Los
cortes de luz y la crisis energética
'En
materia de energía la Argentina es el país más extranjerizado del
mundo'
Entrevista
de Dora Cattoni y Oscar Caram (Un Tunel)
Argenpress, 17/12/05
Con
los primeros calorcitos, empezaron los problemas con la luz. Pese a lo
asegurado por el ministro De Vido, apenas el termómetro empezó a
subir saltaron los tapones del sistema energético. Desde las empresas
prestadoras se atribuyó el problema al abrupto calor, al exceso de
consumo y a la compra desmesurada de aparatos de aire acondicionado (¿?).
El sistema colapsa, pero la culpa la tiene el usuario. Según Félix
Herrero –abogado, licenciado en Economía, ex titular de los entes
binacionales Yaciretá, Salto Grande y Corpus, vicepresidente del
MORENO (Movimiento por la Recuperación de la Energía Nacional
Orientadora, que preside Fernando Pino Solanas– estamos al límite
porque no se hicieron ni se hacen las inversiones necesarias. Esta es
parte de la charla que mantuvimos con él en el transcurso del
programa Grandes de Ayer y de Hoy, de Radio Caseros.
–
Desde su punto de vista y el del MORENO, ¿cómo se entiende este
asunto de los cortes?
–
Estos cortes que estamos sufriendo son la consecuencia de una situación
crítica, después de habernos dicho que si privatizábamos todo nadie
tendrías problemas e íbamos a tener las tarifas más bajas. Con la
mentira, con la promesa de que tendríamos todo, nos quitaron
realmente todo.
–
Usted escribió hace un tiempo sobre el agotamiento de lo que llamó
el modelo energético liberal, justamente a raíz de aquellos
gigantescos apagones en Estados Unidos. Lo que estamos sufriendo
nosotros formaría parte de ese mismo proceso de agotamiento...
–
Es el mismo proceso. Es decir, en California, donde había una empresa
quebrada, la Enron, se utilizó el modelo energético neoliberal. Este
modelo nació en Inglaterra, después se lo instauró en California, y
lo tomaron los chilenos. Y después el menemato lo adoptó totalmente.
Consiste en fragmentar la provisión de energía: los generadores son
distintos de los distribuidores. Dejar de ser un servicio público
para ser un servicio comercial; la energía eléctrica ya no es un
bien social sino que pasa a ser un bien privado, un objeto de lucro. Y
esto provocó que la política de inversión dejara de ser del Estado
porque ya no es un servicio público, no solamente como empresas
productivas como nosotros teníamos, sino la decisión de invertir. En
nuestro caso, Edenor y Edesur, que son grupos financieros que compran
y venden sus acciones, que cambian de dueño, etcétera, invierten
cuando se les ocurre, porque es un bien comercial. El Estado ha
perdido la gestión energética, ha perdido la renta –la renta
petrolera, que produce millones y millones de dólares, se va, como
decía Mosconi, «por mar al exterior»– y ha perdido los recursos
naturales. Y miremos cuánto tienen Edesur, Edenor y Edelap de concesión,
¡noventa y cinco años! Tres generaciones de argentinos. De hecho son
dueños, y así se consideran, de las concesiones. Y el resultado
–tanto en California como en el Este de Canadá y de Estados Unidos,
y lo que sufrimos nosotros– fue que no hubo inversión y entonces no
hay energía eléctrica.
–
¿Y usted ve desde el actual gobierno una intención real de recuperar
la energía?
–
Lamentablemente no la veo. Veo que se recupera la Justicia, que se
recupera lo institucional en cuanto a las instituciones civiles, veo
muchos aspectos positivos. Pero en el tema del petróleo y el energético
no veo esa búsqueda de recuperación, la búsqueda de cambio del
modelo. Pasar de un modelo neoliberal a otro donde la energía sea un
bien social de todos los argentinos, que la gestión sea de todos a
través del control social, desgraciadamente no lo veo.
–
¿Por qué piensa que no existe esta voluntad de modificar las cosas?
–
Es difícil saber las motivaciones de los dirigentes. Pero nos da la
sensación de que el poder económico de las trasnacionales petroleras
tiene una incidencia muy grande en los gobiernos; las empresas como Pérez
Companc ayer o Petrobras hoy, tienen una influencia fuerte en los
gobiernos. Da la impresión de que acerca de estos temas –de los que
no se habla en las campañas electorales, que no se plantean como una
nueva política legislativa–, se mantiene la misma política, se
reafirma. En suma, la política neoliberal de Menem y la de este
gobierno no tienen diferencias en el tema de la energía y de los
servicios públicos en general.
–
¿Y en cuanto al transporte de la energía que está en manos de
empresas extranjeras?
–
El sector energético se ha extranjerizado totalmente. A pesar de la
promesa de que iban a participar empresas locales y el Estado, no
solamente dejó de incidir el Estado sino que desaparecieron las
empresas locales, que tuvieron un triste papel: el de ser
intermediarias de la extranjerización. Primero fueron socias y después,
poco a poco, desaparecieron. En el sector petrolero, por ejemplo, ya
no quedan empresas privadas nacionales. De patria contratista se
convirtieron en patria privatista, pero después sucumbieron. Este es
el país energéticamente más extranjerizado del mundo, junto con
Bolivia es el paradigma de la privatización. Hubo tres casos de
privatización salvaje en el sector energético petrolero y gasífero:
Bolivia, Argentina y Rusia. Pero Rusia al gas nunca lo privatizó, y
al sector petrolero el Estado lo va recuperando al tiempo que está
comprando las empresas privadas. En Bolivia hay una lucha, está la
pelea por la recuperación en las calles y en las elecciones. Nosotros
eso no lo tenemos. Entonces, el único caso en que se mantiene el
sistema neoliberal petrolero y eléctrico es en la Agentina, donde no
hay ni un avance. Hay progresos teóricos, por ejemplo la empresa
Enarsa, pero que no tiene yacimientos ni oleoductos ni refinerías.
Entonces no hay un proceso de recuperación como el de Bolivia.
Bolivia ya ha recreado el YPF boliviano; nosotros no tenemos nada, en
absoluto.
–
Está también el tema del agotamiento de los combustibles fósiles.
¿No sería tiempo también de replantearse el uso de nuevas fuentes
de energía, reforzar el suministro hidroeléctrico, encarar la energía
eólica, o la mareomotriz que alguna vez se planteó?
–
Así es. Respecto a la hidroelectricidad, volvimos al mismo punto: al
privatizar todo, y al perder el Estado la gestión y la decisión última
de las inversiones, desde 1989 no se construye ninguna central hidroeléctrica
en la Argentina; 15 años sin ninguna obra. Ahora estamos aumentando
la altura de Yaciretá, que es una cosa muy positiva, pero no se hizo
ninguna obra. Las centrales hidroeléctricas son, en general, como
decimos los economistas, de larga maduración: invierto hoy y recupero
dentro de 10 ó 15 años. Y a los sectores privados no les interesa el
largo plazo sino la ganancia rápida, entonces, ésos para ellos no
son proyectos donde invertir. Lo que quieren es que el Estado invierta
y ellos cobren; es lo que están haciendo en los ferrocarriles a través
de los subsidios, el transporte de la energía. Y esto es lo que
estamos sufriendo. A las nuevas formas de energía, como la eólica o
la mareomotriz, también hay que alentarlas. Son energías de baja
producción, llamadas «energías blancas», responden a un concepto
humanista, vinculadas a pequeñas poblaciones. Acá en la Argentina
estamos acostumbrados a dar subsidios a las grandes multinacionales y
no a los pequeños productores, a las Pymes.
–
Ahora, si no hay inversión en esas fuentes, y no se exploran nuevos
pozos petrolíferos, y por tanto las reservas se van achicando, vamos
a llegar a un cuello de botella. Me parece que se está jugando al
aprendiz de brujo...
–
Así es. Esto es una caja de Pandora que se abrió con las
privatizaciones y lo único que aparece son cosas negativas. Hay pozos
de exploración que son los de alto riesgo, para tratar de descubrir
petróleo. Después están los de avanzada y los de explotación donde
se sabe que hay petróleo. Los de exploración son casi nulos en la
Argentina, es ahí donde se necesitan nuevas inversiones. En la época
de YPF se hacían 80, 90 y más pozos de exploración por año, el año
pasado se hicieron 23 ó 24. Este año no llegan a ese número. Los
privados, como tienen la capacidad de decidir dónde invierten, y son
multinacionales a las que por ahí les conviene hacer la inversión en
Bolivia, por ejemplo, no lo hacen en nuestro país, porque estos señores
han decidido producir para la exportación sin incluir reservas
nuevas. Entonces, ya estamos en niveles de reserva de 8 años de petróleo
y 11 de gas, porque no hay inversión. ¿Quiere decir que no hay más
petróleo en el subsuelo argentino? Sí lo hay, pero hay que
descubrirlo, y para eso hay que invertir. En consecuencia, estamos
sufriendo una situación muy riesgosa de caída de reservas.
–
Es como que mete miedo. Ahora, vamos a soñar un poco. Supongamos que
este gobierno o alguno que lo suceda tengan la voluntad política de
revertir este cuadro, y la pregunta, a ver Herrero… ¿por dónde
empezamos?
–
Empezamos por muchos lados. Primero vamos a tomar las leyes. Acá se
han hecho sistemas de desregulación y privatización simplemente por
decretos. Por ejemplo, las exportaciones de petróleo están
permitidas por decreto. La ley dice que no se puede exportar si no hay
autoabastecimiento para atender la demanda local. Por otro lado, el
precio que tenemos es el internacional. Se produce y tiene un precio
para la industria, el comercio, la familia; un valor internacional.
Porque el precio internacional es un precio político. Y los costos
argentinos son infinitamente menores, pero las multinacionales venden
en la Argentina al precio internacional como si importáramos el petróleo.
¿Pero qué hace Venezuela o los grandes países productores? Venden
para sus ciudadanos a un precio acorde al costo, y lo exportan al
precio internacional. Nosotros no, internacionalizamos todo. El petróleo
ha dejado de ser argentino porque no lo gestionamos los argentinos.
Entonces, ¿qué haría? Suprimiría esos decretos que originaron
muchos de estos abusos. El sector petrolero también está
fraccionado, como el eléctrico. De golpe y porrazo, con la Constitución
de 1994, dijeron que la propiedad es provincial, ya la Nación no
tiene propiedad petrolera. Fraccionamos el cielo, porque los aviones
no son argentinos, y también fraccionamos el subsuelo.
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