La inflación volvió para quedarse
Carne por las nubes
Por
Francisco Torres
Socialismo
o Barbarie, periódico, 02/12/05
En
las últimas semanas, el precio de la carne se fue a las nubes. La
carne es un caso testigo de los fracasos de la política del gobierno
para contener la inflación mediante acuerdos voluntarios con los
empresarios, acuerdos que ahora se renuevan para pasar las fiestas con
los supermercadistas. Sin embargo, este fracaso ya lo están
pagando los trabajadores y vecinos en el mostrador, pero por partida
doble los obreros de la carne, donde ya empezaron las suspensiones,
las vacaciones adelantadas y los despidos.
Por
los medios de comunicación (y últimamente por boca de Kirchner) se
han dado varias explicaciones de la suba de los precios. La última
que había lanzado el presidente era la de la “cartelización”,
que consistiría en que los dueños de los supermercados arreglarían
entre ellos subir y fijar los precios. De esta manera, se aprovecharían
de una situación prácticamente monopólica en la distribución. Otra
de las explicaciones (muy de moda) es que la inflación sería
producto “de los aumentos salariales”. Si la “cartelización”
empresaria es una maniobra habitual de los capitalistas para mantener
o mejorar sus márgenes de ganancias, el argumento de los aumentos
salariales (en un país que vivió recientemente una devaluación de
la moneda del 200%) es un liso y llano disparate. En el caso de los
trabajadores de la carne, es directamente un escándalo: no hay
aumento de salarios hace años. La paritaria del sector está
empantanada desde principios del 2005.
¿Entonces? Es “culpa de los mercados”, explican, como si fuese un
fenómeno natural, y pasan entonces a desarrollar la “ley de la
oferta y la demanda”... La realidad es muy otra: la inflación, como
todos los fenómenos económicos, tiene su origen en lo que hacen las
clases sociales. En el caso de la carne y de la inflación, está
directamente relacionada con las decisiones del gobierno y de la
patronal en busca de mantener sus márgenes de ganancia y los niveles
de explotación de los trabajadores. Patronal que tiene un conjunto de
eslabones a los que alimentar: los productores directos, los
consignatarios, el mercado de Liniers, los matarifes, los dueños de
los frigoríficos. Y de ahí toda la cadena de distribución compuesta
de miles de pequeñas carnicerías, las cadenas y por último los
supermercados.
Los acuerdos fracasan... los consumidores y trabajadores
pagan el pato
En septiembre el gobierno firmó un acuerdo con los grandes
frigoríficos para mantener el precio hasta mediados de diciembre. Ese
acuerdo estalló por los aires en los últimos días, razón por la
cual han vuelto, nuevamente, las negociaciones.
A partir del 1° de noviembre, el gobierno
ordenó la prohibición de matar terneros (son los animales jóvenes,
de hasta 230 kilos y de carne más tierna). Con esa medida, se
esperaba aumentar los kilos de carne (por animal) en un 40 %, con la
misma cantidad de cabezas y en un tiempo no mayor a 6 meses. Esto
permitiría aumentar la oferta. La medida se cumplió, pero... tiró
los precios para arriba. A esto se sumó que aumentó la demanda
externa debido a que se declaró un foco de aftosa en Brasil, y a
causa de la fiebre aviar Europa está aumentando sus pedidos. El
precio siguió su curso ascendente. El gobierno salió a desalentar
las exportaciones aumentando los impuestos (retenciones a la exportación)
en casi un 15% para que se vuelque más carne al mercado interno, en
un intento de que bajen los precios.
La patronal exportadora, la más fuerte del sector, salió
con los tapones de punta. Dijo Rodolfo Costantini, del frigorífico
Rioplatense: “Que no quepan dudas: hoy la faena de exportación debe
ser de un 20% de lo que era treinta días atrás (...). Con este tipo
de cambio (resultante de la aplicación de más retenciones), la
Argentina no es competitiva, ni contra Brasil, ni contra Paraguay, ni
contra su propio mercado interno” (Clarín, 30-11-05). “En
nuestro caso, decidimos cerrar dos plantas y una de ellas se va a
mantener así hasta que no saquen las retenciones” (La Nación,
30-11-05). Medidas similares están tomando todos los grandes frigoríficos
exportadores (Swift, Finexcor, Gorina, Quick Food, etc).
Obviamente, la patronal corta siempre el hilo por lo más
delgado: toma a los trabajadores de rehenes en su pelea con el
gobierno por el aumento de las retenciones. K mira para otro lado
y chilla, pero no toma verdaderas cartas en el asunto. Mientras
tanto, los trabajadores pagan el pato: miles son suspendidos, les dan
las vacaciones adelantadas pero sin pagárselas y el precio del asado
sigue por las nubes.
Para pasar las fiestas
El miércoles 30 de noviembre Kirchner reunió a intendentes
de la provincia de Buenos Aires para pedirles que controlen
“institucionalmente” los precios. Para entender qué significa
esto veamos las medidas “concretas”: se distribuirán folletos
avisando de los locales con “las mejores ofertas por rubro”, abrirán
oficinas para que “los pequeños almaceneros se puedan quejar de los
mayoristas” y se “reforzarán los controles actuales”. Por
ejemplo: que las ofertas que se promocionen no se agoten en 5 segundos
por falta de stock, o que paquetes que dicen un kilo no tengan 900
gramos. Cuando se detecten irregularidades, se avisará a la Secretaría
de Defensa de la Competencia. Nada
serio.
Porque el “control institucional” no significa un
verdadero control de precios. Se trata de una puesta en escena,
presión política, lindas fotos, que pasen estas semanas sensibles de
Navidad y año nuevo y luego... seguirán los aumentos. Todo esto
respetando las sacrosantas leyes del mercado. Es decir, nada de
verdaderos controles de precios, nada de precios máximos o medidas
efectivas para parar la inflación. En vez de ir al corazón de las
ganancias empresarias, Kirchner prefiere gritarle a las góndolas...
Si el gobierno quisiera realmente ponerle coto a la inflación
y estuviera preocupado por los salarios, establecería un verdadero
control de precios: poniendo precios máximos, dando lugar a los
aumentos salariales, castigando realmente a los empresarios que violen
estas medidas, etc. Pero no se trata de nada de esto: es sólo un plan
para “pasar las fiestas” y luego pautar con sus amigos
capitalistas los aumentos en el 2006, al mismo tiempo que se busca una
y otra vez planchar los reclamos salariales.
Control en manos de trabajadores y consumidores
Está claro que las medidas del gobierno son más una puesta
en escena que medidas efectivas que vayan a bajar la inflación. Los
niveles del 1% mensual van a seguir. En todo caso, como ya hemos señalado,
se frenarán algunos aumentos para que no se noten tanto en las
fiestas.
Una medida efectiva contra los aumentos empresariales, estaría
en otro lado: en un control efectivo de precios de toda la cadena
productiva en manos de los verdaderos interesados, los trabajadores y
consumidores. Porque son los trabajadores de cada rama de la
producción los que mejor podrían evaluar los niveles de ganancias,
de salarios, los costos superfluos, los que podrían imponer la
apertura de los libros contables e imponer la reducción de las
ganancias de los capitalistas. Al mismo tiempo, obviamente, los
consumidores de sectores populares serían los más interesados en
parar las remarcaciones.
Pero el gobierno K jamás aceptaría medidas de este tipo,
que venga desde abajo y desde los sectores populares. Mientras tanto, la
principal tarea es apoyar toda lucha de trabajadores enfrentando la
mentirosa política de que los aumentos salariales “generarían
inflación”.
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