de sus figuras ni siquiera eso, como
es el caso de Hermes Binner, reconocido amigo de Kirchner.
Está claro que no
corresponde rechazar a toda persona que pueda venir de
partidos que no sean los de la izquierda obrera. Pero en todo caso,
siempre deben ir en lugares y ubicaciones claramente subordinados
y nunca al frente de las listas de la izquierda clasista. Izquierda
Unida no es una alternativa para los trabajadores y la juventud
explotada y oprimida, sino un instrumento de subordinación de
estos a figuras ajenas a la clase obrera.
Pongamos en las
calles el frente MAS – PTS - Ganemos una nueva generación de compañeros
a nuestras filas
La unidad por la
unidad, confunde y oscurece a los trabajadores. No prepara para
las tareas que se deberán enfrentar en los próximos meses: alertar a
la clase trabajadora, a la juventud explotada y oprimida, de que
Kirchner quiere plebiscitarse para relegitimar esta democracia de
ricos buscando enterrar definitivamente el “argentinazo” para
mantener las transformaciones de los noventa: la superexplotación y
salarios de hambre para el 50%, la súper desocupación para el resto
de la clase trabajadora.
El acuerdo entre el MAS
y el PTS parte de un claro perfil de denuncia del gobierno y las demás
alternativas burguesas y es una oposición de clase y socialista
frente a la estafa kirchnerista y la decadencia de los demás partidos
de la clase capitalista.
El Partido Obrero
–por su parte– llama a una alternativa “100% de izquierda”...
Si bien esto ahora excluiría a los socios pequeñoburgueses y
burgueses del PC y el MST (Mario Cafiero, Alicia Castro, el PS de
Binner, Rivas y Basteiro), no se entiende por qué no hace mención
alguna de las otras dos fuerzas de la izquierda obrera que rechazamos
esa alianza policlasista, y que en vez de declamar la “unidad”,
hemos constituido efectivamente un frente entre nuestras dos
organizaciones.
Llamamos al PO a que
revea esa postura. Asimismo, instamos a las dos fracciones del MST a
que abandonen su política de alianzas con fuerzas y personajes ajenos
a la clase trabajadora. Neuquén muestra adónde lleva el camino de
“hacer grande Izquierda Unida”: allí el PS, el PC y el ARI de
Carrió irán en una lista común. Hoy por hoy, IU es una falsa
izquierda ajena a los verdaderos intereses de los trabajadores y la
juventud explotada y oprimida.
Pongamos en las fábricas,
escuelas, universidades y barrios de Buenos Aires y la Capital, la
campaña del Frente MAS-PTS. Utilicemos esta oportunidad para ganar
para las filas del nuevo MAS a una nueva generación de obreros y
estudiantes.
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