Argentina

 

Los MSTs y el P-SOL en la Contracumbre de Mar del Plata

¿Presión sobre los dirigentes o política independiente?

Por Roberto Saez
Socialismo o Barbarie, periódico, 17/11/05

La ubicación de algunas corrientes de izquierda en la Contracumbre y, más en general, respecto del fenómeno del chavismo, ha desatado un importante debate en su seno.

Entre otros elementos, tiene un importantísimo costado que se conecta con la ausencia general de todo balance respecto de las revoluciones anticapitalistas de la posguerra, en particular la cubana y la china.

Desde ya que se debe partir de la defensa de gobiernos como los de Chávez de los ataques y / o intentos golpistas del imperialismo, así como del rechazo del bloqueo de Estados Unidos a Cuba, ambos en la pretensión de liquidar el progresivo carácter independiente o relativamente independiente de ambos países.

Sin embargo, la discusión no se puede reducir a este aspecto, el más táctico de la cuestión: debe hacerse desde las posibilidades y perspectivas reales del relanzamiento de la  lucha por la revolución socialista en el siglo XXI.

¿Como Mao y Fidel?

Es aquí donde entran los estragos que causa la ausencia de todo balance acerca de los límites que tuvieron las revoluciones anticapitalistas en la posguerra.

Desde ya que en la actualidad siquiera se llega a esto: en Venezuela Chávez expresa una suerte de “nacionalismo burgués sui generis” que, asentado en las enormes reservas petroleras, expresa un curso relativamente independiente del imperialismo. Pero hace esto sin haber llegado a tomar verdaderas medidas anticapitalistas, como si ocurrió en China y Cuba en la segunda posguerra.

Sin embargo, incluso en este último país, y hace cuatro décadas,[1] la total ausencia de la clase obrera en la revolución y de una dirección independiente que la expresara impidió un curso auténticamente socialista de la revolución cubana.

Lo que vino después no fue más que la evidente confirmación de esto mismo: el sometimiento a Moscú, la negativa de siquiera hacer de Nicaragua una nueva Cuba (es decir, de expropiar a los capitalistas), el sostener políticas de Estado y no de lucha de clases, el curso restauracionista en los 90, etc.

Por esto mismo, es realmente un desastre cuando se ven corrientes que como en el caso de ambos MSTs o la mayoría actual de la dirección del P-SOL brasileño, van a la rastra del “campo” del chavismo, como creyendo que por una vía no independiente, de presión a estos dirigentes, se podría avanzar a una ruptura anticapitalista de sentido socialista.[2]

Esto no es más que oportunismo puro y crudo: la historia ha demostrado una y mil veces que no hay tal posibilidad, que es un callejón sin salida, una apuesta a un tacticismo que no adelanta un paso en el verdadero camino de la revolución socialista. Ni siquiera fue así en la posguerra, donde hubo efectivas rupturas anticapitalistas pero que, al no ser genuinamente socialistas, fueron rápidamente reconducidas en el sentido de volver a establecer mecanismos de explotación de los trabajadores. Mucho menos puede ser esto así hoy en condiciones de mundialización del capital.[3]

A la rastra no sólo de Chávez, sino de kirchneristas como Bonasso, D’Elía, la cúpula del CTA o Hebe de Bonafini sólo se puede caer en un pantano. Porque la perspectiva no independiente de la presión es una bancarrota, como se vio en la participación de estas corrientes en la marcha de aparatos y gubernamental organizada desde el Estado en la mañana del 4 de noviembre en Mar del Plata. La que, a la vez, tenía una clara intencionalidad de dar un golpe y “sacar del camino” a la izquierda independiente.

Insistimos. La única perspectiva justa es apostar al desarrollo y la recomposición  de la clase obrera independiente y autoorganizada, lo que no excluye todo tipo de tácticas, pero só los atajos tacticistas que caracterizan a estas corrientes.

Batiendo palmas con Bonnaso y D’Elía

Ejemplo de esto que venimos subrayando fue el patético caso de los MSTs, sectores del P-SOL e incluso la LIT participando de una Contracumbre y su marcha correspondiente totalmente cooptadas desde arriba.

El argumento fue que era “igual que el Foro Social Mundial”. Pero, a nuestro modo de ver, está claro que estos eventos fueron cualitativamente más organizados desde el Estado y el gobierno burgueses que los foros sociales latinoamericanos o europeos. Ni siquiera una corriente oportunista y populista como la CCC-PCR se prestó a este juego, aunque sí asistió al estadio a escuchar a Chávez.

Nuestra ubicación, junto con corrientes como el PO, el PTS, y otras, fue la opuesta: mantener la más intransigente independencia de estos enjuagues engañosos en defensa de un curso independiente y socialista, contra la cooptación centroizquierdista.


Notas:

1. No perdemos de vista que el Che Guevara encarnó un ala minoritaria, a izquierda del núcleo central de la dirección castrista que rápidamente se orientó a la capitulación a la burocracia de Moscú, algo facilitado por la tragedia del Che.

2. A esto se lo considera “entrar en la gran política”...

3. Los compañeros del PSTU y la LIT también participaron de la Contracumbre y fueron a la rastra de Bonasso en la marcha marplatense del neoreformismo. Esto tiene que ver con el costado oportunista del armazón teórico de los compañeros, que siguen abriendo expectativas en la posibilidad de que en el siglo XXI volvamos a observar situaciones de revoluciones anticapitalistas sin clase obrera.

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