Argentina

 

Petroleros de Las Heras

Apuntes de una lucha

Por Isidoro Cruz Bernal y Oscar Alba
Socialismo o Barbarie, periódico, 23/03/06

El conflicto de los trabajadores petroleros en Las Heras parece estar en vías de resolución. La salida favorable a los reclamos de los compañeros va más allá de esta pelea como tal, ya que el conflicto se convirtió en una referencia nacional. Escribimos estos “apuntes” tratando de reflejar algunas de las reflexiones que nos trasmite nuestro compañero Héctor Heberling instalado en Las Heras hace ya varias semanas.

Cerca del triunfo

La actual coyuntura de la lucha es la de una pelea que aún no acabó, aunque parece estar muy cerca del triunfo. Los compañeros del sector encuadrado en el sindicato petrolero han logrado obtener el pago de los días de conflicto. Esto no vino del cielo ni de la buena voluntad del gobierno, sino que fue posible debido a paros en todas las empresas, desarrollados la semana pasada cuando aún no había caído Acevedo y las condiciones de la lucha eran durísimas. Por otra parte, los compañeros encuadrados en la UOCRA, que son los que cuentan con la mayor parte de los presos (empresa INDUS), había realizado una concentración en Pico Truncado frente al juzgado el viernes 17, día en que varios compañeros fueron a declarar. Ese mismo día salió en libertad Ramón Miranda, uno de los compañeros detenidos y ahora, en la nueva situación creada por la caída del gobernador, están exigiendo con fuerza redoblada por la libertad de TODOS su compañeros presos.

Otro elemento importante fue la presencia de Hebe de Bonafini en Las Heras el fin de semana pasado. Lamentable. El papel, prácticamente, de una funcionaria más. Es que en consonancia con su incorporación al elenco oficialista, la dirigente de la Asociación Madres de Plaza de Mayo fue a cumplir el triste papel de “negociadora”: “ofreció” la propuesta tramposa de separar el problema de los presos del conjunto de los problemas reclamados por los trabajadores.

A la vez, la operación política que estaba implicada era la de hacerla aparecer “llevándose los laureles” por la libertad (eventual) de los compañeros detenidos y a blanquear al gobierno nacional de toda responsabilidad represiva (ya que Kirchner le endilgó la responsabilidad a sus subordinados, ya sean los gendarmes o el renunciante Acevedo). Este operativo fracasó. Entre otras cosas a causa de su vergonzosa negativa a acompañar una marcha por la libertad de los detenidos impulsada por los trabajadores y sus familiares.

Es que una vez más, las medidas de lucha independientes resultaron incompatibles con cualquier variante kirchnerista. Para colmo, cuando la Comisión por la libertad de los detenidos fue a llevarle la petición para que la firmara, los compañeros descubrieron que el alojamiento de (la funcionaria) Bonafini corría a cargo de la intendencia...

Significado de la pelea de Las Heras

El conflicto de los petroleros tiene una enorme importancia porque, además de ser una pelea obrera de un sector clave de la producción y con métodos duros, sucede en una coyuntura política que está cambiando, donde el gobierno pretendía monopolizar la conmemoración del 24 de marzo, pero donde se le han ido acumulando nubarrones en el horizonte: no es cosa de todos los días la caída en no más de una semana de una Jefe de la Ciudad y un gobernador.

En este marco, el gobierno de Kirchner -más allá de su pose “crítica” de los 90- pretende estatizar y monopolizar la memoria sobre los crímenes de la dictadura. Respecto de esta importante cuestión, la pelea de Las Heras es altamente significativa en dos planos.

En primer lugar, deja a la vista la hipocresía kirchnerista, que la juega de “progresista” y reprime a un sector de trabajadores que lucha para poder vivir en mejores condiciones. En ese sentido, la lucha de los petroleros de Las Heras descubre cuál es el verdadero contenido de la política de Kirchner hacia los trabajadores en general y hacia el activismo obrero independiente en particular: su compromiso con las formas más feroces de sobreexplotación capitalista.

En segundo lugar, la lucha de los petroleros (en la propia provincia del presidente), no hace mas que confirmar de que el centro de la lucha contra el gobierno y sus políticas es la propia clase obrera. Santa Cruz ya conoce las luchas de los mineros de Río Turbio, la pueblada de Caleta Olivia en apoyo a los docentes en el 2004 y ahora suma a los petroleros. El kirchnerismo puede intentar arbitrar en las pujas intercapitalistas por aumentar el margen de ganancia de unos sectores burgueses contra otros. Lo que bajo ninguna circunstancia puede permitir, es que se avance hacia una pelea GENERALIZADA del grueso de los trabajadores ocupados por aumento de salarios, contra la precarización laboral, por la bandera de “a igual tarea, igual salario”, porque todos los aumentos vayan al básico. En este sentido, los petroleros salieron por la derogación del impuesto a las ganancias, por el encuadramiento de los trabajadores de la UOCRA en el convenio petrolero y por la necesidad de poner en discusión, a través de los legisladores, el tema de la jubilación anticipada con 25 años de servicios sin límite de edad y un 82% móvil. Es decir, todo un programa que de generalizarse, amenazaría en hacer saltar por los aires el techo salarial K.

El gobierno contó con la inestimable colaboración de la burocracia petrolera, que no movió un dedo a favor de los trabajadores. Todo lo contrario: llevó a cabo una campaña abiertamente marcartista contra sus dirigentes y el “trotskismo”. Lo mismo ocurrió con el resto de la burocracia sindical: tanto los “gordos” como el pseudo combativo Moyano (que quiso llevarse los laureles por el aumento del mínimo no imponible) y el progresismo burocrático de la CTA.

Pero además, en Las Heras, la represión que se desató contra los trabajadores, deteniendo a compañeros indiscriminadamente, golpeándolos y maltratándolos. Un hecho repudiable que muestra que el gobierno tuvo dos brazos para llevar adelante esta tarea: uno, el de la “justicia”, que con el pretexto del “asesinato del policía Sayago” involucro a delegados y activistas en la causa como forma de descabezar el conflicto; el otro brazo ejecutor fueron la policía santa cruceña y la Gendarmería.

Cuando el reclamo y la situación que se vivía en Las Heras alcanzó ribetes nacionales (llegando hasta la jerarquía eclesiástica inclusive), el gobernador Acevedo renunció y Kirchner apareció en la pantalla de los televisores diciendo -en forma hipócrita- que él “jamás avalaría tal represión”. La contracara de esto es la actitud ejemplar de los compañeros detenidos, que mediante cartas desde la prisión, alentaron a seguir la lucha.