$
1800 ya. Si tocan a los compañeros, tocan a todos
El
Garrahan tiene que ganar
Socialismo
o Barbarie, periódico, 12/08/05
En
medio de la campaña electoral y de la pelea entre el gobierno y el
duhaldismo, se está desarrollando una inmensa y heroica lucha. Lo
primero que salta a la vista es que entre el aparato mafioso del
duhaldismo y la “renovación K”, casi no hay diferencias. Ambas
facciones quieren reventar la lucha y se disputan a ver quién es
más antiobrero. Al gobierno se le terminó de caer la careta “progre”
y apela a todos los medios a su alcance para acallar el reclamo de los
trabajadores. Desde las declaraciones de Ginés, a los fiscales y los
jueces, el consejo de administración, el Ministerio de Trabajo, hasta
las tareas de “ablande” y “apaciguamiento” de la conducción
de ATE y CTA. Se trata de una acción mancomunada de todo el frente
patronal burocrático para reventar a los sectores clasistas que están
emergiendo.
La
lucha de los trabajadores del Garrahan por los $ 1.800 de básico se
ha transformado en un hecho político nacional, y obliga a tomar
posición: o se está con los trabajadores del Garrahan o contra ellos
y con el gobierno. No hay medias tintas.
El
conflicto cuestiona la política económica y el techo salarial. El
gobierno sabe que esta pelea apunta contra las inmensas ganancias
patronales basada en el deterioro del salario y las condiciones de
esclavitud laboral y, más en particular, contra toda su política
económica basada en un superávit record para garantizar el pago al
FMI y a los acreedores. En los dos años y medio que lleva de gestión
pagó más 4.300 millones netos al FMI. Esta política trae aparejada,
como la sombra al cuerpo, el mantenimiento de los ahogos
presupuestarios en las áreas sociales (educación, salud, cultura,
etc).
El
deterioro salarial, más la suba de precios y en particular la de los
artículos de primera necesidad impulsa a sectores crecientes de
trabajadores a salir a pelear para recuperar lo perdido. Encima, el
gobierno no ha tenido el más mínimo pudor en responsabilizar a los
trabajadores por la suba de la inflación, según él provocada por
los aumentos salariales. El reclamo de $ 1.800 al básico no es
antojadizo es lo que cuesta la canasta básica. Es lo que tendría que
ganar cualquier trabajador para vivir dignamente con su familia. El
gobierno no puede permitir que esta sea la base, el piso de cualquier
discusión salarial. La campaña contra el Garrahan es una cruzada
contra un salario digno y para acostumbrar a las masas a vivir en la
miseria.
En
lo que va del año hubo un fuerte incremento de los conflictos de los
trabajadores ocupados. Sin ir más
lejos, la semana pasada estuvieron también el fuerte paro de los
fraternales, los docentes de varias provincias, etc. El gobierno (de
la mano de la CGT y la CTA) quiere cerrar esta dinámica de conflictos
y la entrada en el proceso de recomposición de los trabajadores
ocupados. Y, fundamentalmente, intenta frenar el desarrollo de un
nuevo clasismo que surge al calor de las huelgas más importantes.
Kirchner busca convertir la lucha del Garrahan en un caso testigo.
Intenta marcar una raya: hasta acá llegó la vanguardia y el proceso
de recomposición. Busca hacer esto con la vista puesta en la tareas
post electorales que tiene planteadas para reforzar el ajuste
(tarifazos en los servicios esenciales, más pagos a los
acreedores y el FMI, etc). Intenta parar el avance de las experiencias
independientes. Hoy mide fuerzas en el Garrahan y con la vanguardia.
Mañana les tocará a las más amplias masas. El Garrahan no es un
caso aislado: el cuerpo de delegados del Subte, las directivas
rebeldes del SUTEBA, y cientos de delegados y activistas de diversos
sectores, componen esta amplia vanguardia independiente.
La
burocracia de ATE fue clave en abril para levantar el conflicto y que
los trabajadores acepten sentarse en paritarias. Experiencia que
evidentemente no sirvió para nada. Ahora vuelve a jugar el mismo rol
nefasto. Mientras el gobierno
trata de “terroristas sanitarios” a los trabajadores, mientras
amenaza con despidos y declaraciones fascistas, que hinchan de odio a
los trabajadores, ATE-CTA se niega a llamar a un paro. Los llama
abiertamente a levantar las medidas, busca apaciguarlos mientras los aísla
firmando un acuerdo para el Malbrán y el Posadas. Insistimos: no sólo
no ha llamado a un ninguna medida de lucha efectiva, sino que por
todos los medios presiona para que se levante el paro y la junta
interna se siente nuevamente a “negociar”. Ahora el argumento (muy
similar al usado por sus primos hermanos de la burocracia del Suteba),
es que “se puede redistribuir la masa salarial de manera mas
equitativa y justa”. Pero no se trata simplemente de
“redistribuir” el mismo presupuesto miserable. De lo que se trata
es justamente de aumentar la masa salarial a los trabajadores no
profesionales. Trabajadores que son la cara del hospital, los que
ponen el cuerpo cotidianamente ante las terribles situaciones que les
toca vivir y que llegan por doquier ante el incremento de la miseria y
la crisis social. No se trata de dibujar los números de otra manera:
se trata de mantenerse firmes para imponer $ 1.800 de básico.
El
paro está muy fuerte por abajo. Es un avance inmenso el que se está
produciendo en la cabeza de los compañeros, al calor de la
experiencia riquísima que están haciendo. Toman conciencia de su
fuerza, se unen y resuelven en asambleas masivas. Clarifican sus ideas
alrededor del carácter del gobierno y la burocracia. Y como venimos
diciendo, son parte de un proceso más de conjunto, en el que está
despuntando una nueva vanguardia, un nuevo clasismo entre los
ocupados.
Pero
para ganar, no hay que depositar ninguna confianza en la burocracia,
ni creer que “están de nuestro lado”. No se le puede exigir un
paro y sentarse a esperar. La exigencia del paro ya, inmediato, es
correcta pero es táctica. Está subordinada a crear las condiciones
para que surjan organismos independientes como la experiencia de la
Interhospitalaria hecha meses atrás. Porque hoy el Garrahan es un
punto de referencia para organizar al activismo estatal en general y
de los hospitales en particular, profundizando un curso independiente
de la burocracia de ATE y de ruptura política con el gobierno. Todos
los trabajadores de la salud miran al Garrahan y están esperando que
tome la iniciativa. Insistimos: hay que darle un nuevo impulso a la
Interhospitalaria. Porque además, solo así se le podrá imponer
verdaderamente el paro a ATE.
Para
que triunfe el Garrahan hay que responder en el terreno donde lo colocó
el gobierno y la realidad: el terreno político. Al gobierno y la
burocracia no se los derrota con mera táctica sindical. Se los
derrota políticamente y con una orientación justa, ganando el apoyo
de los trabajadores y de la opinión pública. Haciendo valer a los
sectores activos de la sociedad sobre la retaguardia. La pulseada por
la opinión pública se gana en la calle, demostrando el apoyo que
tiene esta lucha. No hay que quedarse “encerrados” dentro del
hospital. Por eso es necesario que el Garrahan convoque a una gran
marcha encabezada por ellos, llamando a que se sumen los hospitales,
los docentes, los compañeros del Subte, los movimientos de
trabajadores desocupados combativos y todos los que estén a favor de:
$ 1.800 de básico. Ni un despido: si tocan al Garraham tocan a todos.
Defensa de la salud pública y gratuita. Que renuncie Ginés. Basta de
aprietes y amenazas del
gobierno.
Organizar
el apoyo activo al Garrahan es la tarea del momento. Hay que pelear a
brazo partido para que el gobierno y la burocracia no aísle el
conflicto ni avance en su amenaza de despidos. Desarrollar la campaña
lo más amplia posible: pintar pared por pared en apoyo a la lucha y
el derecho a ganar $ 1.800. Y, sobre todo, comenzar a discutir y a
hacer asambleas en todos los lugares de trabajo donde la vanguardia
independiente tiene fuerza, como es en el Subte, en las Seccionales
rebeldes del Suteba, en la salud de Córdoba, en las seccionales
opositoras de la Unión Ferroviaria, lo mismo que entre los
movimientos de trabajadores desocupados independientes. La solidaridad
activa, el paro solidario inmediato y cortes de ruta si es que el
gobierno se atreve a comenzar con despidos. Hacer un grito de guerra
de todos los trabajadores: si tocan a uno sólo de los huelguistas del
Garrahan, tocan a todos.
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