Garrahan:
una pelea que sigue abierta
Una
lucha cuyo resultado no es ajeno a ningún trabajador
Por “Chino”
Heberling e Isidoro Cruz Bernal
Socialismo o
Barbarie, periódico, 09/09/05
Es
algo evidente que el del Hospital Garrahan es un conflicto largo. Un
conflicto que tiene un apoyo masivo entre los compañeros trabajadores
del hospital pero que, a pesar de todo no ha conseguido torcerle el
brazo al gobierno patronal de Kirchner.
El
gobierno no afloja porque teme que un triunfo en el reclamo salarial
de los trabajadores del Garrahan tenga un efecto de contagio y expansión
entre los trabajadores estatales (no olvidemos que es en el sector
estatal donde se concentra el mayor atraso salarial). Si se
generalizan las luchas entre los estatales existe la posibilidad de
atravesar y quebrar el “techo salarial” que el gobierno ha
instalado como garantía de mantener el superávit fiscal prometido al
FMI. Superávit fiscal que tiene como principal y casi único cometido
pagar la deuda a los organismos de crédito y a los capitalistas
nacionales y extranjeros.
El
gobierno se mantiene intransigente con los reclamos de los
trabajadores del Garrahan. Ha aplicado descuentos de 2 o 3 días a los
trabajadores que han hecho huelga y ha amenazado con sumarios (a los
compañeros que recibieron el telegrama). El objetivo del gobierno es
que los trabajadores se arrodillen, obligarlos a tirar la toalla.
Además
al frente de este proceso de lucha está la Junta Interna del Garrahan
que es una dirección independiente, democrática y clasista. En el
Garrahan todo se decide en asambleas democráticas (al revés de cómo
lo hacen los burócratas sindicales peronistas: entre gallos y
medianoche y sin que importe lo que piensa la base). El gobierno de
Kirchner necesita que dirigiendo a los trabajadores, haya burócratas
que le tapen la boca a la base y que se vendan a cambio de conseguir
migajas para los compañeros y mayores privilegios de función, o
directamente empresarios, para los jerarcas sindicales.
La
política de ATE
Durante
todo el conflicto ATE fue un pelotazo en contra. No tuvo más remedio
que dar apoyo legal a los compañeros. Pero en todo lo demás fue un
punto en contra. Aclaremos: un obstáculo conciente, de ningún modo
estamos hablando de errores o inconsecuencias de una dirección obrera
sana. Micheli en todos los lugares que pudo criticó abiertamente a la
Junta Interna, presentándola como ultraizquierdista y tratando de
ubicarse él en una posición intermedia entre la intransigencia del
gobierno y la Junta Interna. Por más adornos y discursitos
“progresistas” que haga ATE, los trabajadores del Garrahan están
haciendo una experiencia a fondo con la CTA.
Durante
todo el conflicto Micheli ha presionado o mejor dicho, ha chantajeado
a los trabajadores para levantar las medidas de lucha. Micheli ha
hablado de un impasse. Pero no se trata de un impasse de días para
reorientar y acumular fuerzas para que la Junta Interna y los
trabajadores del Garrahan puedan conseguir sus reivindicaciones. El
falso impasse de Micheli es un ultimatum para que los trabajadores
levanten la medida, con el argumento de que “así no se puede
negociar”. El mismo argumento que utilizó
en abril pasado,
que hundió a los compañeros del Garrahan en el pantano de una
paritaria que no sirvió para nada y que sólo ha sido un acto
intermedio hacia el conflicto actual.
Micheli
y ATE no ocupan una posición intermedia entre la intransigencia del
gobierno y la de los trabajadores. La política de ATE es arreglar por
sector, aislar los conflictos, mantener a cada cual encapsulado en su
lugar de trabajo. ATE y CTA dicen “ningún hogar por debajo de la línea
de pobreza”. Para ser concreto esto significa un salario entre 700 y
800 pesos. En primer lugar esto es un planteo completamente funcional
al techo salarial kirchnerista. Y en segundo lugar significa que los
compañeros del Garrahan, que consiguieron un aumento por encima de
esta cifra, se la tienen que bancar y tirar a la basura su lucha por
un salario acorde a la canasta familiar. La burocracia de ATE quiere
obligar a los trabajadores a “nivelar hacia abajo”. Esa es su
forma concreta de avalar políticamente a Kirchner.
Un
conflicto sindical... y político
Aunque
todavía el conflicto sigue abierto, hay que comenzar a pasar en
limpio las enseñanzas que va dejando, para ajustar los pasos a
seguir.
Entender
esto, y no de una manera superficial fue, es y será clave para ganar
la pelea, por eso desde el principio nosotros opinamos que era
necesario “sacar el conflicto a la calle”, es decir salir a
convencer “con nuestra política” a la opinión pública para que
apoye la pelea, en ese sentido iban nuestras propuestas de combinar
los paros con la realización de otras actividades, como las marchas
junto a otros sectores o las jornadas de esclarecimiento.
Porque
si la pelea queda aislada y encerrada en el hospital, sólo se
consigue el apoyo de sectores de vanguardia, como los desocupados y
los partidos, que es importante pero no alcanza, se necesita llegar y
ganar a amplios sectores de trabajadores, no sólo para el aumento,
sino también para la defensa de la salud y más presupuesto.
Estos
temas se han debatido en la junta interna, las asambleas y las
reuniones de la comisión de apoyo, un ejemplo de esto fue la discusión
que se desarrolló en la comisión de apoyo alrededor de la propuesta
de realizar un spot publicitario que difundiese una declaración a
favor de los trabajadores (es decir, pagándole unos segundos de
espacio a los medios que emplean horas y horas en agitar contra el
conflicto). Considerando que toda iniciativa es válida, que no es
ningún pecado hacer publicidad, la cuestión es evaluar correctamente
cual es la tarea principal: ¿es realizar un spot o
sacar el conflicto hacia fuera y tener la política de unirse a
otros sectores en lucha?
El
mismo desarrollo del conflicto fue ubicando en su lugar las
prioridades, dejando de lado el spot (era ridículo gastar los fondos
en otra cosa que no sea cubrir los descuentos) y tomando en cambio la
decisión más correcta de salir hacia fuera.
Todos
los compañeros que participaron en las distintas marchas, salieron
contentos y fortalecidos, no sólo por los que vinieron a acompañar,
sino también por la simpatía que se lograba al paso de las
movilizaciones. Como muestra de la importancia de “pelear políticamente”
en la calle junto a otros, es el resultado que se obtuvo después de
la marcha del viernes 2/9: la decisión del gobierno de impedir la
entrada a Plaza de Mayo, se le volvió en contra y tuvo que retroceder
aceptando que hay derecho a protestar.
También
ha sido importante la reunión con los sectores opositores de ATE, que
juntó desde seccionales como ATE Sur hasta delegados de distintos
hospitales y dependencias, como el hospital de Moreno, el Evita de Lanús,
el Alvarez, del Quemado, de la Secretaría de Minería, de Adultos
2000, de astilleros, etc., que han decidido trabajar juntos en apoyo
al Garrahan y exigirle a ATE el paro nacional.
El
conflicto hoy
La
pelea del Garrahan sigue su curso. Esta semana no va a expresarse
mediante un paro. Los compañeros han votado una serie de actividades
(que ya han empezado a desarrollar), como la campaña de propaganda y
esclarecimiento sobre el conflicto, con volantes, petitorio y alcancías.
También han decidido marchar al Ministerio de Trabajo para que reciba
a la Junta Interna. El objetivo de esto es combatir las mentiras sobre
la “intransigencia” de los trabajadores. El conjunto de los compañeros
en lucha del Garrahan debe estar y ganar la calle. Un aspecto muy
importante para juntar fuerzas en esta marcha es plantear hacerla en
conjunto con la oposición sindical de ATE, ya que la última asamblea
votó realizar una marcha hasta el sindicato invitando a estos
sectores para exigirle todos juntos el paro nacional a Micheli.
El
conflicto por abajo está fuerte, mas allá de que ha significado una
dura prueba de fuerza a los compañeros. Tampoco hay que sobrestimar
la fuerza de los medios en contra. No decimos esto de irresponsables
ni porque caigamos en el “luchismo”, sino que hay hechos
significativos.
Un
ejemplo destacado lo tenemos en el dinero recaudado en el fondo de
huelga, que se empezó a juntar hace relativamente poco tiempo y, no sólo
consiguió más de $ 18.000, sino que cubrió totalmente los
descuentos que la dirección del hospital y el gobierno le hizo a los
compañeros en huelga. Esto no es solamente solidaridad, es un muy
valioso apoyo social y político.
El
5/9, en Callao y Corrientes, cuando delegados y trabajadores
instalaron en esa esquina una mesa y llevaron adelante la primera
jornada de propaganda y esclarecimiento sobre el conflicto, un grupo
de estudiantes secundarios del colegio Sarmiento (los que cortaron la
calle hace unos meses para exigir estudiar en un edificio en
condiciones) se sumó a la jornada y colaboró con los trabajadores en
la agitación.
Los
socialistas del MAS somos concientes que, en conflictos como estos,
siempre aparecen elementos de cansancio entre los compañeros. Pero
también registramos que entre los trabajadores del Garrahan esto no
responde a factores principalmente físicos. Es otra cosa más
profunda: entre un amplio sector de compañeros está empezando a
quedar claro que solamente con el paro y la lucha dentro del hospital
no se gana, que eso es una parte importante del conflicto pero que no
alcanza, que hay que ganar aliados.
Un
conflicto largo y complejo como este implica una combinación de
tareas distinta a otro tipo de conflicto más clásico o
predominantemente reivindicativo. Ganar este conflicto significa
pelear contra el gobierno y cuestionar la política de ATE. Para eso
tenemos que juntarnos y acumular fuerzas con aquellos con los cuales
tenemos el mismo problema. Nos referimos a la oposición de ATE. Hay
que acordar acciones comunes con estos compañeros, con los cuales,
además, tenemos un montón de problemas salariales y de condiciones
de trabajo en común. Hay que mantener y fortalecer la democracia
obrera en las asambleas del hospital y discutir entre todos los compañeros
los pasos a seguir. Desde el MAS llamamos a seguir apoyando esta
heroica lucha.
La
lucha también debe ser por transformar el sistema de salud
Por Oscar Alba
Socialismo
o Barbarie, periódico, 09/09/05
La
lucha de los trabajadores no profesionales del Hospital Garrahan es la
punta del iceberg de un proceso que se ha venido extendiendo en los últimos
meses en el sector de la salud. El reclamo salarial que los compañeros
llevan adelante también está siendo planteado por trabajadores de
otros hospitales. En la provincia de Buenos Aires se encuentran en
conflicto el hospital de Moreno, el Evita de Lanús y el Posadas,
entre otros. En Neuquén y Misiones también se han dado luchas
importantes. Pero esta pelea por aumento de salarios ha puesto sobre
el tapete, nuevamente, la precaria situación por la que atraviesa el
sistema sanitario en nuestro país.
A diario escuchamos
en los medios de difusión que el sistema de salud está colapsado en
referencia a que los hospitales públicos no dan abasto ni poseen
medios para garantizar la atención debida a los cientos de miles de
personas provenientes de los sectores populares y más empobrecidos de
la sociedad. Pero el sistema de salud se extiende mucho más allá de
los muros, muchas veces viejos y derruidos de los hospitales.
Comprende también otras áreas, como por ejemplo, la producción y
distribución de medicamentos, la asistencia social y la educativa,
sobre todo en los barrios más pobres donde la indigencia y la
marginalidad son focos permanentes de generación de enfermedades. La
desocupación, la mala alimentación, las agotadoras horas de trabajo
y las propias condiciones laborales que nos imponen la patronal y el
gobierno hacen que a diario los trabajadores sufran el deterioro de
sus fuerzas. Nuevas enfermedades aparecen y otras viejas, que se creían
extinguidas, como la tuberculosis, por ejemplo, vuelven a aparecer.
Por eso es necesario que los trabajadores de la salud, junto a la
lucha diaria por mejores salarios y condiciones laborales deben
levantar las bases de un programa de transformación revolucionaria
del sistema de salud.
La destrucción del
sistema de salud en nuestro país ha dado un salto cualitativo en los
últimos años. Este sistema llegó a ser uno de los más
desarrollados en Latinoamérica. Pero asentado sobre las bases del
Estado capitalista, rápidamente se fue deteriorando en la medida que
la crisis estructural del país avanzó, junto a la voracidad de las
multinacionales que manejan los laboratorios y la medicina prepaga y
el creciente endeudamiento impuesto por los usureros internacionales
como el FMI y el Banco Mundial que recortan permanentemente los
presupuestos para salarios, recursos humanos e insumos. Contando, por
supuesto, con la complicidad de los gobiernos patronales.
No es necesario leer
muchas estadísticas (las que, cuanto más oficiales son, más
mienten) para entender los problemas que atraviesa la salud de los
trabajadores y de los sectores populares. Desde sacar un turno hasta
una simple operación de amígdalas se convierte en un verdadero
infierno. Por ejemplo en Buenos Aires existen sólo dos hospitales públicos
especializados en ojos, el Lagleyze y el Santa Lucía. Lo que hace que
los pacientes que llegan desde el Gran Buenos Aires y otros lugares
alejados, deban pasar la noche durmiendo en los bancos de madera del
hospital para poder conseguir un turno al día siguiente ya que los
mismos son limitados. En algunos casos, como en el hospital de Moreno
hay 200 camas, cuando en realidad se precisan 600 para la internación.
Esto hace, por ejemplo que a veces, las parturientas sean ubicadas de
a dos por cama. El Ministerio de Salud nacional admitió que en el último
año aumentaron los índices de mortalidad materna. En Quilmes, de los
700 mil habitantes, solo el 40 % tiene cobertura de salud.
En cuanto a las
condiciones laborales que deben soportar los trabajadores en
hospitales, sanatorios y centros sanitarios son deplorables. A los
bajos salarios hay que agregar, entre otras cosas, la precariedad
laboral, la falta de personal e insumos necesarios en los servicios.
La inseguridad que se vive en la calle también suele aflorar en las
guardias de los hospitales. Sobre todos en el Gran Buenos Aires, donde
los fines de semanas médicos y enfermeros, suelen ser víctimas de
amenazas y agresiones por parte de los pacientes que llegan ebrios o
drogados para atenderse de urgencia. Y ni que hablar de los riesgos de
contagio e infecciones que sufren los trabajadores.
En muchos hospitales
“públicos” varios servicios están siendo arancelados, término
que suele encubrir la real privatización de los sectores. A la vez
que se terceriza a través de empresas privadas, servicios como
limpieza, mantenimiento y cocina, entre otros.
Se asocian a este
cuadro la desregulación, el vaciamiento y la corrupción que corroe
las obras sociales, la libre competencia de la medicina prepaga con
dichas obras sociales y la descentralización de los sectores de
salud, lo cual deja a ésta como botín de los mercaderes de la salud.
En cuanto a los
medicamentos, estos se vuelven casi inalcanzables para los bolsillos
de los trabajadores y el pueblo. Las corporaciones que controlan la
producción y la comercialización de los remedios no hacen más que
amasar fortunas en desmedro de la salud de la mayoría empobrecida.
Mientras el gobierno de Kirchner, por boca de su Ministro de Salud,
Ginés González García califica de terroristas a los trabajadores
del Garrahan y demás hospitales que están en lucha, los grandes
laboratorios frenan las investigaciones que permitirían avanzar en la
prevención y resolución de enfermedades para poder ubicar en el
mercado los medicamentos a mayor precio.
Para sentar las bases
de una real transformación de la salud hay que pelear por un Sistema
Nacional Único de Salud que integre todos los recursos humanos e
insumos para la atención gratuita y solidaria de todos los
trabajadores y sectores populares.
El financiamiento de
este sistema debe estar garantizado por el Estado y controlado a través
de la organización democrática de los trabajadores. Este control
debe ser, fundamentalmente, de los fondos que se destinen para el
sistema ya que el Estado capitalista se ha revelado como una fuente de
corrupción y negociados. La plata necesaria debe venir del no pago de
la deuda externa y la expropiación de las empresas de medicina
prepaga y los grandes laboratorios que hacen de la salud de los
trabajadores una verdadera bolsa de valores que día a día aumenta
sus acciones.
Hay que enfrentar el
vaciamiento de los centros de salud que es producto de una política
que deja a miles de trabajadores desocupados, amas de casa y jubilados
sin una atención sanitaria básica.
Por otro lado,
debemos luchar por la plena vigencia de la carrera hospitalaria con
recursos que permitan la dedicación exclusiva de los trabajadores,
tanto profesionales como no profesionales. Con sueldos acordes a la
canasta familiar y jornadas de seis horas para que los trabajadores
puedan actualizar su capacitación sin estar obligados a trabajar doce
o catorce horas diarias para poder subsistir. A su vez deben quedar
sin efecto los despidos y aquellos trabajadores que se encuentran
tercerizados o en negro tienen que pasar a planta permanente.
La pelea de los
trabajadores de la salud ha dado lugar a procesos de trabajadores
autoconvocados así como el surgimiento de delegados y activistas
antiburocráticos y antipatronales. Este es un punto de apoyo
fundamental para desarrollar la autoorganización necesaria para
pelear por un cambio profundo en la salud pública. Algunos candidatos
de la izquierda, en vísperas de las elecciones llaman a votarlos para
llevar adelante algunas de estas medidas. Tal es el caso, por ejemplo,
de Vilma Ripoll del MST (Alternativa Socialista, 17/8/05). Nosotros
decimos que de esa cueva de bandidos que es el Congreso Nacional nunca
ha salido una medida que beneficie a los trabajadores. Sólo la
movilización de los trabajadores y el pueblo puede abrir la
posibilidad de poner en pie un verdadero plan obrero y popular en la
salud. Tomándolo también como parte de la transformación
revolucionaria de la sociedad por parte de los trabajadores.
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